domingo, 22 de noviembre de 2020

EL ASESINATO DE JOHN KENNEDY

 

 

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 


El  viernes 22 de noviembre de 1963 un  auto Lincoln negro descapotable  avanzaba lentamente por una avenida en Dallas, Texas, Estados Unidos. El vehículo tenía tres filas de asientos. En la primera iban el chofer y un agente el servicio secreto. En la segunda el gobernador del estado y su esposa. En la tercera, el Presidente John Kennedy y  Jackie Kennedy. Una pequeña multitud al costado del camino espejado los saludaba; algunos con   una bandera.

Eran las 12,30 ,horas cuando el Lincoln negro iba pasando por la Plaza Dealey.  De pronto se escuchó un disparo. De inmediato un segundo. Luego un tercero. La cabeza de John Kennedy  se sacudió con violencia.  Jackie, su esposa, se desesperó y subió hacia la zona del baúl. El resto del camino Jackie sostuvo la cabeza de John en su regazo

El auto se detuvo en  el  Parkland, el  principal hospital  de Dallas. Los médicos estuvieron 40 minutos intentando lo imposible. Traqueotomía, maniobras de resucitación, vías en los brazos. Nada se pudo hacer. John Fitzgerald Kennedy había asesinado ese viernes 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, Estados Unidos.

 

LEE HARVEY OSWALD

J.D. Tippit, un oficial de la policía de Dallas fue asesinado. Ochenta minutos de haber ocurrido este crimen la policía detuvo  a Lee Harvey Oswald, a quien se le adjudicó el homicidio. Una fuga y el enfrentamiento con un policía, además del hallazgo del arma homicida y casquillos de bala parecieron  probar los hechos.


                                       Oswald en un punto de prensa


En esas primeras horas empezaron a surgir oscuros datos del pasado de Oswald,  un exmarine estadounidense.  Dos días después, cuando  era trasladado esposado, custodiado por agentes,  en medio de una multitud  de 300 periodistas y curiosos, un hombre se interpuso en su camino y  le asestó un disparo mortal desde centímetros de distancia. ¡Increíble distracción policial!

Jack Rubenstein, con televisación en directo para todo el país había matado al asesino de Kennedy.  Jack  era  gánster de Dallas,  tenía nexos con la mafia, con Oswald y con políticos  de derecha de Estados Unidos.     Fue juzgado y con velocidad condenado a muerte. Pero esa sentencia se revocó y murió unos años después en prisión mientras esperaba un nuevo juicio.

El vicepresidente Lyndon Johnson juró su nuevo cargo de  Presidente en el avión presidencial a horas de los disparos, en presencia de una estoica Jackie.


LA COMISIÓN WARREN

Una semana después el presidente Johnson creó una comisión autónoma para que investigue los hechos y brinde un informe a la nación. La comisión presidencial rápidamente tomó el nombre de su cabeza, el entonces presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, Earl Warren. Los otros miembros eran personalidades notables. Estaba Gerald Ford que luego sería presidente del país, el congresista Hale Boggs, el senador republicano John Sherman Cooper, el ex director de la CIA y famoso espía Allen Dulles, el ex presidente del Banco Mundial John McCloy y el senador demócrata Richard Russell.

La Comisión tomó cientos de testimonios. Personajes de toda índole se sentaron frente a los notables para aportar información, plantar pistas falsas, tejer conspiraciones o sumar incongruencias. Policías, espías, políticos, mafiosos y periodistas testificaron. También analizaron pericias forenses, informes de balística, exigieron nuevas autopsias y miles de documentos secretos.

A fines de septiembre de 1964, a diez meses del asesinato de Kennedy, la Comisión Warren cerró sus actuaciones y entregó sus conclusiones finales al presidente Johnson. Sus integrantes sabían que de ellos se esperaban respuestas. No podían dejar zonas grises, su actuación no resistía especulaciones ni matices.


CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN WARREN:

- Oswald mató a Kennedy. Lo hizo solo, sin ayuda de nadie.

- Fueron tres disparos de los cuales dos impactaron en Kennedy.

- Lo hizo por su estado de alteración mental. No tuvo una motivación política.

- Disparó desde el sexto piso de un depósito que estaba al costado de la avenida.

- En su fuga disparó y mató a un policía

- Jack Ruby mató a Oswald también sin ayuda de nadie. La policía sólo cometió el error de no ser estrictos en alejar a la gente del lugar.

- Ningún miembro del gobierno estuvo involucrado ni participó de una conspiración para asesinar el presidente.

- El FBI, encargado de la custodia presidencial, procedió con métodos anticuados. Esa desactualización en los procedimientos debía ser subsanado en corto plazo.


NO CONVENCIÓ A NADIE:  LA BALA MÁGICA

El Informe Warren con sus certezas provocó el efecto contrario al buscado. Esa cadena de coincidencias fatales, de solitarios personajes delictivos que se unen por mero capricho del destino, que contaban con espíritu quijotesco y actuaban solos sin conexión con nadie y sin mayor motivación que su alteración mental, no convenció a nadie.

El punto que mayor resistencia provocó fue el de la explicación de la trayectoria de una de las balas. Desde ese momento pasó a ser conocida como La Bala Mágica, mote que se ganó por la trayectoria inverosímil que la Comisión Warren le atribuyó.

De los tres disparos de Oswald, el primero fue fallido. El segundo sería el de la Bala Mágica. Y el tercero el que impactó en la cabeza de Kennedy.

El derrotero de ese proyectil fue, según la Comisión, extenso y variado. Primero atravesó el cuello del presidente, luego siguió hacia el pecho del gobernador Connally que estaba sentado en el asiento de adelante, de ahí salió y pasó por su muñeca para terminar alojada en su muslo. Todo ese recorrido y por todas esas estaciones pasó la bala. Atravesó 15 capas de ropa y entró y salió tres veces de dos cuerpos diferentes.


LAS TEORÍAS CONSPIRATIVAS

La lógica atenta contra la verosimilitud de esta conclusión del Informe Warren. A partir de allí las teorías conspirativas se esparcieron con una velocidad inusitada. Ante esas certezas declamadas por la Comisión pero de escaso sustento probatorio y lógico, cualquiera se sintió habilitado para plantear su propia hipótesis. Las lagunas e inconsistencias de la investigación oficial, la falta de pruebas, el rápido asesinato de Oswald, el pasado sinuoso de Ruby y su silencio infranqueable, las falencias de la CIA y el FBI, lo permitieron y abonaron las sospechas.

La mafia, los soviéticos, los comunistas, Johnson, los cubanos, un conglomerado militar empresario. Los sospechosos se multiplicaron. Cada analista, cada persona de a pie se sintió habilitada para construir su propia teoría y encontrar su propio culpable. Casi nadie creyó que la Comisión Warren había podido determinar la verdad de los hechos.


LO MÁS CERCANO A LA VERDAD

El fiscal Jim Garrison investigó varias de estas posibilidades. Sus teorías, muchas veces plausibles, adolecían de falta de pruebas contundentes. Oliver Stone lo inmortalizó en  JFK, interpretado por Kevin Costner.

En 1967, el  fiscal de distrito de Nueva Orleans, Jim Garrison, arrestó al empresario local  Clay Shaw. Lo acusó de ser parte de una conspiración para matar a Kennedy.

Garrison comienza un análisis exhaustivo del crimen, empezando por el supuesto homicida L.H. Oswald. Encuentra una extraña relación entre Oswald y dos misteriosos individuos, David Ferrie, piloto comercial y Clay Shaw, un hombre de negocios de Nueva Orleans. Los tres sospechosos asistían con regularidad a reuniones destinadas a una operación que fraguaba una futura invasión a Cuba y la formación de un plan para llevar a cabo el asesinato del presidente Kennedy. Tras un juicio largo y controvertido, Shaw fue absuelto por el jurado después de menos de una hora de deliberación. ¡Qué extraño!

Las investigaciones de Garrison atrajeron a muchos investigadores del país quienes proveyeron a Garrison de informaciones y teorías. A estos investigadores se les concedió acceso a presupuestos del fiscal de distrito. El ejemplo más notable de esto es el logro de Garrison respecto a la grabación Zapruder, que permitió que los miembros del jurado vieran por primera vez la cinta. Se realizaron copias que rápidamente circularon entre la gente y la cinta fue mostrada finalmente en televisión por primera vez en 1975.


EN 1976 SE CREÓ UNA NUEVA COMISIÓN

Fue el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos. Tuvo   a su cargo dilucidar las muertes violentas de John Fitzgerald Kennedy y Martin Luther King. Trabajó durante casi tres años. En 1979 presentó un informe que contradecía y condenaba a la Comisión Warren. Sostenía que el asesinato fue, probablemente, fruto de una conspiración. Que las agencias del gobierno y la Comisión ejecutaron su misión con notables falencias. Y abona la teoría de un segundo tirador desde otro ángulo.

Sin embargo, el informe del Comité no fue terminante. No logró probar sus hipótesis ni culpar o exculpar a nadie. Es más, taxativamente sostuvo que no se puede probar la participación en la conspiración de los soviéticos, cubanos, mafiosos o miembros del gobierno.

El asesinato de Kennedy, el magnicidio más impactante del Siglo XX será siempre territorio de especulaciones, conspiraciones, teorías alocadas y sospechas. Ello, porque la clase gobernante de Estados Unidos jamás entregará la verdad de lo ocurrido. Es fácil entender la razón de ello.


FUENTES: 

Matías Bauso: “El asesinato de John Kennedy, la sospechosa  ‘bala mágica’ y las más oscuras teorías conspirativas”, 27 de septiembre de 2019. 

Wikipedia: “Asesinato de John F. Kennedy” 

Wikipedia. “Teorías sobre el asesinato de John Kennedy”