sábado, 7 de enero de 2023

EL “YO ACUSO” DE PABLO NERUDA

 


Martes 6 de enero de 1948:

 

 

                                                   Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                   Centro de Extensión e Investigación

                                                    Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 

 


 

Se iniciaba 1948. Los comunistas eran ferozmente perseguidos por el traidor de González Videla, que había llegado a La Moneda con el decisivo apoyo de los que ahora reprimía. 

En el Senado, Pablo Neruda  -apoyado por sus camaradas que aún mantenían sus cargos de senadores, como Elías Lafertte, Guillermo Guevara Vargas y Carlos Contreras Labarca- logró vencer la obstinación de los parlamentarios derechistas que intentaron acallar la voz del Partido Comunista de Chile. Fue en la sesión martes 6 de enero de 1948. 

Comenzó diciendo el  poeta:

“Vuelvo a ocupar la atención del Senado, en los dramáticos momentos que vive  nuestro país, para ocuparme del documento enviado por mí a diversas personalidades americanas en defensa del prestigio de Chile y que hace una rápida historia de nuestro sombrío panorama político. 

“El Presidente de la República ha dado un paso más en la desenfrenada persecución política que lo hará notable en la triste historia de este tiempo, iniciando una acción en los Tribunales de Justicia, pidiendo mi desafuero para que, desde recinto, se deje de escuchar mi crítica a las medidas de represión que formarán el único recuerdo de su paso por la historia de Chile”. 

EN CHILE NO HAY LIBERTAD 

Al hablar ante el Honorable Senado en este día, me siento acompañado por un recuerdo de magnitud extraordinaria.

En efecto, en un de enero de 1941, un titán de las luchas de la libertad, un Presidente gigantesco, Franklin Délano Roosevelt, dio al mundo  el mensaje en que estableció las cuatro libertades, fundamentos del futuro por el cual se luchaba y se desangraba el mundo.

Éstas fueron:

1.- Derecho a la libertad de palabra;

2.- Derecho a la libertad de cultos;

3.- Derecho a vivir libres de miseria;

4.- Derecho a vivir libres de temor.

Este fue el mundo prometido por Roosevelt. 

Es otro el mundo que desean el Presidente Truman y también los Presidentes Trujillo, Moriñigo, González Videla.

 

            

 Harry Truman, presidente de USA, y el traidor  González Videla

 

 

En Chile no hay libertad de palabra, no se vive libre de temor. Centenares de hombres que luchan por que  nuestra patria viva libre de miseria, son perseguidos, maltratados, ofendidos y condenados. 

En este 6 de enero de 1948, siete años justos después de aquella declaración rooseveltiana, soy perseguido por continuar fiel a las altas aspiraciones humanas y he debido sentarme por primera vez ante un tribunal por haber denunciado a la América la violación indigna de esas libertades en el último sitio del mundo en que yo hubiera deseado ocurriera: Chile”.


EL MÁXIMO TIMBRE DE HONOR 

“Esta acusación de que se me hace objeto es historia antigua. No hay país, no hay época en que mi caso no tenga ilustres y conocidos antecedentes. ¿Se deberá ello a que en los países se repiten periódicamente los fenómenos de traición y antipatriotismo? No lo creo. Los nombres de quienes fueron acusados livianamente son nombres que hoy día todo el mundo respeta; fueron una vez pasadas la persecución y la perfidia, incluso dirigentes máximos de sus países y sus compatriotas confiaron en su honradez y en su inteligencia para dirigir el destino de sus patrias y ellos llevaron siempre como un timbre de honor, el máximo timbre de honor, la persecución que fueron objeto.

 

¿CUÁL ES LA CAUSA DE LA REPRESIÓN? 

“No, la causa debe ser otra. Ella fue estudiada y expuesta en forma lúcida por Guizor, historiador francés monarquista, Ministro de Luis Felipe de Orleáns. He aquí lo que dice en su obra De las conspiraciones y la justicia política, página 166:

‘¿Qué hará el Gobierno que ve agitarse bajo su mano la sociedad mal administrada? Inhábil para gobernarla, intentará castigarla. El Gobierno no ha sabido realizar sus funciones, emplear sus fuerzas. Entonces, pedirá que otros poderes cumplan una tarea que no es suya, que le presten su fuerza para un uso al cual nos está destinada. Y como el poder judicial se halla vinculado a la sociedad mucho más íntimamente que cualquier otro, como todo desemboca o puede desembocar en juicios, tal  poder tendrá que salir de su esfera legítima para ejercer en aquella en que el Gobierno no ha podido bastarse a sí mismo. 

‘En todos aquellos lugares en que la política ha sido falsa, incapaz y mala, se ha requerido a la justicia para que actuara en su lugar, para que se comportara, según motivos procedentes de la esfera del Gobierno y no de las leyes, para abandonara finalmente su sublime sede y descendiera hasta la palestra de los partidos.

¿En qué se convertiría el despotismo si no gobernara absolutamente a la sociedad, si sólo tolerara alguna resistencia? ¿Adónde iría a parar si no hiciera tolerar su política a los tribunales y no los tomara como instrumentos? Si no reina en todas partes, no estará seguro en ninguna. Es por naturaleza tan débil que el menor ataque lo hace peligrar. La presencia del más pequeño derecho lo perturba y amenaza”. 

He aquí expuesta por un francés de la primera mitad del siglo pasado la exacta situación del gobierno chileno en el año 1948. He aquí explicado por qué se ha pedido mi desafuero y se me injuria, aprovechando la censura de sur a norte del país por periodistas bien o mal pagados.

 

SE INJURIA TAMBIÉN A LOS PADRES DE LA PATRIA 

Al acusarme de haber herido el prestigio de mi patria por haber publicado en el extranjero la verdad que mi patria un régimen de facultades extraordinarias y de censura no me permite hacerlo saber (se refiere a su  ‘Carta íntima para ser leída por millones de hombres,  aparecida en ‘El Nacional’, de Caracas, el 27 de noviembre de 1947, Nota del autor),  no se infiere una injuria a mí sino a los más grandes  hombres de la humanidad y a los Padres de la Patria. 

Es curioso verse motejado de antipatriótico por haber hecho lo mismo que hicieron en el extranjero los que nos dieron independencia y echaron las bases de lo debiera haber sido siempre una nación libre y democrática. Al tachárseme de traidor y antipatriota, ¿no se me dirige acaso  la misma acusación que los Osorio, los San Bruno, los Marcó del Pont dirigían contra O’Higgins, contra los Carrera, contra todos los chilenos expatriados en Mendoza o en Buenos Aires, que, después de haber luchado en Rancagua, combatían con la pluma a los invasores que más tarde iban a vencer con espada?...                            

 

 



‘Podría ser cuento de nunca acabar el citar todos los hombres libres que se vieron obligados a enjuiciar los regímenes tiránicos que sojuzgaban su patria y contra quienes se movió la acusación de traición y antipatriotismo.

 

SIEMPRE TRIUNFA LA  VERDAD  

“Siempre, tarde o temprano, triunfa la buena causa. Este hecho indiscutido, esta sensación que hace que el perseguido sienta aun en los momentos del tormento la infinita superioridad que lo distingue  de su perseguidor; esa sensación de estar luchando por la buena causa que hizo exclamar a Giordano Bruno al ser condenado a  la hoguera: ‘Estoy más tranquilo en este banquillo que ustedes –y señaló a los jueces eclesiásticos- que me condenáis a muerte’; esa convicción  en una justicia que separa la  buena de la mala fe y la causa justa de la injusta, fue expresada por nuestro compatriota Francisco Bilbao en forma magistral durante su proceso. Dijo así: ‘Aquí dos nombres: el del acusador y el del acusado. Dos nombres enlazados por la fatalidad de la historia y que rodarán en la historia de mi patria. Entonces veremos, señor Fiscal, cuál  de los dos cargará con la  bendición de la posteridad. La filosofía también su código y este código es eterno. La filosofía os asigna el nombre de retrógrado. Y bien, innovador, he aquí lo que soy; retrógrado, he aquí lo que eres’. 

“No aspiro, dijo el poeta, a méritos ni a recompensa. Pero tengo la certeza absoluta de que, tarde o temprano, más bien temprano que tarde, el inicuo proceso político a que he sido sometido será juzgado como merece y sus inspiradores y perpetradores recibirán el nombre que les corresponde. Pero nadie podrá remediar el daño que se ha causado al país al obligar a los tribunales a abandonar la tarea que les corresponde para librar al Gobierno del resultado de los desaciertos que ha cometido y que no sabe como remediar...”  

  

EL RESTO ES CONOCIDO 

El 3 de febrero de 1948 la Corte Suprema acordó el desafuero del senador Pablo Neruda. Al día siguiente se dictó orden de detención en su contra. El poeta pasó a la clandestinidad. En ella, ferozmente buscado, terminó de escribir su ‘Canto General’. El 24 de febrero de 1949, burlando a los esbirros del traidor, abandonó la patria cruzando la cordillera de los Andes. 

El Partido Comunista editó un folleto con el discurso de Pablo Neruda,  con el título de “Yo Acuso”, que en cantidad de  muchos  miles fue repartido clandestinamente por todo Chile.

  

SESENTA DÍAS DESPUÉS

París, sábado 23 de abril de 1949.  Era la clausura del Primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. Concurrían muchos de los artistas y escritores más famosos de la tierra, también numerosas personalidades políticas. 

Presidía el periodista  francés Yves Fargue.  Anunció: “Voy a dar la palabra  al último orador, que va a cerrar la discusión general. El hombre que va a hablarles  está sólo desde hace unos minutos en la sala. Ustedes no lo han visto todavía. Es un hombre perseguido… Es Pablo Neruda”.

Todos, sorprendidos y felices, aplauden de pie. Neruda pronuncia un breve discurso: “Queridos amigos si he llegado con algo de retraso a vuestra reunión se ha debido a las dificultades que he tenido que vencer para llegar hasta aquí.  A todos ustedes les traigo el saludo de gentes de tierras lejanas. La persecución que existe en mi país me ha permitido apreciar que la solidaridad humana es más grande que todas las barreras, más fértil que todos los valles…”

Luego leyó del “Canto General” editado clandestinamente en Chile, el poema “Un canto para Bolívar”.