jueves, 3 de septiembre de 2020

4 DE SEPTIEMBRE DE 1970






VIERNES 4  DE SEPTIEMBRE  DE  1970

   UN HITO ESTELAR  DE  LA HISTORIA DE CHILE




                                                              Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                               Centro de Extensión e Investigación
                                                                Luis Emilio Recabarren,  CEILER






OCURRIÓ HACE 50 AÑOS

El jueves 3 de septiembre  de 1970, Luis Corvalán, Secretario General del PC, pronunció un discurso por cadenas de radioemisoras. Llevaba por título "Mañana debemos triunfar" y en él afirmó:

"El  momento que vivimos es favorable al triunfo y al éxito... El día de mañana es decisivo. De la movilización masiva y a primera hora hacia las urnas, de la vigilancia de los apoderados en cada mesa, del control de los cómputos, del desbaratamiento de toda martingala, de la actitud de cada uno de nosotros puede depender, en último término, el resultado que arrojan las urnas...
"En manos del pueblo está su futuro. El Partido Comunista lo llama a emplearse a fondo en la batalla de mañana, a elegir a Salvador Allende Presidente de la república y a seguir caminando unido en pos de sus nuevos destinos."  (Publicado por “El Siglo”, del 4 de septiembre de 1970)

                    



Viernes 4 de septiembre de 1970. Desde antes de las 7,30 comienzan a llegar los vocales y apoderados de las mesas en los diversos lugares de votación. Hay nerviosismo, tensión, expectación en el ambiente.
A las 8, empiezan a desfilar los ciudadanos. Emiten su voto, algunos después de hacer cola durante horas. La gente, como era costumbre, se viste con su traje dominguero. Las elecciones eran para los chilenos un día de fiesta. Las radios y la televisión hacen reportajes, entrevistas, adelantan vaticinios.

Las mesas que han iniciado su funcionamiento a las 8, cierran la votación a las 16. Las otras deben seguir recibiendo electores hasta cumplir las 8 horas establecidas en la Ley de Elecciones. Comienzan los escrutinios. En cada mesa se repiten las mismas escenas: alegría en los rostros de los partidarios del candidato, cuyo nombre lee el presidente de la mesa en la Cédula Única.


Los medios de comunicación de masas entregan los primeros cómputos, muy parciales aún. Chile queda de pronto desierto. Ni un alma en las calles. Toda la gente junto al televisor o la radio. La mayoría, en sus casas. Los dirigentes en los locales de las candidaturas.
A las 20 horas, según escribe Ignacio Gayango en “Chile: el largo camino político al golpe”, página 8:

"El Ministro del Interior, Patricio Rojas, avisaba telefónicamente a Jorge Alessandri que su candidatura iba triunfando; al mismo tiempo, el Subsecretario retardaba por varias horas la entrega de cómputos." 

Los resultados parciales dan leve ventaja a Salvador Allende, que no ha votado en esa ocasión por estar inscrito en Punta Arenas. Los periodistas de radio y televisión contribuyen a crear confusión, algunos repiten una y otra vez que Allende lleva la delantera, pero que falta la mayor parte de los resultados de las mesas de mujeres y que ahí...

En verdad, a esas horas nadie está seguro de nada. Según afirma Joan Garcés  en “Chile, el camino político hacia el socialismo” (citado por revista Ercilla Nº 1935, del 16 al 22 de agosto de 1972, página 9):

 "Muchos y destacados dirigentes de la izquierda comprometida en la campaña electoral se resistían a creer, hasta el término mismo de los escrutinios, que la vía electoral pudiera llevarlos a otro resultado que a una nueva frustración." 


¡VENCIMOS!

                  



A las 22 horas tanques del Ejército aparecen en el centro de Santiago. Proceden a rodear La Moneda. Cerca de la medianoche, Chile estalla en gritos, abrazos, lágrimas de alegría y banderas. Faltando cinco minutos para las 24 horas, el general Camilo Valenzuela, comandante general de la Guarnición de Santiago, comunica a Salvador Allende, en nombre del ministro del Interior y de las Fuerzas Armadas, que ha obtenido la primera mayoría relativa y que el Gobierno autoriza la celebración de un mitin de sus partidarios a las 0 horas y 30 minutos.

Jóvenes democratacristianos salen a la calle y se abrazan con los de la Unidad Popular. El candidato de su partido es el primero en reconocer el triunfo de Allende. En un gesto generoso y de hidalguía envía a éste un telegrama en que le dice:

"Salvador, felicitaciones por la victoria. Más honrosa mientras más dura y difícil. Ella le pertenece al pueblo, pero también es tuya. Radomiro Tomic." (Citado por José Lavretski en “Salvador Allende”, página 118)

Pero la derecha del PDC no tiene igual actitud. Por el contrario.
Por su parte, la reacción -asustada con su propia propaganda del miedo- se esconde en sus casas y palacetes. Cierran a machote puertas y ventanas. Algunos preparan las maletas para salir del país. Otros, comienzan a conspirar para cerrarle el camino hacia La Moneda al pueblo. Esa misma noche crean el grupo fascista "Patria y Libertad".
La gente allendista sale a la calle, entusiasta, eufórica, pero serena y disciplinadamente. No hay nada parecido al caos, a la invasión de los barrios de los ricos, que anunciaba la campaña del terror.

El acto del 4 se inicia al empezar el 5 de septiembre. Es en la Alameda, frente a la sede de la Federación de Estudiantes de Chile, FECH. Desde uno de sus balcones habla Allende al país. Ante una multitud enfervorizada, combativa, llena de felicidad. Agradece el apoyo recibido. Recuerda que esta victoria es fruto de una larga y difícil lucha. Evoca a quienes la hicieron posible. Llama a la responsabilidad y a estar vigilantes para impedir que se escamotee un triunfo tan limpiamente conseguido.


“SERÉ EL COMPAÑERO PRESIDENTE”

Esa madrugada, Allende contrae un compromiso:
"Para los que están en la pampa o la estepa, para los que me escuchan en el litoral, para los que laboran en la precordillera, para la simple dueña de casa, para el catedrático universitario, para el joven estudiante, el pequeño comerciante o industrial, para el hombre y la mujer de Chile, para el joven de la tierra nuestra, para todos ellos, el compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo -actor fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en la gran tarea común y colectiva. Lo he dicho: mi único anhelo es ser para ustedes el Compañero Presidente."
Más adelante, emocionado, señala:
"¡Cómo siento en lo íntimo de mi fibra de hombre, cómo siento en las profundidades humanas de mi condición de luchador, lo que cada  uno de ustedes me entrega! Esto que hoy germina es una larga jornada. Yo sólo tomo en mis manos la antorcha que encendieron los que antes que nosotros lucharon junto al pueblo y por el pueblo. Este triunfo debemos tributarlo en homenaje a los que cayeron en las luchas sociales y regaron con su sangre la fértil semilla de la Revolución Chilena que vamos a realizar."
Y finaliza categórico:  "A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo; con la lealtad del Compañero Presidente."  (Editora Quimantú: “Allende. Su Pensamiento Político”, páginas  10, 12 y 13)

LOS CÓMPUTOS OFICIALES
Horas después, se conocen los cómputos oficiales. Concurren a las urnas 2.954.799 electores. Allende obtiene 1.070.334 votos, un 36,22% del total; Alessandri, 1.031.159 votos, un 34,9% y Tomic, 821.801, un 27,81%. Votos nulos y en blanco, 31.505.

"El triunfo de la Unidad Popular - afirma el general Carlos Prats - causa gran desconcierto y conmoción en las esferas de Gobierno y de la derecha política y económica."  (Carlos Prats González: “Memorias”, página 161)

DESDE LOS TIEMPOS DE RECABARREN

“Esto que hoy culmina es una larga jornada” –dijo el candidato triunfante, cuando  amanecía  el 5 de septiembre- “Yo sólo tomo en mis manos la antorcha que encendieron los que antes que nosotros lucharon junto al pueblo y por el pueblo”.
Tenía razón, una vez más, Allende. Ese 4 de septiembre no fue algo espontáneo.  Era el resultado de un largo proceso de unidad y de luchas. Un camino iniciado, en los albores del siglo XX, por un obrero tipógrafo llamado Luis Emilio Recabarren.

El triunfo del 4 de septiembre de 1970 abrió el camino para conquistar el Gobierno Popular, encabezado por Salvador Allende, el más progresista y patriota de la historia de Chile.