Dos jóvenes fueron quemados
vivos:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El 11 de mayo de 1983 se
inició en Chile una nueva etapa de la lucha contra la dictadura fascista.
Estuvo caracterizada por grandes
jornadas nacionales de protesta.
La más potente, masiva y
combativa tuvo lugar los días 2 y 3 de julio de 1986. Fue preparada con
bastante tiempo. El Comando Nacional de Trabajadores se constituyó en uno de los principales impulsores.
También participó el Comité Político Privado.
En Santiago participó el 75%
de las bases del Comando Nacional de Trabajadores; en provincias, el 70%. El paro nacional tuvo sus puntos más firmes en
el carbón, las industrias metalmecánicas, en los puertos de Valparaíso y
Talcahuano; en Huachipato. Fue casi total la paralización del transporte
colectivo de pasajeros y del de carga. Hubo gran participación de
profesionales. En los hospitales la adhesión alcanzó al 90%. El
comercio cerró sus puertas. No funcionaron escuelas y universidades. Los
estudiantes participaron activamente en las acciones.
En ambos días se escuchó un
impresionante concierto de cacerolas. Un
despacho de la agencia EFE señalaba: “Esta vez el caceroleo llegó hasta el centro
de Santiago, junto a la Plaza
de Armas”.
La
dictadura reaccionó violentamente. Desató, una vez más el terrorismo de Estado,
la más salvaje represión.
QUEMADOS VIVOS
Carmen Gloria Quintana Rodrigo Rojas Denegri
En la Población Los
Nogales, en la comuna de Estación Central de Santiago, un pequeño grupo de
personas estaba preparando una
barricada durante la mañana del día 2 de
julio de 1986. A
las 8 de la mañana, fueron interceptados en Avenida General Velásquez con calle
Hernán Yungue por una patrulla militar comandada por el teniente Pedro
Fernández Dittus, la cual estaba compuesta por 3 civiles, 5 suboficiales y 17
soldados. La mayoría de los jóvenes lograron escapar menos Rodrigo
Rojas Denegri de 19 años, y Carmen Gloria Quintana, de 18.
Los militares rociaron a los
dos jóvenes con gasolina, y les prendieron fuego. Estando ambos en llamas e
inconscientes, miembros de la patrulla los envolvieron en mantas, los cargaron
en un vehículo militar y los condujeron a un camino aislado en las afueras de
Santiago, a más de 20 kilómetros de distancia, en Quilicura. Allí, en una zanja
de regadío los arrojaron y los dejaron para que murieran. Algunos trabajadores
agrícolas los encontraron y fueron llevados a la Posta Central para
su atención.
Rodrigo Rojas De Negri murió
cuatro días más tarde debido a la gravedad de sus heridas. Pese a las
quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió Carmen Gloria Quintana en un
62% de su cuerpo, con muchos dientes rotos (estuvo entre la vida y muerte
durante semanas), finalmente sobrevivió. Quintana se sometió a un largo
tratamiento médico en Chile y Canadá, pero todavía tiene cicatrices que la
desfiguran a consecuencia de sus quemaduras.
EL
CINISMO DE PINOCHET
Cuando se conoció el ataque,
Augusto Pinochet dejó entrever que Rodrigo Rojas De Negri podría haber llevado
"algo oculto" que se reventó y provocó las quemaduras. "No
quiero pensar mal, pero me da la impresión de que a lo mejor llevaba algo
oculto y se reventó", indicó en ese momento el dictador.
El ex
conscripto Guzmán desmintió esta versión y aclaró que "fue un invento del
Ejército". Éste ya había declarado en 2014 que la teoría de las 'bombas
BIC' que supuestamente portaba el joven fotógrafo fue parte de un montaje.
"Quiero señalar que lo de la bomba BIC es totalmente mentira, ya que nunca
fue incautada a Rodrigo Rojas, ya que nunca la portó entre sus ropas, sino que
fue un invento del Ejército para poder justificar dicho actuar", consigna
el documento judicial.
LO
QUE LA “JUSTICIA” DICTAMINÓ ENTONCES
Si bien la
prensa oficialista y las presiones de la dictadura intentaron negar
primero los hechos y luego pretendieron
mantener la vigencia de la falsa versión militar, los reclamos desde gobiernos
y organismos de derechos humanos terminó por
judicializar el asunto. Pinochet se vio obligado a designar al juez
Alberto Echavarría Lorca para investigar los hechos. Éste dictaminó el 23 de
julio de 1986:
a) que Rodrigo Rojas De Negri y Carmen
Quintana Arancibia fueron detenidos el día 2 de este mes por una patrulla
militar que aseguraba el libre tránsito de vehículos, reteniéndoseles
transitoriamente en el lugar de su aprehensión, uno al lado de la otra y
próximos a elementos de fácil combustión, combustión que se produjo debido a un
movimiento de la joven y la caída y rotura del envase de uno de esos elementos,
causando quemaduras graves a los dos y originando posteriormente la muerte del
primero;
b) que no se dispuso lo
conveniente para la inmediata atención médica de los afectados, sino que se les
dejó en libertad después de transcurridos unos momentos en un lugar y en
condiciones no propicias para obtener esa atención.
PARA
LA JUSTICIA MILITAR :
SÓLO “NEGLIGENTE”
Por esta
razón, la resolución del juez fue dejar en libertad a los militares implicados.
Según el informe de Amnistía Internacional de ese año, los testigos y los
abogados de las víctimas recibieron amenazas de muerte (tres testigos debieron
abandonar el país).
Ante las
críticas y presiones, un tribunal militar el 3 de enero de 1991 encontró al
oficial Fernández Dittus “culpable de negligencia”, por negarle asistencia
médica a Rojas, pero le exoneró de cualquier responsabilidad en la incineración
de Carmen Gloria Quintana.
Sólo en 1993, la Corte Suprema
condenó a Fernández Dittus a 600 días de prisión por su responsabilidad en la
muerte por quemaduras de Rodrigo Rojas
De Negri y las quemaduras serias recibidas por
Carmen Gloria Quintana. En octubre de 2000 un tribunal ordenó que el
Estado chileno le pagara 251.7 millones de pesos a Quintana (sobre U$ 500,000)
en compensación.
En julio
de 2015 el ministro Mario Carroza dictó siete órdenes de detención en contra de
funcionarios militares involucrados en el caso. La aparición de Fernando
Guzmán, como un testigo clave, quien fue uno de los conscriptos de la patrulla
militar, brindó los antecedentes claves para avanzar en la resolución del
caso. 5Dicho conscripto reconoció que,
en ese momento, fue presionado a dar una declaración falsa a la justicia
militar.
Los abogados
representantes del programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior
señalaron este mediodía que con la declaración del ex conscripto Fernando
Guzmán se confirma la existencia de "pactos de silencio" al interior
del Ejército. La declaración de Guzmán dio pie a que ayer el ministro Mario
Carroza ordenara la detención de siete ex oficiales y suboficiales del Ejército
por la muerte del fotógrafo Rodrigo Rojas de Negri y las heridas graves de
Carmen Gloria Quintana tras ser quemados en 1986.
Fernando
Guzmán, otro que rompe el pacto de silencio
"Hoy
podemos señalar que existen estos pactos y nosotros como organismo encargado de
velar por la justicia transicional, llamamos a todos a quienes suscribieron
estos pactos de silencio a que entreguen la información con el objeto de llegar
a la verdad y justicia que tanto anhelamos", dijo en conferencia de prensa
Francisco Ugás, secretario ejecutivo del programa de Derechos Humanos”.
PACTO DE
SILENCIO TAMBIÉN ENTRE CIVILES
Mintieron y mienten las Fuerzas
Armadas. Pinochet y los altos mandos tomaron todas las medidas para ocultar la
verdad. Tergiversaron los hechos durante 29 años.
Pero ¿acaso no sabían lo que
pasó con estos y otros crímenes los miembros de la UDI y Renovación Nacional que
colaboraron estrechamente con la dictadura?
Es el caso de Francisco Javier
Cuadra que fue Secretario General de Gobierno entre los años 1984 y 1987,
precisamente en el período en que quemados vivos Rodrigo y Carmen Gloria; del
senador UDI Juan Antonio Coloma, miembro del Consejo de Estado de la dictadura
entre 1977 y 1989; de Onofre Jarpa dos
veces ministro del Interior de Pinochet;
el UDI Sergio Fernández, Ministro del Interior y del Trabajo de
Pinochet; de Andrés Chadwick, Joaquín Lavín. Y muchos otros…