Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El 18 de noviembre de 1095 se
inició el Concilio de Clermont convocado por el Papa Urbano II, concurrieron 300 eclesiásticos y laicos de
FALCIFICANDO LOS HECHOS
Un matutino de Santiago sostuvo en 2001: “Se denominaron cruzadas a las expediciones que emprendieron los cristianos de Europa occidental entre los siglos XI y XIII para rescatar a Jerusalén y el sepulcro de Cristo, caídos en poder de los turcos”. Agregando que “la causa principal de las cruzadas fue la aparición en Oriente de un pueblo musulmán llamado turcos seldyúcidas”.
Afirmó que al apoderarse de
los santos lugares, “ los turcos seldyúcidas o fanáticos persiguieron a los
peregrinos e incluso los torturaron. Por esta razón
MISTIFICACIÓN DE
Esta versión, aceptada comúnmente, falta a la verdad
histórica en lo que se refiere al carácter y causas de esas guerras de
conquista en el Cercano Oriente. Durante
muchos años se interpretó a las cruzadas
como una manifestación de la profunda religiosidad de los pueblos de Europa
occidental en la época medieval, sus deseos de rescatar los “lugares
sagrados”. Otra mistificación de los historiadores burgueses.
LAS VERDADERAS CAUSAS DE LAS CRUZADAS
La causa fundamental estuvo en las modificaciones de las principales clases sociales de Occidente –ocurridas a comienzos del siglo XI- como consecuencia de los cambios económicos operados en Europa.
Empeoramiento de las condiciones de los campesinos, los siervos de la gleba.
Explotados por los feudales,
eclesiásticos y laicos, debían pagar onerosas cargas a los señores y el diezmo
a
Recrudecimiento de las contradicciones en la clase dominante.
La economía campesina estaba en crisis. Los feudales realizaban interminables guerras entre sí. Necesitaban nuevas tierras. En el siglo XI muchos dominios de pequeños y medianos propietarios pasaron a manos de los grandes feudales. Los caballeros empobrecidos se dedicaban al bandolerismo, que arruinó a campesinos y también a los grandes propietarios.
La agudización de las contradicciones en la sociedad feudal creó en el siglo XI una situación de “tiempos tumultuosos”. Se vivía un clima de inseguridad social.
Desarrollo de la burguesía en las ciudades del norte de Italia ( Venecia y Génova), que necesitaba abrir nuevas rutas y mercados.
El papado buscaba
salvar de las sublevaciones campesinas a los feudales, tanto
eclesiásticos como laicos. Una solución podía ser el Oriente. Por ello trazó el plan de una
campaña militar contra los selyúcidas. Estos se habían apoderado de Asia Menor,
Siria y Palestina. En 1071 tomaron Jerusalén, hasta entonces en
manos del Califato egipcio de los Fatimidas. En 1084 se
apoderaron de Antioquía, arrebatando a Bizancio esa estratégica ciudad de la costa oriental del
Mediterráneo.
FALSIFICACIÓN DE LAS CAUSAS
Historiadores reaccionarios inventaron que la causa de las cruzadas fue la conquista por los selyúcidas del Cercano Oriente. El orientalista francés Claude Cahen demostró que los selyúcidas eran ajenos al fanatismo religioso y que los peregrinos de Occidente podían visitar Jerusalén sin sufrir ofensa alguna. Ahí existían dos posadas, mantenidas por los italianos de Amalfi. Fueron los papas los que propagaron los rumores sobre supuestas persecuciones religiosas.
Al ver amenazadas sus fronteras por los selyúcidas, el emperador de Bizancio, Alejo Comneno, solicitó ayuda militar a los reyes y príncipes de Occidente, como también al papa, en el período 1090 – 1091.
Este llamado llegó muy a tiempo. Contribuyó a dar forma
definitiva a la idea de las cruzadas.
EL LLAMADO DEL PAPA URBANO II
Al finalizar el Concilio de Clermont (en Francia) el 27 de noviembre de 1095, Urbano II ante una gigantesca multitud llamó
a la unidad de los feudales de Europa Occidental con el propósito de conquistar los países orientales, bajo el
lema de la “liberación del sepulcro del Señor”. Utilizó sus dotes de orador
para relatar el sufrimiento de Jerusalén
bajo el puño turco y de cómo sus habitantes gemían pidiendo ser liberados.
Afirmó que él, como cabeza de
El obispo de Clermont le pidió que le reconociera como su primer voluntario. El papa tomó una cruz de tela roja y se la dio para que la cosiera en sus vestimentas, como símbolo de su sagrada misión. El resto de las personas corrieron a comprar trozos de tela roja hasta agotar todas las reservas que había en la localidad. Lo mismo ocurrió a lo ancho y largo de Francia. Luego, en el resto de Europa.
En la región de
Flandes, actual Bélgica, apareció un monje llamado Pedro, conocido como Pedro el Ermitaño. Se dedicó a agitar al
pueblo señalando que el deber de todo cristiano era hacer algo para liberar a
Jerusalén. Los campesinos que escucharon sus
palabras formaron un andrajoso ejército a su alrededor. Decidieron emprender la marcha hacia
Los envió al Asia Menor, donde fueron derrotados, asesinados o vendidos como esclavos.
Así terminó la odisea de Pedro el Ermitaño. Corría el año
1096.
Entre 1097 y 1099 tuvo lugar la primera cruzada de los señores. Luego de varias victorias, debido a su superioridad militar, llegaron a Palestina. El 15 de julio de 1097, después de un cruel asalto tomaron Jerusalén. Habían llegado a los santos lugares. Entraron y saquearon la ciudad. Allí quedó demostrada la verdadera faz de los “libertadores del santo sepulcro”. Sus fuerzas habían disminuido considerablemente. Llegaron a Jerusalén no más de 40 mil cruzados. De estos, regresó a Europa la mitad. Sólo quedaron los que se proponían poblar esas regiones. Continuaron las guerras de conquistas. Ayudados por las flotas de Venecia y Génova, se apoderaron de la costa del Mediterráneo oriental. Se repartieron las tierras conquistadas. Y allí, como sostiene Federico Engels, el feudalismo “estuvo lo más próximo a su verdadero sentido en el efímero reino de Jerusalén”. Agrega, los cruzados dejaron en esa ciudad “ la más clásica expresión del régimen feudal”.
La primera cruzada fue una de las dos que llegó a
Jerusalén. Su más importante resultado práctico fue la posesión del
Mediterráneo oriental, que lo que satisfacía los intereses de los feudales
eclesiásticos y laicos, como también de la burguesía del norte de Italia.
SAQUEADORES INESCRUPULOSOS
En el período 1147 – 1149 se realizó la segunda cruzada. Fracasó. En 1187 el sultán Saladino reconquistó Jerusalén. Ante este hecho se organizó en los años 1189 y 1190 la tercera cruzada, que tampoco alcanzó sus objetivos.
La cuarta cruzada ocupa un lugar especial en la historia
de esas guerras de conquista. Se llevó a cabo en los años
En 1261 Bizancio volvió a ser un estado independiente. Pero, tras medio siglo de dominación de los cruzados, jamás pudo recuperar su antiguo poderío.
LAS
CRUZADAS DE NIÑOS (1212)
En Francia se propagó la idea
de que niños “inocentes” podrían
conseguir de Dios la “gracia” que les negara a los adultos “pecadores”. En mayo
de 1212, el pastorcito Étienne, un niño francés de doce años - después de
llegar a la abadía de Saint Denis, en París- se declaró mensajero divino
llamado a conducir a los niños a la guerra para liberar la tierra santa. Era
síquicamente anormal y fue utilizado por
En Alemania, un aventurero, utilizando a su hijo Niclas de diez años, recorrió las regiones del Bajo Rin. El niño, instruido por su padre, aseguraba que había tenido una visión: sería el guía de un ejército de niños, que caminaría por el fondo seco del mar y crearía en Jerusalén el “reino de los cielos”, no a través de una guerra, sino convirtiendo a los musulmanes al cristianismo. Se juntaron en Colonia veinte mil niños. Viajaron a lo largo del Rin y cruzaron los Alpes.
En ese trayecto murieron de
hambre más de trece mil niños. El resto llegó a Génova en agosto de 1212. Continuaron hacia el sur.
Desde Roma regresó una parte. Otra llegó a Brindisi. Ahí, sólo la
intervención de las autoridades locales impidió que fueran embarcados por
comerciantes de esclavos. El papa Inocencio III no dijo
una palabra condenando esa turbia empresa.
COMERCIO EN VEZ DE GUERRA
En los años
La sexta cruzada (1228 – 1229), convocada por el papa
Gregorio IX, fue encabezada por el emperador alemán Federico II, quien en vez
de luchar contra los “infieles”, aprovechándose de las divisiones que había
entre ellos, firmó un convenio por diez años con Melé el Kamil, por medio del
cual a los cruzados se les concedió Jerusalén. Además fueron firmados con
Egipto ventajosos tratados comerciales. Esto enfureció al papa, que acusó a
Federico II de haber traicionado el cristianismo, demostrando que al papado no
le interesaba la liberación del “santo
sepulcro”.
LOS CIEN MIL “PASTORCITOS”
La séptima cruzada (1248 – 1254) fue convocada por
Inocencio IV. Sólo concurrió un limitado número de feudales,
principalmente franceses, encabezados por el rey Luis IX. Se dirigió a Egipto. Fue
derrotado. Envió mensajes a Francia pidiendo ayuda. Los feudales no
respondieron. Los campesinos
reaccionaron llevando a cabo una potente sublevación anti feudal, en que
participaron también pobres de las
ciudades francesas. Se alzaron contra la opresión feudal y contra
En 1270 se realizó la octava y última cruzada. Se dirigió
a Túnez. Fracasó.
CONSECUENCIAS DE LAS CRUZADAS
1.- Numerosos historiadores atribuyen a las cruzadas una exagerada importancia. Señalan erradamente que fueron determinantes en todos los cambios ocurridos en los siglos posteriores y que a ellas se debió el intercambio entre Oriente y Europa. Pero éste se inició con mucha anterioridad a las cruzadas, jugando el rol de intermediarios España arábiga, Sicilia y, principalmente, Bizancio. Ese contacto fue fruto del comercio y no de la guerra.
2.- Las cruzadas tuvieron un costo muy alto para los pueblos de Europa: murieron millones de personas. Las principales víctimas fueron los campesinos.
3.- También fue alto el costo económico. A lo gastado en las expediciones hay que agregar lo apropiado por el papado.
4.-Fueron un fracaso. No se liberaron los santos lugares,
que había sido el pretexto para la guerra.
5.-Para el Oriente musulmán constituyeron una terrible
calamidad: destrucción y muerte.
UNA REFLEXIÓN FINAL
La historia no se repite, pero... A diez siglos del inicio de las cruzadas, hay hechos
que nos recuerdan lo ocurrido en ellas. Entonces fue Urbano II que llamó a la
guerra contra los infieles; hoy, es el Imperialismo que convoca a combatir a los “terroristas”.
Entonces se dio como pretexto
que Jerusalén estaba bajo el puño turco; ahora, se justifican las intervenciones de Estados
Unidos y
En los siglos XI al XIII el real objetivo era conquistar nuevos territorios; en el siglo XXI, el de ahora es apoderarse de los yacimientos de petróleo.
No hay duda alguna que estamos en presencia de unas modernas cruzadas contra los “infieles”.