CUANDO SE PUBLICÓ MI PRIMER ARTÍCULO EN “EL SIGLO”
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El lunes 31 de agosto de 2020 “El Siglo” cumple 80 años de heroica historia.
El Partido Comunista había montado la Empresa Antares que editó “Frente Popular” –un gran progreso para ese tiempo-, tabloide
vespertino que jugó un papel decisivo en el triunfo de 1938. Funcionaba en una
casona semiderruida de la cuarta cuadra de San Francisco.
Pero ahora se trataba de sacar un
periódico de mayor tiraje y calidad. Para ello era necesario contar con prensa
popular. Según relata Volodia Teitelboim, ello se logró
“con plata del pobre, quien se
sacó un pan de la boca para adquirir por fin lo que él nunca había tenido, una
rotativa poderosa y rápida como una locomotora.
Salvador Barra Woll, Luis Víctor Cruz aportaron su experiencia en la
materia, recogida a la vera de Recabarren. Pero el joven Américo Zorrilla trajo un aliento modernizador,
un ritmo dinámico y organizado indispensable para que una mañana los canillitas
salieron gritando por las calles el nombre del nuevo diario”.
Salvador Barra Woll Luis Víctor Cruz Américo Zorrilla
Fue el 31 de agosto de 1940.
Añade Volodia que la historia de El Siglo “un día dirá el papel del
pueblo, del Partido, de los organizadores, de los gráficos, que participaron en
ella. Necesariamente tendrá que dedicar una buena página a la labor desplegada
por Américo Zorrilla en la articulación de este engranaje complicado que
permitió sacar un diario que significó una revolución y una revelación
periodística para la época en que apareció”. En 1940 fue nombrado administrador
de “El Siglo”. En 1941 pasó a ser su gerente,
cargo que ocupó hasta 1947.
HACE 63 AÑOS SE HIZO REALIDAD UN VIEJO ANHELO
El de 1957 fue un invierno muy crudo.
Las torrenciales lluvias hicieron subir el caudal de los ríos de la
provincia, provocando grandes inundaciones. Especialmente desastrosas resultaron las crecidas del Cautín y del
Imperial. Este último anegó vastas zonas desde Nueva Imperial hasta la costa,
dejando damnificadas a gran cantidad de comunidades mapuches.
El Partido y la Jota
de Nueva Imperial recogimos ayuda para los indígenas que estaban aislados y
llegamos hasta a ellos en botes.
En Cautín y en todo el territorio de Concepción al sur, no teníamos ningún
parlamentario comunista. Debido a ello, el Comité Central designó al diputado por
Concepción, camarada Santos Leoncio Medel, para que visitara y atendiera, desde
el punto de vista parlamentario, el sur del país.
El compañero Medel era un minero del carbón, que no siendo de edad avanzada tenía el pelo totalmente blanco.
Hablaba con voz ronca, en forma pausada; era extraordinariamente amable y
cordial; entusiasta y apasionado como un joven, optimista y alegre. (Mucho
después vine a saber que ya por entonces su organismo estaba gravemente afectado por la silicosis, la terrible enfermedad
que ataca mortalmente los pulmones de los mineros).
Otra de las cualidades del compañero Medel era su gran
sencillez y modestia.
Vino a Cautín a recoger antecedentes de las secuelas de las lluvias caídas.
Me correspondió acompañarlo en su minuciosa gira desde Temuco hasta
Puerto Saavedra. Visitamos comunidades mapuches, el barrio Estación de Carahue,
la zona costera del Pacífico. Por todas partes desolación y muestras de la indolencia
y despreocupación de las penurias del pueblo de parte de las autoridades.
Gobernaba el exdictador Carlos Ibáñez del Campo.
Finalizada la gira, el Comité Regional del Partido se reunió, en mi casa
(no teníamos local) con el compañero diputado. Se hizo un balance de la gira.
Después de la reunión, mientras tomábamos una taza de té, el compañero
Medel me dijo:
- Camarada Iván, le deseo pedir un favor. Resulta que debo escribir algo
para el diario, pero como hemos andado los dos juntos y usted es mejor para la
pluma que yo, he pensado que usted podría redactar una informacioncita de lo
que vimos y de lo que hicimos.
No pude negarme. Escribí de inmediato el artículo, poniendo todo mi empeño. Lo corregí varias veces. Después se lo pasé al diputado. Pensé que iba a proponer correcciones. Lo
leyó en voz alta y me dijo:
- Muy bien compañero. Le quedó excelente. Mañana en la mañana, apenas
llegue a Santiago, lo llevaré a “El Siglo”. Y si usted no tiene inconveniente
para ello, lo publicaremos con su nombre.
Acepté feliz. Se hacía realidad un viejo anhelo de escribir en el diario
del Partido.
Fue así como apareció mi primer artículo en “El Siglo”.