miércoles, 26 de junio de 2019

Palabras de Sandra Trafilaf en el funeral de Elena DIAZ










La Nenita, fue y será siempre una organizadora activa y defensora de los derechos del pueblo, valiente y con una fuerza fuera de lo común.

La conocí siendo una niña, de la mano de mi padre dirigente sindical de los panificadores de la zona sur de Santiago. Ella siempre elegante y distinguida, con un singular sentido del humor, de grandes ojos y una belleza que nunca ostentó.

Los años pasaron durante la dictadura, hasta que nos volvimos a encontrar en la cárcel. La recibimos, le llevamos a la incomunicación lo de siempre, la camisa de dormir, ropa interior y artículos de aseo. Le cantamos las canciones de bienvenida cada noche de su incomunicación, hasta que se unió al resto de las prisioneras políticas en la Cárcel de San Miguel. Sonreía serena. Un tiempo después sentadas en el pasto del patio cuadrado, ella dijo que la cárcel había que tomarlo como una tregua, habíamos sobrevivido y podíamos darnos el lujo de descansar sin sentir al enemigo tocando nuestras espaldas, solo era un momento, pronto podríamos integrarnos nuevamente a la lucha. Lo dijo riéndose a carcajadas. Así era ella.

La Nenita llegó a la cárcel, vinculada como ayudista del atentado que hizo el FPMR al dictador y debió soportar los atropellos y constantes maltratos ejercidos por uno de los fiscales militares más despiadados y feroces, el fiscal Torres, lo que no supo ese fiscal es que la Nena era mucho más feroz que él.
Nos cuidamos mutuamente, y me hablaba de mi padre como “el compañero”. Tenía un carácter fuerte. Era jodida la Nenita. Pero siempre me trató con mucha ternura. Salió en libertad y se unió a la lucha antidictatorial. Trabajó como organizadora y apoyó las luchas del Frente Patriótico y del Partido, con lo mejor que sabía hacer, cual tramoya tras bambalinas hizo posible que las acciones de un puñado de combatientes fueran exitosas. Lo hizo en silencio y en las sombras, sin aspavientos, sin contarlo ni ufanarse de ello. Años después, hablaríamos largo de esos días, cuando nos reencontramos en “la libertad”.

En un pueblo lejano del sur, nació un sindicato de mujeres productoras, llegó la Alicia a conocernos, la Alicia con esa emoción que la caracteriza, habló de las luchas campesinas y pensamos “allí tenemos que estar”. ANAMURI, nos invitó como sindicato a un Congreso y allí estaba la Nenita, organizando y trabajando duro junto a la Anita Orrego y la Patty Grau, para tener un Congreso nacional de mujeres campesinas y de pueblos originarios fuerte y con demandas.

Nunca más nos volvimos a separar, trabajamos juntas durante años en ANAMURI, la Alen mi hija pequeña creció a su lado y se convirtió en su regalona, traspasó tu ceño fruncido y te amó como yo, ahora en tierras extrañas se llena de tristeza por no poder venir a darte el último adios en tu partida.
Siempre que podía me arrancaba a verte a la oficina de ANAMURI, Porque la Nena fue una tremenda mujer, siempre le dije que la respetaba, y ella solo sonreía. No tenía ambiciones de poder, no le interesaba. Cómo nos reímos cuándo faltaba un cupo para el directorio de ANAMURI y la propuse. Por un voto de diferencia casi llega a ser dirigenta.

En medio de su gran sabiduría, y en la última conversación telefónica, cuándo ya tuvimos la certeza que abandonaba este mundo de luchas por ese pueblo que tanto quiso, por el que estuvo dispuesta a dar la vida, me dijo “Negrita tú sabes que tenemos ese amor único que solo nace en medio de guerras y combates”. Y así es, siempre estarás presente en mi corazón, en mi familia de mujeres, entre mis amores especiales, te vas, pero te quedas en tantas y tantos que supieron de tus dones de formadora popular, en la chiquillas que hicieron la práctica en ANAMURI, en los afectos de las y los compañeros de años de combate.

La Nenita, la compañera Elena Díaz Celis, es una gran mujer, una organizadora, una militante disciplinada, de bajo perfil, sobreviviente del horror con dignidad, y así hay que despedirla con toda la dignidad y el newen que ella se merece...

... hasta la victoria siempre, hermana amada, compañera, luchadora incansable, tu vida y tu memoria seguirá intacta en nosotras, tu ejemplo será muy difícil de emular…

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Sus funerales fueron el día viernes 7 de junio, en el Cementerio General.

Fuente: www.victorjara.se