sábado, 3 de septiembre de 2022

REBELIÓN POPULAR DE MASAS

 


Un día como hoy, 3 de septiembre, hace 42 años, Luis Corvalán Lépez,  entonces secretario general del Partido Comunista de Chile, en un  acto realizado en Moscú con motivo de conmemorar los diez años del triunfo popular del 4 de septiembre de 1970, proclamó la política de  Rebelión Popular de Masas. 

Un abrazo, 

Iván Ljubetic Vargas




“EL DERECHO DEL PUEBLO A LA REBELIÓN ES INDISCUTIBLE”

 

 

                                                     Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                      Centro de Extensión e Investigación

                                                       Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

                                

 


 

El 3 de septiembre de 1980, en un acto realizado en Moscú con motivo de conmemorarse los diez años del triunfo popular, Luis Corvalán Lépez, secretario general del Partido Comunista de Chile, proclamó la Rebelión Popular de Masas. En la ocasión dijo: 

“En estos días, Chile vive momentos de gran tensión política. Está en vísperas de un acto que implica una burla a sus sentimientos democráticos. Soberbia y provocadoramente, Pinochet ha elegido el próximo 11 de septiembre -séptimo aniversario del golpe militar- para llevar  a cabo una nueva farsa publicitaria destinada a ratificar una Constitución fascista que él y su Junta ya dictaron sin más  ni más.

Todas las fuerzas populares y progresistas del país y el millón de chilenos que está en el exilio rechazan ese engendro constitucional y declaran, con plena razón, que el Plebiscito ad-portas no tiene validez jurídica ni moral. 

Vigorosos contingentes populares desafían la represión y se pronuncian en contra del fascismo y por la libertad. Resuenan vibrantes  los gritos de  “Fuera Pinochet” “Democracia ahora” y “el pueblo unido jamás será vencido”.

Ante el enemigo común, se avanza por el camino del consenso, del reencuentro de todos los chilenos antifascistas y no fascistas. Se gesta la unidad de acción común contra la tiranía y su fraude del día 11. 

En estas condiciones nos reunimos hoy a 10 años del triunfo de la Unidad Popular, de la elección de Salvador Allende como Presidente de Chile.

El 4 de septiembre es el día  que cada seis años los chilenos renovaban al Presidente de la República mediante el sufragio universal. Por lo tanto es también una fecha que congrega a todos los demócratas de nuestro país…” 

“Pinochet tiene la pretensión de eternizarse en el poder, de atornillarse hasta 1997 en el cargo que usurpó, o sea de mantenerse  como dictador, impuesto y sostenido por las bayonetas por un total de 23 años y medio. La Constitución que va a someter a plebiscito así lo establece. Le otorga también  a la Junta el derecho de seguir reformándola durante el período de transición, y entre otras disposiciones tan “democráticas” como las citadas, proscribe los partidos y organizaciones que luchan contra el sistema. 

El tirano s ha permitido decir que será la Constitución de la libertad. ¡Flor de Constitución y flor de libertad! La ha redactado un grupo de sus amanuenses y de conspicuos personeros de los c, sin que el pueblo o representantes suyos hayan podido decir ni chus ni mus.

El llamado plebiscito se llevará a cabo bajo el imperio del estado de emergencia, con proscripción de los partidos, sin prensa verdaderamente libre, sin acceso de los opositores a los medios de publicidad, sin registros electorales, sin tribunal calificador de elecciones, con presos y relegados, en medio de una nueva oleada de terror y con un millón de chilenos en el exilio. El mentado plebiscito no ofrece alternativas. Es como una carrera con un solo caballo. En cuanto al resultado, el mundo lo conoce de antemano. Será el que Pinochet diga. De seguro que ya lo tiene  en un cajón de su escritorio.

Pero habrá otro resultado. Se hacen humo las ilusiones respecto de una presunta liberalización del régimen. Se cierran los caminos para una evolución gradual  con que algunos han soñado. En estas circunstancias, no tenemos dudas de que el pueblo de Chile sabrá encontrar el modo de sacudirse el yugo de la tiranía”. 

Esa táctica revolucionaria de los comunistas de utilizar todas las formas de lucha,  dio enorme fuerza a las acciones contra la dictadura, las que cada vez fueron adquiriendo mayor masividad. 

Una expresión de ello fueron las Jornadas Nacionales de Protesta iniciadas el 11 de mayo de 1983.  La mayor y última tuvo lugar el 2 y 3 de julio de 1986.

Su magnitud y combatividad mostraron la posibilidad de una salida de masas y democrática a la dictadura. 

Pero intervino directamente el imperialismo estadounidense. Logró que la  Concertación, encabezada por  la Democracia Cristina, desistiera de sus acciones unitarias contra la tiranía y llegara a acuerdos con ella. 

Entonces, en 1990 hubo una salida pactada entre dictadura y Concertación, que puso fin al terrorismo de Estado, pero dejó a Chile atado con poderosos candados antidemocráticos. Candados neoliberales que golpearon duramente al pueblo, en especial a los sectores más desvalidos. 

Por ello, 39 años después que Luis Corvalán, en nombre del Partido Comunista, proclamará la Rebelión Popular de Masas, el pueblo chileno la utilizó nuevamente. Su inicio tuvo lugar el 18 de octubre de 2019. Fue la rebelión de masas contra el neoliberalismo exigiendo salud, educación y pensiones dignas, en base a una Nueva Constitución. 

Nueva Constitución que fue elaborada por una Convención Constitucional, cuyos integrantes fueron elegidos democráticamente,

y cuyo texto crea las condiciones para avanzar hacia un Chile realmente democrático, con un Estado responsable de hacer realidad los anhelos de salud, educación y pensiones dignas, de respeto a todas y todos, con una democracia real. 

Nueva Constitución que mañana, domingo 4 de septiembre de 2022, debe ser aprobada por un plebiscito.