Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Cuando el 3 de octubre de 1965, en su reunión constitutiva
surgió el nuevo Partido Comunista de Cuba, muchos de los militantes del antiguo
Partido Comunista (Partido Socialista Popular) integraron el nuevo Comité
Central (de 114 miembros), el buró político y el Secretariado, ocupando
importantes cargos y/o puestos dentro de la dirección política, administrativa,
sindical y masiva del pueblo cubano, convirtiéndose muchos de ellos en figuras
claves de la nueva dirección del país y del nuevo Partido Comunista. Entre
ellos Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez, Lázaro Peña, Juan Marinello, Zoilo
Marinello, Flavio Bravo, Ursino Rojas, Juan Taquechel, Severo Aguirre, Agapito
Figueroa, y muchos otros.
Desde muy joven Raúl Castro militó en
CARTA DE DESPEDIDA DEL CHE GUEVARA
En esa reunión del 3 de octubre, Fidel Castro leyó la
carta de despedida de Ernesto Che Guevara. Su texto es el siguiente:
“Habana
"Año de
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber
trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo
revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en
ti desde los primeros momentos de
Sépase que lo hago con una
mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de
constructor y lo más querido entre mis seres queridos... y dejo un pueblo que
me admitió como su hijo: eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos
campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario
de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar
contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces
cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento, será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena; me alegro que así sea. Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas. Hasta la victoria siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario Che”.