Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Martes
11 de septiembre de 1973. En Temuco, capital de Cautín, la mañana se presentaba
fría, pero con sol. Ya se advertía la cercanía de la primavera. Era un bello
espectáculo matutino.
El
cerro Ñielol, con sus faldeos colmados de árboles y vegetación, parecía un
majestuoso centinela resguardando la ciudad que despertaba. Hacia el poniente
corría el río Cautín. Era un nuevo amanecer de pueblo laborioso y sufrido.
La
vida se deslizaba tranquilamente. Trabajadores y estudiantes repletaban las micros
de la locomoción colectiva. Muchos otros iban a pie a sus labores.
Hoy
se celebraría el Día del Maestro. En los establecimientos escolares tendrían
lugar actos en homenaje a aquellos que han dedicado su existencia a la
difícil pero hermosa misión de educar a
las nuevas generaciones.
Los
martillos habían iniciado su cantar en las construcciones. En
La
gente vivía, trabajaba, comía, educaba,
estudiaba, amaba, rezaba, compraba, discutía, se enojaba y se
reconciliaba, cantaba, prometía, sembraba, producía. Vivía. Simplemente vivía. Pero
su existencia tenía un hermoso motivo: forjar un Chile mejor.
De
pronto todo eso se rompió. Un latigazo eléctrico recorrió
**********
Desde
hace días una fuerte gripe me tiene postrado en cama.
Son
las nueve de la mañana del martes 11 de septiembre de 1973. Hace ya rato que Marcia,
mi compañera, se ha ido al Liceo de Niñas Gabriela Mistral,
donde ejerce de directora. Hoy debe hablar en un acto del Día del Maestro.
Le he pedido
que llame a Guillermo Chandía, director de Radio
Son
las nueve y media de la mañana. Golpean la puerta. Gritan:
-Compañero,
ponga la radio.
-¿La
radio, por qué?, me pregunto sorprendido.
Lo hago.
Marchas militares en vez de los programas habituales.
¡Mierda!
grito y salto de la cama. Pronto con mi hijo Iván, que también estaba agripado,
estamos en la vieja citroneta, que esta vez no hubo necesidad de empujarla. Partió de inmediato.
De
acuerdo con las instrucciones de
Se
reúne el Frente de Trabajadores y Estudiantes Patrióticos para estudiar medidas
para defender
Un
compañero se dirige al local del Partido
para obtener información. Regresa con noticias alarmantes.
La
sede partidaria, ubicada en Bulnes esquina Miraflores ha sido asaltada por
soldados del Regimiento Tucapel, que se dedican a destruir todo. Prenden una
hoguera en la calle donde quemaban libros, banderas, retratos. Audaces camaradas de las Juventudes
Comunistas, ante las mismas narices de la soldadesca, aprovechan el fuego para
quemar documentos comprometedores. Hasta el momento, al parecer, no hay
detenidos.
Ante
la imposibilidad de oponer resistencia alguna en la sede universitaria,
acordamos abandonarla.
Salimos
de
En una de ellas escuchamos parte del dramático
último discurso del Presidente Salvador Allende. Conocemos del bombardeo de
Vamos a buscar a Marcia al Liceo de Niñas. Por las
calles sólo patrullas militares. Los semáforos no funcionaban.
Ya en el
hogar, y habiendo comprobado que la casa
donde debía ocultarme en caso de una emergencia no está disponible, Marcia va donde nuestra amiga Yolanda Solís a pedirle que me permita esconderme en su domicilio.
Ella, una profesora, de la cual nunca
supimos su posición política, acepta de inmediato. Solidaria y leal amiga, está dispuesta a correr el riesgo de proteger a un conocido comunista.
Debo resolver el problema de
Me dirijo a mi escondite. Falta poco para las 15, hora en que comienza a regir el
toque de queda.
Se hace larga la tarde.
Sin comunicación con la familia y los compañeros. Intentando tener noticias
sintonizando radios extranjeras.
Esa, es una noche llena de sobresaltos. Se escuchan el
paso de las patrullas militares , ahí al lado, no más. Gritos. Disparos. Nos parece que en cualquier momento golpearán
la puerta… Es la víspera de mi cumpleaños.