A 106 años de su fallecimiento:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
En una ocasión, tras haber tenido una brillante
intervención en el hemiciclo, fue sorpresivamente aplaudido por los sectores
más reaccionarios de la cámara. Augusto Bebel, ante la imprevista aprobación
por parte de sus enemigos políticos se quedó meditabundo y, rascándose la
cabeza, se preguntó:
"¿Ah, viejo Bebel! ¡Qué tontería habrás dicho para
que esta gentuza te aplauda!"
El 13 de agosto de 1913, desapareció físicamente uno de
los fundadores de la socialdemocracia alemana, Augusto Bebel. Había nacido en
la ciudad alemana de Deutz, el 22 de febrero de 1840. Hijo de un militar
prusiano, su familia era modesta. Muy chico
quedó huérfano. Trabajaba a
domicilio después de la escuela.
Convertido en aprendiz de tornero, inició una gira de aprendizaje entre
los gremios que le hizo descubrir y
recorrer a pie una parte de Alemania y de Austria. En 1860, llegaba a Leipzig,
en Sajonia, región muy industrializada, donde tuvo encuentros determinantes:
con Wilhelm Liebknecht, el hombre que le ganó para el marxismo y con el que ya
nunca más dejaría de militar, y con Julie, una obrera con la que compartió su
vida y muchas luchas, ya que ella era
militante socialista.
FUNDADOR DEL PARTIDO OBRERO
SOCIALDEMÓCRATA
En 1867, Bebel llegó a ser presidente de la Unión de
asociaciones obreras alemanas, que contaba varios miles de miembros. Propuso un
programa que se reclamaba explícitamente del internacionalismo, de la clase obrera,
en una palabra del marxismo, y la Unión de asociaciones lo adoptó. Cuando dos
años más tarde, en 1869, con Wilhelm Liebknecht y otros, crearon el Partido
Obrero Socialdemócrata (SDAP), la gran mayoría de los afiliados de la Unión le
siguieron al nuevo partido.
SOLIDARIZANDO CON LA COMUNA DE PARÍS
En 1870, durante la guerra con Francia, Bebel y Liebkencht
resistieron la presión nacionalista y rechazaron conceder los créditos de
guerra a su gobierno; denunciaron la anexión de Alsacia-Moselle “porque no se
puede disponer así de los pueblos”, luego mostraron públicamente su total solidaridad con la Comuna de
París. Era demasiado para el poder, y las calumnias, las amenazas físicas, los
procesos comenzaron a llover sobre los socialdemócratas. Los dirigentes
transformaron sus procesos en procesos contra el capitalismo y en alegatos
rotundos a favor del socialismo y del internacionalismo. Bebel pasó en total
cinco años de su vida entre barrotes. Lejos de quejarse, explicaba con humor
que había tenido por fin la ocasión de leer a los clásicos y de estudiar
verdaderamente la economía política y la historia.
“NADANDO CONTRA CORRIENTE”
Wilhelm Liebknecht escribiría mucho más tarde, recordando
la guerra de 1870: “Nunca es fácil nadar contracorriente, y cuando la corriente
se precipita con la velocidad y la masa impetuosa de las cataratas del Niágara,
entonces todavía es menos un plato de gusto. (…) pero ¿qué había que hacer? Lo
que debía ser, debía ser. Esto significaba: apretar los dientes y, que pase lo
que pase, que suceda lo que tenga que suceder. No era el momento de tener
miedo. Ahora bien, Bebel y yo... no nos preocupábamos ni por un instante de los consejos que nos daban.
Nosotros no podíamos batirnos en retirada, debíamos permanecer en nuestro
puesto, pasase lo que pasase.” Rosa Luxemburgo comentaba así su actitud: “Ellos
permanecieron en su puesto, y la socialdemocracia alemana se nutrió durante
cuarenta años de la fuerza moral de la que hicieron prueba entonces contra un
mundo de enemigos.”
DIPUTADO
Bebel fue elegido diputado al Reichstag en 1871, y a
excepción del tiempo en el que estuvo
encarcelado, fue diputado prácticamente sin interrupción hasta el fin de su
vida. Y eso, a pesar de que se trataba de un escrutinio mayoritario y que a
menudo, ¡todos los partidos se coaligaban para intentar impedir la victoria de
uno de esos peligrosos “rojos”! El
utilizaba el parlamento como una tribuna, desde la que se dirigía, más allá de
las cabezas de los diputados enfurecidos de rabia, al conjunto de las clases
trabajadoras. Sus discursos, reproducidos en la prensa, eran esperados y
comentados con interés, leídos con orgullo por los simpatizantes. Incluso un
adversario, el ministro Puttkamer, reconocía:” Bebel es conocido por ser el más
capaz, el más elocuente, pero también el más peligroso de todos los
socialdemócratas y agitadores.”
PROHIBIDO EL PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA
En 1878, Bismarck prohibió el Partido Socialdemócrata y
todas sus estructuras. Miles de domicilios fueron registrados, afiliados
expulsados de su región, otros encarcelados o
incluidos en las listas negras de la patronal. Durante las campañas
electorales, los candidatos del partido eran embarcados por la policía,
arrestados durante unos días para impedirles hacer campaña. Estas medidas, que
habrían podido significar el fin del partido, hicieron nacer en la población un
sentimiento de solidaridad hacia los socialistas y llevaron a un aumento de la
movilización de los militantes. La socialdemocracia pronto pareció invencible.
Durante años y hasta la víspera de 1914, crecía sin parar: el número de
afiliados, de periódicos, de diputados, de concejales aumentaba sin cesar.
En frente, la reacción no cejaba, de manera que una
confrontación violenta entre estas dos potencias parecía inevitable.
“LA MUJER Y EL SOCIALISMO”
Augusto Bebel, fue uno de los dirigentes más influyentes
del movimiento obrero alemán. Es recordado por muchos por su libro “La mujer y
el socialismo”, aparecido en 1879, estando
el partido socialista prohibido en Alemania y cuando las mujeres no
poseían el derecho de voto y ni siquiera el derecho, en muchas regiones, a participar en una reunión pública. En esta
obra Bebel explicaba que ser comunista,
implicaba no solo luchar por la igualdad de las mujeres en el marco de la
sociedad capitalista, sino acabar con toda forma de explotación, y por lo tanto
de opresión de un sexo por otro. En el momento de su aparición, el libro fue ilegal en Alemania. Pero
su prohibición no impidió sin embargo su difusión clandestina, hasta el
punto de que se convirtió desde entonces en el libro más leído en el movimiento
obrero.