En su 103 natalicio:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Violeta del
Carmen Parra Sandoval, nació en San
Carlos de Itihue, en la calle Montaña, frente a
La estada de la
familia Parra Sandoval en San Carlos fue breve. Sólo habían llegado ahí con
motivo del nacimiento de su hijo. Pronto regresaron a San Fabián, en la
cordillera.
UNA DIFÍCIL NIÑEZ
Cuando Violeta tenía
tres años la familia se trasladó a
Santiago. Poco después, al ser nombrado el padre profesor en el Regimiento
Andino Número 4, viajaron nuevamente al sur. Esta vez a Lautaro. Durante el
trayecto en tren la niña Violeta se enfermó gravemente. No supieron de qué se
trataba. Tuvo fiebre y se hinchó. Por suerte llevaban frazadas. La envolvieron.
Nadie se dio cuenta. Era viruela, que le
dejó el rostro marcado.
Vinieron los años de la dictadura de Carlos Ibáñez (1927-1931) y la
represión también alcanzó la casa de los Parra. El padre, como muchos otros
profesores, fue exonerado de su puesto de trabajo. Aplastado por la cesantía, se dedicó a beber y abandonó la
familia. Entonces, la madre debió cargar con toda la responsabilidad del hogar.
La situación era muy mala.
SUS PRIMEROS CONTACTOS
CON EL FOLCLORE
En los veranos, Hilda
y Violeta, cuando tenían unos cinco o seis años de edad, recuerda: viajaban al
campo de Malloa, donde unas primas
de apellido Aguilera, que tenían
buena posición. Lo pasaban muy bien. Pero lo más importante de esos viajes, fue
que allá Violeta aprendió sus primeras
canciones folclóricas auténticas con esa familia.
Hilda Parra
En una entrevista realizada en 1958, relató Violeta: “Mi padre, aunque profesor primario, era el mejor folclorista de la región y lo invitaban mucho a todas las fiestas. Mi madre cantaba las hermosas canciones campesinas mientras trabajaba frente a la máquina de coser.
Aunque mi padre
no quería que sus hijos cantaran –cuando salía de la casa escondía la guitarra
bajo llave- yo descubrí que era en el
cajón de la máquina de mi madre donde la guardaba y se la robé. Tenía siete
años. Me había fijado cómo él hacía las posturas y aunque la guitarra era
demasiado grande para mí y tenía que apoyarla en el suelo, comencé a cantar
despacito las canciones que escuchaba a los grandes. Un día mi madre me oyó, no
podía creer que fuera yo”.
GANÁNDOSE
Al morir el padre,
la madre tuvo que jugar ambos papeles. Debió criar y alimentar a su numerosa
prole. Clarisa se amanecía cosiendo,
despertaba y seguía cosiendo para poder alimentar a tanta boca y educar a Nicanor, por lo menos
para educar uno bien.
Hilda y Violeta
intentaban ayudar con lo que tenían: la garganta y las manos. Conseguían una
guitarra prestada por ahí y salían a cantar. Una de las primeras que salió a
tocar la guitarra fue
Roberto Parra (el
“tío Roberto”), hermano de Violeta, folclorista, maestro de construcción y
compositor de cuecas, recuerda: “Violeta salía con su guitarra y con un
canasto. El canasto lo traía lleno...
Venía de todo: chancho, toronjil, frutas, qué sé yo.”
Roberto Parra (el “tío Roberto”)
EN SANTIAGO
Violeta tenía
doce años cuando compuso sus primeras canciones, acompañándose de la guitarra.
Unos dos años después se fue a Santiago.
Poco después toda
la familia se trasladó a Santiago. Allí,
otra vez junto a su hermana Hilda, Violeta cantaba para poder vivir.
Los comienzos
fueron muy difíciles. Violeta lo evoca en una de sus décimas:
“Ayer,
buscando trabajo,
llamé
a una puerta de fierro,
como
si yo fuera un perro
me
miran de arrib’abajo,
con
promesas de destajo
me han
hecho volver cien veces,
como
si gusto les diese
al
verme solicitar;
muy caro
me hacen pagar
el pan que me pertenece”.
En Santiago,
Violeta e Hilda, una vez más comenzaron a cantar para ganarse la vida. Donde
podían, actuaban. Y así llegaron al
sector de Matucana. Cantaron en
SU PRIMER MATRIMONIO
Precisamente fue
en uno de esos boliches donde Violeta conoció a Luis Cereceda, obrero
ferroviario, su primer marido y padre de
Isabel y Ángel Parra.
Luis Cereceda,
relata: “Si pensar que éramos bien niños... ella tenía 19 años y yo 18. Era por
año 37 y ella cantaba con Hilda y el Lalo en negocios de Matucana, al llegar a
Mapocho. Yo trabajaba al frente: ahí estaba la maestranza de ferrocarriles,
donde yo era maquinista. Y entonces íbamos mucho ahí y por ahí nos empezamos a
tratar... Al poco tiempo nos casamos... Primero estuvimos viviendo en Santiago como
dos años. Ahí nació
Víctor Herrero,
en su libro “Después de vivir un siglo. Una biografía de Violeta Parra”,
relata: “Aun cuando Violeta se sentía asfixiada por su marido en materia
artística, éste le entregaba algo que ella no dejaba de valorar: conciencia
política. ‘Mi padre y sus compromisos entusiasman a mi madre’, escribió Ángel.
Cereceda no sólo leía regularmente El Siglo, diario de tiraje nacional que
había fundado el PC en agosto de 1940, sino que también llevaba a casa folletos, volantines y libros
que el partido le suministraba, según el recuerdo de su hija Isabel. El marido
de Violeta celebraba reuniones partidistas en su casa y su fervor político era
tal, que instaló un busto de yeso de Joseph Stalin bajo el parrón de la
parcela. ‘Este el padre de los obreros
del mundo –les decía a sus hijos Isabel y Ángel en referencia al máximo líder
de
ACTIVIDAD POLÍTICA
El ejemplo de Luis Cereceda, unido al hambre y los
sufrimientos vividos, dieron nacimiento a la conciencia política de Violeta. Se
rebeló contra las injusticias, pero no se quedó en eso, participó en la lucha
por terminar con ellas.
Ya durante el Gobierno de Pedro Aguirre Cerda actuó junto al Partido Comunista.
Luis Cereceda relata: “Al poco tiempo de estar en
Santiago (vivieron algunos meses en Valparaíso), fue cuando ella comenzó a
dedicarse más a la política.
Hacía tiempo que
yo tenía un vecino en el Partido, y como ya
ellos la conocían entonces la
invitaron y ella comenzó a colaborar en los actos culturales. En 1946 nosotros
trabajamos muchísimo para la candidatura de González Videla. Hasta pusimos una
Secretaría de González Videla ahí en la casa y ella por su cuenta formó un
Comité de Dueñas de Casa en la calle Andes. Claro que no nos imaginábamos la
gran traición que iba a venir después”.
El Tío Roberto
agrega: “Cuando triunfó Videla en las elecciones hubo fiestas, alegría y
celebraciones en las calles, en todas partes, como con Allende. Nosotros
estuvimos también en una celebración y allí ella cantó y recitó un poema muy largo,
dirigido al Presidente, donde le decía que al pueblo no se le puede engañar.
Total que ahí pintaba clarito lo que iba a pasar... Bueno, este compromiso de
ella era también una forma más de allegarse al pueblo Después no supe yo que
siguiera trabajando para el Partido, pero colaboraba con ellos. Esa fue su
línea política siempre.”
UNA DOLOROSA SEPARACIÓN
En 1948 Violeta
se separó de Luis Cereceda. Fue un golpe muy duro para ella. Sólo se repuso
gracias al apoyo de sus familiares.
Según relata
Víctor Herrero, “todos los meses Luis Cereceda le entregaba a su exmujer una
suma de dinero, algo poco común en esos
años. Pero separada y sin ingresos estables, ya que sus actuaciones en las compañías
de variedades no eran constantes, la situación de Violeta se deterioró. De
nuevo saldría al rescate su madre, quien le dio plata para poner un almacén de
abarrotes en el barrio. Este experimento comercial, sin embargo, fracasó
rápidamente.”
Violeta y su hijo Ángel
Violeta volvió a
cantar. Y lo hizo nuevamente junto con Hilda, quien recuerda esos tiempos así:
“Recorríamos todo. Comenzábamos con el boliche más chico y terminábamos con el
más grande. Siempre cantando lo que estaba más de moda en esos años. Todavía no
éramos profesionales, cantábamos de todo. Éramos muy bien recibidas, fuimos
formando nombre, después de andar mucho tiempo juntas acordamos formar un dúo.
De ahí nacieron las hermanas Parra... Después comenzamos a grabar en RCA
Víctor.”
Lautaro Parra, el
menor de los hermanos de Violeta, dirigente y fundador del Sindicato Circense,
evoca esos años: “Había un programa en Radio Corporación, ‘Fiesta Linda’ o algo
así, y ahí iban ellas a cantar de vez en cuando. Esas fueron sus primeras
actuaciones en radio. Tenían un dúo pero
SU SEGUNDO MATRIMONIO
En 1949,
Violeta se casó por segunda vez. Su nuevo esposo, Luis Arce, era mueblista y
tenor de ópera. Tuvieron dos hijas Carmen Luisa y Rosita Clara, ésta falleció
de pulmonía al poco tiempo.
Luis Arce
recuerda: “Por ahí por el año 1952, formamos una Compañía. Se llamaba ’Estampas
de América’.
CONQUISTANDO
Violeta,
incansable, recorrió el país, trabajando con Isabel y Ángel en circos y
teatros, y recopilando la música campesina chilena. En 1953 terminó el dúo de
las hermanas Parra. Fue también en ese año, cuando empezó a reconocerse el verdadero valor
de Violeta. Gran importancia tuvo para ello un recital dado en casa de Pablo
Neruda. Después de él, Radio Chilena le contrató una serie de programas que la
lanzaron a la primera línea del arte folclórico del país. Se dedicó al difícil
y valioso trabajo de recopilación de antiguas creaciones.
En 1954
obtuvo el Premio Caupolicán, otorgado a la folclorista del año.
Viajó a Europa,
donde participó como invitada, en el V
Festival de
Regresó a Chile
en 1956. Un año después se trasladó a Concepción, donde fundó y dirigió el
Museo de Arte Popular. Grabó en esa
ciudad nuevos discos y continuó con su labor de recopilación del folclore.
INICIA SUS CANCIONES
COMPROMETIDAS
En 1958 llegó de
nuevo a Santiago. Y fue ese año cuando comenzó a pintar y hacer tapices. Además, dio recitales por todo
el país y creó hermosas canciones con contenido social. Una de ellas fue el
trote “Arriba quemando el sol”, donde denuncia
la explotación de los mineros del norte chileno:
“Cuando fui para la pam pa
llevaba mi corazón
contento como un chirigüe,
pero allá se me murió...”
“Enterraron la justicia,
enterraron la razón”.
CONOCE A GILBERT FAVRE
En 1960, una larga
enfermedad obligó a Violeta a permanecer varios meses en cama. Fue entonces
cuando se inició como arpillerista, inventando materiales y técnica para ello. Ese
mismo año conoció al músico suizo Gilbert Favre, estudioso del folclore
sudamericano, del cual Violeta se enamoró.
Fue también en
1960 cuando compuso bellas canciones con contenido político. Una de ella es “Yo
canto la diferencia”. En ella, Violeta expuso su posición de artista
comprometida con el pueblo y la
justicia:
“Yo
canto a la chillaneja
si
tengo que decir algo
y no
tomo la guitarra
por
conseguir un aplauso.
Yo
canto la diferencia
que
hay de lo cierto a lo falso.
De lo
contrario no canto.
“Si yo
levanto mi grito
no es
tan sólo por gritar.
Perdóneme el auditorio
si ofende mi claridad”
Otra canción
creada en 1960 fue “Porque los pobres no tienen”. En 1961 compuso la sirilla
“Según el favor del viento”, donde pinta la dura vida del habitante de Chiloé:
despierte
toda la patria
antes
que se abran los cielos
y venga el trueno furioso
con el
clarín de San Pedro, llorando estoy,
y
barra los ministerios, me voy, me voy.”
SEGUNDO VIAJE A EUROPA
También en 1961
viajó a Buenos Aires y de allí a Europa, acompañada por Isabel y Ángel, sus
hijos mayores. Participó en el VIII
Festival de
Finalizado ese
evento, Violeta visitó
Nuevamente residió en París, esta vez por tres años.
Allí trabajó incansablemente. Cantó en
Año 1962. Violeta
estaba en Europa. En Chile gobernaba Jorge Alessandri Rodríguez, que
golpeaba al pueblo con alzas y
represión. Por entonces creó la artista su canción “
“Me
mandaron una carta
por el
correo temprano,
en esa
carta me dicen
que
cayó preso mi hermano,
y sin
lástima, con grillos,
por la
calle lo arrastraron, sí.
La
carta dice el motivo
de
haber prendido a Roberto
haber
apoyado el paro
que ya
se había resuelto.
Si
acaso esto es un motivo
presa
también voy, sargento, sí.
Yo que
encuentro tan lejos
esperando
una noticia,
me
viene a decir la carta
que en
mi patria no hay justicia,
los
hambrientos piden pan,
plomo
les da la milicia, sí.
Por suerte tengo guitarra
para llorar mi dolor,
también tengo nueve
hermanos
fuera del que se
m’engrilló,
los nueve son comunistas
con el favor de mi Dios,
sí.”
Ese año compuso
también “Me gustan los estudiantes” Allí exclama:
“¡Qué vivan los estudiantes,
jardín
de las alegrías!
Son
aves que no se asustan
de
animal ni policía,
y no
le asustan las balas
ni el
ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa,
¡que
viva la astronomía!
Me
gustan los estudiantes
que
con muy clara elocuencia
a la
bolsa negra sacra
le
bajó las indulgencias.
Porque,
¿hasta cuándo nos dura,
señores,
la penitencia?
Caramba
y zamba la cosa
¡que
viva toda la ciencia!”
Otra canción que
compuso ese año fue “”Un río de sangre”, un homenaje a Federico García Lorca,
Patricio Lumumba, Emiliano Zapata...
“Dejando
voy, peregrina,
mi
llanto de rosa en rosa
por
Vicente Peñalosa
de la
nación argentina.
. Banderas
de popelina
pa
recoger tanta sangre,
que ningún
viento desgarre
porque
han de seguir flameando.
Pues
Chile sigue llorando
a
Rodríguez y Recabarren,
pues
Chile sigue llorando
a
Rodríguez y Recabarren”.
También el pueblo
mapuche está presente en la obra de Violeta. Le dedicó la canción “Arauco tiene
una pena”, donde dice:
“Arauco
tiene una pena
que no
la puedo callar,
son
injusticias de siglos
que
todos ven aplicar,
nadie
le ha puesto remedio
pudiéndolo
remediar.
Levántate,
Huenchullán.”
También en 1962
escribió: “Santiago, penando estás”. En
1963 compuso “Ayúdame Valentina”.
Ese mismo año
creó “¿Qué dirá el Santo Padre?”, en homenaje a Julián Grimau, comunista
español asesinado por la dictadura de Franco.
Allí cantó:
“Mientras
más injusticias, señor fiscal,
más
fuerzas tiene mi alma para cantar.
Lindo
segar el trigo sembrao,
Regado
con tu sangre.
¿Qué
dirá el santo Padre
que
vive en Roma,
que le
están degollando
a sus
palomas?”
En 1964, expuso
en El Louvre sus pinturas, óleos, arpilleras y esculturas de alambre. Fue la
primera vez que una artista sudamericana realiza en ese museo una exposición
personal.
REGRESA A
Volvió a Chile en
junio de 195. En la comuna de
En 1966 viajó a
Bolivia, donde cantó junto a Gilbert Favre. Regresó acompañado de él.
Recorrieron el país, actuando en teatros.
Compuso sus
últimas canciones. Algunas de ellas con contenido político, como “Al centro de
la injusticia”. En ella dijo:
“Mientras gastan millones en un momento,
de hambre se muere gente que es un portento,
que es un
portento.
Muchos dineros en parques municipales
y la miseria es grande es los hospitales.
Al medio de
Alameda de Las Delicias.
Chile limita al centro de la injusticia, de la
injusticia.”
También escribió
“Muzúrquica modérnica”. En parte canta:
“Me han
preguntádico muchas persónicas
son
las cancióncicas agitadóricas
ay que
pregúntica más infantílica,
sólo
un piñúflico la formulárica
pa mis
adéntricos yo comentárica.
Y he
contestádico yo al preguntónico
cuando
la guática pide comídica
pone
al cristiánico firme guérrico
por su
poróticos y sus cebóllicas,
no hay
recogimiéntico que los deténguica
si
tienen hámbrica los populáricos”.
Una de sus últimas
composiciones fue la refalosa “Cantores que reflexionan”. Compuso otras bellas
canciones como “Volver a los
“Gracias
a la vida que me ha dado tanto.
Me ha
dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de
quebranto,
los
dos materiales que forman mi canto,
y el
canto de ustedes que es el mismo canto
y el
canto de todos, que es mi propio canto.”
PUSO
FIN A SU VIDA
Eran las 6 de la
tarde del 5 de febrero de 1967. Se escuchó un disparo en
EL GRAN SIGNIFICADO DE VIOLETA PARRA
Javier Martínez Reverte escribió en “Violeta Parra,
Violeta del Pueblo”:
“El arte excepcional de Violeta Parra,
finalmente, cumple otra función no menos importante: la de haber influido
decisivamente en lo que se ha llamado ‘Canto Libre’ de América. Sin Violeta no
existirían Daniel Vigliette, los Quilapayún, Mercedes Sosa, y tantos otros
cantores-políticos de la sufriente América del Sur. Sin Violeta Parra,
ROJA
FLOR DEL PUEBLO
Violeta Parra es la roja flor del pueblo
chileno, porque por sobre todas sus otras gloriosas cualidades, fue
capaz de recoger, mantener y difundir la tradición de los heroicos
revolucionarios de comienzos del siglo XX.
Efectivamente. Violeta Parra, por tener sus raíces firmemente fundidas con la historia y el alma del pueblo chileno, pudo transformarse
en consecuente heredera de Luis Emilio Recabarren y sus compañeros, que
emplearon la canción como arma contra los explotadores y un medio para llegar a
los trabajadores con un mensaje político. Otro tanto hizo Violeta con sus
bellas creaciones.