Mientras persista y
domine una clara conciencia nacional respecto de que el petróleo es nuestro,
será muy difícil para los EEUU y las potencias segundonas detonar el tercer
gran conflicto.
Arévalo Méndez
Embajador República
Bolivariana de Venezuela
Fuente: www.elsiglo.cl
08/08/2019.
El título pareciera deslizarse o tomarse entre
jactancioso y escandaloso; mas si nos atenemos a la actual realidad mundial en
estado catatónico complejo, peligroso y desafiante, veremos que algo o mucho de
acertado hay en la propuesta titular.
Comencemos: El poder hegemónico imperial aplicado a la
humanidad por la cofradía de estados y corporaciones mercantilistas a la que se
adosan las corporaciones mediáticas ha fijado como objetivo supremo permanente,
y a perpetuidad, la imposición del modelo capitalista neoliberal. EEUU es
cabeza dominante a la que se le subordinan una serie de potencias segundonas.
La propuesta imperial se subsume en pocos pero
potencialmente objetivos muy remunerativos e igualmente irrenunciables. El
dominio del comercio mundial, la energía y las finanzas por las potencias
occidentales. Para ello requieren insoslayablemente de la inexistencia de la
multipolaridad. Ello implica destruir o impedir la aparición de factores
contrapuestos a la visión capitalista depredadora dominante.
Para tales efectos, a occidente le es obligante detener y
destruir los descomunales proyectos que comienzan a dibujarse mediante la
alianza de influyentes y poderosos estados, explícitamente, Rusia y China. Dos
importantísimos factores/objetivos de los países hegemónicos consisten detener
el despliegue de esas dos nuevas e inesperadas potencias en los predios
considerados como santuarios de dominio exclusivo.
La ruta de la seda; el petroyuan; la alianza Rusia-China
para surtir descomunales cantidades de gas a la potencia asiática; la presencia
activa de ambos países en África y LAC; el resurgimiento de Rusia como potencia
militar; la emergencia de China como gran potencia económica; la poderosa
respuesta de China a los EEUU en materia comercial y un conjunto de iniciativas
de todo orden fuera de las fronteras y del dominio occidental comienzan a
equilibrar el estado de situación geopolítico y trasluce en cierto sentido el
declive del concepto monopolar.
Para destruir las bases de la multipolaridad, occidente se
ha propuesto detener a Rusia, China, Irán y Corea. A la luz de las realidades y
del convulso clima prebélico global, la única opción disponible es el
detonamiento de un tercer gran conflicto mundial. Para ello necesitan
descomunales cantidades de petróleo, que hoy, a diferencia de la segunda guerra
mundial, no están disponibles.
Los EEUU necesitan asegurar su provisión interna y los
yacimientos del Golfo de México no alcanzan. 50 mil millones de barriles en
yacimientos en las costas usamericanas y mexicanas es una cantidad nimia ante
una necesidad bélica de mas de 300 mil millones. Para tal confrontación, Europa
necesitaría una reserva superior a los 200 mil millones en yacimientos y
sabemos que el Mar del Norte alcanzó un zenit de producción en la década de los
años noventa y a partir de entonces el declive es sostenido.
También las torpezas geopolíticas de occidente han
retrotraído su influencia sobre los ricos yacimientos en Medio Oriente. La
destrucción de los estados en Irak y Libia se ha convertido en un bumerang que
golpea los intereses de las potencias. Misiles rusos, chinos y coreanos
barrerían las refinerías en Europa y medio oriente en un tris.
Vistas así las cosas, el único gran yacimiento del planeta
situado fuera de la convulsa zona meso oriental del cual pudieran surtirse se
encuentra en Venezuela. Más rige en el país bolivariano un proyecto de
independencia y soberanía no disponible para energizar las carnicerías
fomentadas históricamente por la alianza usa/europa.
Para acceder con dominio pleno sobre los yacimientos
venezolanos, las potencias occidentales requieren deponer al Presidente Maduro
y arrasar con el proyecto político de Hugo Chávez haciendo imposible el retorno
de la opción socialista al poder y en consecuencia, la imposibilidad de
ejercicio soberano sobre los yacimientos.
Es de Perogrullo afirmar que el acuerdo de entrega del
petróleo venezolano a EEUU y Europa ha sido acordado con los factores de
ultraderecha nacional. Solo la torpeza de los líderes neoconservadores y la
tozuda y digna respuesta de Nicolás Maduro y de las clases populares ha
impedido tal atropello. Y mientras persista y domine una clara conciencia
nacional respecto de que el petróleo es nuestro, será muy difícil para los EEUU
y las potencias segundonas detonar el tercer gran conflicto.