Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El 5 de septiembre
de 1932, en plena dictadura de Carlos Dávila y convocados por el Comité Central
del Partido, se reunieron en Santiago 40 jóvenes comunistas. Su objetivo fue
dar una estructura nacional a la Federación Juvenil Comunista.
Intervino Carlos
Contreras Labarca, secretario general del Partido Comunista. En un vibrante
discurso explicó las razones del encuentro. Los jóvenes lo aplaudieron de pie.
Luego se realizaron las elecciones para el Comité Central de las Juventudes
Comunistas. Éste designó a Rodolfo
Solari como secretario general.
Volodia Teitelboim lo
recuerda así: “Joven impulsivo, de verba particular, con aire de atleta, que ha
fundido en su sangre los afluentes italiano y nicaragüense, con ingredientes
africanos. Todo ello se expresa en el muchacho decidido, con carisma.” (Volodia
Teitelboim: “Un muchacho del Siglo Veinte”, página 219-220)
Ese encuentro
nacional del 5 de septiembre de 1932
ha sido considerado, erróneamente, como fecha de la
fundación de las Juventudes Comunistas de Chile (JJ CC).
Volodia Teitelboim
escribe al respecto: “La
Juventud Comunista ha sido reorganizada en términos tan
pretenciosos e irreverentes con su propia historia que se declaró fundada el
cinco de septiembre de 1932, en circunstancias que nació veinte años antes,
junto al partido que creó Recabarren y un grupo de obreros de Iquique, con el
nombre de Partido Obrero Socialista”. (Ibidem, página 219)
Tiene toda la razón
Volodia Teitelboim, uno de los dirigentes comunistas dedicados a estudiar la
historia del Partido y las Juventudes Comunistas.
Como lo estoy escribiendo
desde hace más de veinte años:
UNA ROJA
FLOR NACIÓ EN EL DESIERTO
La camanchaca –esa
espesa neblina que viene desde el mar- iba desapareciendo. El sol ganaba
lentamente la batalla e iluminaba Antofagasta, ciudad que no estaba dormida.
Como surgidos de la
camanchaca, fueron llegando 21 jóvenes en esa mañana del 1º de abril de 1923.
Eran hijos de Recabarren, el obrero tipógrafo comunista. Habían nacido a la
vida social inspirados por su palabra tranquila y apasionada, por su ejemplar
existencia de constructor de la alborada, empresa en la que ellos también
querían participar. Eran jóvenes alegres, buenos para las bromas, pero serios
al mismo tiempo.
Los
unía un bello objetivo; dar vida a una organización revolucionaria, la Federación Juvenil
Comunista, la FJC.
Existe
el acta de ese histórico evento, publicada en la revista ‘La Llamarada ’ N.º 11,
editada en Antofagasta en la primera quincena de abril de 1924, página 3.
(Citada por Manuel Loyola y Jorge Rojas: “La Juventud Comunista
en los años 20” .
Inédito, 1996). Allí están los nombres de los 21 fundadores. Ellos son:
Juan Guerra,
Salvador Ocampo, Trujillo, M. Luan, Julio del Campo,
A. Cuellar, F. Prado, C. Díaz, P. Blaguett, J.
Barrera, H. Villar,
J. Rivera, R.
Fernández, A. Araya, A. Flores, Armando Moya, Carlos Devia, P. Ossandón, H.
Saldívar, J. Berríos y O. Latorre.
En ese mismo
documento encontramos los principales acuerdos de la reunión del 1 de abril de
1923:
1.
Establecer como edad para participar en la FJC desde los 12 a los 30 años.
2.
Llamar a las organizaciones de trabajadores a eliminar de
sus filas al reformismo amarillo de los socialdemócratas.
3.
Invitar a los jóvenes residentes en Antofagasta, chilenos y
extranjeros, a integrarse a la nueva entidad.
4.
Llamar a ‘atacar al militarismo capitalista mundial.
El periódico “El
Comunista”, también de Antofagasta, en su edición de 11 de abril de 1923,
página 3, (citado por Loyola y Rojas: Ibidem), informaba que en la reunión
fundacional se eligió un delegado a la Junta Federativa
del Partido Comunista; otros dos para integrar el Comité del 1º de mayo de 1923
y tres militantes para elaborar las bases de los Principios y Estatutos que
regirán a la
Juventud Comunista.
Se encargaba,
además, al secretario general elegido en esa oportunidad –del cual no se
consigna el nombre- para que traduzca un libro del dirigente soviético
Zinoviev, el que servirá para ‘sentar los Principios del Partido y sus
orígenes’.
Luego, se dio
lectura a una carta recibida desde Berlín, que se acordó responder señalando la
decisión de la
Juventud Comunista chilena de ‘adherirse con toda energía a la Internacional Comunista
de Juventudes’, con sede en la capital alemana.
Finalmente, como
anotaba “El Comunista”, se resolvió que “guiados por nuestro régimen
igualitario” acuérdase “la entrada a nuestra institución de jóvenes de sexo
femenino.”