A 55 AÑOS DEL TRIUNFO POPULAR:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
“En suma, la dinámica de la lucha de clases,
junto con
colocar a Chile en los comienzos de la ruta
que podía
conducirlo al socialismo, lo colocó también en los
umbrales del fascismo”. (“Hernán Ramírez
Necochea:
“El fascismo en la
Evolución política de Chile hasta
página 30)
EL FASCISMO HIJO LEGÍTIMO DEL
IMPERIALISMO
La sociedad capitalista es un
régimen en que existen dos clases antagónicas: la burguesía, dueña de los
medios de producción, y los trabajadores que, para poder subsistir, deben
vender su fuerza de trabajo a los poseedores de los medios de producción.
Como en toda sociedad dividida en
clases antagónicas, en el capitalismo existe un Estado, que es un instrumento
de dominación de la minoría (los capitalistas) sobre la mayoría (los
trabajadores).
En todo régimen con clases
antagónicas, existen las luchas de clases. A veces oculta, subterránea, otras
abierta. Para los trabajadores esta
lucha contra la burguesía tiene tres aspectos: lucha económica, lucha
ideológica y lucha política.
La burguesía ejerce su dictadura
sobre la mayoría de la población en la forma más sutil posible. La clase dominante cubre su dictadura con una
capa cosmética de democracia. Se celebran elecciones. Se realizan cambios siempre que no perjudican los intereses de la
burguesía. Cambios a lo gatopardo.
Pero cuando los trabajadores
llevan adelante la lucha económica, exigiendo reivindicaciones socioeconómicas,
como, por ejemplo, aumento de salarios,
y esas luchas adquieren fuerza,
entonces las clases dominantes convierten esas luchas económicas en conflictos
políticos. Intervienen los gobiernos burgueses a favor de los patrones, emplean
la violencia reaccionaria utilizando militares y policías. Masacran. Ello
ocurrió alrededor de 50 veces en el Chile del siglo XX.
Y cuando los trabajadores,
utilizando los mismos medios de la burguesía, logran ganar parte del poder, el
Ejecutivo, y desde ahí realizan cambios revolucionarios en dirección al
socialismo y, si a eso se agrega, un poderoso movimiento obrero, un Partido
Comunista con doscientos mil militantes, fuertes organizaciones sindicales,
trabajadores con firme conciencia de clase y con un irrestricto apoyo a su
gobierno, entonces la burguesía, que ve
peligrar su poder, lanza por la borda
todo el aparataje democrático, que ya no le sirve, y echa manos al fascismo, la
forma más violenta y cruel de sus métodos de dominación.
¿POR QUÉ EL IMPERIALISMO ECHÓ MANO AL GOLPE FASCISTA EN CHILE?
Ocurrió en Chile el 11 de
septiembre de 1973. El imperialismo y la reacción criolla emplearon la forma más violenta y cruel de golpe de
estado, un golpe fascista. El violento asalto del gobierno; la destrucción de
toda forma de democracia, el exterminio
físico de los revolucionarios, comenzando por el heroico compañero Presidente.
Esto, con el objetivo de paralizar
por el terror al pueblo. Un ejemplo
concreto de ello fue el bombardeo de La Moneda. Inútil desde un punto de vista
militar, pero efectivo para infundir el miedo a la población.
El golpe fue la respuesta de la
burguesía más reaccionaria a los avances logrados por el movimiento obrero. No
fue sólo la “inspiración” de un grupo de milicos antipatriotas y traidores.
Fue la respuesta a los avances
alcanzados por un poderoso movimiento obrero, creado por Luis Emilio Recabarren
en la segunda década del siglo XX, cuya conquista más importante hasta ahora,
ha sido el Gobierno Popular.
Fue la respuesta
contrarrevolucionaria llevada a cabo por
parte de la burguesía chilena, de sus partidos, como el Partido Nacional
(los actuales UDI), la Democracia Cristiana y otros grupúsculos. Pero, lo
determinante fue la acción de la
burguesía más poderosa y reaccionaria del mundo, el imperialismo
estadounidense. Ella encabezó la conjura contra el Gobierno de Allende.
Fue su reacción ante la fuerza que
el ejemplo chileno ejercía en los pueblos del mundo y en especial de América
Latina.
Por eso se unieron en una “santa
alianza” Nixon, Kissinger, la ITT, la Pepsi cola, la Anaconda, la Kennecott,
Frei Montalva, Patricio Aylwin, Onofre Jarpa, Sergio Diez, Francisco Bulnes,
Pedro Ibáñez, Jaime Guzmán, El Mercurio, La Tercera y otros medios de
comunicación. Todos representantes de los intereses del imperialismo, los
latifundistas y la burguesía monopolista criolla.
El golpe del 11 de septiembre de 1973 fue un golpe
fascista.
Fascista por la violencia física y
sicológica que se empleó y, porque su objetivo no era reemplazar a un gobierno
por otro, sino cambiar de raíz el proyecto revolucionario y popular impulsado
por la Unidad Popular, por otro contrarrevolucionario, que impuso a sangre y
fuego: el neoliberalismo, el capitalismo más salvaje. Para lograrlo emplearon
el terrorismo de estado, perpetrando el genocidio del pueblo chileno. Primero
empleó la represión masiva, después creó
organismos para detener, torturar, hacer desaparecer y asesinar en forma selectiva. Entre estos estaban la
DINA, CNI, el Comando Conjunto, etc. Fueron miles las víctimas de la violencia
fascista.
Su objetivo era cambiar a Chile en
todos sus aspectos. Y, desgraciadamente, en 17 años lo lograron.
EL GOLPE FASCISTA EN DESARROLLO
Recuerda Carlos Toro: “Alrededor
de las 5,30 horas sonó el teléfono. Atendí. Me llamaban los compañeros
ferroviarios de Valparaíso para informar que: ‘la escuadra había regresado en
la madrugada a Valparaíso y que en ese momento la marinería se estaba tomando
las instalaciones ferroviarias del puerto’. Con esta nueva noticia, llamé
inmediatamente a Tomás Moro. Me atendió Joan Garcés. Mira, le dije, se está
dando un conato subversivo de la marina en Valparaíso.
Tengo la impresión de que fue la
primera alerta que él llegó al Presidente. Aunque no estoy seguro de ello.
También pudo recibirla por otros conductos.
En seguida llamé a Mario Zamorano
y le relaté los hechos y me respondió: ‘yo me voy a encargar de avisarle a
los miembros de la Comisión Política,
para que se dirijan de inmediato al local del Partido en calle Vergara. Nos
vemos allá’.” (Carlos Toro: “La Guardia muere , pero no se rinde…Mierda.
Memorias”, página 81)
A las 6,20 de la mañana del 11 de
septiembre de 1973, el presidente Allende recibió un llamado telefónico en su residencia
de Tomás Moro. Se trasladó a La Moneda. A las 8,30 las tropas golpistas se
apoderaron de las calles de la capital.
Los fascistas instaron a rendirse
al Presidente. Les respondió: “Como
generales traidores que son no conocen a los hombres de honor”.
Numerosos ministros, hombres de
gobierno, dirigentes de la UP, sus hijas Beatriz e Isabel, llegaron a reunirse
con Allende. Éste ordenó salir a las
mujeres y a los hombres que no tienen armas: “Vivos serán más útiles para la lucha revolucionaria”.
A las 9,15 se inició el ataque
contra La Moneda, defendida apenas por menos de 40 combatientes. Los asaltantes
del poder embistieron con infantería, blindados, artillería. A las 12 horas,
aviones rasantes bombardearon el Palacio de Gobierno.
Allende se dirigió al pueblo en
cuatro oportunidades por radio. En su último discurso transmitido por Radio
Magallanes del Partido Comunista, dijo:
“… La historia no se detiene ni con represión ni
con el crimen. Esta es una etapa que
será superada, éste es un momento duro y difícil.”
“Ante estos hechos sólo me cabe
decirles a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito
histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la
certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles
de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán
avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni
con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
“¡Trabajadores de mi patria! Tengo fe en Chile y en su destino.
Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende
imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, abrirán las
grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad
mejor.
¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza que mi sacrificio no
será en vano.
Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará
la felonía, la cobardía y la traición.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi
voz no llegará a ustedes. No importa. Me seguirán oyendo. Siempre estaré junto
a ustedes, por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con
la patria…”
LA DICTADURA FASCISTA
Durante 16 años y seis meses, del
11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990, el pueblo chileno sufrió una
de las tiranías más sanguinarias de la historia de la humanidad.
El Partido Comunista fue
perseguido con saña: dos Comités Centrales y uno de las Juventudes Comunistas
fueron detenidos, y asesinados. Forman parte de la lista de detenidos
desaparecidos. José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino son
horriblemente degollados.
El régimen fascista barrió con
todo elemento democrático: quemó los Registros Electorales; prohibió los
partidos políticos y las organizaciones sindicales; disolvió el Congreso, que
fue reemplazado por un nuevo poder legislativo: los comandantes en jefe de las
tres ramas de las FF AA y el Director de Carabineros.
La dictadura se
"institucionalizó" a través de la Constitución de 1980; del Plan
Laboral, que entró en vigor el 1 de julio de 1979; la Ley Electoral, etc.
A.- EL GENOCIDIO
La base teórica de los crímenes perpetrados por la dictadura
fue la Doctrina de Seguridad Nacional: la guerra de exterminio contra el
enemigo interno, calificado genéricamente como comunismo.
CIFRAS OFICIALES DE VÍCTIMAS DE LA DICTADURA FASCISTA
Hubo cinco instancias
oficiales para estudiar los atropellos a
los derechos humanos bajo la dictadura: la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación o Comisión Rettig
(marzo de 1991), la Comisión Rettig II,
la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación (febrero 1992, La
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura o Comisión Valech (2004) y la Comisión Valech
II (2010). Las cinco, luego de recibir miles de testimonios, evacuaron un
informe.
De la suma de todos estos
informes, las cifras oficiales entregan un
total final de 3.227 víctimas
2.125 asesinados y 1.102 detenidos- desaparecidos.
Además, los agentes de la
dictadura detuvieron y torturaron a 31.831 patriotas. Más de 200 mil personas fueron lanzados al exilio,
repartidos en 50 países.
B.- EL MODELO NEOLIBERAL
El modelo neoliberal fue aplicado en Chile por la dictadura utilizando al país, en base al terrorismo de
Estado, aplastando todos los derechos de los trabajadores, se atacó la salud,
la educación, la seguridad social, todo con el fin de aumentar las ganancias de
los empresarios.
El fundamento económico del
neoliberalismo se centró en la competencia, eliminando (o limitando al máximo)
el papel del Estado. Así, se entiende que el mercado se regula por sí mismo,
eliminando las empresas más débiles y premiando a las más rentables.
En el período 73-90 se
privatizaron y se devolvieron 725 empresas y activos pertenecientes a la CORFO;
de ellas 343 fueron devueltas a sus dueños por estar requisadas o intervenidas.
35 fueron privatizadas dos veces. Las llamaron “el área rara”, porque fueron
privatizadas, quebraron, por lo que la dictadura las estatizó, les dio solvencia, y las volvió
a privatizar. En su mayoría fueron bancos afectados por la crisis de 1982 y los
créditos no pagos y las recién constituidas AFP.
En cuanto a los precios, el Estado
no debía entrometerse, ni siquiera en los productos de primera necesidad. La
teoría establece que la competencia y la ley de oferta y demanda son los
factores que marcan lo que cuesta cada artículo.
Se
redujeron los impuestos sobre la renta. Por contrario, los de valor
agregado (como el IVA, que pagan todos los chilenos) subieron para cubrir las
necesidades presupuestarias. Esto benefició a las rentas altas y a las empresas
frente a los población trabajadores.
El
neoliberalismo en Chile perjudicó
a gran parte de la población. Los buenos datos macroeconómicos
contrastaban con la microeconomía; es decir, con lo que la gente percibía en su
hogar.
La inflación que se había reducido
en 1981 volvió a dispararse posteriormente. El cambio fijo con el dólar debió
eliminarse cuando la deuda externa alcanzó los 16.000 millones de dólares. El
gobierno se vio obligado a intervenir algunas empresas en 1983 para impedir su
quiebra.
Por otra parte, los sueldos
sufrieron una gran reducción. Se calcula que en el periodo entre 1974 y 1980
los sueldos reales equivalían apenas a tres cuartos de los de 1970.
En cuanto al desempleo, este
aumento de manera muy considerable. La bajada de aranceles —que perjudicó a las
empresas nacionales— y otros factores llevaron a que la cesantía llegara a un 30 % entre 1982 y 1983.
LA CONSTITUCIÓN FASCISTA DE 1980
1) SU ESPURIO ORIGEN
Fue redactada por el senador UDI
Jaime Guzmán. Aprobada por la Junta de Gobierno a través del Decreto-Ley
3464 y “ratificada” por el Plebiscito
del 11 de septiembre de 1980. Este fue un escandaloso fraude. Hasta el
integrante de la Junta Militar de Gobierno, general Gustavo Leigh, reveló que
antes de la singular consulta a la ciudadanía ya le habían dicho por cuánto
ganaría la aprobación a la Constitución pinochetista. Miles de agentes de seguridad y funcionarios
del gobierno en todo el país los que votaron varias veces por el
"Sí". Aprovecharon que no
existían registros electorales para llevar a cabo el fraude.
Para votar bastaba presentar el
carnet de identidad, incluso vencido. Los presidentes de las mesas fueron
nombrados por los alcaldes (designados
por Pinochet), y los dos vocales sorteados también por el alcalde. Los recintos
de votación fueron los escogidos por los alcaldes. A cada sufragante se le
marcó con tinta indeleble el pulgar derecho. Pero no era indeleble.
Los jefes de local, designados por
la autoridad militar correspondiente, enviaron actas, talones y antecedentes al
alcalde; de allí pasaron al gobernador y al intendente". Todo "atado,
y bien atado".
La cifra de los electores en ese
plebiscito provocó, desde su conocimiento, enormes sospechas por el elevado
número: 6.271.868 que contrastaba con el de 3.661.898 electores que
participaron en la última elección del período democrático, en marzo de 1973.
En abril de 1982, se realizó un censo de población que permitió despejar
definitivamente las dudas y confirmar las sospechas. Se estableció así que los
mayores de 18 años, al 11 de septiembre de 1980, eran 6.668.240 personas, lo
que significa que para aprobar la Constitución habría votado el 93,8% de los
electores habilitados, cifra ajena a toda tendencia histórica electoral del
país.
Los amañados resultados entregados por la
dictadura fueron: Por el SI: 4.204.879 votos (67,04%). Por el NO: 1.893.420 votos (30,19%).
La Constitución fascista entró en
vigor el 11 de marzo de 1981 y es la que actualmente nos rige.
2) CERROJOS PARA LA
DEMOCRACIA
La Constitución de 1980 fue
concebida como una camisa de fuerza para la democracia, con una serie de
cerrojos para restringir la intervención política sobre el legado de la
dictadura.
En 1979, Jaime Guzmán, su
principal ideólogo, señaló que la Constitución fascista debía asegurar
"Que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir
una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque el margen de
alternativa que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella, sea lo
suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario”. Es decir, colocar candados a cualquier
posibilidad de democracia.
El espíritu de la norma
fundamental queda también reflejado en un fallo del Tribunal Constitucional del
año 2016 en el que declaró inconstitucional un proyecto que confería a los
sindicatos la titularidad para negociar colectivamente. "Cabe tener
presente que la actual Constitución tiene particularidades. No se trata de una
Constitución totalmente neutra. Ninguna lo es. Y, respecto de las materias
objeto de examen, ciertamente no lo es", señaló en su resolución este
organismo, que precisamente es uno de
los principales candados de la Constitución vigente.
Esta rigidez ha bloqueado la
modificación de múltiples materias desde la vuelta a la democracia. Muchas de
ellas están asociadas a las Leyes Orgánicas Constitucionales, que requieren un
quorum de 4/7 del Congreso. Estas mayorías calificadas, que en el caso de
reformas a la Constitución llegan a los 2/3, o trampas como la eliminación de
la posibilidad de plebiscito, no nacieron con la Carta Fundamental de 1980,
sino que fueron parte del “pacto de transición a la democracia” de 1989.
COMBATIENTES POR LA DEMOCRACIA
La dictadura cambió también la
conciencia social. Amplios sectores de trabajadores perdieron su conciencia de
clase, el espíritu de solidaridad clasista, su combatividad. Fueron ganados por
el consumismo, el egoísmo, la apatía, el conformismo, el apoliticismo. Otro
tanto sucede con vastos estratos de jóvenes.
Pero fueron miles de chilenos que,
guiados por sus ideales revolucionarios
y democráticos, combatieron contra la dictadura. Muchos de ellos fueron
detenidos y torturados, secuestrados y asesinados. Más de 500 militantes
comunistas cayeron en la lucha antifascista.
La primera manifestación pública
antidictatorial después del golpe lo constituyó el funeral del poeta Pablo Neruda, el 25 de
septiembre de 1973.
Fueron los sectores populares, entre ellos los
comunistas, los únicos en combatir por la democracia desde los inicios de la
dictadura.
Entre 1973 y 1975, heroicos grupos
de patriotas se esforzaron para que sus organizaciones políticas y sindicales
no sucumban en la guerra total que, en su contra, habían desatado los generales.
De
Entre el 14 y el 23 de junio de
1977 tuvo lugar la primera huelga de hambre de los familiares de
detenidos-desaparecidos. . Esta acción marcó el comienzo de una nueva etapa en
la lucha antifascista: surgieron las primeras expresiones de masas contra la
dictadura.
En agosto de 1977, se celebró el
primer Pleno del Comité Central del Partido Comunista, durante la tiranía. Allí
se analizó lo ocurrido durante el Gobierno Popular, sus logros y falencias. Con
un profundo sentido autocrítico se pasó revista a la actuación del PC en esos
mil días, sus aportes y deficiencias. Se señaló que la carencia de una acertada
política militar constituye un "vacío histórico". Se rindió
emocionado homenaje a los caídos en la resistencia antifascista.
El año 1978 estuvo marcado por las
masivas huelgas de las ollas vacías en Chuquicamata, El Salvador y Huachipato.
En 1980, el Partido Comunista
proclamó la política de Rebelión Popular de Masas: el empleo de todas las formas, incluso la
violencia más aguda, para derrotar la tiranía.
El PC organizó exitosas marchas
contra el hambre, que tuvieron lugar el 19 de agosto y el 30 de septiembre de
1982. También acciones de protestas que el 24 de marzo de 1983, se realizaron
en 20 ciudades del país.
El 11 de mayo de 1983, convocada
por la Confederación de Trabajadores del Cobre, se llevó a cabo la Primera
Jornada Nacional de Protesta. Esta masiva demostración contra el régimen marcó
el inicio de una nueva e importante etapa de la lucha antifascista.
Ese año, se efectuaron otras seis acciones de
este tipo, que comenzaron a arrinconar a la dictadura. Esta se vio obligada a
ceder espacios a la oposición. Es así, como aparecieron revistas críticas y
surgieron a la vida pública los partidos políticos. En agosto, se constituyó la
Alianza Democrática, liderada por la DC; en septiembre, el Movimiento
Democrático Popular, que encabeza el PC.
El 14 de diciembre de 1983, se
fundó el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Se multiplicaron las acciones de
desestabilización de la tiranía: cadenazos, apagones, ataques a agentes del
terrorismo de estado.
En 1984, hubo cuatro grandes
jornadas de protesta; en 1985, otras
cinco.
En abril de 1986, se constituyó la
Asamblea Nacional de la Civilidad, la más amplia coalición social en la
historia de Chile. También el Comité Político Privado en el que participan
todos los partidos políticos de oposición.
El 2 y 3 de julio de 1986, tuvo
lugar la más grande y combativa jornada de protesta antifascista. De seguir la
tendencia en alza que han tenido estas acciones, en Septiembre de ese año, el
país sería ingobernable para el tirano.
Pero no prosiguieron las grandes
jornadas de protesta. Al ver la envergadura que tomaban y las claras
perspectivas de una salida democrática de masas, el imperialismo intervino más groseramente
que antes en los asuntos internos de Chile. Presionó a la Democracia Cristiana
y a otros partidos de centro derecha. Estos
abandonaron la Asamblea Nacional de la Civilidad, disolvieron el Comité
Político Privado, renunciaron a la lucha
frontal con la dictadura y buscaron el camino de una salida pactada con ella.
Sólo los partidos populares
prosiguieron las acciones contra Pinochet. Pero ocurrieron dos reveses que
debilitaron ese camino: el descubrimiento del arsenal patriota en Carrizal, en agosto,
y el fracaso del intento de tiranicidio, en septiembre de 1986.
El 26 de junio de 1987, cumpleaños
de Allende, el PC y un sector del PS constituyeron la Izquierda Unida.
El 7 de octubre, se llevó a efecto
un paro general convocado por el Comando Nacional de Trabajadores. El 19 de
noviembre, se realizó un gran acto de la oposición en el Parque O'Higgins.
En febrero de 1988, 13 partidos
acordaron participar en el plebiscito convocado por la dictadura, renunciando a
toda acción contra ella. Entre estos,
estaban los partidos que habían formado
la Unidad Popular, excepto el Partido Comunista. Sólo éste siguió planteando la necesidad de continuar acciones de masas contra la tiranía, para
construir una salida democrática y popular, sin amarres que impidieran alcanzar
una real democracia.
Entre las acciones que convocó el Partido Comunista estuvo la
exitosa marcha contra el hambre del 11 de julio de 1988. Además, llamó a
trabajar y a votar por el NO en el plebiscito.
El 5 de octubre, venció el NO en el
plebiscito. Fue derrotado Pinochet en sus pretensiones de continuar a la cabeza
de la dictadura.
La salida pactada en Chile,
significó el reemplazo del gobierno de la dictadura, por otro, el de la
Concertación, cuya principal función, determinada por los amarres impuestos por
Pinochet, fue impedir el acceso al poder del movimiento popular.
El 11 de marzo de 1990 asumió la
Presidencia de la República Patricio Aylwin. Terminó la dictadura fascista.
Cambió el gobierno, pero se mantuvieron inalterables el modelo económico
neoliberal, la concepción de las fuerzas armadas, la Doctrina de la Seguridad
Nacional y su comandante en jefe; así como el poder judicial y el control por
la reacción -que cada día es mayor- de los medios de comunicación de masas.
Siguió imperando la Constitución fascista de 1980, las leyes laboral y
electoral antidemocráticas.