En un mes más se cumplen 50 años de uno de los acontecimientos estelares de
la historia de Chile: el triunfo de Salvador Allende Gossens, candidato de la Unidad Popular , en
las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970.
Ello abrió el camino
para la Revolución
Chilena , el Gobierno Popular.
Sobre sus antecedentes y desarrollo, publicaré ocho capítulos a partir de hoy.
Un abrazo
revolucionario,
Iván Ljubetic Vargas
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
El 4 de septiembre de 2020 se cumplen 50 años de la victoria de la Unidad Popular en las elecciones presidenciales.
El medio siglo transcurrido desde su
surgimiento, nos permiten apreciar su significado histórico, así como el
difícil y largo camino recorrido desde
los heroicos tiempos de Luis Emilio Recabarren.
Consideramos como un
antecedente de la
Unidad Popular al Frente Popular, primera coalición de
centroizquierda surgida en Chile en 1936 y al Gobierno de Pedro Aguirre Cerda
(1938 - 1941) primer gobierno elegido por el pueblo, antecedente del Gobierno
Popular.
El camino hacia el triunfo popular del 4 de
septiembre de 1970 estuvo marcado por tres líneas fundamentales: la estrategia
del Frente de Liberación Nacional, la
Vía no armada y una amplia política de alianzas.
EL PRINCIPAL
ARTÍFICE DE LA
REVOLUCIÓN CHILENA
Luis Corvalán escribió:
“En la gestación de la victoria de 1970 y en las realizaciones del gobierno del
Presidente Allende, entregaron su contribución todos los partidos de la Unidad Popular.
Eso está fuera de discusión. Pero lo
está también el hecho de que el Partido Comunista de Chile fue el principal artífice de la Revolución Chilena.
Tuvo el mérito de vislumbrar la posibilidad de conquistar el gobierno por la
vía no armada y de jugarse con todo tras
el propósito de materializarla. Luchó incansablemente, durante años y años, por
la unidad de las fuerzas antiimperialistas y anti oligárquicas alrededor de la
clase obrera y en función de las transformaciones que maduraban en la sociedad.
Definió acertadamente el carácter de la revolución y la política de alianzas.
Llegó a la conclusión de que la vía pacífica no excluía confrontaciones más o
menos violentas, como la toma de tierras
por los campesinos y de terrenos por los pobladores de la periferia urbana, y
que se requería ante todo de la unidad y de la movilización activa y constante
de las masas. En la lucha por esta línea, cuya justeza demostró la práctica,
libró un combate permanente contra las posiciones erróneas, contra el
sectarismo de izquierda que cuestionaba su política y se oponía a las amplías
alianzas y contra las tendencias
derechistas de conciliación con el enemigo.
Existía una fuerte
estratificación política. El peso de los partidos políticos en la vida nacional
era muy grande y sus resoluciones no sólo guiaba la conducta de sus militantes,
sino también la del grueso de los sectores sobre los que influían. Por eso, el
Partido Comunista consideraba que cumplía
su misión de vanguardia no sólo buscando el fortalecimiento de sus filas
y más influencia directa sobre las masas, sino, al mismo tiempo, el
entendimiento con el Partido Socialista y el acuerdo con todos los partidos de la Unidad Popular.
Más aún, concebía la unidad socialista-comunista como la fuerza de vanguardia, como ‘vanguardia
compartida’.” (Corvalán, Luis: “El Gobierno de Salvador Allende”, páginas 15 y
16)
APORTE A LA TEORÍA Y PRÁCTICA REVOLUCIONARIAS DEL PARTIDO
COMUNISTA
Luis Corvalán sostuvo: “Un
aporte del Partido Comunista de Chile a la teoría y a la práctica de la
revolución por una vía no armada constituye sus formulaciones acerca de la
relación que hay entre esa vía y la violencia.
El Partido supo
establecer, y actuar en consecuencia, que la vía pacífica no es sinónimo de
pasividad; que se recorre en medio de aguda lucha de clases, de combates
permanentes, de constantes enfrentamientos, que no desalojan sino presuponen no
pocas acciones violentas, como tomas de tierra, ocupaciones de terrenos para
viviendas, luchas callejeras, huelgas ilegales, etc.
Fue la comprensión
correcta del carácter de la Revolución Chilena , la apreciación justa de la
posibilidad de la vía no armada y de las formas concretas en que podía
desenvolverse y, paralelamente, la tenacidad del Partido en la lucha por su
línea la que le permitió al pueblo de Chile lograr la resonante victoria de
1970 y abrir paso a las transformaciones revolucionarias”.
Más adelante agregó: “Los
grandes éxitos logrados por nuestro Partido se deben en gran medida,
insistimos, al hecho de haberse compenetrado de los problemas cuya solución
maduraba en la sociedad chilena; de haber comprendido ciertas peculiaridades
nacionales y tenido en cuenta las situaciones concretas. Sin ello no habría
podido lograr mayores triunfos, no se habría convertido en un gran partido
nacional y popular, ni habría podido entregar el aporte que dio a la Revolución Chilena.
Nada de eso habría sido
posible si el Partido se hubiese regido por criterios dogmáticos o aplicado
mecánicamente otras experiencias. En la elaboración y aplicación de su línea ha
actuado de acuerdo con el principio de la autonomía de cada Partido, que es
principio del movimiento comunista”. (Luis Corvalán: “Informe al Pleno de
agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de Chile” Ediciones
Colo-Colo, 1978, páginas 38 y 39).
DESDE LOS TIEMPOS DE
RECABARREN
Luis Emilio Recabarren nació en Valparaíso en el Cerro Playa Ancha, el 6 de julio de
1876. Estudió cuatro años en una escuela primaria de ese puerto. Su familia se
trasladó a Santiago. En la capital, a la edad de 14 años, comenzó a trabajar
como obrero en una imprenta. Pronto aprendió el oficio de tipógrafo.
A pesar de ser duramente explotado, con largas
jornadas, bajos salarios y agotadoras labores, tuvo la fuerza y la
responsabilidad de leer, de estudiar. Fue un autodidacta que, capacitándose por
su cuenta, se transformó en uno de los grandes
intelectuales que ha tenido nuestro país.
Pero, más importante que eso, ¡puso sus conocimientos al servicio de los
trabajadores!
En 1894 se incorporó al Partido Demócrata, iniciándose
en la lucha social. Tenía por entonces, 18 años de edad.
En marzo de 1906, Recabarren fue elegido diputado por
Antofagasta, siendo el primer diputado obrero electo en América. Pero la
mayoría reaccionaria del Congreso le quitó ese cargo que había conquistado limpiamente.
¡Lo despojaron de su
diputación porque era un obrero!
Recabarren comprendió que los trabajadores sólo podrían jugar su rol histórico, si unían
a la combatividad, una firme conciencia de clase. Por eso se dedicó a
educarlos. Para ello utilizó todos los medios a su alcance.
Por ejemplo, la prensa, el medio de comunicación más
importante en su época. Creó 11 periódicos y escribió en 50.
También usó el teatro para educar a los trabajadores.
Formó grupos artísticos, escribió obras para ponerlas en escena y él mismo
actuó, cuando fue necesario.
Educó también con sus discursos, conferencias,
polémicas públicas y con sus conversaciones personales. Escribió varios libros
y folletos, además de numerosos artículos de prensa.
Recabarren
es el más grande educador de masas de la historia de Chile. Pero fue, además,
un extraordinario organizador y líder
obrero.
Con mucha dedicación y sacrificios, logró entregar a
los trabajadores chilenos los tres elementos que le permitirían jugar un importante rol en los acontecimientos nacionales:
1) Forjó
conciencia de clase en amplios
sectores obreros, a través de la
educación y de su ejemplo.
2) Fundó el 4
de junio de 1912 en Iquique, el Partido Comunista de Chile.
3) Reconstruyó el movimiento sindical clasista,
surgido en enero de 1900 con las Mancomunales que desapareció con la masacre de la Escuela Santa María
de Iquique de 1907.
Fue al cumplirse estas tres condiciones, que la clase
obrera se transformó de una clase en
sí en una clase para sí. En ese momento
histórico nació el movimiento obrero
chileno.
A partir de ese momento, el movimiento obrero comenzó a avanzar por tres vías.
Una,
la lucha económica de los trabajadores contra sus patrones, para lograr
reivindicaciones económico-sociales. Ello a través de sindicatos con
orientación de clase. Al calor de esos combates nacieron y se fortalecieron las
centrales sindicales: la FOCH ,
en 1919; la CTCH ,
en 1936 y la CUT
en 1953. Hacia 1970, la CUT ,
con un programa cuyo objetivo final era el socialismo, agrupaba a un millón de trabajadores, la
inmensa mayoría con una firme conciencia de clase.
Otra
vía fueron las luchas políticas de los trabajadores, encabezados por el Partido Comunista, que dieron vida a
cada vez más amplias y poderosas
coaliciones: Frente Popular, en 1936; Frente del Pueblo, en 1951; Frente de
Acción Popular (FRAP), en 1956, y la Unidad Popular en 1969.
Una
tercera vía fue la constante y tenaz lucha ideológica llevada adelante por los
revolucionarios contra las concepciones burguesas y pequeñoburguesas
(ultraizquierdistas). Ello dio por fruto conducciones revolucionarias tanto en la CUT como en la Unidad Popular.
Y
estas tres vías se unieron en un poderoso río que, guiado por probados
revolucionarios, forjó la victoria del 4 de septiembre de 1970.