Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
“Y lo repito una vez
más: he vivido por la
alegría. Por la
alegría he ido al combate
y por la alegría muero.
Que la tristeza no
sea nunca unida a mi
nombre”.
(Julius Fucik:
“Reportaje al pie de la horca”)
Recuerdo que yo tenía un programa en Radio La Frontera de Temuco. Tenía
por título “El profesor Ljubetic cuenta la Firme de la Historia ”. Se transmitía dos veces por jornada: a
mediodía y en la noche. Era bastante conocido.
En el mes de septiembre de 1973 dediqué una serie de
programas a la heroica conducta de un comunista checo que -prisionero de los
nazis, maltratado y torturado- se las ingenió para escribir en pequeñas hojas
de papel un libro extraordinario. Es un bello relato que, redactado en medio de
la muerte y los tormentos, es un canto a la vida, a la lucha, a la esperanza y
en la seguridad en la victoria final. Lo conocí y leí con el título de “Reportaje
al pie del patíbulo”.
Al producirse el golpe fascista del 11 de septiembre de
1973, estaban en pleno desarrollo mis programas. Debido al escaso tiempo con
que contaba (por mis actividades como profesor en la sede Temuco de la Universidad de Chile y
como miembro del Comité Regional del Partido Comunista) los grababa en
cantidades. Nunca supe la suerte que corrieron los programas que aún no se
habían transmitido.
El heroico comunista checo prisionero de los nazis se
llama Julius Fusik. Ahora, también en septiembre, escribo sobre él al
cumplirse 77 años de su asesinato.
Sus
inicios
Julius Fucik, periodista y
escritor checo, nació en Praga el 23 de febrero de 1903, en el seno de una
familia obrera. Estudió
filosofía en la
Universidad de Pilsen.
En 1921 ingresó al Partido Comunista y por esa misma fecha
se inició como crítico literario y teatral. Luego fue
redactor de las publicaciones comunistas “Rude Pravo” y “Tvorba”, en las que
insertó reportajes sobre temas sociales y culturales.
A comienzos de los años
treinta realizó varios viajes a la Unión Soviética. Fruto de esos viajes es su obra
documental “En la tierra donde el mañana ya es ayer”.
Cuando el ejército hitleriano ocupó Checoslovaquia
continuó publicando con seudónimo, recuperando las figuras claves de la cultura
progresista checoslovaca.
Sello postal de la RDA con la imagen de Julius
Fucik
En febrero de 1941 pasó a ser miembro del Comité Central
del Partido Comunista en la clandestinidad, encargándose de las publicaciones
ilegales. Fue uno de los héroes que lucharon en la clandestinamente
contra los nazis.
En abril del 1942 Julius Fucik
fue arrestado y torturado por la
Gestapo. En la cárcel de Panktac, escribió “Reportaje al pie
de la horca”.
En el verano del 1943 fue
enviado a Alemania y asesinado en la cárcel Plötzensee de Berlín, el 8 de
septiembre de ese año, cuando cumplía 40 años de edad.
“Reportaje al pie de la
horca”, sacado hoja por hoja de la cárcel, se publicó por primera vez en 1945,
al terminar la Segunda
Guerra Mundial, y más tarde fue traducido a 70 idiomas de
todo el mundo.
Es el testimonio de que ni las
torturas, ni los chantajes de los nazis consiguieron doblegar a Julius Fucik y
a otros héroes del comunismo. Su valentía, su heroísmo, sentir fuertemente que
cumplía su deber, tener ideas claras y fe en la victoria, era la fuerza que
levantó a los pueblos en la lucha contra el fascismo y logró la libertad.
Fucik murió físicamente, pero su espíritu está vivo. Su
valor y su patriotismo nos tienen que servir a los demás, a los pueblos que
luchan por la libertad, por la paz de sus familias, sus seres queridos, su
tierra, por el amor a la vida. Por este libro Fucik fue galardonado en 1950, a título póstumo, con
el Premio Internacional de la
Paz.
Julius Fucik finaliza su libro así:
“Las respuestas coincidían. Honza se negó rotundamente a
declarar. Su vieja herida le ahorró largas torturas. Enseguida perdió el
conocimiento. Antes de que los nazis decidieran interrogarlo de nuevo, fue informado
minuciosamente y obró en consecuencia.
No sacaron nada de él. Lo tuvieron largo tiempo en la
cárcel. Mucho esperaron, pensando que algún nuevo testimonio lo haría hablar.
Se equivocaron. La cárcel no lo cambió en absoluto. Fogoso, alegre, valiente, ofrecía
a los demás las perspectivas de la vida cuando ante sí sólo tenía la
perspectiva de la muerte. De pronto, a final de abril de 1943,
se lo llevaron de Pankrác. No sé a dónde. Aquí una desaparición súbita es siempre de mal agüero.
Uno puede equivocarse, pero no creo que nos volvamos a ver.
Siempre hemos contado con la muerte. Lo sabíamos: caer en
manos de la Gestapo
quiere decir el fin. Y aquí hemos hecho lo que hemos hecho de acuerdo con esa
convicción.
También mi juego se aproxima a su fin. No puedo
describirlo. No lo conozco. Ya no es un juego. Es la vida. Y en
la vida no hay espectadores.
El telón se levanta. Hombres: os he amado. ¡Estad alerta!
Julius Fucik.
9-VI-1943”
Un poema de Pablo Neruda
Pablo Neruda escribió un poema titulado “A Julius Fucik”,
dice:
Por las calles de Praga en invierno, cada día
Pasé junto a los muros de la casa de piedra
En que fue torturado Julius Fucík.
La casa no dice
nada: piedra color de invierno,
Barras de hierro, ventanas sordas.
Pero cada día que
pasé por allí
Miré, toqué los muros, busqué el eco,
La palabra, la voz,
la huella pura
Del héroe.
Y así salió su frente
Una vez, y sus manos otra tarde,
Y luego todo el
hombre
Fue acompañándome
A través de la
Plaza Venceslao ,
como un buen amigo;
Por el viejo mercado
de Havelská,
Por el jardín de Strahov desde donde
Praga se eleva como
una cosa gris.
Pablo Neruda en
Praga