domingo, 18 de agosto de 2019

Nicolás Maduro o la tercera guerra mundial








Mientras persista y domine una clara conciencia nacional respecto de que el petróleo es nuestro, será muy difícil para los EEUU y las potencias segundonas detonar el tercer gran conflicto.

Arévalo Méndez

Embajador República Bolivariana de Venezuela

Fuente: www.elsiglo.cl

08/08/2019. 



El título pareciera deslizarse o tomarse entre jactancioso y escandaloso; mas si nos atenemos a la actual realidad mundial en estado catatónico complejo, peligroso y desafiante, veremos que algo o mucho de acertado hay en la propuesta titular.

Comencemos: El poder hegemónico imperial aplicado a la humanidad por la cofradía de estados y corporaciones mercantilistas a la que se adosan las corporaciones mediáticas ha fijado como objetivo supremo permanente, y a perpetuidad, la imposición del modelo capitalista neoliberal. EEUU es cabeza dominante a la que se le subordinan una serie de potencias segundonas.

La propuesta imperial se subsume en pocos pero potencialmente objetivos muy remunerativos e igualmente irrenunciables. El dominio del comercio mundial, la energía y las finanzas por las potencias occidentales. Para ello requieren insoslayablemente de la inexistencia de la multipolaridad. Ello implica destruir o impedir la aparición de factores contrapuestos a la visión capitalista depredadora dominante.

Para tales efectos, a occidente le es obligante detener y destruir los descomunales proyectos que comienzan a dibujarse mediante la alianza de influyentes y poderosos estados, explícitamente, Rusia y China. Dos importantísimos factores/objetivos de los países hegemónicos consisten detener el despliegue de esas dos nuevas e inesperadas potencias en los predios considerados como santuarios de dominio exclusivo.

La ruta de la seda; el petroyuan; la alianza Rusia-China para surtir descomunales cantidades de gas a la potencia asiática; la presencia activa de ambos países en África y LAC; el resurgimiento de Rusia como potencia militar; la emergencia de China como gran potencia económica; la poderosa respuesta de China a los EEUU en materia comercial y un conjunto de iniciativas de todo orden fuera de las fronteras y del dominio occidental comienzan a equilibrar el estado de situación geopolítico y trasluce en cierto sentido el declive del concepto monopolar.

Para destruir las bases de la multipolaridad, occidente se ha propuesto detener a Rusia, China, Irán y Corea. A la luz de las realidades y del convulso clima prebélico global, la única opción disponible es el detonamiento de un tercer gran conflicto mundial. Para ello necesitan descomunales cantidades de petróleo, que hoy, a diferencia de la segunda guerra mundial, no están disponibles.

Los EEUU necesitan asegurar su provisión interna y los yacimientos del Golfo de México no alcanzan. 50 mil millones de barriles en yacimientos en las costas usamericanas y mexicanas es una cantidad nimia ante una necesidad bélica de mas de 300 mil millones. Para tal confrontación, Europa necesitaría una reserva superior a los 200 mil millones en yacimientos y sabemos que el Mar del Norte alcanzó un zenit de producción en la década de los años noventa y a partir de entonces el declive es sostenido.

También las torpezas geopolíticas de occidente han retrotraído su influencia sobre los ricos yacimientos en Medio Oriente. La destrucción de los estados en Irak y Libia se ha convertido en un bumerang que golpea los intereses de las potencias. Misiles rusos, chinos y coreanos barrerían las refinerías en Europa y medio oriente en un tris.

Vistas así las cosas, el único gran yacimiento del planeta situado fuera de la convulsa zona meso oriental del cual pudieran surtirse se encuentra en Venezuela. Más rige en el país bolivariano un proyecto de independencia y soberanía no disponible para energizar las carnicerías fomentadas históricamente por la alianza usa/europa.

Para acceder con dominio pleno sobre los yacimientos venezolanos, las potencias occidentales requieren deponer al Presidente Maduro y arrasar con el proyecto político de Hugo Chávez haciendo imposible el retorno de la opción socialista al poder y en consecuencia, la imposibilidad de ejercicio soberano sobre los yacimientos.

Es de Perogrullo afirmar que el acuerdo de entrega del petróleo venezolano a EEUU y Europa ha sido acordado con los factores de ultraderecha nacional. Solo la torpeza de los líderes neoconservadores y la tozuda y digna respuesta de Nicolás Maduro y de las clases populares ha impedido tal atropello. Y mientras persista y domine una clara conciencia nacional respecto de que el petróleo es nuestro, será muy difícil para los EEUU y las potencias segundonas detonar el tercer gran conflicto.