En el 170º aniversario de su fallecimiento:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Ayer, en el siglo XIX, los revolucionarios combatieron por
romper las cadenas del imperio colonial español. Para ello se unieron por
encimas de las fronteras. Así liberaron la Patria Grande.
Entre esos libertadores estaban Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Francisco
de Miranda, Bernardo O´Higgins, José de
San Martín. Los revolucionarios del siglo XXI, fieles herederos de quienes
combatieron unidos por la independencia, levantan las banderas del
internacionalismo, de la solidaridad internacional.
SUS ORIGENES
José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, Argentina,
junto al río Uruguay, el 25 de febrero de 1778.
Sus padres, Juan de San Martín, era entonces gobernador del departamento
y su madre Gregoria Matorras, sobrina de un conquistador del Chaco. José de San
Martín, político y militar, es reconocido como el Libertador de Argentina,
Chile y Perú.
EN ESPAÑA
En 1784, José de San Martín se marchó a España junto con
su familia. Estudió en el Seminario de Nobles de Madrid. En 1789, inició su carrera militar en el
Regimiento de Murcia. Combatió en las filas de España durante las guerras
contra los franceses y en 1808 participó en el combate en la “Batalla de
Bailén” contra los ejércitos de Napoleón que habían invadido la Península. En Cádiz,
conoció a otros militares suramericanos y se enlistó en las logias que
promovían la
Independencia de las colonias españolas de América. En 1811 renunció a su carrera
militar en España. Se embarcó desde Inglaterra hacia el Río de la Plata.
RETORNA A ARGENTINA
Arribó el 9 de marzo de 1812 acompañado por otros
patriotas. El gobierno independiente de Buenos Aires aceptó los servicios de
San Martín, tras reconocer su grado de teniente coronel y le entregó la tarea
de crear un cuerpo de combate, que luego sería el glorioso Regimiento de
Granaderos a Caballo.
También en 1812 hubo dos hechos importantes en su vida:
contrajo matrimonio con María de los Remedios de Encalada. y se dedicó a la
creación de la logia Lautaro, cuyo objetivo era liberar la Patria Grande
Suramérica del yugo español.
El 3 de febrero de 1813, los
Granaderos a Caballo vencieron en combate, en las barrancas de San Lorenzo, a
las fuerzas de desembarco realistas que arribaron en varias naves desde el
puerto de Montevideo.
En 1814, San Martín tomó el
mando del ejército del Norte, de manos de Manuel Belgrano que retornó derrotado
del Alto Perú; dicho encuentro, tuvo lugar en la Posta de Yatasto y desde
entonces, los dos patriotas entablaron una larga y duradera amistad.
SU PLAN
INTERNACIONALISTA
San Martín comprendió que la
única forma de alcanzar y consolidar la emancipación de los países de América
del Sur era destruir el poder militar del Virreinato del Perú. Concibió la idea de hacerlo
avanzando por tierra hasta llegar a Lima. Encontrándose en Tucumán se dio
cuenta que era imposible llegar por el camino terrestre del Alto Perú hasta
Lima, ciudad que para ese entonces representaba el centro del poder realista. Entonces
concibió la idea de cruzar la cordillera y, por el mar, atacar la Ciudad de los Virreyes.
Una enfermedad, lo forzó a
pedir licencia y consiguió que lo nombraran Gobernador de Cuyo y se instaló en
Mendoza, ubicada al pie de la cordillera de los Andes. Allí recobró su buena salud y
comenzó a preparar el ejército para cruzar la cordillera.
EN
CHILE…
Mientras tanto en Chile, los
días 1º y 2 de octubre de 1814 tuvo lugar la batalla de Rancagua. Durante dos
días, atrincherados en la Plaza
de esa ciudad, resistieron los patriotas al mando de O’Higgins los ataques de
las fuerzas realistas muy superiores en número. Cuando al segundo día, la
defensa de la plaza se hizo imposible, O’Higgins ordenó a los sobrevivientes
montar a caballo y se lanzaron en un audaz asalto por sobre las trincheras
enemigas. De los 600 soldados que
iniciaron esa intrépida carga, sólo 300 pasaron las defensas realistas. Con
estos soldados, más otras unidades que encontró en el camino, el héroe se
dirigió a Mendoza, provincia de Cuyo, para preparar la revancha. El Desastre de
Rancagua marcó el fin de la
Patria Vieja , período iniciado el 18 de septiembre de 1810, y
el comienzo de la
Reconquista realista.
EL
EJÉCITO LIBERTADOR
La llegada de O’Higgins y sus
huestes dio nuevo impulso al plan de San Martín. Los recursos eran escasos,
pero todo el pueblo, decidió contribuir tanto con trabajo como con sus bienes
para emprender la peligrosa expedición. Fue así como se formó el Ejército
Libertador. Éste se componía de 3 generales, 28 jefes, 207 oficiales, 15
empleados civiles, 3.778 soldados de tropa (formado por una mayoría de soldados negros y mulatos, más de la mitad
esclavos libertos, y por soldados
chilenos); 1.200 milicianos montados
(para conducción de víveres y artillería), 120 barreteros de minas (para
facilitar el tránsito por los pasos), 25
baquianos, 47 miembros de sanidad (para conformar el hospital de
campaña), 16 piezas de artillería (10 cañones de 6 pulgadas, 2 obuses de 4 y
1/2 pulgadas y 4 piezas de montaña de 4 pulgadas), 1.600 caballos extras (para
caballería y artillería) y 9.281 mulas (7.359 de silla y 1.922 de carga).
La proeza del cruce de los
Andes, que duró cerca de un mes, fue el momento más memorable del Ejército de
los Andes.
Éste se dividió principalmente
en dos gruesas columnas, la primera comandada por el propio San Martín,
atravesó la cordillera de los Andes por el paso de los Patos. La segunda, comandada por el
brigadier argentino Juan Gregorio Las Heras, marchó por el paso de Uspallata,
conduciendo todo el parque y la artillería, cuyo transporte era imposible por
el más escabroso paso de Los Patos. La gran dificultad del cruce de la
cordillera de los Andes generó que sólo 4.300 del total de mulas y 510 del
total de caballos lograran cruzar al otro lado de las montañas.
CHACABUCO
El 12 de febrero de 1817 el
Ejército Libertador, al mando de los generales José de San Martín y Bernardo
O’Higgins, luego de realizar la proeza de cruzar la cordillera de los Andes,
derrotó a las tropas del rey en la batalla de Chacabuco.
Pocos días después, el
Libertador José de San Martín entró en la ciudad de Santiago. Allí, el Cabildo se reunió y tomó la decisión
de designar a San Martín como Director Supremo, pero él renunció al honor y en
su lugar, fue electo para el cargo el General Bernardo O’Higgins.
CONQUISTADA LA INDEPENDENCIA DE
CHILE
En los primeros días del año 1818, un ejército realista
desembarcó avanzando hacia la capital de Chile. El 19 de marzo de ese mismo
año, en un ataque nocturno, los realistas derrotaran a los patriotas en la
“Batalla de Cancha rayada“. O’Higgins fue gravemente herido en batalla. Sin
embargo, el Ejército Unido argentino – chileno se reagrupó, y el 5 de abril,
consiguió derrotar completamente a los Realistas en la “Batalla de Maipú”, que
significó el fin de los esfuerzos españoles por mantener la dominación del
país.
Para culminar el Plan de San Martín se preparó La Escuadra Libertadora
del Perú, que zarpó de Valparaíso el 20 de agosto de 1820.
La flota al mando del almirante inglés lord Thomas
Cochrane contaba con siete buques de guerra y varias lanchas cañoneras, y
transportó a casi cinco mil hombres entre oficiales y tropa. Además, cargaba
ochocientos caballos, miles de cajones de municiones y balas de artillería,
agua y víveres para toda la tripulación, A su desembarco en Lima debía armar
con sables, fusiles y municiones al pueblo peruano que se volcara a favor de la
revolución emancipadora.
La organización de la escuadra chilena-argentina contó con
todo el apoyo de O`Higgins. El Director Supremo de Chile no mezquinó ningún
tipo de ayuda para el compañero de armas en la gesta libertadora, y proveyó a
San Martín de lo necesario para emprender la expedición naval. Además de
brindarle el apoyo de su gobierno, lo hizo efectivo mediante una orden que
ratificaba por escrito la autoridad de San Martín, previendo las actitudes
destempladas del almirante inglés, O’Higgins escribió: "V.E. es el único
jefe a quien se le ha confiado la dirección y ejecución de esta grande empresa,
le autorizo plenamente con toda la amplitud de sus facultades para que en el caso
de que el vicealmirante Lord Cochrane no cumpla las instrucciones y órdenes de
V.E., le exonere del mando de la escuadra”.
El 8 de septiembre de 1820, desembarcó la escuadra del
Ejército Libertador del Perú en las bahías arenosas del sur de Lima. San Martín
se proponía hostigar desde las costas al ejército español, cerrándole los
puertos y obligándolo a negociar. Para ello, envió a las costas del Callao, al almirante
Cochrane. Ante la falta de decisión del virrey Pezuela, el descontento de los
generales españoles, obligó a su renuncia y su reemplazo por el general del
Ejército José de la Serna.
El sitio de la ciudad de Lima se hizo insostenible para
las tropas españolas. El lugar convenido para continuar las negociaciones fue
la hacienda de Punchauca, al sur de Lima. Estas fracasaron.
El 12 de julio de 1821 se produjo la gloriosa entrada del
libertador San Martín a Lima. Al ingresar a la ciudad, rechazando todo tipo de
homenajes y solemnidades, dio a conocer sus propósitos: "Mi intención es
dar al pueblo los medios de proclamar su independencia y establecer el gobierno
que le convenga, hecho esto consideraría terminada mi misión y me
retiraré".
El 15 de julio de 1821, se
firmó el Acta de la
Declaración de Independencia del Perú y el 28 de ese mismo
mes, se proclamó la
Independencia en la Plaza Mayor de Lima.
La última etapa de su Plan
Continental estaba cerca. San Martín sabía que su destino dependía en gran
parte de la actitud que tomara el vencedor de Carabobo y libertador de los
pueblos del Norte, el general Simón Bolívar.
El 26 de julio de 1822, tuvo
lugar un encuentro memorable para la Historia de América del Sur, José de San Martín
se reunió con Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil, hoy Ecuador. Los dos
libertadores de Sudamérica, del norte y del sur, conversaron en secreto por más
de cuatro horas. San Martín retornó a Lima la noche
del mismo día.
Meses después, el 20 de septiembre de ese mismo año, se
reunió en Lima con el primer Congreso del Perú, y San Martín, el Protector del
Perú, decidió renunciar a su cargo. El mismo día, se embarcó rumbo a Chile y
breve tiempo después, cruzó hasta Mendoza.
MOMENTOS
DIFÍCILES
Un año más tarde, el 3 de
agosto de 1823 falleció su esposa en Buenos Aires. En febrero de 1824,
sumamente disgustado por las guerras civiles en las que estaban envueltas las
Provincias Unidas del Río de la
Plata , decidió partir nuevamente, embarcando con destino a
Francia junto con su hija Mercedes. En 1829, tuvo su última tentativa de
regreso a Buenos Aires, movido por la intención de mediar en el devastador
conflicto entre Federalistas y Centralistas. Pero, al llegar allí, se dio cuenta de que su
patria estaba en un grado demasiado alto de descomposición a causa de tales
luchas fratricidas, que, profundamente decepcionado, desistió de dicho intento.
Y, pese a la insistencia de varios amigos, no quiso volver a poner un pie en la Costa argentina, nunca más.
EN EUROPA
Partió entonces rumbo al continente europeo junto a su
hija Mercedes, ocupándose exclusivamente de la educación de ésta y escribiendo
para ella las “Máximas” que son un reflejo de su filosofía de vida. Vivió en
Bélgica, luego en París, donde residió junto al Sena, y gracias a su amigo don
Alejandro Aguado, compañero de armas en España, le fue posible pasar sus
últimos años sin penurias de carácter económico.
Los países que liberó José de
San Martín son Argentina, Chile y Perú. Además, tuvo un papel fundamental en la
independencia de Bolivia debido a que formaba parte de las Provincias Unidas
del Río de la Plata ,
que posteriormente se convirtieron en lo que hoy se conoce como Argentina.
Permaneció en Francia,
específicamente en la ciudad de Boulogne Sur Mer. Fue testigo del estallido de la Revolución de 1848 en
una habitación alquilada en la ciudad costera. Falleció el día 17 de agosto de 1850, a la edad de 72 años,
en compañía de sus familiares. Antes de morir escribió su testamento el 23 de enero de 1844, la única
heredera fue su hija.
Mausoleo de San Martín en la Catedral de Buenos Aires