Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio
Recabarren, CEILER
En 1950 se lleva a cabo una
de las proezas del trabajo clandestino de los comunistas chilenos: la publicación bajo las condiciones de
ilegalidad del “Canto General” de Pablo Neruda.
El principal papel en
esa audaz y riesgosa acción lo juega el dirigente Américo Zorrilla.
“DON AMÉRICO”
“Don Américo”, como le llaman sus camaradas,
nace en Santiago el 22 de febrero de 1910.
Su padre es un pequeño industrial gráfico; su madre, de origen
campesino. En 1924, a la edad de 14 años,
comienza a trabajar como tipógrafo.
Primero en la imprenta de su padre, luego en otras. En 1927 se hace linotipista. En junio de 1932 ingresa al Partido
Comunista, aunque desde antes realiza labores con sus militantes. En 1938 es designado jefe de taller de obras
en la imprenta Antares del Partido. En
1940 ocupa el cargo de administrador de El Siglo; en 1941, es promovido a
gerente del diario. En 1949 es detenido
y flagelado. Otro tanto le ocurre en
1950, cuando es relegado a Chiloé. De
regreso, la Dirección
del PC le entrega la tarea de participar en la edición del “Canto General”.
UNA REUNIÓN CLANDESTINA
Con
su característica modestia, Américo Zorrilla relata en 1981:
“Tuve conocimiento
concreto de esas empresas del Partido en una reunión a la que se me citó y en
la cual participamos tres personas: José
Venturelli, un compañero al que llamaré Pérez (se encuentra en Chile) y
yo. Aquella primera reunión tuvo por
objeto plantear la tarea por encargo de la dirección del Partido. Este grupo permaneció en funciones hasta que
el libro salió a la circulación. A mí me
tocó – agrega – ocuparme de organizar la elaboración técnica, todo lo que se
llama impresión del libro. El compañero
Pérez representaba, podríamos decir, el papel del editor y tuvo, entre otras,
la tarea, muy importante de organizar la venta clandestina del libro. José Venturelli, además de ilustrarlo con sus
dibujos, dio la orientación artística en cuanto a diagramación y formato”.
LA
IMPRESIÓN DEL CANTO GENERAL
Más adelante narra don
Américo que, para llevar a cabo la impresión del libro, tarea de su responsabilidad
directa, “se organizó otro equipo que funcionaba absolutamente independiente del
grupo inicial, en otro plano”.
Esta es una tarea
totalmente nueva para el Partido. Antes
se publican periódicos, folletos, pero un libro es otra cosa y además en las condiciones
de la más estricta clandestinidad. Se
trata ahora de 5 mil ejemplares de un impreso de 468 páginas y de formato
grande: 27 por 19 centímetros. “Basta decir – afirma Don Américo – que en él
se usaron alrededor de cuatro toneladas de papel”.
DON LUCHO, CORRECTOR DE PRUEBAS
Luis Corvalán aporta
importantes antecedentes al respecto. Escribe en “De lo vivido y lo peleado” lo
siguiente:
“Américo Zorrilla montó un excelente aparato para
mover de una parte a otra el personal especializado y material necesario. Los pliegos se doblaban en casa de un cura que
tenía una pequeña parcela en Conchalí.
Una vez terminado el libro, la edición se distribuyó en diferentes casas
y se organizó la venta. La mayor parte
se guardó en un fundo de la cordillera de Santiago, que consiguió Víctor
Bianchi. Este trabajaba en la Sección de Bienes Nacionales
del Ministerio de Tierras y había participado eficazmente en la salida
clandestina de Neruda hacia territorio argentino, por el sur de Chile. Yo conocía a Bianchi, porque en un tiempo
colaboró en ‘El Siglo’ con caricaturas.
Fui encargado de hablar con él precisamente para guardar el Canto
General. También me correspondió ser
corrector de pruebas del libro. Junto
con Rodolfo Donoso. Parte de este
trabajo lo hicimos en un departamento que Olga Urtubia ocupaba en la calle Victoria
Subercaseaux, frente al Santa Lucía y al lado de una Comisaría de
Carabineros. Viajé, además, hasta Puerto
Montt, organizando la venta del libro”.
ELUDIENDO
LA POLICÍA
Precisamente, el éxito
de venta de la obra de Neruda reside en el trabajo previo de colocación por
suscripción del libro “que iba a llegar desde México”.
Don Américo entrega detalles
sobre las medidas adoptadas para eludir la policía. Explica:
“Los aparatos represivos estudian atentamente la propaganda clandestina
impresa y a través de la tipografía utilizada, pueden localizar a menudo el
lugar donde se hizo”.
En esta ocasión, para
evitarlo se usa una colección de matrices de linotipia que el Partido tiene
arrumbada, sin usar por quince o más años.
Se la puede usar, para componer el trabajo, sin mayor riesgo. “La composición mecánica – continúa Américo
Zorrilla – la hizo un solo linotipista...
La compaginación la hizo un hombre.
La impresión estuvo a cargo de Manuel Recabarren”.
El obrero comunista
mencionado por Zorrilla es detenido por agentes de la dictadura fascista el 30
de abril de 1976 y forma parte de la lista de detenidos – desaparecidos.
EN DISTINTOS LUGARES
Para eludir la acción
represiva del gobierno de González Videla, cada etapa de la confección del
libro se cumple en un lugar diferente. Pero
en varias ocasiones se está muy cerca de ser descubierta la operación “Canto
General”.
El escritor y periodista
José Miguel Varas, en una entrevista efectuada al compañero Zorrilla, titulada
“La Piedra del
Medio” escribe:
Don Américo cuenta que en una oportunidad la
imprenta donde se imprime la obra es allanada.
“Buscaban propaganda clandestina.
Mientras los agentes revisaban por todos los rincones, el oficial a
cargo de la pesquisa observaba atentamente, afirmado en los pliegos recién
impresos del ‘Canto General’, hojas de 55 por 77 centímetros que deben haber
formado un bloque de una altura de 1.40 metros más o menos. Los compañeros habían tenido la preocupación
de colocar encima varios pliegos de una revista hípica y el policía no tuvo la
idea de mirar más abajo”
“EDITADO EN MÉXICO”
Otro compañero, que
también participa en esa empresa, recuerda:
“El ‘Canto General’ de
Pablo Neruda era un libro voluminoso, inmenso, con hojas muy gruesas, hecho de
muy buena calidad. El libro se vendió
legal, pero la impresión en Chile fue ilegal.
Tenía un pie de imprenta que decía ‘Imprenta Juárez, México, DF’. Entonces aparecía como traído de fuera. Y se vendía en las librerías...
“Los compañeros
imprimían hojas de noche, pliegos, los sacaban y los llevaban a otras partes
para irlos compaginando. Entonces, una
serie de gente ayudaba a compaginar. Y
yo también estuve compaginando el libro.
El trabajo se hacía en diferentes casas.
Después se aparentó que el libro había sido internado al país, con ese
pie de imprenta de la tipografía mexicana.
Se vendió mucho ese libro”
INTRODUCCIÓN DE
GALO GONZÁLEZ
La primera edición del
‘Canto General’ tiene una introducción escrita por el entonces secretario
general del Partido Comunista, Galo González Díaz, que lleva por título “Un
llamado fervoroso al combate”. Allí se
dice:
“Gran parte de esta obra
fue escrita en secretos lugares, teniendo muchas veces como escritorio una
tabla o un tronco de árbol, mientras el poeta era buscado, con su cabeza puesta
a precio. Tiene el sello de Chile furiosamente
perseguido por decir la verdad, por querer seguir siendo Chile y no factoría
yanqui ni mercado de esclavos. Y es, por
tanto, un monumento a los combates heroicos de los chilenos.
“Se hace, entonces, un
deber difundir este libro para que lo lean todos nuestros compañeros y
conciudadanos, pues es una contribución a las glorias de Chile y a la
emancipación de América Latina del yugo imperialista yanqui. Y un llamado fervoroso a seguir día tras día
el combate hasta nuestra definitiva victoria”.