DISCURSO
DE S.E. LA PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA, MICHELLE BACHELET,
AL
FIRMAR PROYECTO LEY QUE SUSTITUYE SISTEMA ELECTORAL BINOMINAL
Muy buenos días:
Hoy día nos reunimos para enviar un proyecto
de ley fundamental para nuestra calidad democrática, y lo hacemos con la
convicción de que es esencial hacer cambios que han tardado demasiado y que
obstaculizan nuestra representatividad y nuestra inclusión democrática. Y es
parte de un profundo compromiso que como Nueva Mayoría adquirimos con los
chilenos y las chilenas, pero, por sobre todas las cosas, es un largo anhelo
que se ha prolongado por más de dos décadas.
Digámoslo con todas sus letras, el sistema
binominal es una espina clavada en el centro de nuestra democracia. Es un
sistema que debe la vida a la dictadura y que se perpetúa a partir de la
exclusión. Y no es así como queremos asegurar nuestra estabilidad política y
social; no es así como queremos optar por el diálogo y el acuerdo.
Chile ha cambiado y nuestro Parlamento también
debe ser expresión de esa nueva nación que hemos construido juntos, pero, sobre
todo, nuestro Parlamento debe estar al servicio de una mejor democracia para
nuestro futuro.
Y ello requiere que, como foro principal de la
República, exprese en toda su variedad los anhelos y miradas de nuestros
ciudadanos y de nuestras ciudadanas.
Es una tarea prioritaria, porque a pesar de
las reformas fundamentales que se han hecho en las últimas dos décadas para
tener una mejor democracia, eliminando, por ejemplo, los senadores designados,
hay todavía una brecha importante entre el Congreso que tenemos y el que Chile
necesita.
El sistema binominal no sólo debe ser cambiado
por la herida que representa su origen, porque distorsiona y subrepresenta a
las mayorías, porque condena a una nación al empate permanente. No sólo debe
ser cambiado porque niega un principio básico de la democracia, de que la
mayoría mande. El sistema binominal debe terminar, porque es hoy un obstáculo
para la integración, el pluralismo y la representatividad plena de nuestra
patria.
Tenemos la enorme tarea de restablecer la
confianza con la ciudadanía y demostrar el valor de la participación y el
sufragio.
Y eso exige, ante todo, avanzar en la igualdad
de voto. No puede ser que los territorios más poblados elijan la misma cantidad
de representantes que los sectores menos poblados. Y eso hace imprescindible el
aumento de nuestros representantes, puesto que no es justo quitar
parlamentarios a territorios con poca población.
Lo digo con fuerza: tener más representantes
no es un triunfo para la burocracia, es un triunfo para el pueblo de Chile.
En 1973, Chile tenía una Cámara de 150
diputados y un Senado de 50, con un padrón muchísimo más reducido que el día de
hoy.
Entonces, es tiempo de darle más peso a la
representación de cada uno de nuestros territorios.
En concreto, ¿qué es lo que proponemos? Aumentar
en 12 los escaños senatoriales y en 35 los de diputado.
En el caso del Senado, elegirá 50 senadores y
cada región será una sola circunscripción.
Las regiones de Antofagasta, Atacama, Los
Ríos, Aysén y Magallanes mantendrán el número actual de 2 senadores. Tarapacá
elegirá 2 senadores, al igual que Arica y Parinacota, que pasa a elegir dos
senadores, una deuda histórica que teníamos con la Región de Arica y Parinacota
hace mucho tiempo. Las regiones de O'Higgins, Coquimbo y Los Lagos pasarán a
elegir 3 senadores cada una, en lugar de los 2 actuales. Valparaíso, Maule,
Biobío y Araucanía, que hoy eligen 4, elegirán 5. La Región Metropolitana, que
hoy elige 4, elegirá 7.
Esto mantiene criterios de igualdad política
territorial, pero corrige la subrepresentación que viven muchas regiones más
pobladas.
La Cámara de Diputados elegirá 35 diputados
adicionales, es decir, 155 en total. Los 60 distritos actuales se reordenarán
en 28 nuevos distritos, cada uno de los cuales elegirá de 3 a 8 diputados,
dependiendo de su población.
De los 35 nuevos escaños, 15 se asignarán a
los distritos de la Región Metropolitana, 8 se distribuirán en las Regiones de
Valparaíso y Biobío, 4 en las regiones extremas y los 8 restantes en las otras
regiones del país.
¿Por qué estamos proponiendo que se reduzca el
número de distritos y circunscripciones?
Porque esto nos permite que se elijan más
escaños en cada uno de ellos. Eso significará que pueden ser parte del
Parlamento sectores minoritarios pero importantes de la sociedad que deben
estar representados, porque la democracia se completa y fortalece con su
participación.
Porque queremos que los electores recuperen
totalmente la decisión respecto de quiénes son sus parlamentarios y parlamentarias.
Porque queremos que todas las formaciones políticas concursen con sus propios
candidatos y las grandes competencias internas en los partidos y entre partidos
se resuelvan de cara a la ciudadanía, en las mismas elecciones.
Con ello crecerá la competencia y nuestra
ciudadanía podrá elegir entre más opciones.
Esto no es un tema de oferta y demanda, es una
condición indispensable para motivar la participación electoral, que hoy tiene
una alta tasa de abstención.
Quienes estamos en la política tenemos una
importante responsabilidad para revertir la apatía y sembrar la confianza.
Pero, adicionalmente, este proyecto establece,
por fin, una cuota de género, para que ningún partido presente más de un 60% de
candidatos de un mismo sexo y asegurar que al menos el 40% de las candidaturas
sean femeninas, por ahora. Adelante, quién sabe. Al menos los hombres pudieran
tener un 40%. O sea, que sea 60 y 40.
Pero como no basta con un número, queremos que
sea una realidad, los partidos que elijan más mujeres candidatas van a tener
también un incentivo económico adicional por mujeres electas.
Porque, finalmente, de lo que se trata en este
proyecto de ley, no es sólo de revertir una situación histórica que no nos
gusta, como el sistema binominal, pero la esencia de esto es abrir espacio a
nuevas voces, a nuevos actores de la política, porque hacer buena política
desde la exclusión, no es lo que queremos. No queremos mantener las barreras de
entrada al Parlamento, como las que hoy día existen.
Y hoy en Chile, la verdad es que no está en
duda nuestra estabilidad, no tenemos temores de quiebres democráticos, pero sí
sabemos que estamos ante un nuevo ciclo, y que ese nuevo ciclo exige diversidad
e inclusión, y que la gobernabilidad y el desarrollo pleno de nuestra sociedad también
dependen de dar a los nuevos liderazgos cauce político e institucional.
Yo quiero, amigas y amigos, convocar a
nuestros parlamentarios, a los que han podido llegar hoy día acá y a los que
también están hoy día en el Congreso- parlamentarios y parlamentarias- a
debatir con altura de miras este proyecto, entendiendo que cerrar la puerta a
la exclusión y la mala representación, es abrir un camino ancho a la buena
política y a la representatividad. Y
yo creo que tenemos una oportunidad histórica.
Se acaba de aprobar en el Congreso el voto de
los chilenos en el exterior. Y éste ha sido un logro de todos los sectores.
Hemos avanzado con muchos de los
parlamentarios en la eliminación del guarismo 120 de la Constitución Política. Y
quiero reconocer las propuestas que se han presentado en el pasado, como la
Comisión Boeninger, durante mi Gobierno anterior, o las recientes propuestas de
los senadores Ignacio Walker y Carlos Larraín, entre tantos otros
parlamentarios que van reconocidos en el mensaje de este proyecto de ley. Le
damos un reconocimiento explícito a todos los parlamentarios, senadores y
diputados, que han contribuido fuertemente en este tema.
Hoy es el momento de profundizar ese camino
conjunto, que ha contado con la colaboración sincera de diversos sectores
políticos. Es el momento de dejar atrás el sistema binominal, para dar al
Congreso de Chile la mayor de sus fuerzas y legitimidades: la de una adecuada
representación de nuestra patria soberana.
Confío en el fruto de esta convicción y ese
trabajo.
Muchas gracias por estar aquí acompañándonos.