Se
nos ha ido Samuel Riquelme. Termina su vida física de militante del pueblo, de
“revolucionario profesional”, de chileno corajudo y audaz, de un hombre pleno
de esperanzas y de sueños.
Pero
comienza la leyenda. Esa que revelara magistralmente, José Miguel Varas, en su obra ·”Los
Tenaces”, resumen de biografías de personajes notables, crónica histórica de
protagonistas del acontecer político y social contemporáneo, una serie de
entrevistas donde brotan anécdotas, hechos, personajes, situaciones dramáticas
o hilarantes y verdades.
Samuel es uno de los
“tenaces. Uno de aquellos que abrió
caminos, siguiendo, quizás sin conocerlo, el rumbo, el destino imaginado por el
escritor griego Nikos Kazantzakis, en su obra “Ascética”,( 1923):
“¿Cuál
es mi camino?
La
subida más ardua e interminable.
Y
dime ¿yo solo he de salvar la tierra entera? ¿Adónde vamos?
¿Alguna
vez venceremos?
No
preguntes:¡combate!
Samuel
supo desde pequeño cuál era su camino. Fue minero, ayudante de yesero, pintor
de brocha gorda, albañil, mariscador, pescador, campesino, y se inició en las
tareas políticas, a los 10 años, y conocido como “el colorete” actuando de
“loro”, alertando a los que participaban en reuniones clandestinas de los
trabajadores de la presencia de soplones
o de policías.
El sindicalismo, que en ese tiempo era
perseguido con ensañamiento por los patrones estaba en sus genes familiares. Su
padre era un viejo de la FOCH (Federación Obrera de Chile}, lo que en la
práctica significaba ser del Partido Obrero Socialista, fundado por Luis Emilio Recabarren, en 1912, el que se transformaría diez años
más tarde en el Partido Comunista.
Lo
de “colorete”, por lo rojo de su rostro, no se le quitó nunca. Estaba como predestinado a marchar luego bajo las banderas rojas de la
Hoz y el Martillo, asumiendo una militancia total que lo llevaría a ser
Secretario General de las Juventudes Comunistas, miembro de la dirección máxima
del Partido y asumiendo la jefatura del
llamado “aparato militar”.
Ingresó
a las Juventudes Comunistas, en Lota, en abril de 1938, año del triunfo en las
elecciones presidenciales del Frente popular con su abanderado, el radical
Pedro Aguirre Cerda.
Samuel
es elegido Secretario General de la Jota, en el tiempo de la represión del gobierno de Gabriel González Videla y el
relato hecho a José Miguel Varas, en Los Tenaces, un libro indispensable, se
completa con una frase modesta: “Luego, a mí también me tocó asumir tareas en
el trabajo ilegal, primero en la vinculación entre la dirección y los
regionales de provincia, después en el trabajo militar”.
Samuel
conoció a Fidel y a Raúl Castro en Cuba, donde participó en representación de
las Juventudes Comunistas en el primer
Congreso juvenil antiimperialista
que se realizaba en La Habana (1946).
Fidel
distinguió siempre a Samuel con su amistad y camaradería de revolucionarios.
Durante
el Gobierno del presidente Salvador Allende ocupó el cargo de Subdirector de la
policía civil- Investigaciones- hoy PDI, puesto en que lo sorprendió el Golpe
Militar-Derechista del 11 de septiembre de 1973,encabezado por Augusto
Pinochet, al servicio de Estados Unidos y los clanes económicos y financieros
locales e internacionales.
Tras
el golpe de Estado vino la tenebrosa noche de la dictadura, la persecución, la
tortura bestial, los campos de concentración, el exilio, el arduo trabajo de la
solidaridad internacional y la lucha contra la dictadura.
.Y
luego, por fin la vuelta al país.
Samuel
Riquelme narró a José Miguel Varas sus esperanzas e ilusiones del retorno, no
solo al escenario nacional, para ponerse de nuevo al servicio de la lucha por supuesto,
sino a una realidad política y partidaria que lo sobrecogió y le dolió en el
alma.
“Salimos
de Berlín el 8 de mayo de 1990 con
destino a Santiago. En cuanto regresé traté de tomar contacto con el Partido.
Nadie me preguntó nunca nada sobre lo que me había pasado desde mi detención ni
sobre mi trabajo durante los años del exilio. Volodia habló conmigo una vez y
me dijo; “Me saco el sombrero ante usted”.
Como yo insistí para que se me diera alguna tarea, me dijeron que
hablara con don Américo Zorrilla, quién estaba en el trabajo de recolección de
firmas para obtener le legalización del Partido ante el Registro Electoral,
después de todos los años de proscripción
bajo la dictadura. Zorrilla me dijo que me trasladara para esto a la
comuna de Cerro Navia, que es donde vivo desde hace años. Me presenté ante el
Comité Local respectivo: no me dieron pelota.
“Pronto
me di cuenta de que varios de los que estaban aquí en puestos directivos
pensaban que los que veníamos de afuera teníamos la intención de quitarles sus
cargos. Y así actuaban. Estaban resueltos a apoderarse de la dirección y a excluir a todos los que no formaban parte
de su grupo. Al XV Congreso no fui invitado “por razones de seguridad”. Yo
había propuesto un tiempo antes venirme de Berlín y entrar clandestinamente al
país. Me respondieron: “No, te van a liquidar”. Cosas parecidas dijeron para
impedir que participaran en el Congreso Orlando Millas, Rodrigo Rojas, Jorge
Montes y otros. De la Comisión Política anterior, solo quedaron Corvalán,
Gladys Marín y Volodia.
“Cuando
llegué, a nadie del Partido se le
ocurrió preguntarme: ¡Y de qué va a vivir aquí?. Comprendí que debía rascarme
con mis propias uñas”.
Hasta
aquí este testimonio de un momento duro en la vida de uno de los tenaces, que no
vaciló en ofrecer hasta su vida en defensa de ideales que le acompañaron en
toda su vida.
Cierto
es que andando el tiempo hubo gestos de reconocimiento; se le encargó a las
Juventudes Comunistas mantener una relación de respeto y reconocimiento a
Samuel, Guillermo Teillier estuvo en algún cumpleaños de Samuel. Se le otorgó,
como a otros, alguna medalla ritual.
Pero
se hace necesario el restablecimiento oficial de su honor total, y la
valoración cabal de su aporte en la historia del Partido y de Chile, de su
aporte a la recuperación de la democracia y de la libertad.
Es
necesario rescatar del olvido su vida, su entrega, esa concepción
revolucionaria de su deber ciudadano, su patriotismo, ese compromiso con el
pueblo que nunca pudo ser afectado por la represión o por la injusticia.
Este
tipo de hombres, militantes, tenaces deben ser mantenidos como ejemplos
inspiradores para las nuevas generaciones que deben enfrentar hoy las nuevas
tareas sociales y políticas que están en la agenda del momento.
Se
nos ha ido uno de los grandes viejos, históricos, pero absolutamente vigentes.
Por
Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director
de Crónica Digital
Santiago
de Chile, 26 de junio 2019
Crónica
Digital