Se
inició el martes 16 de agosto de 1949:
Iván Ljubetic Vargas, historiador
del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El Gobierno de González Videla
descarga alza tras alza sobre las espaldas de los chilenos. La gente va
acumulando rabia. Lo que colma la paciencia popular es el alza de las tarifas
de la movilización colectiva. De un peso cuarenta a un peso sesenta. O sea,
sube en una ‘chaucha’, nombre que entonces se daba a la moneda de veinte
centavos.
LOS ESTUDIANTES A LA
CABEZA
Los estudiantes universitarios son los primeros en reaccionar. Salen a
la calle. El martes 16 de agosto de 1949 se inician vigorosas y masivas
acciones.
Fernando cuenta su experiencia en la ‘huelga de la chaucha’: “Tiempo
antes de agosto del 49, los comunistas habíamos logrado sacar un voto de
repudio en la FECH
a toda posibilidad de alza. Tan pronto se dictó el decreto que autorizaba el
alza de los micros en año 49, inmediatamente los comunistas salimos a la calle.
Tengo muy vivo en mi memoria las primeras salidas callejeras; éramos no más de
cincuenta jóvenes comunistas, uno de ellos, que no he olvidado, porque fue vanguardista,
preguntó: ‘Bueno, compañeros: ¿salimos, si somos tan pocos? La respuesta fue
que debíamos salir, porque pensábamos que el pueblo iba a acompañarnos; había
en esos momentos condiciones reales para desencadenar un gran movimiento de
masas, de repudio a la dictadura. Así lo hicimos. Y, efectivamente, no habíamos
recorrido una cuadra, cuando el desfile de 50 personas se transformó en una
gran manifestación... En aquel instante las Juventudes Comunistas, pasando,
incluso, por encima de la FECH ,
en que dominaban los socialcristianos, llamó a una huelga en la Universidad y la Universidad nos
acompañó” (Fernando Ortiz: charla citada, página 42)
INFORMA “EL MERCURIO”
El miércoles 17 de agosto de 1949, ‘El Mercurio’ escribe:
”Bochornosos incidentes se registraron ayer en diversos sectores de la
capital... Desde mediodía estudiantes ayudados por otros grupos iniciaron una
enérgica acción contra los autobuses.
Por la tarde, elementos comunistas cometieron violentos desmanes...
Grupos universitarios organizaron ayer diversos actos de protesta por el alza
de las tarifas de los servicios de autobuses y buses destinados a la locomoción
colectiva. Los manifestantes iniciaron un desfile al mediodía, avanzando hasta la Plaza de Armas y luego se
repartieron por las calles Catedral, compañía, Bandera, Morandé, Teatinos, San
Antonio, Huérfanos, Agustinas, Ahumada y Moneda. Los estudiantes iniciaron el
desfile pidiendo la derogación de la medida que autorizó el alza de las
tarifas, pero luego algunos elementos exaltados empezaron a atacar a los
microbuses, lanzando piedras al paso de dichos vehículos por el centro de la
ciudad. Esta iniciativa se generalizó y extendió rápidamente a otros puntos...”
(‘El Mercurio’, miércoles 17 de agosto de 1949, página 23).
Los establecimientos educacionales no funcionan o lo hacen a media. El
Ministerio de Educación amenaza con cancelar la matrícula a los alumnos que no
concurran a sus colegios. Ese mismo miércoles 17, alrededor de las 10 y 4º
minutos, unas 800 personas avanzan desde la Alameda por calle Morandé. Llegan hasta La Moneda y lanzan piedras
contra sus ventanas.
Participan estudiantes universitarios y secundarios, trabajadores y gran
cantidad de transeúntes, que se suman espontáneamente a la protesta. La represión,
primero realizada por carabineros y luego por soldados del Ejército, dejó a lo
menos cuatro muertos y numerosos heridos.
CLAMOR GENERALIZADO POR EL ALZA
El lunes 15 de agosto de 1949, “El Mercurio”
trae en su página 43 una información titulada “Unánime protesta por el alza de tarifas
que agrava el problema de la locomoción”, donde señala: “Estudiantes, gremios de obreros y de
empleados expresan su desacuerdo ante la medida que adoptó la Dirección del
Tránsito. –Burla de los choferes de
microbuses.
– Personal de la Beneficencia expone
delicada situación. – Reunión de los universitarios”
Reproduce en esa crónica una Protesta de los Consejos
directivos nacionales y provinciales de la Confederación de
Sindicatos de Beneficencia, que en una de sus partes dice:
“4.- Que dado
lo inconsecuente y lo arbitrario que significa para toda la clase trabajadora
el alza sorpresiva que se ha autorizado y que despedaza los escasos
presupuestos de los trabajadores se adhiere a la protesta de la Confederación de
Trabajadores de Chile y se pone a sus órdenes con todos sus efectivos para
efectuar un movimiento de protesta pública...”[1]
El gobierno, a través de la Dirección del Tránsito
ha elevado las tarifas nocturnas a $3 (tres pesos) y las diurnas en veinte
centavos.
El martes 16, se inician vigorosas y masivas acciones
callejeras, bautizadas como la “huelga de la chaucha”, (chaucha se llama a la
moneda de veinte centavos). Son las más
grandes y combativas contra el gobierno de González Videla.
“EL MERCURIO” CAMBIA DE DIRECCIÓN
Ante el estallido del movimiento de protesta, “El Mercurio”
cambió de posición. El miércoles 17
tituló: “Bochornosos incidentes se
registraron ayer en diversos sectores de la capital”. Agrega:
“Desde mediodía, estudiantes ayudados por otros grupos iniciaron una
enérgica acción contra los microbuses.- Por
la tarde, elementos comunistas cometieron violentos desmanes”.
Detalla:
“Grupos universitarios organizaron ayer diversos actos de protesta por
el alza de las tarifas de los servicios de autobuses y micros destinados a la locomoción
colectiva. Los manifestantes iniciaron
un desfile al mediodía, avanzando hasta la Plaza de Armas y luego se repartieron por las
calles Catedral, Compañía, Bandera, Morandé, Teatinos, San Antonio, Huérfanos,
Agustinas, Ahumada y Moneda. Los estudiantes
iniciaron el desfile pidiendo la derogación de la medida que autorizó el alza
de tarifas, pero luego algunos elementos exaltados empezaron a atacar a los
microbuses, lanzando pedradas al paso de dichos vehículos por el centro de la
ciudad. Esta iniciativa se generalizó y
extendió rápidamente a otros puntos, hasta el extremo de que centenares de
personas se vieron obligadas a abandonar esos servicios de locomoción para
regresar a pie, en automóvil o por otros medios a sus hogares.
“Más tarde, cuando la reacción de los grupos adquirió
caracteres de gravedad, con el volcamiento de algunos microbuses y otros
atentados, los dirigentes de ese gremio optaron por paralizar el servicio en
las líneas principales, quedando en movimiento solamente los tranvías y
trolebuses”.
PARTE POLICIAL
Luego, el diario de los Edwards entrega el parte
policial que informa sobre micros apedreadas, detenidos, heridos, etc. Por ejemplo, anota: “Por la noche, un grupo de aproximadamente
500 personas apedreó el edificio del Sindicato de Dueños de Autobuses, ubicado
en Avenida Bernardo O’Higgins 1948 y quebró los vidrios de sus puertas y
ventanas. Como se hicieron algunos
disparos, Carabineros se vieron obligados a hacer uso de sus armas. Desde el interior del local, dispararon
también hacia los manifestantes”.[2]
En esa misma edición se informa: “Fuerza pública resguardará la circulación de
microbuses”. Bajo ese título se
reproduce una declaración del Ministerio del Interior, que manifiesta:
“El Gobierno hace saber al país que el Partido
Comunista, unido a elementos que son sus aliados y cómplices, intentan
producir, como ya se había previsto, la subversión del orden público, atacando
a personas y a la propiedad privada y agrediendo también a la fuerza pública.
“Se trata –agrega la Declaración – de una agitación
que se provoca por el comunismo, valiéndose, además, de los estudiantes que
pertenecen a esos sectores, todo lo que corresponde a un plan sedicioso de que
el Gobierno está impuesto en todos sus detalles... Se trata del cumplimiento servil de las consignas
mundiales que el Partido Comunista ha impartido a sus secuaces y de las cuales
se tienen informaciones concluyentes. El
pretexto ha servido a los elementos comunistas para alentar y explotar la actual
agitación, es el alza de $0.20 para la locomoción colectiva”.[3]
PARA VARIAR, “EL MERCURIO” MIENTE
Miente el Gobierno.
Miente “El Mercurio”. No hay tal
plan subversivo. Menos, consignas
mundiales. Esas acciones, por lo demás,
se contraponen a la orientación de la Kominform. El
alza de las tarifas en una chaucha es la gota que colma la paciencia de
estudiantes, trabajadores y pobladores, que sufren dos años una política
antipopular de alzas y represión. La
violencia es desata por los carabineros.
El jueves 18, “El Mercurio” entrega la nómina de los heridos hospitalizados
en la Posta Central
de la Asistencia
Pública. Son 19. Diez
en estado grave. Nueve de mediana
gravedad. Todos jóvenes; varios menores
de 20 años. Todos heridos a bala. Además, informa que en ese centro asistencial
se atendieron otros heridos de menor gravedad.
También entrega antecedentes sobre tres muertos: dos jóvenes de 17 y 20 años, asesinados por
la policía en la esquina de Diez de Julio con Portugal; la tercera víctima es un cadete de la Escuela de Aviación,
alcanzado por una bala de carabineros cuando se encontraba en el Café “Don
Bosco” de la Alameda.
En esa misma edición, “El Mercurio” publica la
amenaza de la cancelación de matrícula a los alumnos que no concurran a sus
establecimientos. Explica que “según
informaciones proporcionadas por fuentes allegadas al Ministerio de Educación,
los colegios de esta capital funcionaron ayer (miércoles 17) con un 40% del
profesorado y del alumnado y muchos directores autorizaron a sus alumnos a volverse
a sus casas a fin de evitar cualquier accidente en los disturbios de las calles
céntricas”.[4]
Ello da una pauta del enorme ausentismo de maestros y
estudiantes. De ahí, la amenaza de la
cancelación de matrícula a los que continúen protestando.
FACULTADES EXTRAORDINARIAS
El día 17, el gobierno solicita la dictación de
Facultades Extraordinarias al Congreso.
Son otorgadas por la mayoría del Parlamento. Al mismo tiempo, González Videla se ve
obligado a derogar el alza de las tarifas nocturnas, aunque mantiene el aumento
de veinte centavos de la diurna.
Ese mismo miércoles 17, el general Santiago Danús Peña
asume el mando de la Plaza
de la capital. A los carabineros se unen
fuerzas del Ejército en la represión de la protesta popular. Ello no aminora las acciones. Fracasan los esfuerzos de las autoridades por
normalizar, el servicio de micros,
resguardados por militares y carabineros.
Sólo circulan unos pocos. Ello
–según “El Mercurio”– por “la actitud hostil de los manifestantes, apostados en
puntos estratégicos de la ciudad para atacar los microbuses de las diversas
líneas”. No hay clases en la mayor parte
de los establecimientos primarios y secundarios. A la vez, se resienten sensiblemente las
actividades comerciales y de las oficinas públicas.
OBREROS EN LA PELEA
Según parte de la policía, a las 10:10 horas del
miércoles 17, “un grupo numeroso de obreros, impiden la entrada del resto de
los trabajadores a la
Hilandería Nacional , ubicada en calle San Nicolás esquina de
Gran Avenida”. Nótese la hora: 10:10.
O sea, no es en el momento de la entrada a las labores.
Otro informe policial: Alrededor de las 10:40 a.m., cerca de 800
personas armadas de palos y piedras avanzaron desde la Alameda Bernardo
O’Higgins, por Morandé, y luego lanzaron pedradas a las ventanas del Palacio de
Gobierno. Las acciones se desarrollan
hasta en la propia Moneda. Los
manifestantes sobrepasan a las fuerzas represivas.
Nuevo ejemplo de la combatividad de las masas la
entrega un parte policial: Alrededor de
la una de la tarde, en Rosas esquina Morandé, varias personas liberan a un
detenido conducido por carabineros.
Las propias informaciones oficiales hablan de heridos
graves de los disparos de miembros del Ejército.
NO SÓLO EN SANTIAGO FUE UN COMBATIVO AGOSTO
Aún no logra el gobierno aplastar totalmente la
rebelión popular en la capital, cuando el sábado 20 de agosto estalla la protesta
contra las alzas y la represión en la zona del carbón.
En la mañana de ese día, 1.100 mineros – que componen
el primer turno – se apoderan del Pique Grande de Lota, donde se
atrincheran. A mediodía, otro turno –
formado por 1.200 obreros – se pliega al movimiento.
En Lirquén, los trabajadores del primer turno, se
toman la maestranza y la mina. De
inmediato, parte en dirección de ese mineral el Regimiento de Artillería Silva
Renard.
Otro tanto hace el Regimiento Chacabuco, que se
dirige hacia Lota.
No conforme con esas movilizaciones, el gobierno
ordena a la Escuadra que se dirija a toda máquina a la zona del
carbón, para colaborar en la tarea de reprimir a los mineros.
Según “El Mercurio”, “las informaciones llegadas de
la zona del carbón han permitido establecer que la rapidez con que obró el
gobierno permitió aislar totalmente la zona del carbón”. Agrega que “el general Vásquez, jefe de la
zona de Concepción, aseguró esta noche (sábado 20) que la situación está
controlada y que los antecedentes que ha recogido en la zona del carbón le han
permitido estableces que este paro revolucionario estaba sincronizado desde
Santiago por la JUNECH ,
la cual se ha puesto al servicio de la causa revolucionaria de los comunistas”.[5]
Miente el general.
Mejor dicho, se ciñe al esquema de González Videla: dar carácter “revolucionario” a un movimiento
contra las alzas; responsabilizar a los comunistas de esas acciones, cuando en
verdad no participan en ellas sólo comunistas.
“El Mercurio” insiste: “De las informaciones llegadas desde Lota se
desprende que, dirigentes comunistas que estuvieron relegados en Pisagua, fueron
los que en Lota prepararon el movimiento”.
No hay dudas que allí el PC dirige la huelga. Pero no de la manera que dice el diario de
los Edwards. Al referirse a los mineros
que se toman el Pique Grande de Lota, afirma que “la mayoría de ellos, por los
antecedentes recogidos, fueron obligados por el terror a atrincherarse en la
mina”.[6]
Pero la rebelión no se limita sólo a la capital y la
zona del carbón.
“El Mercurio” informa: “Sincronizado con este movimiento
revolucionario en el carbón, los comunistas hicieron estallar hoy (sábado 20)
un movimiento en la
Oficina Salitrera Prosperidad del Cantón de El Toco. 800 obreros declararon que estaban dispuestos
a resistir a la fuerza pública, aún a costa de derramamiento de sangre, para
impedir que se adoptase cualquiera medida contra los dirigentes obreros”.[7]
GOBIERNO HABLA DE UN “PLAN REVOLUCIONARIO”
“El Mercurio” es incansable. Repite una vez más: “El gobierno
tiene ya en su poder los hilos completos del plan revolucionario y está
en conocimiento de los agentes que están actuando en las zonas del salitre”. Agrega:
“El Presidente de la
República impartió telefónicamente instrucciones al general
Andrés Poblete a Antofagasta para que ordene detener a todos los dirigentes
comunistas sindicales que han promovido esta situación revolucionaria en el
salitre y en el cobre, a los cuales se les aplicará las facultades
extraordinarias”.[8]
La labor de la prensa de derecha es clara: Justificar con el fantasma de una subversión
comunista la represión brutal, con mano militar, de las protestas contra la
carestía y los abusos de la autoridad.
Para facilitar la acción represiva, el gobierno
dicta, el sábado 20, decretos declarando zona de emergencia a las provincias de
Arauco, Concepción, O’Higgins, Atacama, Antofagasta y Tarapacá. Ello, según “El Mercurio”, “para afrontar los
conflictos obreros estimulados por los comunistas en centros vitales de la
nación”.
Lo anterior da una idea de la extensión del
movimiento de protesta.
“En cumplimiento de los deberes de nuestro cargo
pastoral, nos dirigimos a nuestros amados fieles, con motivo de los graves
acontecimientos que han amenazado y amenazan la paz pública y la estabilidad de
nuestras instituciones democráticas.
“Sin desconocer la angustia económica, que tantos
sacrificios impone a todos los ciudadanos y particularmente a los más menesterosos,
por cuya suerte nos hemos preocupado constantemente, es necesario que veamos
con toda claridad un mal mucho mayor, que se cierne sobre todo el país, sobre
el bienestar de sus ciudadanos, sobre la mantención de sus libertades, sobre la
existencia misma del Estado y sobre la misión sagrada de la Iglesia , cual es el asalto
de las fuerzas comunistas.
“La experiencia de lo acontecido en otros países y
las fidedignas informaciones de lo que se prepara en el nuestro, nos mueven a
declarar que nos encontramos ante un grave peligro, por lo cual todos los
católicos, posponiendo cualesquiera asuntos de otra índole, ahora como deber
supremo, la defensa de nuestras instituciones fundamentales y del orden constituido.
“A ningún católico le es lícito en estas
circunstancias, adoptar una actitud pasiva, ni menos, por cierto, ahora ni
nunca, cualquiera cooperación o ayuda al comunismo ateo, repetidas veces
condenado por los Sumos Pontífices y últimamente con redoblada energía por S.S.
Pío XII, ante la extensión de su poderío tiránico y la persecución
desencadenada contra la
Iglesia en numerosas naciones..."[9]
SOLIDARIDAD INTERNACIONAL
Se hace presente la solidaridad internacional. Desde Argentina llega un cable que dice:
“Buenos Aires, 20 de agosto.- Señor Presidente de Chile don Gabriel
González Videla, Santiago: Le hacemos
llegar nuestra protesta por la sangrienta represión del movimiento obrero
democrático que lucha por la paz, la libertad
y la justicia social. Repudiamos
la concesión de facultades extraordinarias que anula los derechos humanos,
garantizados por la
Declaración de las Naciones Unidas y ofenden la conciencia
democrática americana, por la
Liga Argentina de los Derechos del Hombre, Emilio Troise,
presidente, Francisco Pitta, secretario”.[10]
EL PARTIDO COMUNISTA IMPULSÓ LA PROTESTA
Estas acciones de agosto de 1949 son impulsadas por
el Partido Comunista. Al respecto
Volodia Teitelboim afirma:
“Eso fue una cosa muy nuestra. Yo era miembro de la Comisión Política. Era lo que andábamos buscando nosotros: la movilización de masas como respuesta, las
huelgas y las protestas. No teníamos una
posición de inercia. Había que derrotar a
González Videla, y su política feroz. Y,
por lo tanto, llevar a la gente a la acción.
Y eso fue justamente. Y en eso
estuvo el Partido. Nosotros oponíamos
una resistencia de masas, pero éramos contrarios a las acciones individuales
desesperadas.
“Hubo mucha participación obrera y mucha participación
estudiantil. Fue una rebelión popular
que cambió las cosas. Que determinó la
crisis de una fórmula política del gobierno de González Videla. Y se impuso el ‘Gobierno de la Sensibilidad Social.
Y se limitó la represión. No hubo un
cambio de 180 grados, pero hubo un cambio”.[11]
LOS EMPLEADOS VAN A LA LUCHA
La marea social continua en aumento. Las organizaciones obreras han salido
duramente golpeadas por la represión.
Por eso, son los empleados, encabezados por la Junta Nacional de
Empleados de Chile, JUNECH, que están en mejores condiciones para dar lucha por
sus reivindicaciones.
El 23 de enero de 1950, varios gremios declaran una
huelga exigiendo el pago de una gratificación anual. Son los empleados telefónicos y de la Empresa Chilena de
Electricidad, ambas en manos de monopolios estadounidenses, y de la Empresa Nacional
de Transportes. Los huelguistas reciben
el apoyo de la
Confederación de Empleados Particulares de Chile, CEPCH. Durante doce días se efectúan disciplinados
paros escalonados. Uno tras otro, van paralizando sus actividades laborales los
sindicatos afiliados a la
CEPCH. Se llevan a
cabo, además, paros solidarios en las provincias de Santiago, Valparaíso y
Concepción. El movimiento abarca el 40%
de los trabajadores del país.
La unidad, combatividad y acertada táctica de los
empleados , obligan al gobierno a acceder a sus demandas. Los huelguistas alcanzan el triunfo el 4 de
febrero de 1950.
Pero esas luchas laborales logran otra victoria aun más
significativa. Derriban el Gabinete de
“Concentración Nacional”, - formado por radicales, conservadores, liberales y
socialistas -, con que gobernaba González Videla desde la salida de los
comunistas. Es reemplazado por el
Gabinete de “Sensibilidad Social”, incorporándose a él ministros de la Falange Nacional.
[1] "El Mercurio", 15 de agosto de 1949, p. 43
[2] "El Mercurio", 17 de agosto de 1949, p. 23
[3] Ibidem.
[4] "El Mercurio", 18 de agosto de 1949, p. 21
[5] "El Mercurio", 21 de agosto de 1949, p. 25
[6] Ibidem.
[7] Ibidem.
[8] Ibidem.
[9] "El Mercurio", 21 de agosto de 1949, p. 25
[10] Ibidem.
[11] Teitelboim, Volodia: Conversación con el autor. Santiago, 13 de enero
de 1994