martes, 18 de septiembre de 2012

O’HIGGINS Y EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL 18 DE SEPTIEMBRE




La Independencia de Chile del colonialismo español  fue un proceso resultado de factores objetivos y subjetivos.
La historia "oficial", que interpreta los hechos históricos según los intereses de las clases dominantes, ha inventado el mito del "18" para hacer aparecer a los criollos, ricos terratenientes, como los forjadores de la liberación de Chile del sistema colonial de España en el siglo XIX..
El Cíirculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos hace un aporte para esclarecer este tema.

Carlota Espina
Editora











O’HIGGINS Y EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL 18 DE SEPTIEMBRE

Iván Ljubetic Vargas

Hacia comienzos del siglo XIX habían madurado en nuestro país las condiciones objetivas para romper las cadenas que nos ataban al Imperio colonial español. Pero ellas no eran suficientes para llevar a la práctica el movimiento emancipador. Se requería, además, de condiciones subjetivas: la acción de hombres audaces, capaces de comprender el momento histórico que se vivía y dispuestos a actuar, arriesgando todo  por la causa libertaria. Una de esas personalidades, la principal de todas, fue Bernardo O’Higgins Riquelme.

COMO NACE Y SE HACE UN HÉROE

Bernardo nació en Chillán el 20 de agosto de 1778.

Su padre, Ambrosio O’Higgins, fue un irlandés al servicio del rey español. Ocupó diversos cargos: Intendente de Concepción, Gobernador de Chile, Virrey del Perú.

Su madre, Isabel Riquelme, hermosa joven chillaneja, se enamoró del ya maduro don Ambrosio y fruto de ese amor, nació Bernardo.
El nacimiento del niño fue rodeado de gran secreto. Sus padres no estaban casados y los prejuicio, convirtieron ese hecho en una vergüenza. Cuando Bernardo cumplió los cuatro años, por orden de su padre fue arrancado del lado de la madre y confiado a un comerciante portugués, Juan Albano Pereira, que vivía en Talca. Más tarde se le envió a Lima y después a Inglaterra. En ese país  tuvo por tutores a dos joyeros judíos, los que se quedaban con la mayor parte del dinero que  don Ambrosio le enviaba mensualmente.

Estudió comercio en una Academia ubicada en Richmond, muy cerca de Londres. A pesar de las privaciones a que lo condenaban sus apoderados, estudió con entusiasmo y dedicación. Se distinguió en las asignaturas de Historia, Inglés, Francés y Matemáticas. En este último ramo tuvo un maestro que ejerció gran y positiva influencia en él. Se trataba de Francisco Miranda, revolucionario venezolano, exiliado en Europa por haber sido expulsado de su patria por luchar contra el dominio español.  Para poder subsistir hacía clases en Richmond.

SE UNE A LA LUCHA LIBERTARIA

Miranda no había renunciado a sus ideales libertarios. Junto a otros patriotas americanos organizó una institución secreta, la Logia Lautaro, para unificar la lucha por la emancipación de sus países. Pronto se dio cuenta de las grandes cualidades del joven Bernardo y se propuso ganarlo para la causa libertaria.

Este estudiaba con pasión. Leía mucho. Uno de sus libros favoritos era La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga. Se maravillaba leyendo las hazañas del pueblo mapuche. En ocasiones derramó lágrimas de emoción y de impotencia. Cómo le habría gustado haber vivido en ese pasado glorioso, empuñando las armas contra el invasor. Pero para ello –pensaba Bernardo- era ya muy tarde...

Pero las largas e interesantes conversaciones con el patriota venezolano le hicieron comprender que él también y en ese momento podía combatir por la misma causa libertaria de Lautaro y su pueblo.

Un día, Miranda le reveló la existencia de la organización secreta y le  invitó a participar a  participar en ella. Bernardo abrazó emocionado al maestro y sus ojos se llenaron de lágrimas. A partir de ese instante ató su alma a un ideal,  al que se mantendría fiel hasta su muerte: luchar por la emancipación de Chile y todos los países de la América morena.
Desde  entonces, Bernardo sólo deseaba retornar a la patria e incorporarse al combate libertario. Después de varios meses logró embarcarse  hacia América. En alta mar, cumpliendo rigurosamente las instrucciones de Miranda, abrió un sobre  lacrado que éste le había dado: eran  consejos de cómo llevar adelante el trabajo clandestino.

INICIA SU ACCIÓN REVOLUCIONARIA


Regresó a Chile en 1802.  Volvió convertido en uno de los grandes hacendados del país, pues su padre,  a última hora,  perdonó al hijo que le había perjudicado  su brillante carrera,  cuando  los agentes del soberano español descubrieron  sus pasos  revolucionarios en Europa, hecho que le significó perder su cargo de Virrey del Perú. Don Ambrosio en su lecho de muerte le dejó como herencia la rica hacienda de Las Canteras, además de una casa en Santiago. También le legó su apellido. Hasta ese momento se le había conocido como Bernardo Riquelme.

O’Higgins se fue a vivir con su madre y su hermanastra Rosita a la hacienda. Pero jamás se sintió terrateniente. Se dedicó a ganar adeptos para la  causa patriota y constituir círculos secretos. Entre los que incorporó a la causa emancipadora estaba el Intendente de Concepción.

Durante el período preparatorio de la Independencia, O’Higgins jugó un importante papel que es desconocido u ocultado por los historiadores reaccionarios. Fue buen conspirador y eficaz organizador. Llegó a ser elegido delegado del distrito de La Laja,  en el que estaba ubicada su hacienda, cargo que, con seguridad, le salvó de la cárcel o del destierro, suerte que corrieron muchos de sus camaradas de lucha.

LOS CRIOLLOS APROVECHAN LA OCASIÓN

España –la metrópoli- fue invadida en 1808  por los ejércitos de Napoleón Bonaparte. Envió a prisión al rey Fernando VII y colocó en el trono a su hermano José Bonaparte. Los españoles resistieron. Llevaron a cabo guerras de guerrillas y designaron  una Junta de Gobierno, paralela al poder del monarca impuesto.

Al conocerse en Chile estos acontecimientos, los criollos  -ricos hacendados descendientes de españoles, pero nacidos en Chile-  vieron la oportunidad de desplazar a los españoles del gobierno en Chile y tomarlo en sus manos. Los chapetones (españoles) controlaban la Real Audiencia. Los criollos, el Cabildo o Municipalidad. Éste logró que el anciano y decrépito Gobernador, Mateo de Toro y Zambrano, convocara un Cabildo Abierto para el 18  de septiembre de 1810. Los criollos se encargaron de la organización y de la confección y distribución de las invitaciones, sin la cual no se podría concurrir a la reunión. Aseguraron una amplísima mayoría de criollos. En la invitación se convocaba a un Cabildo Abierto en el cual se adoptarían todas las providencias para resguardar los intereses  en Chile  del amadísimo rey don Fernando VII.


LA PRIMERA JUNTA NACIONAL DE GOBIERNO

El 18 de septiembre de 1810 amaneció primaveral. A las 9 de la mañana el Salón del Consulado estaba repleto con unas 400 personas, cuyo ingreso fue rigurosamente controlada a través de la invitación. Sólo pudieron ingresar quienes portaban una invitación del Cabildo, en donde se leía:

“Para el 18 del corriente, espera a usted el muy ilustre señor presidente con el ilustre ayuntamiento en la sala del Real Tribunal del Consulado, para tratar de las medidas de seguridad pública, discutiéndose allí que sistema de gobierno debe adoptarse para conservar siempre estos dominios al señor don Fernando VII”.

Los chapetones eran unos 20. El resto criollos.

A las 9,30 hizo su entrada Mateo de Toro y Zambrano, seguido por los miembros del Cabildo. El Gobernador dio por abierta la reunión y pidió al secretario que leyera la Convocatoria. Era un documento lleno de alabanzas para el Gobernador.

Habló un criollo dando las razones para constituir una Junta de Gobierno. Luego un español  para argumentar en contra. Fue interrumpido por los gritos de la mayoría de los presentes: ¡Junta queremos!  ¡Junta queremos! ...

Se procedió a elegir los miembros de la Junta: Presidente, Mateo de Toro y Zambrano; vicepresidente: el obispo de Santiago, José Antonio Martínez de Aldunate;Vocales: Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina; secretarios: Gaspar Marín y Gregorio de Argomedo. De estos nueve miembros, sólo tres estaban por la emancipación de la patria: el vocal Juan Martínez de Rozas y los dos secretarios.

EL  “18” NO ES EL DÍA DE INDEPENDENCIA

El objetivo de la Junta era mantener a Chile bajo el mandato del rey hispano, evitando que cayera en manos de Napoleón.
La Junta efectuó varias medidas positivas: decretó la libertad de comercio, tomó contacto con la Junta de Buenos Aires, formó una milicia y convocó a elecciones para el  Primer Congreso Nacional.

El 18 de septiembre no es el día de la Independencia de Chile, como afirma la historia oficial. Pero, contra los deseos y la voluntad de los criollos ricos, esa Primera Junta de Gobierno fue el  paso inicial, aún vacilante, hacia la emancipación de nuestro país. Marcó el comienzo del proceso de la Independencia Nacional.