Editorial
El Siglo: “Cuando El Mercurio se preocupa”
En su Mensaje del 21 de Mayo, dijo la presidenta Michelle Bachelet:
“Codelco es un activo que pertenece a todos los chilenos… Queremos reposicionar
el liderazgo de nuestra empresa estatal y asegurar su proyección en las
próximas décadas, pero también hemos comprometido su capitalización…”. Y en
otra parte del mismo acápite minero: “En cuanto al litio, he pedido que se
constituya en los próximos días una comisión de expertos que entregue una
propuesta de política nacional del litio a fines de este año”.
Esto, así citado, para aportar a la legítima preocupación de quienes han
echado de menos alguna mención más explícita al “cobre” en el discurso
presidencial.
Pero muy otra es la inspiración de quienes disparan dardos desde la orilla
de la derecha y de los intereses de los grandes consorcios internacionales,
todavía heridos por lo que algún alto personero de la administración piñerista
calificó como “un error histórico”: la nacionalización de la Gran Minería del
Cobre durante el gobierno de Salvador Allende.
Titula El Mercurio (EM) su editorial del sábado 24 de mayo “Preocupante
futuro de Codelco”. ¿Qué le preocupa a EM?: que en Chile se descarte “por
motivos ideológicos” lo que califica como “lo más obvio”: “la introducción (en
Codelco, se entiende) de capitales privados…”.
Argumenta EM su propuesta con que “eso permitiría acopiar cuantiosos
recursos” y alude luego al “nivel de transparencia y control de eficiencia” que
ello aportaría.
Dejemos, al menos por ahora, toda sospecha de “ideología” de parte de tan
objetivo vocero empresarial: “como se sabe”, el Estado es mal administrador”;
“como se sabe, la empresa privada es “transparente” y “eficiente”. ¿Colusión de
empresas farmacéuticas, escándalo de las empresas Cascada, La Polar o algunas
universidades privadas?: casos aislados, excepciones a la regla, etc. e
impunidad.
Al pasar, y luego de atribuir las culpas a sus trabajadores, nos ilustra EM
acerca de que “el aporte actual de Codelco al fisco es apenas un tercio del de
entonces (2006-2007)”. ¿Y por qué será?, cabe preguntarse. Y cabe responderse:
porque tal es el resultado de las políticas desnacionalizadoras de nuestra
principal riqueza: el cobre. Cinismo puro, confianza casi ciega en la mala
memoria y en la ceguera crítica de los chilenos.
Pero en donde la desvergüenza (no hay otra palabra) del citado artículo de
EM toca todos los límites, es cuando se alude a los “supuestos dueños, que son
todos los chilenos”, para agregar que con “capitales frescos”, “con un 10 o un
20% en manos privadas, los chilenos se sentirían parte real (y no teórica) de
la empresa…”.
¿Se supone que “los chilenos” se sentirían más dueños (reales y no
teóricos) de Codelco porque formarían parte de esas “manos privadas” que
aportarían los “capitales frescos” sacándolos, tal vez, de sus salarios mínimos
o de sus pensiones?
Buen conocedor de sus deberes, EM no olvida las prioridades. Sabe que, más
allá incluso de alguna de las reformas postuladas por la mayoría nacional y hoy
tomadas como estandartes por el gobierno, hay demandas superiores que interesan
a fondo a los patrones permanentes: aquellos que, desde la Casa Blanca y el
Departamento de Estado (El Tío Sam o “Tío permanente”) no aceptaron jamás ese
“error histórico” de la trascendental nacionalización de lo que pasó a
convertirse en “El sueldo de Chile”.
Seguirá EM falseando datos y hechos, continuará su oficio de supremo
ideólogo y canalizador de las campañas del terror y la mentira para
desprestigiar cualquiera reforma democratizadora y de justicia social. Es su
papel, y en ello son maestros. Pero, el pueblo reaprende aceleradamente la
lección y ya no es tan fácil pasarle gatos por liebres.