Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de
Extensión e Investigación
Luis Emilio
Recabarren, CEILER
Hace nueve años
escribí: “Los comunistas de Ñuñoa inclinamos nuestras banderas en homenaje a un compañero ejemplar, don
Lucho Corvalán, cuyo corazón dejó de latir hoy, miércoles 21 de julio de 2010, a las 8 horas.
Es uno de los más
grandes dirigentes del Partido Comunista de Chile. Hasta sus últimos días
siguió militante en su célula, la Santiago Aguilar, del Comunal Ñuñoa.
Hasta el final de su existencia estuvo preocupado del Partido, de su
historia, de sus aportes a la democracia en Chile. Para mañana jueves 22 de julio, nos había
citado, junto con el compañero David Mc
Conell, para una nueva conversación sobre un libro que estaba escribiendo”.
EL PASO MÁS
IMPORTANTE
Luis Corvalán Lépez nació cuando la primavera ya se
anunciaba, un 14 de septiembre de 1916, en Pelluco, Puerto Montt. En 1921 su familia se trasladó
a Tomé. Allí ingresó al Partido Comunista.
En sus Memorias ‘De lo vivido y lo peleado’ relata: “Hice
migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del
Partido... Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a
cabo en una casa del Cerro Estanque. En
tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido.
Fue en 1932, creo que en el mes de febrero”.
Por entonces tenía 16 años y estudiaba en la Escuela Normal de Chillán.
DOS LLAMADOS A SANTIAGO
Su primera
designación como profesor fue
para la Escuela Santa María de Iquique, la misma en donde se había perpetrado la masacre del 21 de diciembre de 1907.
Al año de haber iniciado su labor como maestro, en agosto de 1936,
sufrió la exoneración. Gobernaba, por
segunda vez, Arturo Alessandri Palma.
Abandonó entonces Iquique y se dirigió a Concepción, donde
vivía su familia. Se dedicó de lleno al trabajo partidario. Pocos meses después
fue citado a la capital, donde participó en un pleno del Comité Central de la
Federación Juvenil Comunista, a cuya cabeza estaba Luis Hernández Parker, quien poco después fue
reemplazado por Ricardo Fonseca. Regresó
a Concepción. Luego volvió a viajar a
Santiago.
Así lo explica en
sus Memorias: “A fines de año (1937) fui llamado a la capital para trabajar
como secretario de Carlos Contreras Labarca, Secretario General del Partido, y
desempeñar, al mismo tiempo, algunas tareas en el Comité Central de la
Federación de Juventudes Comunistas”.
SE CASA CON LA
COMPAÑERA LILY
El 25 de octubre de 1938 triunfó Pedro Aguirre Cerda,
candidato del Frente Popular.
Trabajó en varios periódicos obreros. Enviado por el
Partido, volvió a Iquique, donde se hizo
cargo de la dirección de “El Despertar de los Trabajadores”, que Recabarren había fundado en enero de
1912. Más tarde laboró en El Siglo, del
cual fue designado director en 1946.
El 14 de diciembre de
ese año contrajo matrimonio con la compañera Lily Castillo. Escribe Luis
Corvalán: “En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de
buena moza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le
salía de adentro”.
Tuvieron cuatro hijos: María Victoria, Viviana, Lily y
Luis Alberto.
ENCARGADO DE
PROPAGANDA
En 1948 pasó a la clandestinidad, adoptando el nombre de Luis Correa. Encabezó
la Comisión de Propaganda que estaba formada por Carlos Rosales, Eugenio
Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Eran los momentos más duros de la represión
de González Videla. Ocupaba el cargo de Secretario General del Partido el
obrero Galo González, que asumió esa
responsabilidad a la muerte de Ricardo Fonseca, el 21 de julio de 1949. En 1950
Luis Corvalán fue designado
miembro del Comité Central. Narra don Lucho: “Con Galo me veía dos veces a la semana. Juntos
trabajamos en informes y artículos. Editamos clandestinamente la revista del
Comité Central ‘Principios’.”
CUANDO LO CONOCÍ
El 4 de septiembre de 1952 el ex dictador Carlos Ibáñez
ganó, por un impresionante margen, las elecciones presidenciales. Ese año fui
designado miembro del Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas,
del cual era Secretario Político Mario
Zamorano. Me encomendaron la tarea de ser responsable de la revista ‘Principios’.
En esa calidad fui citado a una reunión clandestina del Frente de Propaganda
del Partido. No recuerdo el lugar donde
sesionamos. Pero sí del compañero que hizo un extenso, interesante y didáctico
informe. Era bajo de estatura, muy flaco, de nariz pronunciada, con un bigotito
debajo de ésta, de mucho fumar y de
convincente hablar. Se llamaba Luis Correa. Tiempo después supe que se trataba
de don Lucho. Así lo conocí, en una reunión de Propaganda, eludiendo la
represión del gobierno del “paco” Ibáñez.
SECRETARIO GENERAL
En el XIV Congreso
del Partido, efectuado clandestinamente
en Cartagena, en la Casa de Veraneo de la Escuela Faustino Sarmiento, en
el mes de abril de 1956, fue nombrado miembro de la Comisión Política y del
Secretariado del Comité Central.
El 8 de marzo de 1958, falleció el Secretario General del
PC, el obrero Galo González, “El Comité Central –escribe Luis Corvalán en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió
como su secretario general. Galo
González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir a José González que, en su opinión, yo
debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo:
-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el
Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no
puedo repetir.”
Al respecto, Julieta Campusano expresó hacia 1975:
“Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general
del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más
equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el
compañero que debía suceder al compañero Galo...”
CUANDO LO ESCUCHÉ
POR SEGUNDA VEZ
El 8 de marzo de 1958 recibimos en Temuco la triste
noticia del fallecimiento del camarada Galo González, Secretario General del
Partido. Reunido el Comité Regional se adoptaron dos medidas: realizar esa
noche una salida de propaganda callejera con la consigna “Viva Galo González,
PC” con la hoz y el martillo. La segunda medida fue designar una delegación de
cuatro dirigentes que viajara esa misma noche a Santiago para participar en los
funerales del compañero Galo. Uno de los que formó esa delegación fui yo, en mi
calidad de Secretario del Comité Regional Cautín de las Juventudes Comunistas
de Chile. Viajamos en tren toda la noche. Llegamos a Santiago a las 7 de la
mañana del 9 de marzo. Nos dirigimos al Sindicato Sicchel, ubicado en Catedral
2789, esquina de Sotomayor. Allí estaba la capilla ardiente. Hicimos, como
otros cientos, una guardia de honor junto a la urna donde estaban los restos
mortales del compañero Galo.
En la tarde del 10 de marzo fueron los funerales. Los
cuatro de Cautín formamos parte del río
de banderas rojas, puños y consignas.
“¡Compañero Galo González...! ¡Presente... Ahora y
Siempre!” “Y que fue... y que fue...
Aquí estamos otra vez!”
En la Plazoleta del Cementerio General un mitin de
despedida. Allí habló el nuevo Secretario General del Partido. Dijo: “Hoy la
ilegalidad del Partido Comunista ha terminado de hecho para siempre”.
En ese triste y combativo momento escuché por segunda vez al compañero Luis
Corvalán.
CONQUISTADA LA
LEGALIDAD
A comienzos de 1958, se constituyó un amplio Bloque de
Saneamiento Democrático que tenía dos objetivos: derogar la Ley de Defensa de
la Democracia y modificar la ley electoral para impedir el descarado cohecho,
la compra del voto, que realizaba la derecha.
El 2 de agosto de 1958,
el Presidente Ibáñez promulgó la
ley que derogaba la Ley Maldita, engendro liberticida que había utilizado en
gran parte de su segundo gobierno.
SU INFLUENCIA EN EL
PARTIDO
La conquista de la legalidad determinó, entonces, una
importante transformación al interior de la vida del Partido Comunista.
Como sostuvo el escritor y periodista José Miguel Varas en
1975, "el cambio de 'clima' dentro del Partido fue muy notable, y se debió
a la legalidad, pero no sólo a ello. Hubo algo muy personal en Corvalán que
influyó a crear una sensación de gran confianza en la posibilidad de criticar,
de que cada cual pudiera dar su opinión sobre cualquier materia, unido todo
ello a la idea de que el Partido no era un club de debates, de que de todas
maneras había que ser muy firme en las cosas fundamentales...”
Y agregaba José Miguel Varas: "Hasta la llegada de
Corvalán a la Secretaría General, el Partido era en mucho un Partido de obreros
endurecidos, golpeados, resistiendo al enemigo. Y Corvalán planteó la
perspectiva completamente distinta, aunque lógicamente ello no era sólo
cuestión de él, sino que correspondía también a un cambio en la situación: 'Son
ellos, los enemigos, los que tienen que estar a la defensiva. Ahora nosotros
nos abrimos, ahora nosotros vamos a ser los dueños de la iniciativa aquí'
".
EN TEMUCO
En marzo de 1961,
don Lucho fue elegido Senador por la Séptima Agrupación Provincial (Ñuble,
Concepción y Arauco).
Jugó un rol
destacado en la convergencia de las fuerzas de izquierda, tanto en el
FRAP, como en la Unidad Popular.
El marzo de 1969 resultó electo Senador por la Tercera
Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso)
En 1964 se publicó el
folleto del compañero Corvalán titulado ‘Nuestra Vía Revolucionaria’.
CONTANDO LA FIRME
A fines de agosto de 1964, realizamos el acto de cierre de
la campaña en Temuco. Como miles de
allendistas en todo el país, estábamos convencidos que en verdad “la
tercera sería la vencida”.
Ese día, como estaba programado, llegó a la estación
ferroviaria el Tren de la Victoria. Venía una amplia delegación, varios dirigentes nacionales, entre ellos,
don Lucho Corvalán.
Poco antes de iniciarse la concentración llamó a los
miembros de la Dirección Regional. Quería conversar con nosotros. Como siempre lo hacía, comenzó por hacernos
preguntas. ¿Cuál era la situación de la campaña en la provincia? ¿Qué opinión
teníamos sobre los resultados en los comicios del próximo 4 de septiembre?
¿Qué nos parecía la cantidad de gente que estaba en el mitin de clausura de la
campaña en Temuco? Nos preguntó a uno por uno. Nuestras respuestas fueron
optimistas. Que la cosa en Cautín era buena; que ganábamos; que
estábamos muy contentos por la cantidad de
gente que llegó al acto.
Don Lucho hizo una pausa. Luego nos dijo: “Compañeros,
esto es sólo para ustedes. ¿Creen que con un acto como éste podemos pensar en
una victoria? No, compañeros. Los dirigentes no nos podemos auto engañar. Esta
vez, tampoco ganaremos. Debemos saber la verdad, para no caer luego en
actitudes desesperadas. Pero, insisto esto es sólo para ustedes, los dirigentes
más responsables. No pueden ni siquiera insinuar algo así a los compañeros, a
los aliados, a la gente. Porque es necesario seguir trabajando hasta el último
minuto”.
Luego participamos en la concentración. Apenas
terminó, partió el Tren de la Victoria.
Fuimos a despedirlo a la Estación, que quedaba cerca del lugar donde se había
realizado el mitin.
Mi experiencia vivida en las cuatro campañas
presidenciales con Allende, me permite afirmar que, la única vez en que dirigentes y la gente allendista estábamos
absolutamente seguros de que
ganaríamos, fue en la el 64.
Incluso los adversarios no se la tenían segura.
Pero las cosas se dieron como nos había adelantado don
Lucho. Perdimos. La tercera no fue la vencida.
UN GRAN CONDUCTOR
DEL PARTIDO
Durante los 31 años que Luis Corvalán fue el Secretario
General del Partido, éste tuvo una amplia política de alianzas y fue un factor decisivo en la unidad de las
fuerzas democráticas y populares.
Era mediado de 1969. La derecha ya había designado a su
abanderado para las elecciones presidenciales de 1970. Era Jorge Alessandri
Rodríguez. Otro tanto hizo la Democracia
Cristiana, nombrando a Radomiro Tomic.
Los partidos de Izquierda
comenzaron a presentar sus candidatos. La Acción Popular Independiente,
API, proclamó a Rafael Tarud, que recibió el apoyo del Partido Socialdemócrata;
el Partido Radical postuló al senador Alberto Baltra Cortés; el MAPU presentó a
Jacques Chonchol.
En el Partido Socialista, luego de una dramática sesión,
en que la mayoría de sus miembros se abstuvo, el Comité Central del PS proclamó
a Salvador Allende.
Ante la carencia de candidato único de la izquierda, el
Partido Comunista decidió proclamar como abanderado a Pablo Neruda, el martes
30 de septiembre.
SURGE LA UNIDAD POPULAR
El 9 de octubre de 1969 fue un día histórico: se fundó la
Unidad Popular. La constituyeron partidos marxistas: el Comunista y el
Socialista; colectividades socialdemócratas: el Partido Radical,
Socialdemócrata, la Acción Popular Independiente y un partido de raíz
cristiana, el MAPU.
Don Lucho jugó
un importante rol en la
constitución de la Unidad Popular, en la elaboración y aprobación del
Programa Básico del Gobierno Popular, del Pacto de Gobierno, donde se
establecieron las pautas por las cuales se regiría la administración de la
Unidad Popular, y del documento sobre el Estilo de la Campaña presidencial.
BUSCANDO AL
CANDIDATO ÚNICO
La creación del Comité Coordinador de la Unidad Popular,
la aprobación del Programa de Gobierno y de los otros documentos de la
coalición de Izquierda, hicieron pensar
que pronto habría acuerdo sobre el candidato. Pero no fue así.
Se inició 1970, el año de los comicios electorales. Poco a
poco se fue aclarando el panorama. Renunciaron Jacques Chonchol, Alberto
Baltra, Pablo Neruda. Pero aún quedaban dos: Rafael Tarud y Salvador Allende.
Ninguno con visas de ceder.
Ante la demora por la designación del abanderado, el
Partido Comunista convocó a una concentración pública en Santiago para el 22 de
enero de 1970 y advirtió: si para el inicio de ese acto no hay acuerdo, el
Partido Comunista proclamará definitivamente a Pablo Neruda.
SALIÓ HUMO BLANCO
Y ocurrió lo tan esperado. Poco antes del plazo señalado,
el Comité Coordinador de la Unidad Popular llegó a un acuerdo. Fue así como al
comenzar la concentración, Luis Corvalán pudo decir:
“Salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador
Allende.”
Estalló la alegría. La emoción pobló los corazones. La
multitud llenó la Plaza Bulnes y sus alrededores con aplausos y una consigna:
“El pueblo, unido... jamás será vencido... El pueblo unido... “
Fue así, como desde el 22 de enero de 1970, faltando sólo
225 días para las elecciones presidenciales, la Unidad Popular – por fin – tuvo
candidato. Era la cuarta vez que Salvador Allende postulaba como abanderado
popular a la Presidencia de la República.
Con Luis Corvalán a
la cabeza, los comunistas entregamos una contribución fundamental para
alcanzar la victoria popular del 4 de septiembre de 1970 y fuimos gran aporte durante el gobierno presidido por Salvador Allende.
EN EL GOBIERNO
POPULAR
En el Gobierno de Salvador Allende, los comunistas
participamos en el Gabinete con tres ministros y estuvimos a la cabeza de la
batalla por la producción.
Del 30 de marzo al 9 de abril, Don Lucho participó en el
XXIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
El 4 de abril habían tenido lugar las elecciones
municipales en que la Unidad Popular logró el 50,86% de los votos.
El 11 de julio, se nacionalizó la gran minería del cobre.
En agosto apareció el libro de Corvalán ‘Camino de
Victoria’.
El 2 de enero de 1972, presidió el gran acto de masas que
el Partido realizó en el Estadio Nacional.
DERROTADAS DOS
INTENTONAS
Trabajadores y soldados constitucionalistas derrotaron el
intento de derrocar el Gobierno Popular a través del Paro Patronal de Octubre.
En noviembre, Luis Corvalán integró la comitiva del Presidente Allende en la visita oficial
realizada a la Unión Soviética. Ocupó el
cargo de Vicepresidente el general Carlos Prats, a la fecha Ministro del
Interior del Gobierno Popular.
En las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973 la
Unidad Popular obtuvo el 44% de los votos, impidiendo con ello que se impusiera
el llamado Golpe Blanco.
PRISIONERO POLÍTICO
El 11 de septiembre de 1973 los fascistas asaltaron el
poder. Bombardearon y atacaron La Moneda, en donde murió el compañero
Presidente.
Después del golpe fascista, Luis Corvalán fue detenido el
27 de septiembre de 1973. Estuvo como prisionero político en la Escuela
Militar, en la Escuela de Infantería de San Bernardo, en Isla Dawson, Ritoque y
Tres Álamos. Mientras estuvo en manos de la dictadura, envió mensajes plenos de
fuerza y optimismo. Proclamó: “No temo por mí. Amo la vida, pero no temo la
muerte si fuera necesario caer por mi causa”. Por su parte, la compañera Lily
se jugó por entero por su vida y su libertad.
Fue liberado por la solidaridad internacional, en especial
de la Unión Soviética, el 17 de diciembre de 1976. Realizó una gran actividad
en el exilio.
MI ENCUENTRO CON DON
LUCHO EN BONN
El 11 de mayo de 1978 viajé a Bonn a un Encuentro
organizado por el Comité de Solidaridad Antiimperialista de la RFA (ASK) de las
organizaciones de la solidaridad con
Chile, los chilenos exiliados con el camarada Luis Corvalán que realizaba una
gira por diversos países, luego de haber sido arrancado de las garras fascistas
por la solidaridad internacional el 17 de diciembre de 1976. Allí tuve la
oportunidad de abrazar al querido compañero Luis Corvalán Lépez, a quien
considero el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio
Recabarren.
Una foto aparecida
en la contraportada de la edición Nº 7-8 de 1978, de la revista “Boletín
Antiimperialista de Información” (AIB),
ha dejado plasmado ese abrazo, con la
lectura: “Alegre reencuentro: Iván Ljubetic y Luis Corvalán en el evento
organizado por el ASK el 11 de mayo de 1978” .
El 3 de septiembre de 1980 proclamó en un acto en Moscú la
Política de Rebelión Popular de Masas.
El 20 de agosto de 1983 ingresó clandestinamente a Chile.
EL “XV” CONGRESO
CLANDESTINO
Era mayo de 1989. Hacía casi un mes que yo había llegado a Santiago. Concurrí al local de “Chile, ríe y canta”, donde
habíamos sido citados. Nos reunimos gran
cantidad de compañeros. Algunos viejos conocidos con los que no nos veíamos 16
o 30 años. Otros nuevos. Escuchamos el Informe del Comité Central al Congreso.
Después los delegados del exterior fuimos concentrados en
un punto de Santiago, en donde nos entregaron copias del Informe para que lo
estudiáramos durante un día.
A la mañana siguiente, en una esquina del centro, nos pasó
a buscar una camioneta en la que partimos rumbo a la costa. Llegamos a una gran
casa cerca del Pacífico, en San Sebastián.
Desde el comienzo yo estaba admirado de la eficaz manera
en que todo funcionaba y las adecuadas medidas de seguridad.
Allí nos encontramos con muchos otros camaradas.
Conversábamos alegremos. Trataba de reconocer a viejos amigos. De pronto se me
acercó alguien que no ubicaba. Me dijo: “¿No me saluda, compañero Iván?”. Por su voz supe que era don Lucho.
DE SU INTERVENCIÓN
En ese Congreso, el compañero Corvalán hizo buena
intervención, junto a la de la compañera Julieta, en mi opinión, las mejores.
Comenzó diciendo: “Esta es la primera reunión con más de
diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una
inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos.”
Más adelante enfatizó: “Entre las concepciones obsoletas
está la exaltación de la llamada pureza
de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído
buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en
constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni
exacta; está sujeta a rectificaciones y
perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el
Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es
campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.”
Agregó: “Yo estuve seis años y medio en el exilio. El
mayor tiempo el trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero
Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo
Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos,
preocupados de ayudar al Partido del interior.”
TAMBIÉN JULIETA
Por su parte, la siempre mesurada compañera Julieta Campusano, sostuvo: “Nadie,
considero, tiene un puñal debajo del poncho para destruir el baluarte seguro de
la dirección que tiene el pueblo de Chile. Este Partido tiene raíces profundas
y sólidas, fue formado por Recabarren, por la fe de Ricardo Fonseca, por Galo
González y, por qué no decirlo, por el compañero Luis Corvalán. Lo diferente de
este Congreso con los anteriores, con varios de ellos, es que se realiza en una
etapa nunca vivida antes por el Partido: bajo una tiranía fascista”.
En ese Congreso clandestino de mayo de 1989, Don Lucho
dejó la secretaría general del PC, siendo reemplazado por el compañero Volodia
Teitelboim, pero siguió como miembro del
Comité Central.
DESPUÉS DEL RETORNO
Regresé a Chile el 23 de octubre de 1990. Me quedé a vivir
en Ñuñoa. Visité varias veces al compañero Corvalán en San Bernardo. Siempre me
recibió muy fraternalmente, como lo hacía con todos los compañeros. Me ayudó
mucho cuando escribía ‘Don Reca’ y otros libros. Me entregaba informaciones y opiniones. Me prestó y regaló
folletos y libros suyos. Uno de estos
fue ‘Camino de Victoria’, que me lo dedicó con hermosas palabras: “A mi viejo y
querido compañero Iván Ljubetic Vargas dejo en sus manos, ¡en buenas manos!
este ejemplar de un libro que recoge la posición y la experiencia del Partido
en un buen trecho de su vida. Luis Corvalán. San Bernardo, 11 de noviembre de 1998” .
Después se trasladó a Ñuñoa. Seguí visitándolo. Cuando no
lo hacía me invitaba a hacerlo. Estuvimos juntos en muchos actos y reuniones.
Siempre era de gran interés escucharlo. Era uno de esos dirigentes, como quedan
pocos, dedicados a transmitir sus experiencias y conocimientos. Aprendí mucho
de él. Fue un gran maestro.
Cuando tuve problemas con algunos dirigentes del Partido,
él siempre me aconsejó sabiamente. Fue muy solidario conmigo.
En julio de 2010, pocos días antes su fallecimiento, fue
la última vez que estuve con él.
Nos reunimos en su casa de calle Francisco Villagra junto
con David Mc Conell, para intercambiar opiniones sobre un libro que deseaba escribir. Lo noté muy cansado, con
dificultades para concentrarse. Pero jamás pensé que sería la última ocasión
que estaríamos juntos.
LA HERENCIA TEÓRICA
DE DON LUCHO
Escribió
muchos artículos, informes, comentarios. Todos plenos de riqueza ideológica. Entre sus libros tenemos:
‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’ (1952),
‘Camino de Victoria’ (1971),
‘Algo de mi vida’ (1978),
‘Chile: 1970 – 1973’ (1978),
‘La Rebelión Popular se abre camino en Chile’ (1981),
‘Tres Períodos de nuestra línea revolucionaria’ (1982),
‘Santiago-Moscú-Santiago’ (1983),
‘El derrumbe del poder soviético’ (1993)
‘De lo Vivido y lo Peleado. Memorias’ (1997),
‘El Gobierno de Salvador Allende’ (2003) y
‘Los comunistas y la democracia’ (2008).
ASÍ TERMINÉ MIS
PALABRAS HACE NUEVE AÑOS
“Una pena muy grande nos invade al sufrir esta pérdida
irreparable para el pueblo chileno. Pero al mismo tiempo, nos embarga el sano orgullo y la alegría de haberlo conocido, compartido con él en
múltiples ocasiones. Siempre estuvo presente en las reuniones de su célula y en todo acto que realizamos en
Ñuñoa; siempre feliz cuando en nuestras fiestas de confraternidad entregábamos
carné a nuevos camaradas. Siempre insistiendo en la necesidad de crecer, de
tener un Partido más grande.
Don Lucho fue la sencillez y la fraternidad comunista
hecha persona. Ocupó los más altos
cargos en el Partido, pero mantuvo siempre esa modestia que sólo los grandes
seres humanos pueden mostrar.
Don Lucho seguirá junto a nosotros. En su homenaje los
comunistas continuaremos trabajando por lograr un Partido como él lo planteaba,
un Partido de masas”.