El 19 de Diciembre
recién pasado se cumplieron 138 años del nacimiento del Dirigente Obrero, Elías
Lafertte Gaviño. Uno de los más grandes dirigentes del Movimiento obrero chileno,
fue fundador, Presidente y Senador del Partido Comunista de Chile. Lo
recordamos en estas páginas a través de un escrito del Historiador Iván
Ljubetic Vargas, al cumplir 135 años de su nacimiento.
En su 138º natalicio:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
“Fue recto, fue grande, fue claro,
fue
puro como una vertiente:
del pueblo y de su desamparo
salió
su fuerza combatiente.
Así la lucha fue su gloria
y
entregó al pueblo su conquista.
Su
epitafio será su historia:
‘Aquí descansa un comunista’.
Porque esta lucha no termina
con una vida ni una muerte,
esta bandera no se inclina.
Y tu corazón que germina
no tiene fin, Elías Lafertte.”
(Pablo Neruda: “Corona para mi Maestro”)
Elías Lafertte Gaviño fue uno de
los grandes de Chile. Un líder, un combatiente y un gran compañero.
Lo conocí hace 71 años, cuando yo
era militante de las Juventudes Comunistas.
Recuerdo que en una primaveral
mañana de octubre de 1950, llegué
desde el Pedagógico donde estudiaba Historia y Geografía, al viejo edificio donde estaba nuestra
pensión en Santiago. Encontré a Jaraquemada, uno de los cuatro estudiantes de Llo-Lleo que allí vivíamos. Me dijo que en “Democracia”,
periódico que había reemplazado al clausurado “El Siglo”, se informaba que ese día, daba una charla el compañero
Elías Lafertte. Era a las 19,30 en el
teatro Sicchel.
Decidimos concurrir. Eran las 7 y
10 de la tarde cuando llegamos al Teatro del Sindicato de la Compañía Chilena
de Electricidad, ubicado en Catedral esquina Sotomayor.
Ninguno de los dos conocíamos
físicamente al camarada Lafertte.
Había gente esperando. La mayoría formaba un grupo, que conversaba
animadamente. Nos acercamos. Un compañero, ya de edad, comentó:
- Ahora con el famoso aceite
adulterado, andamos todos como aviones a chorro...
Risas.
El camarada que habló, seguramente
un obrero, se refería al escándalo que había estallado por esos días. Los
empresarios distribuidores del aceite comestible, en complicidad con las
autoridades, lo habían adulterado para obtener mayores ganancias. Esto produjo serios trastornos digestivos a
buena parte de la población...
Miré el reloj. Eran casi las 19,30 y el
conferencista- pensé- aún no llega. En ese momento alguien levantó la voz:
- Compañeros,
propongo que pasemos a la sala y
comencemos. Compañero Elías, dijo
dirigiéndose al que había estado hablando del aceite, pase usted, por favor.
Nos miramos con Jaraquemada.
Habíamos imaginado que el presidente del
Partido Comunista llegaría cuando todo
estuviera listo, para entrar en medio de los aplausos. Pero el camarada
Lafertte rompió nuestros prejuicios. El
presidente y uno de los
fundadores del Partido, senador de la
República, ex dirigente de la FOCH, una de las grandes personalidades del país,
había llegado de los primeros, con la
modestia de un obrero.
Su charla fue sencilla, amena,
plena de sabiduría. Aprendimos mucho.
Esa noche de octubre de 1950,
Elías Lafertte nos dio una clase magistral de cómo debe ser un dirigente comunista: tener profundos
conocimientos, ser modesto, fraternal, alegre, optimista.
EL AMANECER DE UN LÍDER
Por entonces, Elías Lafertte tenía
64 años de edad, pues había nacido en Salamanca, un 19 de diciembre de 1886.
Pudo estudiar sólo dos cursos en una escuela. Desde los 11 años debió
trabajar. Fue monaguillo y obrero del salitre.
En 1911 conoció a Luis Emilio
Recabarren: El 4 de junio de 1912 participó en Iquique en la fundación del
Partido Comunista de Chile.
Fue candidato a la Presidencia de
la República en tres ocasiones: en 1927, 1931 y 1932.
En 1937, estando desterrado en
México, resultó elegido senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Siendo reelegido en
1945.
Participó activamente en la campaña presidencial de 1952.
EN EL PUERTO ROJO
Lo vi y escuché por segunda vez en San Antonio. Fue en una
tarde de febrero de 1952.
Después de desfilar por calle
Centenario, con cantos y consignas, con rojas banderas agitadas por la brisa
marina, llegamos a la plaza del puerto. Allí proclamaríamos al candidato del
Frente del Pueblo, al compañero Salvador
Allende Gossens.
Abrió el mitin el presidente del
Comando Comunal Allendista. Luego se anunció al Presidente del Partido
Comunista.
La mayoría de los asistentes
cantamos La Internacional, levantando el puño derecho. Era nuestro saludo y
homenaje al dirigente obrero; pero
también un desafío al traidor.
Habló el camarada Lafertte,
arrancando aplausos cuando se lanzó contra el “Judas de La Moneda”, Gabriel González Videla que, luego de llegar
a La Moneda en brazos del pueblo, traicionó el Programa que había
prometido e inició, en octubre de 1947,
la persecución contra los comunistas, los que más trabajaron por su
candidatura.
La emoción nos embargó cuando
Lafertte afirmó: Parafraseando al escritor español, podemos decirle al traidor:
¡los muertos que vos matasteis gozan de buena salud!
Entonces la plaza de San Antonio
estalló con la consigna tantas veces repetida:
¡Y que fue... y que fue, aquí
estamos otra vez!
Cerró el acto, el compañero Salvador Allende,
un verdadero educador de masas. Teniendo
como música de fondo el eterno murmurar
del océano, dio una clase magistral sobre Chile, sus problemas y las
soluciones. Se refirió a la nacionalización del cobre, a una profunda reforma
agraria…
EN LA QUINTA CONFERENCIA DE LAS JJ CC DE CHILE
Entre el 26 y 29 de marzo de 1959
tuvo lugar la Quinta Conferencia Nacional de las Juventudes Comunistas. Se
realizó en la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos 416.
Se inició con el Informe leído por
Manuel Cantero, dirigente máximo de los
jóvenes comunistas.
Al día siguiente, y con la
presencia del compañero Elías Lafertte, se entregaron los informes de los
Secretarios de los Comités Regionales. Me intervine en segundo lugar. Relaté el
trabajo de los jóvenes comunistas de la provincia de Cautín. Le di a mi informe
un tono ligeramente poético.
En octavo lugar intervino la
secretaria del Comité Regional de Atacama. Habló, entre otras cosas, del
excelente trabajo que realizan hacia los jóvenes del mineral de Huantemé.
En la tarde de ese viernes 27 de
marzo, me correspondió presidir la sesión plenaria. Ofrecí la palabra al
camarada Lafertte.
En su intervención valoró los
avances de los jóvenes comunistas. Puso varios ejemplos. Se refirió en especial
al trabajo hacia los jóvenes mineros de Huantemé. De improviso se volvió hacia
mí y me dijo:
-Compañero Iván, usted que nos
habló tan bellamente de su provincia y que es profesor de Historia y Geografía,
¿nos puede decir dónde está Huantemé?
Me tomó de sorpresa. No alcancé a responder, cuando surgieron de
la sala los gritos de:
-No sabe... no sabe ... no sabe...
(Comenzaron los de Valparaíso “picados” con nosotros los de Cautín. Luego los
siguieron otros).
Estallaron las risas. Yo muerto de
vergüenza, deseaba enterrarme ahí mismo. Pero, debía seguir presidiendo.
ME TIENDE SU MANO PROLETARIA
El domingo 29 de marzo de 1959 se
clausuró la Quinta Conferencia con un almuerzo en el Parque Rosedal. En un
momento se acercó a mí el camarada Lafertte:
-Compañero Iván, me dijo, he
observado que usted no se siente bien. ¿Qué le pasa? Si son mis palabras del
viernes la causa de su problema, le ruego que me disculpe. No tuve la menor
intención de herirlo. Todo lo contrario.
Me tendió su mano proletaria. La estreché emocionado y con respeto,
agradeciéndole su gesto, sus palabras.
Así era el camarada Lafertte. Con
una natural picardía y un especial sentido del humor. Firme en sus principios.
Sensible. Muy humano. Super tierno, como
decimos ahora.
En esa Quinta Conferencia recibí
una nueva lección de este comunista ejemplar.
EN EL CUARTO CONGRESO DE LAS JJ CC
Entre el 20 y el 23 de febrero de
1960 tuvo lugar el Cuarto Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de
Chile.
En una de sus sesiones asistió el compañero Elías Lafertte. Intervino con el
entusiasmo y pasión de siempre. Nos habló de la importancia de los métodos
juveniles, que los jóvenes deben
cantar.
- A propósito de esto- dijo- estoy
seguro que en esta sala hay jóvenes comunistas con inquietudes artísticas,
músicos y poetas. A ver, camaradas, les
ruego ponerse de pie los que cultivan estas artes.
Algunos compañeros se miraron
sorprendidos, indecisos. Les hicimos señas, animándolos, con cierta picardía. Luego
de titubear brevemente, unos diez compañeros se pusieron de pie. Estaban algo cohibidos, pero no podían disimular un poquitín de orgullo. Artistas, al fin y al cabo...
Lafertte enfatizó lo importante
que es para las Juventudes Comunistas y el Partido contar con esos valiosos
militantes. Luego disparó: ¡Cómo es
posible que, habiendo tantos creadores entre nosotros, no se compongan nuevas
creaciones y se sigan cantando las viejas canciones de la Guerra Civil española!
Los “artistas” se sentaron un
tanto acholados. Algunos no pudimos contener una sonrisa, incluso la risa.
COMO CONOCIMOS LA TRISTE NOTICIA
Era viernes 17 de febrero de
1961. Estábamos en plena campaña
parlamentaria. Conociendo la crítica
salud del compañero Lafertte, estábamos reunidos en Temuco, en la sede
de la Dirección Regional Cautín del Partido Comunista, ubicada en la esquina de
las calles Bulnes y Miraflores Escuchábamos radio. El informativo de las 21
horas trajo el comunicado que tanto temíamos:
-Ha muerto Elías Lafertte Gaviño, presidente del Partido
Comunista de Chile.
Un compañero apaga la radio. Se
hace un silencio impresionante. Por muchas mejillas corren lágrimas. De pronto
una voz enronquecida rompe el silencio:
- Compañero
Elías Lafertte...
- ¡Presente,
ahora y siempre!,
respondemos.
A SANTIAGO
Esa aciaga noche del 17 de febrero
de 1961 nos reunimos como Directiva
Regional del Partido, a la cual yo pertenecía por ser Secretario Político de
las Juventudes Comunistas de Cautín. Se designó
una delegación para asistir a los
funerales.
Viajamos en el tren nocturno del
día siguiente, para llegar a la capital el 19 de febrero de 1961. Nos dirigimos
a la sede del Comité Central del Partido,
ubicada en Teatinos casi esquina Compañía.
En el salón principal está la
capilla ardiente. A pesar de ser muy
temprano, había mucha gente.
HOMENAJE AL CAMARADA ELÍAS
Junto a la urna, que contenía los restos mortales del compañero Lafertte, vimos hacer solemne guardia de honor a ocho dirigentes
sindicales. Y se sucedieron las guardias. Cientos de hombres, mujeres y jóvenes
militantes, amigos, de otras colectividades políticas y organizaciones
sociales, independientes, rindieron homenaje al hijo del salitre. Los
comunistas de Cautín, también tuvimos ese honor.
En la tarde, partió desde la sede
del Comité Central una multitudinaria, triste, pero combativa columna hacia el
Cementerio General. Éramos miles.
Caminamos, con banderas del
Partido y de las Juventudes Comunistas, cantando, gritando sin cesar:
- Compañero
Elías Lafertte...
- ¡Presente,
ahora y siempre!
LO DESPEDIMOS CON LA INTERNACIONAL Y EL CANTO A LA PAMPA
En la Plazoleta del Cementerio
General, en avenida La Paz, un mitin de despedida, en la que intervinieron
varios oradores.
Luego, una delegación de 100
militantes, designados por el Comité Central, -entre los cuales tuve el honor
de estar, por entonces era miembro del Comité Central de las Juventudes
Comunistas- acompañamos los restos del
camarada Elías Lafertte, al interior del cementerio, hasta su tumba. Ahí le
dimos el último adiós al inolvidable y querido
compañero.
Entonamos La Internacional.
También el Canto a la Pampa, canción en recuerdo de la masacre perpetrada por
soldados del ejército y de la marina, en la Escuela Santa María de Iquique, el
sábado 21 de diciembre de 1907. Allí,
donde 54 años atrás, el entonces joven Elías
había recibido su bautizo de fuego.