Editorial de El Siglo, edición 1711 del 17 de abril 2014
Chilenos
“en situación de cerro” o la Necesidad de una solidaridad crítica
En verdad, poco hay ya que pueda sorprendernos. Al norte trágico, asolado
recién por terremotos, se agrega hoy nada menos que “La perla del Pacífico”,
alcanzada en uno de los “paisajes” más atractivos de nuestro litoral: sus
míticos cerros.
Y nos enteramos “en vivo y en directo” -dramático privilegio de las
modernidades- de que junto a los centenares o miles de compatriotas en
“condición de calle”, otros tantos subsisten en una recientemente descubierta
“condición de cerro”.
Es claro, eufemismos, se dirá. Y se lo dirá con razón. Pasa en estas
materias, en cuanto a lo que tienen en común para estos efectos la “calle” y el
“cerro”, que cualquiera fórmula que se quiera ingeniosa, como esa de los
“eventos” para nombrar los hoyos en las calles, tiene el raro mérito de desviar
la mirada y la inteligencia del fondo del problema. En otras palabras, de
quedarse en la epidermis expresiva –“en situación de…”- y no profundizar en sus
contenidos.
Por eso, hacemos compartir el título de esta editorial a la “situación de
cerro”, con el llamado a una “solidaridad crítica”.
Para no resultar enojosos, no insistamos en aquello de que “cuando llueve
todos de mojan” pero…, o el descubrimiento de que cuando hay humo y llamas el
viento suele soplar hacia el lado de los pobres.
Y todo eso es sabido. Como lo es la solidaridad, que bienvenida y alabada
sea.
Y si es cierto que en el incendio de los cerros porteños más de alguno
pueda ver una señal o una consecuencia de nuestro denostado “centralismo”,
tampoco estará demás pedir a las autoridades locales –a todas, en todas
nuestras regiones y provincias- un cuidado real y permanente por las
consecuencias de extremas desigualdades que esconden en su seno el germen de
todas las tragedias.
Y es que tampoco podemos olvidar que en nuestra “loca geografía” no hay
sólo calles y cerros. Y que bien podríamos predicar la existencia de
compatriotas en “situación de posta”, u otras que cada uno podrá ir anotando en
la medida de su indignación ante las injusticias de un modelo que ya está
pidiendo a gritos que lo demos por superado. Porque bien podríamos, también,
aventurar que el neoliberalismo, esa forma “superior” del capitalismo
introducido por la dictadura en nuestro país, se encuentra “en situación de
vergüenza”.
Pero y mil veces pero: lo notable y loable y digno de emulación, es que
muchas personas, especialmente jóvenes, se han movilizado para ayudar.
Primero, parecen decir, ayudar; después, si cabe, preguntar y demandar.
Y, entonces, que la crítica no debilite la solidaridad; pero, una vez
pasada la emergencia y en apariencia curadas las heridas, que la satisfacción
de la solidaridad cumplida no inhibe la crítica.
Esto, pues la crítica, oportuna, bien intencionada y bien encaminada,
incluso “propositiva” -como suele decirse en nuestros días- es también una
gestión solidaria.
EL DIRECTOR