Hoy se
cumplen 117 años de la Masacre de la Escuela
Santa María de Iquique. Para recordar este hecho, le entregamos a las y los
lectores del “Boletín Rojo” un escrito
del historiador Iván Ljubetic Vargas.
A 117 años de la cruel matanza:
Iván Ljubetc Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Eran las 3,30 de la
tarde del sábado 21 de diciembre de 1907. Bajo un sol abrasador, la multitud se apretujaba en
El Intendente de la
provincia de Tarapacá había firmado la orden de desalojar a los huelguistas de
la escuela. Tarea que cumpliría el general Roberto Silva Renard.
Este, montado en un
caballo blanco, se acercó a la gente.. Se escucharon las escalofriantes notas
de un clarín...
UN NIÑO LLORIQUEA
En medio de un silencio
que presagiaba algo terrible, se escuchó la voz llorosa de un niño:
-
Mamá, quiero hacer pichí.
La madre, Águeda Muñoz,
una curtida mujer proletaria, que había marchado con sus tres pequeños hijos,
desde la oficina salitrera Alianza,
intentó hacerlo callar.
-
Aguanta un poco, chiquillo de
moledera...
-
Es que no puedo más, por favor,
mamita...
ABUELA Y MADRE DE SOLA SIERRA SE SALVAN
Doña Águeda, tomó a sus
tres niños y, abriéndose paso dificultosamente entre la compacta
muchedumbre, se dirigió a los baños de
Se había consumado la
matanza.
Quizás,
por estar allí en los baños, escaparon de la muerte. Uno de los tres hijos de
doña Águeda era Ángela Henríquez Muñoz, que por entonces tenía tres años de
edad. Ella sería, tiempo después, la madre de esa imprescindible llamada Sola
Sierra Henríquez.
LAFERTTE TESTIGO PRESENCIAL
Otro testigo de ese
sangriento episodio, Elías Lafertte, relata:
“Por las calles
empezaron a pasar carretones de la basura que venían de
Intentado justificar la
matanza, el general Roberto Silva Renard publicó en la prensa un parte de
guerra, donde se decía:
“Ayer, inmediatamente de
recibir en la plaza Arturo Prat, a las
1:45 p.m. y en circunstancias de revistar las tropas de guarnición y de la
marinería, la orden de reconcentrar en el Club Hípico a los huelguistas, dispuse
que evacuasen la plaza Manuel Montt y
Terminaba la desigual
“batalla”. Los pampinos con puños, banderas y gritos contra los fusiles y ametralladoras de los asesinos.
EL
CINISMO DE LA REACCIÓN
Francisco Valdés
Vergara, en una conferencia dada el 1º de mayo de 1910, en el Centro
Conservador de Santiago, refiriéndose a lo ocurrido el 21 de diciembre de 1907, dijo:
”No puedo recordar sin tristeza aquella tragedia de Iquique que ahogó en un
charco de sangre el levantamiento sedicioso de algunos miles de obreros.
Esta muchedumbre se
levantó amenazante contra el orden, contra los bienes y las personas, se negó a
todo advenimiento inspirado por la justicia,
y hubo de ser sometida, para evitar mayores males, con el empleo severo
de las armas”.
RECABARREN REIVINDICA
Luis Emilio Recabarren,
en su obra “La huelga de Iquique en diciembre de 1907. La teoría de
“Nosotros conocemos
íntimamente la historia de ese movimiento y hemos reconocido que jamás hubo en
Chile una acción más hermosamente ordenada y tranquila, donde la justicia
de esa acción se destacaba.
¿Qué pedían los obreros
en huelga? ¿Pedían acaso una monstruosidad? ¿Iban tras una cosa injusta?
¿Pedían una exageración?
¡No, mis queridos
hermanos! Los obreros del salitre reclamaban estrictamente una cosa justa hasta
la evidencia”.
LOS HECHOS DAN
Los hechos, los
porfiados hechos, desmienten a Valdés Vergara. No hubo ningún ”levantamiento sedicioso”, ni el movimiento
de los trabajadores fue una acción “contra el orden, contra los bienes y las
personas”.
Los hechos dan la razón
a Recabarren: “ Lo que los obreros del salitre reclamaban, era una cosa justa hasta la evidencia”.
En la edición del 21 de
noviembre de 1907 del periódico “
¿QUE PEDÍAN LOS PAMPINOS?
La elevación de sus
salarios de acuerdo al alza del costo de la vida, salarios que -en el plazo de
tres años- habían perdido la mitad o más, de su
capacidad de compra.
Solicitaban que las
fichas con les pagaban los salarios fueran cambiadas a la par, es decir
sin recortarles su valor, como lo hacían corrientemente.
Exigían poner fin a los
abusos de que eran víctimas en las pulperías, las que
eran propiedad de las compañías y que
tenían el monopolio de las ventas. Para ello pedían que pudieran ingresar a las
oficinas vendedores particulares. Además, solicitaban colocar al lado afuera de las pulperías una balanza y
una vara, para comprobar que no les robaran – como se hacía
habitualmente- en los pesos y las
medidas.
SEGURIDAD Y UNA ESCUELA
Pedían que las chancadoras (donde se trituraba el
caliche) y los cachuchos (donde se hervía éste a altas temperaturas) fueran
cerrados con rejas de fierro para
evitar-como acontecía con frecuencia- que algún obrero cayera dentro de ellos
encontrando una horrible muerte.
Solicitaban que las
empresas entregaran, de manera gratuita, un local para que funcionara una
escuela nocturna.
Están eran sus
“sediciosas” peticiones.
EL 10 DE DICIEMBRE EMPEZÓ
Hubo conversaciones de
los obreros con los administradores de las oficinas salitreras. Primero, fueron tramitados. Luego, les
dijeron que los patrones que estaban en Iquique o Londres no aceptaban ninguna
de las peticiones.
Entonces, recién el martes 10 de diciembre de 1907, se inició la
huelga en la oficina salitrera San Lorenzo. En los dos días siguientes, el
movimiento se extendió por toda la pampa de Tarapacá.
Como lo escribió el
poeta popular, Francisco Pezoa, en su
“Canto a
“Hasta que un día como
un lamento
de lo más hondo del corazón
por las callejas del
campamento
vibró un acento de
rebelión.
Eran los ayes de muchos
pechos
de muchas iras era el
clamor,
la clarinada de los
derechos
del pobre pueblo
trabajador”
VAMOS AL PUERTO, DIJERON VAMOS
No hubo el tal “levantamiento sedicioso” del que habló
Valdés Vergara.
Lo que hicieron fue
dirigirse a Iquique para tener directo contacto con los dueños de las
salitreras y con las autoridades
provinciales del gobierno de
Pedro Montt. Partieron el viernes 13 de diciembre.
“Vamos al puerto dijeron
vamos
en un resuelto y noble
ademán
para pedirle a nuestros amos
otro pedazo no más de
pan.
En la misérrima caravana
al par que al hombre
marchar se ven
la esposa amante la
madre anciana
y al inocente niño
también”.
Los primeros pampinos
llegaron a Iquique el domingo 15. En absoluto orden. Luego, las autoridades los
enviaron a
EN ORDEN Y CON ESPERANZA
El miércoles 18 de
diciembre, cuando se cumplía el octavo día de la huelga, el periódico “El
Tarapacá” destacaba “la actitud de absoluto orden adoptada por los
huelguistas”. Sostenía que “sus
manifestaciones se han reducido a meetings, desfiles y discursos dentro
del terreno de la moderación”.
Agregaba. “En las
numerosas oficinas que permanecen paralizadas, el orden se mantiene
inalterable”.
Al parecer el
conservador Valdés Vergara no leía ni siquiera la prensa que representaba sus
mismas posiciones políticas.
El jueves 19, noveno día de huelga, a las dos de la tarde,
junto a los acorazados Zenteno, Pinto y Chacabuco, que estaban en la bahía de
Iquique, ancló un cuarto barco de guerra. En él
venía el Intendente Carlos Eastman, que había estado en la capital.
Los huelguistas llenaban
los muelles. Aguardaban la llegada del Intendente llenos de una ingenua
esperanza. Un fuerte contingente militar ponía el marco a la escena.
“VENGO A ARREGLAR EL CONFLICTO”
Elías Lafertte describe
al Intendente como: “un viejo delgado, enjuto, vestido de negro”. Relata que
“apenas desembarcó fue cogido en andas por los entusiasmados pampinos y llevado
de esta forma hasta
-
‘No pensaba volver –dijo- pero
me habéis hecho desistir de ello. Traigo la palabra oficial del Gobierno para
arreglar el conflicto’.”
No agregó ni una sílaba
más. Pero los ilusionados pampinos llenaron la tarde con gritos de ¡Viva! y
¡Bravo!
“CON LOS CHILENOS...MORIMOS”
A las dos y media de la
tarde del viernes 20, llegaron a
Los instaron a abandonar
el local, advirtiéndoles que si no lo hacían los cónsules no responderían de
ellos, que la cosa era grave, pues los militares tenían órdenes de disparar y
las balas no discriminarían entre chilenos y extranjeros.
La respuesta fue
inmediata. Los obreros argentinos, bolivianos y peruanos se negaron a
desertar. Por ejemplo, los bolivianos
dijeron a su cónsul: “Con los chilenos vinimos,
con los chilenos morimos”.
¡Qué bello,
valiente y emotivo gesto de internacionalismo proletario!
UN SÁBADO 21 DE DICIEMBRE
El sábado 21 de
diciembre de 1907 se perpetró la terrible masacre.
Así lo cantó Francisco Pezoa :
“Benditas víctimas que bajaron
desde la pampa llenas de
fe
y a su llegada lo que
escucharon
voz de metralla tan sólo
fue.
Baldón eterno para las
fieras
masacradoras sin
compasión
queden machadas con
sangre obrera
como un estigma de
maldición.”
HABLARON LAS AMETRALLADORAS
Fue allí en el puerto de
Iquique donde la marina chilena utilizó por primera vez en nuestra historia las
ametralladoras, no para defender la patria, sino para Como tantas otras veces,
las fuerzas armadas utilizaron las armas que el pueblo les entregó, para disparar
contra ese mismo pueblo.
No podemos permitir que
el tiempo borre de
Y repetimos con el poeta
proletario<<.
“Pido venganza para el valiente
que la metralla
pulverizó
pido venganza para el
doliente
huérfano y triste que
allí quedó.
Pido venganza por el que
vino
de los obreros el pecho
a abrir
pido venganza por el
pampino
que allá en Iquique supo
morir”.
LOS
ASESINOS
Los responsables del
crimen tienen nombres concretos:
Presidente de
Ministro del Interior:
Rafael Sotomayor
Intendente de Tarapacá:
Carlos Eastman
Jefe de Plaza y autor
material: general Roberto Silva Renard.
Abogado de los patrones
salitreros: Antonio Viera Gallo.
No olvidemos sus nombres
y los intereses que representaban.
CONTRA EL MOVIMIEMTO OBRERO
Esa masacre, no sólo
tuvo por objeto aplastar brutalmente una legítima huelga obrera, que sólo exigía otro pedazo no
más de pan.
Sino que ella
tuvo otro objetivo más amplio:
destruir el potente movimiento sindical clasista, que había surgido en enero de
1900 al aparecer en el escenario
chileno las primeras
organizaciones sindicales: las Combinaciones Mancomunales de Obreros.
Las Mancomunales, que hacia 1907 habían alcanzado gran fuerza
en numeroso s puntos del país, desaparecieron en diciembre de ese año.
Con la masacre de
AVANZAR A
Recordamos la
masacre teniendo presente lo que
dijo Neruda:
“Pueblo, del sufrimiento
nació el orden.
Del orden tu bandera de victoria ha nacido.
Levántala con todas las
manos que cayeron.
Defiéndela con todas las
manos que se juntan:
Y que avance a la lucha
final, hacia la estrella
la unidad de tus rostros
invencibles.”