viernes, 31 de marzo de 2023

LUIS VÍCTOR CRUZ EN EL 76 ANIVERSARIO DE SU PARTIDA FÍSICA

 

 

 

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

 


 

Luis Víctor Cruz Steghmanns nació  en Tacna el 25 de agosto de 1892, cuando esta ciudad estaba dentro del territorio chileno. Su padre, Zoilo Cruz, era oriundo de Curicó; su madre, Teodora Steghmanns, de Valdivia.

 

JOVEN SE INCORPORA  A LA LUCHA

Desde niño tuvo ideas libertarias, las que lo impulsaron a incorporarse a las filas comunistas, entregando su vida entera a la causa de la clase obrera. Fue destacado periodista proletario. Participó en la fundación del periódico  “El Socialista”, de Antofagasta, que posteriormente pasó a llamarse “El Comunista”, del cual fue su director.

Al lado de Recabarren, luchó más de quince años en Antofagasta.  Fue elegido diputado por Tarapacá y Pisagua por el período 1921 – 1924, formando parte de la Comisión de Instrucción Pública de la Cámara.

Entre 1924 y 1925 se desempeñó como Secretario General de la Federación Obrera de Chile, FOCH, primera central sindical nacional, fundada en 1919.

 

MILITARES Y EL PARTIDO COMUNISTA

En 1924, estando Luis Víctor Cruz a la cabeza de la FOCH, ocurrieron  hechos en que relacionaron a militares y obreros.

El 5 de septiembre, se constituyó una Junta Militar y Naval (JMN),  en la quedaron representadas  casi todas las unidades de la guarnición de Santiago, a través de sus comandantes y ayudantes, participando además un buen número de capitanes y tenientes, además de oficiales de la Marina y Carabineros. Eran 41 miembros en total. La mayoría, progresista.

En una reunión del 6 de septiembre, el capitán Carlos Millán, propuso la formación de una Comisión de Difusión Obrera, que tendría como objetivo contactarse con los sectores populares y organizaciones sindicales. La idea fue aprobada y el propio Capitán Millán quedó a su cabeza. Hubo numerosas reuniones con la FOCH. En ellas participaron Recabarren y Luis Víctor Cruz

El 8 de septiembre, esa Junta Militar Naval presionó al Parlamento y logró que, sobre tabla, se aprobaran 16 proyectos de ley, las llamadas leyes sociales,  tramitados por largo tiempo.

  

ACCIONES EN LA DIVERSIDAD

Luis Emilio Recabarren, Luis Víctor Cruz y sus camaradas eran antimilitaristas. Recabarren escribió en el periódico “Justicia”, de Santiago, con fecha 5 de octubre de 1924: “Hemos sido, somos y seremos siempre antimilitaristas, porque estamos convencidos que el militarismo es afrenta a toda civilización, es la carga más inútil y más  pesada que soportan los pueblos, y es la amenaza permanente a todos los derechos... El militarismo será siempre la fuerza opresora con que la clase capitalista explote al pueblo”. Sin embargo, los comunistas supieron aprovechar la oportunidad que brindaban a los trabajadores un grupo de militares consecuentes. 

Por su parte, Carlos Millán y el resto de la oficialidad progresistas no eran comunistas. Por el contrario. En una entrevista publicada en Ercilla el 28 de julio de 1965, el militar Carlos Millán, ya en retiro, dijo: “Usted me comprenderá si le digo que la muerte de Recabarren, cuando se quitó la vida, me produjo una  honda impresión y visité el local en que velaron sus restos como una respuesta personal a la cordialidad de su trato y la amplitud de su criterio social, que me hicieron respetarlo como hombre y antagonista, aun cuando él era el jefe de una doctrina que no acepto y que rechazo”. 

Sin embargo, a pesar de sus diferencias ideológicas,  ambos sectores fueron capaces de realizar actividades comunes.

 

DOS GOLPES  MILITARES

Con el golpe militar del 11 de septiembre de 1924 una Junta reaccionaria tomó el poder, que chocó inmediatamente con la progresista JMN. Ésta fue disuelta el 13 de septiembre. Pero la Comisión de Difusión Obrera siguió funcionando por casi cien días más.

El 19 de  diciembre de 1924, Chile fue estremecido con la noticia de la muerte de Luis Emilio Recabarren.

El 23 de enero de 1925, otro golpe militar, llevado a cabo por oficiales progresistas, derrocó la Junta militar reaccionaria. Esta acción fue apoyada por el Partido Comunista y la FOCH. Una Comisión, de la que formó parte Luis Víctor Cruz, se entrevistó con la nueva Junta de Gobierno.

 

HOMENAJE OBRERO A MILITAR PROGRESISTA

El 26 de abril de 1925, líderes obreros realizaron un acto en homenaje al recientemente ascendido mayor Millán. Fue en reconocimiento hacia la oficialidad que actuó a comienzos de septiembre de 1924 y en enero de 1925.

En esa ocasión, Luis Víctor Cruz pronunció un discurso en representación de la FOCH. En nombre del Partido Comunista, lo hizo Salvador Barra Woll.

El festejado dijo que no le resultaba extraño el local de los ferroviarios (donde se realizaba el acto), pues allí “se han efectuado una serie de encuentros entre militares y trabajadores”. En otra parte de su intervención dijo que “lamentaba el desaparecimiento del gran idealista obrero Luis Recabarren”.


PERO NO DURÓ MUCHO

Las acciones de ese grupo de militares progresistas fueron un breve, aunque importante, episodio en nuestra historia, que se comenzó a cerrar con el regreso al Gobierno de Arturo Alessandri Palma, que había sido sacado de La Moneda por el golpe reaccionario  del 11 de septiembre de 1924 y repuesto en su cargo de Presidente de la República después del golpe del 23 de enero de 1925.

Alessandri retornó de su exilio en Italia en marzo y recuperó la Presidencia, pero en verdad quien asumió el poder fue el coronel Carlos Ibáñez, como Ministro de Guerra.  Ello marcó el fin de este período de entendimiento entre militares y obreros, a la vez que el inicio de otro período de represión contra el movimiento obrero.

La masacre de La Coruña, perpetrada el 4 de junio de 1925, fue un nuevo ejemplo que mostró que las fuerzas armadas serán siempre, como dijo Recabarren, “la fuerza opresora con que la clase capitalista explote al pueblo”.

 

UNA CONFERENCIA ESCLARECEDORA

Luis Víctor Cruz, siendo aún dirigente máximo de la FOCH,  dictó en 1925 una charla en Santiago sobre el tema de las leyes sociales y su aplicación. En ella planteó que los revolucionarios (el Partido Comunista y la FOCH) entendían las leyes y reformas sociales como conquistas del proletariado en la lucha de clases, que debían ser aprovechadas por los trabajadores para continuar “haciendo fuego más certero contra la  clase capitalista”.

Explicó que la posición ante las reformas sociales diferenciaba a los revolucionarios de los reformistas, que planteaban que las reformas permitían por sí solas la liberación total de los obreros, y de los anarquistas, que negaban absolutamente la eficacia de las reformas sociales.

 

HACÍA TEMBLAR LA CÁMARA

Llegó nuevamente a la Cámara de Diputados en 1926, ahora representando a la Séptima Circunscripción Departamental Santiago, por el período que finalizó en 1930, pasando a formar parte de la Comisión Permanente de Industria y  Comercio y de la Comisión de Trabajo y Previsión Social.

En las dos oportunidades que ocupó el cargo de  diputado, “hizo temblar el hemiciclo parlamentario –como escribió El Siglo con fecha 1º de abril de 1947- por medio de discursos  que eran verdaderas proclamas contra el imperialismo que recién sentaba sus reales en el salitre y constituía un Estado dentro del Estado chileno, gracias a la política vendepatria de la oligarquía feudal”. 

Por ejemplo, en la sesión del 6 de mayo de 1926, denunció en la Cámara que la Compañía del Ferrocarril de Tarapacá destinaba la suma de 90 mil libras esterlinas anuales para pagar jueces, Ministros de Cortes, diputados y senadores, que actuaban como gestores administrativos. Incluso, a pesar de las amenazas recibidas, dio a conocer los nombres de los que actuaban como funcionarios a sueldo de esa  empresa. 

 

INTENTARON QUITAR SU NACIONALIDAD

Por todo esto, la reacción vio en Luis Víctor Cruz a un enemigo peligroso e intentó arrebatarle su calidad de diputado e incluso negarle la nacionalidad chilena, argumentado que había nacido  -como efectivamente era-  en Tacna. 

(A raíz de la Guerra del Salitre, Chile conquistó al Perú la región de Tarapacá. Por medio del Tratado de Paz de 1883, Perú cedió a Chile todo el territorio ocupado por el ejército invasor por diez años; acordándose que, después de ese lapso, se realizaría un  plebiscito para que las  poblaciones  de las ciudades del extremo norte decidieran a que país querían pertenecer. El plebiscito no se llevó a cabo. En vez de éste, el Tratado del 3 de agosto de 1929 resolvió que Tacna pasaba a ser parte del Perú y Arica, de Chile. Por tanto, hacia 1892, año en que nació Luis Víctor Cruz, Tacna era territorio chileno y lo siguió siendo hasta agosto de 1929.)


DESTERRADO A MÉXICO

En 1927, iniciada la dictadura de Carlos Ibáñez, Luis Víctor Cruz fue desterrado a México. En ese país, entregó su valioso aporte al movimiento revolucionario del pueblo azteca.  Ocupó un alto cargo en la Confederación de Trabajadores de México, CTM.  Por esas actividades fue expulsado de esa república.

Regresó a la patria. Volvió a recorrer la pampa salitrera, educando y organizando.

 

REGIDOR EN SAN ANTONIO

Después se trasladó al puerto de San Antonio, donde fue elegido por dos períodos –de 1934 a 1941- regidor de la Municipalidad de San Antonio. Su ejemplar desempeño como edil, es una de las razones, quizás la principal de ellas, por la que el Partido Comunista haya mantenido, salvo algún período, permanentemente un regidor (Concejal) en esa Municipalidad hasta nuestros días. Actualmente tiene dos.

Luis Víctor Cruz ocupó el puesto de Administrador de El Siglo, cuyo primer ejemplar había sido voceado en las calles de nuestra geografía el 31 de agosto de 1940.  

 

SU ÚLTIMO DISCURSO

Pronunció su último discurso en Rancagua (lo repitió ese mismo día en Graneros) el 19 de diciembre de 1944, con  motivo de cumplirse el 20º aniversario de la muerte de su camarada, familiar y amigo, Luis Emilio Recabarren Serrano. 

Sus últimos días, aquejado de una larga y terrible enfermedad,  los vivió al lado de su hermana Zoila, quien lo cuidó mientras estuvo en el Hospital San José de Santiago, donde falleció a las 22 horas del lunes 31 de marzo de 1947. Sus restos fueron velados en la sede del Comité Central del Partido Comunista de Chile. (Ver “El Siglo”, 1 de abril de 1947) 

Los funerales tuvieron lugar el miércoles 2 de abril de 1947. Concurrieron a ellos delegaciones de todo el país. 

Dejó cuatro hijos: Germán, Emilio, Pedro y Teodoro.

 

UNA CALLE LLEVA SU NOMBRE

En Tejas Verdes (Llo-Lleo) una  calle  lleva el nombre de Luis Víctor Cruz. Está ubicada en dirección a un barrio de sufridos  pescadores, los “boquinos”, ubicado entre la Playa de Llo-Lleo y la desembocadura (boca) del Río Maipo.  Ahí está su nombre, junto a gente de trabajo, humilde, que cosecha del mar  el pez nuestro de cada día. 

Sus restos mortales descansan  en  el Cementerio General de Santiago, en la misma tumba junto a su camarada, amigo y familiar Luis Emilio Recabarren Serrano.

Y algo más: en la tumba del Cementerio General donde descansan los restos mortales de Luis Emilio Recabarren, sus hermanas y otros familiares, entre ellos Luis Víctor Cruz, aparece como fecha de fallecimiento de este último el 2 de septiembre de 1947, cuando su deceso ocurrió  el 31 de marzo de 1947. (Ver “El Siglo”, 1 de abril de 1947).

 

 


jueves, 30 de marzo de 2023

DEGOLLADOS POR PENSAR


 

Hace 38 años:

 

 

Un día como hoy, 30 de marzo, hace 38 años, tres profesionales comunistas fueron degollados por pensar de manera distinta al dictador.

No debemos olvidar los crímenes de la cruel dictadura a la que Chile fue arrastrada por el imperialismo estadounidense, la burguesía criolla y sus partidos el Nacional (actual UDI) y la Democracia Cristiana. Los mismos  que hoy usan y abusan del tema "Seguridad". Conocemos muy bien la "Seguridad" que brindó la burguesía internacional y criolla en los 17 años de terror que vivimos. Un ejemplo de ello es el caso de los tres comunistas degollados hace 38 años.


                                                      Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                      Centro de Extensión e Investigación

                                                      Luis Emilio Recabarren,  CEILER

       

 

 

José Manuel Parada  Santiago  Nattino     Manuel  Guerrero

 

  

Fue  el domingo 31 de marzo de 1985. Estábamos en Moscú. Ya había terminado el Encuentro de dirigentes comunistas chilenos en Europa, en el cual participé en mi calidad de secretario del Coordinador en la entonces República Federal Alemana. La mayoría de los compañeros ya habían salido de regreso para sus respectivos países. Sólo quedábamos en la capital de la URSS, aquellos cuyos pasajes de retorno tenían fecha posterior.

De pronto fuimos llamados de manera urgente al local que el Partido tenía en Moscú.

Allí nos esperaba el compañero Volodia Teitelboim, encargado de la Dirección Exterior del Partido: Estaba desencajado. Camaradas –nos dijo- hemos recibido una terrible noticia. Han sido asesinados nuestros compañeros  Parada, Nattino y Guerrero. Es urgente emitir un comunicado.

Compañero Iván, señaló dirigiéndose a mí e intentando romper la dolorosa atmósfera que reinaba en la sala, como ya no tiene que trabajar en Don Reca, ¿podría redactar una breve reseña sobre Manuel Guerrero? Luego entregó a otros compañeros las reseñas sobre José Manuel Parada y Santiago Nattino, haciéndose cargo él de la redacción final del comunicado de la Dirección Exterior del Comité Central del Partido Comunista de Chile, denunciando el nuevo y atroz crimen perpetrado por la dictadura fascista.

Después nos fuimos imponiendo de los detalles del degollamiento de nuestros compañeros.

 

LAS DETENCIONES

El 28 de marzo de 1985, Santiago Nattino, publicista, fue secuestrado  en plena  vía pública en el  sector alto de la capital.

El 29 de marzo, a tempranas horas de la mañana, fue detenido, en momentos en que llevaba su hija al Colegio Latinoamericano de Integración, José Manuel Parada Maluenda, quien se desempeñaba como Jefe del Departamento de Análisis de la Vicaría de la Solidaridad. En esa misma oportunidad fue secuestrado Manuel Leonidas Guerrero Ceballos, profesor e inspector del mismo colegio y dirigente de la AGECH (Asociación Gremial de Educadores de Chile)

 

Familiares y compañeros de los detenidos se movilizaron. Interpusieron un recurso de amparo. Incluso  indicaron el lugar en que podrían estar detenidos: el cuartel de  la Dirección de Comunicaciones de Carabineros, DICOMCAR, ubicada en calle Dieciocho (donde se comprobó posteriormente  habían estado). ¡La justicia nada hizo!

 

EL HORROROSO CRIMEN

Los autos con los tres detenidos se trasladaron hasta una zona de Quilicura cercana al aeropuerto. Se estacionaron en la berma, en las cercanías del fundo El Retiro. "El Fanta", Zamora y González Betancourt se quedaron en su vehículo.

Guerrero fue el primero en ser bajado. De rodillas, esposado y vendado en una especia de hondonada junto al camino, el sargento Fuentes le tomó la cabeza por atrás y le cortó el cuello con un corvo. El vehículo se movió unos 30 metros al norte. Bajaron a Nattino, también esposado y con la vista vendada. Usando la misma arma, el cabo Sáez repitió la ejecución. El auto volvió a avanzar algunos metros, donde fue bajado Parada. Tendido de espaldas, esposado y vendado, el cabo Salazar tomó el corvo y le dio un profundo corte en el abdomen. La víctima se resistió y gritó de dolor, lo que aterró a su verdugo. Un tercer agente bajó del coche y lo degolló.

A los tres cuerpos les retiraron las vendas y esposas. Consumados los crímenes, el grupo se trasladó hasta su cuartel, en la calle 18.


LOS ENCONTRARON DEGOLLADOS

Pasado el mediodía del sábado 30 de marzo de 1985, en el camino que une Quilicura con el Aeropuerto de Pudahuel, dos hermanos campesinos encontraron los tres cadáveres. Estaban horriblemente degollados. Siete horas más tarde, fueron trasladados al Instituto Médico Legal,  donde familiares y amigos de Parada, Guerrero y Nattino, esperaban conocer la identidad de los cuerpos. 

Pinochet, militares y civiles participantes en la dictadura negaron  su participación en  ese monstruoso crimen. 

El Informe Rettig señaló: “De los antecedentes narrados y  los reunidos en la investigación judicial, la Comisión ha llegado a la convicción de que Manuel Guerrero, José Parada y Santiago Nattino fueron ejecutados por agentes estatales en razón de su militancia y las actividades que realizaban, en violación de sus derechos humanos”. 

¿Por qué se les asesinó en forma tan bárbara? Por la razón (o la sinrazón) de pensar en forma distinta al dictador. Por entonces, mucha gente en todo el mundo, al conocer el terrible crimen perpetrado a fines de marzo de 1985 en Chile por los agentes de la tiranía, unieron sus voces “para que nunca más”.

 

EL VALOR DE UN PADRE COMUNISTA

El sábado 30 de marzo de 1985, la compañía de teatro ICTUS presentaba “Primavera con una Esquina Rota”, adaptación colectiva de la novela homónima de Mario Benedetti que cuenta la historia de un padre exiliado que tenía un hijo preso por razones políticas en medio de la dictadura uruguaya. 

Llevaban nueve meses de funciones, cuando  los miembros de la compañía ICTUS fueron sacudidos por el secuestro y posterior asesinato por degollamiento de tres militantes comunistas a manos de un grupo de carabineros, conocido como el “caso Degollados”.

Una de las víctimas era el joven sociólogo José Manuel Parada, de 36 años, hijo del veterano actor Roberto Parada, uno de los protagonistas de pieza teatral del ICTUS.

Roberto  Parada se entera de la muerte de su hijo durante el intermedio de la obra, y pese a ello y a la insistencia de sus compañeros actores, que intentaron convencerlo de suspender la función, Roberto decidió salir a escena y, como relatan sus colegas, actuó magníficamente.

Pese al dolor, Parada decidió seguir adelante con la función y ofreció un estremecedor acto donde, de forma casi inverosímil, las líneas calzaban de forma exacta con lo que él mismo vivía en ese momento.

La sala del ICTUS estaba llena, pero conforme fue avanzando la obra, la sala se fue atiborrando de gente; amigos y cercanos que, tras correrse la voz de la muerte de José Manuel, decidieron salir de sus casas e ir a acompañar a Roberto.

Una situación única e irrepetible, donde ficción y realidad se cruzaron de manera sorprendente.

Un hito emocionante que entrega un testimonio de coraje y compromiso de un actor con su arte y describe claramente un momento trágico de nuestra historia.

 

ASÍ INFORMÓ LA PRENSA FASCISTA

Cínicamente “La Tercera”, que durante la dictadura fue el órgano oficial de los verdugos de Pinochet, informó así el domingo 31 de marzo de 1985:

 

 

   


      

NO PODEMOS OLVIDARLOS

Recordemos las palabras de Pablo Neruda:

“No renunciéis al día que os entregan

los muertos que lucharon. Cada espiga

nace de un grano entregado a la tierra,

y como el trigo, el pueblo innumerable

junta raíces acumula espigas,

y en la tormenta desencadenada

sube a la claridad del universo”

( Pablo Neruda “Canto General. Bruguera. Barcelona, 1980, p. 151)

 

                          


miércoles, 29 de marzo de 2023

HERNÁN RAMÍREZ NECOCHEA EN SU 106 NATALICO

 


                                                        

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

        

 

                           


                   

 

 

                              

 

SU PRIMER LIBRO

Corría 1951. Por entonces yo estudiaba en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Ese año se publicó el libro “La Guerra Civil  de 1891. Antecedentes Económicos”.

Su autor, era el profesor Hernán Ramírez Necochea, que a la fecha tenía 34 años. Había nacido el 29 de marzo de 1917. 

En 1934   ingresó al Partido Comunista de Chile, en el que militó hasta su muerte y, en ese mismo año,  comenzó a estudiar en el Instituto Pedagógico. En 1938  recibió el título de Licenciado en Filosofía con mención en Historia.

Realizó estudios en Estados Unidos, Inglaterra, España, Unión Soviética y Checoslovaquia. 

Ejerció como profesor de historia en liceos de Santiago. En 1945 comenzó  a trabajar en  el Instituto Pedagógico, como ayudante de cátedra del profesor Juan Gómez Millas.

En 1952,  fue profesor fundador de la cátedra de Historia Económica y Social. 

 

UNA LECCIÓN DE AMPLITUD

Al  leer  La Guerra Civil de 1891”, me sorprendió constatar que el extenso prólogo llevaba la firma de uno de mis profesores, don Guillermo Feliú Cruz.

Mi  sorpresa era causada porque el historiador Feliú Cruz, un liberal de viejo cuño, que nada tenía que ver con el marxismo, prologaba el libro de un conocido comunista, además,  en tiempos en que  estaba en vigencia la mal llamada ley de defensa de la democracia,  la bien bautizada “Ley Maldita”.

Con su actitud, don Guillermo Feliú Cruz,  no sólo dio una lección de amplitud a sectarios como yo, sino que en ese prólogo hizo gala de erudición y una emocionante modestia.

Refiriéndose a Hernán Ramírez, relató: “Me tocó conocerlo y apreciarlo  en el Departamento de Historia en la época en que fue mi alumno. Era casi un niño. Dentro de una seriedad desconcertante, disciplinado, estudioso, fino y delicado en su trato, Hernán Ramírez poseía un temperamento ardiente, apasionado y reflexivo. Un profundo don de observación le distinguía de sus compañeros”. 

“En Hernán Ramírez –continuaba don Guillermo Feliú Cruz- me ha parecido ver, por la claridad del pensamiento y la disciplina de su espíritu, un artista embebido en los estudios históricos. El don de la armonía me parece su más acentuada característica intelectual”.

Finalizaba  su prólogo  afirmando: “Lo que yo no había conocido y nunca consideré un factor decisivo en las causas de la Revolución de 1891, era la acción de esta aristocracia, mejor dicho, ahora con precisión, de una plutocracia al servicio de intereses que no fueran los permanentes del país... Esta es una conclusión desafortunada a la que  he llegado después de la lectura de este libro.”

 

MI PROFESOR GUÍA

Ya en esa, su primera obra, Hernán Ramírez Necochea, demostró sus  notables cualidades: un historiador serio, documentado y muy riguroso que, utilizando el marxismo, desentrañó las claves para explicar muchos momentos de la historia de Chile.

En 1952 fui su alumno en la cátedra de Historia Social y Económica. Al  conocerlo no tuve duda alguna: él debía dirigir mi Memoria de Prueba. Ya había elegido el tema: “Origen y desarrollo del proletariado chileno en el siglo XIX”. Cuando hablé con él me acogió con una amabilidad, exenta de paternalismo.

Me alentó en mi proyecto, trazó  las líneas generales del trabajo,  entregándome  una extensa bibliografía.

Al despedirnos, me dijo entre serio y sonriente: “Tómelo como una tarea de Partido”. 

 

UN BUEN TRABAJO, PERO...

Cuando llevaba algunos meses leyendo libros y la  prensa de la época, le  presenté   las fichas confeccionadas. Las revisó cuidadosamente. Me dijo: “Ha hecho un trabajo de investigación muy prolijo. Tiene prácticamente reunido todo el material disponible sobre la minería en el siglo XIX. Pero le falta sobre la industria y el comercio. Hay una compañera de su curso que ha realizado una investigación excelente en esos aspectos que a usted le faltan. Ella trabaja sobre el tema del artesanado en el siglo XIX. He pensado que, si ustedes unieran sus investigaciones, tendríamos un panorama completo. sobre el siglo XIX, porque –además-  es posible y bueno que trabajen dos personas en una Memoria.” 

No me gustó para nada la idea. Pero no me quedó más que preguntarle: ¿quién es esa compañera?  Marcia Ortiz, me contestó. 

Le repliqué con mi mejor sectarismo: Pero... ¡Es que ella no es comunista!   Me miró y no dijo nada. No insistió. Seguimos hablando sobre mi tesis... 

 

IR POR LANA...

Al día siguiente me dijeron en la Universidad: Marcia Ortiz te anda buscando. Nos encontramos en un corredor del Pedagógico. Antes de saludarme me dijo: ¡No pienso trabajar contigo!

¡Menos yo!, le respondí. Y ella me desafió: vamos al tiro a la casa de don Hernán para decirle lo que pensamos. Vamos,  repliqué con digna decisión.

Y fuimos. Tocamos el timbre salió a abrirnos, siempre cariñosa,  la profesora Matilde Aguirre, esposa de Hernán Ramírez. Nos hizo pasar.  

El compañero Ramírez nos saludó  amablemente: Tomen asiento, ¿se sirven algo?  Y empezó a exponernos su idea del trabajo conjunto. No tuvimos la posibilidad de decir ni pío. Al despedirnos del profesor guía ya teníamos el plan de trabajo listo. Además, una gran responsabilidad, pues el profesor e historiador nos dijo que nuestro trabajo  le serviría para un libro que estaba preparando. Esto, seguramente, para estimularnos. 

 

LA UNIDAD POR LA BASE

En la calle Marcia me dijo: ¿y no estabas tan decidido, por qué  no fuiste capaz de oponerte?   ¿Y tú, que venías tan aleonada?

Comenzamos a trabajar juntos.  Luego de lograr la aprobación de Marcia, en cada parte de la Memoria colocamos un epígrafe de Federico Engels o  de Carlos Marx. 

Los tres profesores designados para revisar la Memoria fueron  Hernán Ramírez, Olguita Poblete y Guillermo Feliú Cruz. 

Cuando le fuimos a entregar el trabajo a este último, nos recibió en la puerta de su casa, le echó una ojeada y se topó con algo de Engels o Marx. Enojado nos dijo: esto es   tendencioso y nos devolvió el libro.

Desesperados, porque pensamos que habíamos  perdido cerca de dos años de trabajo, corrimos a donde nuestro profesor guía. Cuando le contamos lo sucedido, sonrió y nos dijo  muy tranquilo: vayan de nuevo donde don Guillermo y díganle de parte mía que lo que él escribe también es tendencioso. Así lo hicimos. Gruñó el querido maestro y recibió nuestra obra. 

Los tres profesores calificaron la Memoria con nota siete y la misma nota  obtuvimos en el examen  final, que era la defensa de  ella. 

Gracias al convincente Hernán Ramírez unimos nuestros esfuerzos con Marcia  allá por 1952. Nos casamos en 1955. Y durante 66 vivimos juntos hasta el triste 23 de febrero de 2021.

Su esposa, Matilde Aguirre, me contó en una conversación que tuvimos una vez retornados a Chile, que Hernán siempre se acordaba de nosotros y que sonriendo decía que fue una especie padrino de nuestro matrimonio. Y es verdad. 

 

LA CLASE OBRERA 

En 1956,  fue publicado su libro “Historia del Movimiento Obrero en Chile. Antecedentes- Siglo XIX”.

En la introducción de esta notable obra, escribió Hernán Ramírez:
“Ni la clase  obrera ni el movimiento por ella generado han merecido la  debida atención de los hombres de estudio; existe así, inédito, un gran capítulo de la historia nacional...  Ha llegado el momento de llenar este vacío”.
 

Uno de los méritos de este libro  fue demostrar con antecedentes irrefutables que la lucha obrera no apareció en Chile, como sostienen algunos historiadores, sólo en el siglo XX, sino en la centuria anterior. En 1834, se produjo en el mineral de plata de Chañarcillo la primera huelga obrera y durante los restantes años del siglo XIX hubo no menos de 110.

(En la Bibliografía, página 329, se lee: “Ljubetic V, Pedro I.  y Ortiz, Marcia: Estudio sobre el origen y desarrollo del proletariado  en Chile. Memoria de Prueba. Inédita. Santiago, 1954)

 

CON LA MODESTIA DE LOS GRANDES 

Hernán Ramírez tenía una notable modestia y gran sentido autocrítico. En 1958  apareció su tercer libro: “Balmaceda y la Contrarrevolución de 1891”.                            

En él explicó:   “En 1951 publiqué un libro titulado ‘La guerra Civil de 1891. Antecedentes económicos’.  Esa obra, a pesar de sus defectos –que reconozco-, encontró benévola y favorable acogida; tanto así, que, a los pocos meses de publicada, la edición se agotó.

Desde entonces para acá –continúa el historiador-,  he tenido oportunidad suficiente para reflexionar sobre las observaciones muy atinadas hechas por lectores, colegas y críticos. Por otra parte, en estos siete años, realicé nuevas investigaciones  tanto en Chile como en Inglaterra... A la luz de los nuevos elementos de juicio que había logrado reunir, emprendí la tarea de rehacer el libro publicado en 1951, introduciendo algunas modificaciones importantes en su estructura”.

 

DIRIGENTE GREMIAL

Siendo dirigente del Centro Gremial del Liceo de Nueva Imperial, me correspondió viajar a Santiago para participar en reuniones  de la Sociedad Nacional de Profesores, que agrupaba a los maestros de liceos. En algunas de ellas me encontré con Hernán Ramírez.  Por ejemplo, en la Tercera Convención Nacional, efectuada en abril de 1958. Recuerdo que el  compañero  Ramírez presentó en esa ocasión un documentado trabajo sobre el profesorado secundario y el Estado Docente. Sus tesis sirvieron de base para algunas de las resoluciones aprobadas en esa Tercera Convención, realizada durante el  segundo Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo.

Una de ellas,  planteaba “la reducción del monstruoso horario de 36 horas que actualmente desempeñan los profesores de Educación

Secundaria y declarar que ninguna reforma podrá prosperar mientras el profesorado carezca de tiempo suficiente para el estudio, la reflexión y el perfeccionamiento de su profesión docente”.

Otra resolución, sobre el estado Docente, exigía: “Que el total de subvenciones destinadas a colegios particulares se supriman y los dineros pasen  a integrar el Fondo Nacional de Educación.”   Era abril de 1958.

En esa Convención de los maestros secundarios del país, Hernán Ramírez fue elegido director de la Sociedad Nacional de Profesores, SONAP.

 

LA INDEPENDENCIA DE CHILE

En 1959 fue editado el cuarto libro de Hernán Ramírez. Su título “Antecedentes económicos de la Independencia de Chile”. En el Prefacio, el autor escribió: “El juicio que merezca este ensayo a los estudiosos y a los lectores interesados en la materia, será una referencia muy valiosa en la prosecución de mis estudios sobre la historia económica de Chile; me permitirá aquilatar en qué medida la orientación de mis esfuerzos es correcta y científicamente válida”.

En esa obra planteó, refiriéndose a la principal causa de la Independencia:
”Hacia fines del siglo XVIII, las posibilidades de mayor expansión de nuestro país eran entrabadas por su calidad de colonia. Todos sus elementos, comprimidos por la potencia metropolitana y por estructura del Imperio habían llegado a un máximo de crecimiento posible dentro del molde colonial. Pero,  las férreas ligaduras que le ataban a España impedían que tales elementos –dotados ya de propias energías- pudieran continuar su desarrollo. Se suscitó de esta manera un antagonismo o contradicción entre los intereses de Chile y los de la Metrópoli”.

En otra parte agregaba: “Los pocos patriotas que ‘pensaron’ la Independencia, representaron la conciencia naciente de un profundo proceso en desarrollo; ellos actuaron con tesón y audacia y, colocados en una encrucijada pudieron dar cima a sus propósitos”. 

 

CADA LIBRO UN APORTE

En 1960 publicó Hernán Ramírez su quinto libro, “Historia del imperialismo en Chile”. 

Esta obra le sirvió de base para obtener el grado de Doctor en Ciencias Históricas en la Universidad Carolina de Praga.

En 1965 apareció su sexto libro. Título: “Orígenes y formación del Partido Comunista de Chile”. En el prefacio escribió: “El estudio de su pasado  (del Partido)  permite desentrañar con nitidez la dinámica de la lucha de clases en Chile; es decir, permite ver la totalidad de las fuerzas que operan en la sociedad, la naturaleza y orientación de esas fuerzas, las contradicciones  que hay entre ellas y la forma cómo se comportan”.

También en 1965 se publicó su obra “Estados Unidos y América Latina”. 

 

DEMOCRACIA INTERNA 

Entre el 10 y 17 de octubre de  1965 tuvo lugar el  XVII Congreso Nacional del Partido Comunista.  Participé formando parte de la delegación de los comunistas de Cautín y fue elegido miembro de la presidencia del congreso.

A ese evento asistió también el compañero Hernán Ramírez. 

Recuerdo que  su intervención la dedicó a plantear la necesidad de profundizar la democracia interna del Partido. Sus tesis no encontraron  mayor eco en los congresales.  Debo confesar, que entonces no estuve de acuerdo con  él. Incluso intervine intentando rebatir sus posiciones. Estábamos aún impregnados de estalinismo. 

Pero, con el correr de los años, entendí lo fundamental que es este tema. Y, al mismo tiempo,  comprendí cuan   visionaria y  valiente fue la posición del compañero Hernán Ramírez en ese Congreso del Partido celebrado en octubre de 1965. Ahora coincido plenamente con sus planteamientos.

 

LA PROPOSICIÓN DE FIDEL

En 1966 fue invitado por el Gobierno de Cuba a visitar la Isla. Fidel Castro le propuso que formara y dirigiera un equipo para escribir la historia del imperialismo en América Latina. Trabajar en esta línea, le parecía a Hernán Ramírez muy interesante, pues él desde Santiago iba a tener contactos con historiadores marxistas de la Patria Grande. Esto lo daba otra  dimensión a su trabajo. Pero, contra su voluntad tuvo que abandonar esta importante iniciativa.  Ello, debido a que en 1967 en la Facultad  de Filosofía y Educación se creó una crisis al renunciar a su calidad de Decano el profesor Julio Heisse y  Hernán Ramírez  fue elegido por la unanimidad del Pleno de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. A partir de ese momento inició un vertiginoso proceso de modernización y democratización.

La elección de Hernán Ramírez fue vetada por el Consejo General Universitario de la Universidad de Chile. Éste decretó la intervención de la Facultad. Esto no tuvo lugar debido a que los estudiantes se tomaron la Casa Central de la Universidad, iniciando el proceso de la Reforma Universitaria, que generó en 1969 la nueva legalidad en esa casa de estudios. En base a ella, Hernán Ramírez fue elegido Decano con la nueva forma democrática.

 

EL DECANO DE LA REFORMA

Hernán Ramírez, como decano de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, jugó un importante papel en las luchas por la reforma universitaria. 

En entrevista publicada por la revista Araucaria N.º 3  de 1978,  a la pregunta  de si la Reforma 1967- 1969  fue  fundamentalmente obra del  movimiento estudiantil,  respondió:

“En gran medida, sí. Los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso primero, de  la Universidad Católica de Chile enseguida y luego los de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, fueron quienes asumieron la responsabilidad de promover el proceso reformista en sus respectivas corporaciones. Pero, muy rápidamente, encontraron eco entre los académicos...” 

El entrevistador interrumpe: “¿Y usted qué papel desempeñó? Porque recuerdo muy bien que se le llamó el ‘Decano de la Reforma’.”

 

Contestó Hernán Ramírez, con su característica modestia:

“Me parece que en asuntos como los que ahora merecen nuestra atención, las actuaciones personales no cuentan mayormente. En realidad,  me correspondió desempeñar cierto papel en la reforma de la Universidad de Chile. Creo que, en esto, el azar y las circunstancias tuvieron mucho que hacer. Pienso que fundamentalmente fui intérprete, portavoz y ejecutor de la voluntad de mi Facultad, prácticamente de toda ella. En algún sentido, fui punto de convergencia de aspiraciones colectivas y pude actuar en función de ellas. Por otro lado, pienso que mi militancia política –que de ningún modo menoscababa mi condición de universitario, sino más bien la enriquecía- y aún mi calidad de profesor de Historia, me permitieron ser sensible a los procesos que tenían lugar en el país y comprender el lugar que en ellos correspondía a la Universidad”. 

 

MURIÓ EN EL DESTIERRO

El 11 de septiembre de 1973 se produjo el golpe militar que instauró la dictadura fascista. Hernán Ramírez, como muchos otros patriotas, debió salir al exilio. Tenía 56 años.  Vivió el destierro en París, junto a su esposa la profesora Matilde Aguirre. Desde Francia siguió atentamente lo que ocurría en Chile.  Participó en las acciones solidarias con la lucha del pueblo contra la tiranía. Trabajó en la Universidad de Vincennes. 

Falleció en el exilio, en París, el 21 de octubre de 1979. En 1984 fue publicado por la Casa de Chile en México su libro “Las Fuerzas Armadas y la política en Chile”. En él se explica:  

“El profesor Hernán Ramírez Necochea trabajaba aún en el presente texto, cuando la muerte interrumpió una vida y una obra plenas de significado”.

  

EN HOMENAJE A LOS CAÍDOS

También en 1984, la editorial Progreso de Moscú publicó una segunda edición de “Origen y Formación del Partido Comunista de Chile”. En el prólogo  firmado  en París en junio de 1979, sólo cuatro meses antes de su fallecimiento, Hernán Ramírez  relató:

“Este libro debió haberse publicado en Chile a fines de 1973. Sin embargo, los acontecimientos que han tenido lugar a partir del 11 de septiembre de ese año impidieron que tal cosa sucediera. Sus originales fueron quemados  y sólo pudo salvarse una fracción del primer borrador manuscrito. Venciendo no pocas dificultades, pude rehacer el trabajo que el lector tiene ahora en sus manos”. 

Más adelante señaló: “He reescrito este libro en un tiempo de tinieblas para mi Patria... Con él he querido, antes que nada, rendir mi modesto  y emocionado homenaje de admiración y respeto a todos mis compatriotas que fueron inmolados o martirizados, que sufrieron y sufren el terror, que no se han doblegado, que conservan su integridad de hombres y de ciudadanos dignos y que combatieron y combaten –hasta el sacrificio- por el restablecimiento de la paz, la justicia y la libertad de Chile y por la reanudación del curso de una historia nacional que nos enorgullece y que ha sido ominosamente  interrumpido.”

 

LA MENTIRA TIENEN PATAS CORTAS

Con fecha 10 de marzo de 1991 El Mercurio publicó en su sección cartas una nota del historiador Sergio Villalobos, entonces director de la Biblioteca Nacional, donde escribió:

”Con la obra de Harold Blakemore (historiador inglés) ocurrió algo muy singular. En estado de  investigación, los papeles de su tesis doctoral fueron facilitados generosamente a Hernán Ramírez, quien estaba ocupado del mismo tema y pudo contar, así, con buenas informaciones y derroteros que fueron utilizados en Balmaceda y la contrarrevolución de 1891. El investigador chileno, sin embargo, no reconoció la deuda contraída”.

El Mercurio en su edición del 17 de marzo de 1991 volvió sobre mismo tema, con un artículo con motivo del fallecimiento de ese historiador británico, que intentó  borrar las huellas del imperialismo inglés en la contrarrevolución de 1891.

 

LA VERDAD DE LOS HECHOS

Pongamos los puntos sobre las íes. Se equivocó el señor Villalobos. En  “Balmaceda y la contrarrevolución de 1891”, el historiador Ramírez Necochea consignó 163 fuentes de su investigación; de ellas, siete  inglesas. En la página 239 hizo  expresa mención a la tesis de Blakemore, “The Chilean Revolution of 1891”. Mayo de 1955. Inédita.                                      

Por lo demás, las tesis fundamentales sobre la contrarrevolución del 91, Ramírez las expuso –como ya hemos señalado-  en su primer libro publicado en 1951, cuando Blakemore tenía 21 años y aún no comenzaba a estudiar este tema.

 

EL MERCURIO RINDE HONORES A UN FASCISTA

Las interpretaciones sobre los hechos de 1891 son totalmente distintas entre  ambos historiadores. Según Blakemore fue una revolución contra una dictadura, como él califica al progresista gobierno del presidente  Balmaceda, en la cual –según el inglés-  no hubo mayor injerencia británica.

Según Ramírez Necochea, fue una contrarrevolución,  financiada por el imperialista británico John Thomas North y la oligarquía criolla.

¿Por qué El Mercurio rindió tantos homenajes a Blakemore?  Lo explica el mismo matutino:  “Por la ayuda que prestó al país presentando nuestros puntos de vista en los momentos en que el gobierno chileno tenía una pésima imagen en el extranjero”. El Mercurio se refería a la dictadura de Pinochet.

En febrero de 1990, el tirano condecoró al inglés con la Orden al Mérito Bernardo O’Higgins,  “en reconocimiento por su multifacética labor en pro de nuestro país”.

 

NUESTRO HOMENAJE

El aporte de Hernán Ramírez Necochea, como investigador e historiador es inmenso. Elaboró las tesis para entender las claves  de la Independencia de Chile, del movimiento obrero en el siglo XIX, de  la contrarrevolución de 1891, de  la Historia del Partido Comunista de Chile,  del Imperialismo en Chile y en América Latina y de las Fuerzas Armadas en nuestro país.

Rendimos homenaje a un militante comunista y  dirigente sindical del Magisterio, que mantuvo siempre en alto las banderas de la revolución y de la educación pública.

Evocamos al decano de la Reforma Universitaria.

Recordamos sobre todo al maestro, al compañero, al colega,  al amigo. Al hombre sencillo, amable, solidario y consecuente. 

Y este homenaje que  tributamos  a Hernán Ramírez Necochea, lo hacemos extensivo a su querida esposa y compañera, la profesora Matilde Aguirre, fallecida  el 28 de noviembre de 2005.