sábado, 16 de mayo de 2020

LA ENCÍCLICA RERUM NOVARUM





En el 129º aniversario de su promulgación:




                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren,  CEILER



                                        Federico Engels y Carlos Marx

En el siglo XIX la burguesía, que tenía un siglo de existencia, se abría paso. Revolucionaba incesantemente los medios de producción. Sus ganancias se basaban en la explotación de los trabajadores.

El  24 de febrero de 1848 apareció en Londres y en alemán la primera edición del “Manifiesto del Partido Comunista”  de Carlos Marx y Federico Engels.  “Esta obra –según escribió Lenin- expone con una claridad y una brillantez   geniales, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y el papel revolucionario histórico mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, de la sociedad comunista”.

Amplios sectores de los trabajadores acogieron con entusiasmo los planteamientos del Manifiesto, que representaban sus intereses de clase.

INTENTO DE RESPUESTA DE LA IGLESIA

La Iglesia Católica, que ya se había ubicado junto al capitalismo, tardó 42 años en reaccionar. Fue el papa León XIII quien promulgó el viernes 15 de mayo de 1891 (cuando en Chile estaba en pleno desarrollo la contrarrevolución del 91) la Encíclica “Rerum Novarum” (“De las Cosas Nuevas”), la primera encíclica social de la Iglesia católica


                                                    Papa León XIII

Era una carta abierta dirigida a todos los obispos y catedráticos, que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. En ella, el papa dejaba patente su apoyo al derecho de los trabajadores de «formar uniones o sindicatos» (Sería bueno que algunos democratacristianos que se    opusieron  a la reforma laboral del Gobierno de Michelle Bachelet, en lo referente al rol de los sindicatos, la leyeran). 

Pero, al mismo tiempo,  el papa,  mostrando el  carácter de la clase que representaba,  reafirmaba  un decidido apoyo al derecho de la propiedad privada   capitalista. 

Con esta encíclica la Iglesia pretendió, entre otras cosas, paralizar el creciente apoyo de las masas trabajadoras a las posiciones revolucionarias.

Hacia fines del siglo XIX, se vivía un período en el cual  la credibilidad de la Iglesia se veía disminuida debido a que los sectores populares de la cristiandad e incluso del clero, se inclinaban por las ideas revolucionarias expuestas en el Manifiesto del Partido Comunista.
Se acepta generalmente que, la encíclica Rerum Novarum es la carta de fundación de la democracia cristiana y una pieza clave de la Doctrina social de la Iglesia.

ALGUNOS ASPECTOS DE LA “RERUM NOVARUM”

Derechos y Obligaciones de Capital y Trabajo

1- “Una vez que la pasión revolucionaria por los cambios tomó forma, ha perturbado por largo tiempo a los gobiernos y presionado para que pasara más allá de la esfera política y hacerse sentir en la esfera económica, lo cual no sorprende. Los elementos del conflicto actual son inconfundibles. De hecho, los nuevos desarrollos de la industria y los maravillosos descubrimientos de la ciencia cambiaron las relaciones obrero-patronales. La riqueza de unos pocos y la pobreza de las masas ha provocado una mayor cohesión entre los trabajadores, todo esto unido a la declinación en la moral cristiana”.

(En el “Manifiesto del Partido Comunista” Marx Y Engels escribieron: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras, franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna”)
                                                                                                                                                                                                                                      
Sobre tolerancia y regulaciones entre obreros y patronos:

4- “El problema es difícil de resolver y no libre de peligros. La frontera entre poderosos y proletarios no es fácil de definir. Debe de haber regulación entre sus relaciones mutuas. La controversia es realmente peligrosa porque en algunos lugares la verdad ha sido torcida y amañada por personas turbulentas, dedicadas a pervertir el sentido común y la verdad para incitar a las masas a la sedición y al desorden”.

(El “Manifiesto del Partido Comunista” señala: “La industria moderna ha transformado al pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en las fábricas, son organizadas en forma militar. Como soldados rasos de industria, están colocados bajo la vigilancia de toda jerarquía de oficiales y suboficiales. No son sólo esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo del burgués individual, patrón de la fábrica.”)

También se refiere al derecho de los obreros:

30- “Entre los deberes concernientes a los trabajadores está el desempeñar conscientemente el trabajo que han aceptado. De ninguna manera hacerle daño físico a la propiedad o a los empleadores y no asociarse con pervertidos que promueven esperanzas desproporcionadas que sólo llevan a la destrucción de la justa riqueza y al desastre”.

(El “Manifiesto del Partido Comunista” sostiene: “Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría”)

Menciona el derecho de los patronos:
32- “Entre los más importantes deberes de los patronos es dar lo que es justo a cada trabajador. Los ricos y los empleadores deben recordar que no hay ley que les permita, para su propio beneficio, oprimir al necesitado o buscar ganancias abusando de otros”.

(El “Manifiesto del Partido Comunista” plantea: “En  la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir el capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo. Y lo encuentran únicamente mientras su trabajo incrementa el capital. Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado”)

Trabajadores y burgueses

“Trabajadores y dueños pueden desempeñar sus roles en la sociedad mediante instituciones con las cuales unos y otros se acerquen en sus intereses”.

( El “Manifiesto del Partido Comunista” afirma: “El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas”.

“En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”)

Sobre la propiedad privada:

“El derecho a poseer bienes privados no ha sido dado por la ley sino por la naturaleza y, por tanto, la autoridad civil no puede abolirlos sino solamente moderar su uso y compaginarlo con el bien común”.

(En el “Manifiesto del Partido Comunista” se sostiene: “El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa. Pero la propiedad privada burguesa moderna es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado  en los antagonismos de clases, en la explotación de los unos por los otros”)

Termina la encíclica de esta manera:

“Por lo que respecta a la Iglesia, nunca ni bajo ningún aspecto regateará su esfuerzo, prestando una ayuda tanto mayor cuanto mayor sea la libertad con que cuente en su acción; y tomen nota especialmente de esto los que tienen a su cargo velar por el bienestar público. Canalicen hacia esto todas las fuerzas del espíritu y su competencia los ministros sagrados y, precedidos por vosotros, venerables hermanos, con vuestra autoridad y vuestro ejemplo, no cesen de inculcar en todos los hombres de cualquier clase social las máximas de vida tomadas del Evangelio; que luchen con todas las fuerzas a su alcance por la salvación de los pueblos y que, sobre todo, se afanen por conservar en sí mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha de esperar principalmente de una gran efusión de la caridad, de la caridad cristiana entendamos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio y, que, dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo, y cuyos rasgos y grados divinos expresó el apóstol San Pablo en estas palabras: La caridad es paciente, es benigna, no se aferra a lo que es suyo; todo lo sufre y todo lo soporta (I Corintios).
En prenda de los dones divinos y en testimonio de nuestra benevolencia, a cada uno de vosotros, venerables hermanos, y a vuestro clero y pueblo, amantísimamente en el Señor os impartimos la bendición apostólica”.

ASÍ FINALIZA EL “MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA”

El “Manifiesto del Partido Comunista” finaliza diciendo: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Loa proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.

             ¡Proletarios de todos los países uníos!”