martes, 24 de enero de 2023

Abrazos.

 


Comentario radial y escrito.

 




 


Cuando yo era cabro, en la geografía que yo caminaba, nos abrazábamos a cada rato. 

Como que, nos queríamos más. 

Eran expresiones de afectos más fiel que el mismo vino. 

Con un compañero de la Normal, el Negro Horacio, si de lejos nos veíamos, corríamos a encontrarnos; como nos poníamos de acuerdo, no lo sé, pero uno de los dos saltaba en el aire y el otro lo recibía en brazos. Y teníamos 19/20 años. 

Me acuerdo de estas cosas y se me asoma “El cómo nos cambia la vida”, un Cabaré en Pueblo Hundido, mi hermano mayor, Manuel, trompeta en labios y yo cantando, estilo Lucha Reyes: 

¡Regresa! 

El planeta no ha dejado de girar, cada vuelta de ronda es diferente a la otra, nos cambia; lo subjetivo, en cada giro se transforma en una tarea concreta, ya no es un sueño, es más bien tierra, manos agrietadas, semilla, azadón, agua, paciencia, trabajo, lealtad y compromiso con lo que sabes que es justo. 

La vida que algunos llevan, sus ansias de controlarlo todo, de acumular monedas, ponerle portón y guardia para cultivar la muerte, se hacen un revoltijo que no se puede leudar en mi amasijo. 

Para los comunistas chilenos el abrazo tuvo, tiene una dimensión que se transforma en una yunta de esperanzas, de contentos, de saber, de suspirar, de saberte vivo, de saberte viva, de juntarse, de contar cuantos somos, de organizarnos. 

Cuando se obligó a ser “macetero”, se desconfío hasta de la misma tierra que llevaba adentro, fue una cuestión media paranoica. 

Al salir de Chile por el 78/79; ya ni me acuerdo, me corte el pelo a la moda. 

Cortito a lo milico. 

Cambie mi forma de mirar, fue un mirar enojado, persistente, de cachetes apretados, sin pestañear buscaba la mirada de medio mundo. 

De afuerino, me encuentre por vez primera con una veintena de arrancados, estaban disfrazados de albañiles y de pintores de brocha gorda. La mayoría eran chilenos, los otros peruanos y bolivianos. 

Me vieron entrar con pinta extraña, medio arrogante por si las moscas, un caminar a lo John Wayne con pelo corto. 

No daba para equívocos. 

Algunos con punta y maza se bajaron del andamio, otros agarraron baldes y palos, se fueron acercando, el odio era algo sólido, dolía; de improviso, por una puerta entra un albañil, era grandote, crespo, me ve y grita: 

“Alejandro, Alejandro, flaco, estai vivo huevon”. 

El abrazo que nos dimos fue pa quebrar costillas. 

Había sido en La Serena, estudiante de la UTE. 

Como no voy a querer abrazos, como no los voy a amar, a decirle gracias, a darle un vaso de vino, a preguntarle de su vida, a respetarlo y sobre todo de identificarlo con lealtad, con principios, con moral. 

Para un comunista como yo, chileno, un abrazo, es volver a encontrarse con su clase con su organización y crecer. 

Y la organización ha sido para mí, un caminar áspero, liguero, suave, lejano, contradictorio, lleno de ilusiones y coscorrones, de funerales y cantos, de ayeres y mañanas. 

Ser comunista ha sido y es una cuestión complicada, de conversar harto, discutir, debatir, de enderezarse, de humildad cuerda, de volver y de ir; y como dijera Fidel, luchar por un Chile diferente es y será siempre justo. 

Estas ideas que acarreo son de alegrías y de espanto, ideas que no tienen paredes, solo tierra y agua, ideas inmortales, vengan de adonde vengan, hay que vivir digno y en dignidad combatir aperrado esas instancias, ideas que lo impiden. 

Si no, no tiene sentido la barquita de Noe. 

Tampoco la observación de Darwin a la adaptación a su medio migratorio de todos los habitantes del planeta, cualquiera que sea su reino, tiene sentido y razón. 

Y el principio de Arquímedes, que no tiene nada de dialectico, ni religioso, está ahí, puro, permitiendo que submarinos, barcos se sientan como pez en el agua y puedan navegar hoy con destino a cualquier guerra. 

La guerra. 

Y dale con que las gallinas mean. 

La guerra es un entuerto en donde la vanidad y la codicia, el desprecio por la vida, utilizando entre otras cosas, los medios de comunicación masiva y de la ignorancia. 

Y el oportunismo mandata a cierto pobrerío a defender inmoral, una idea, una soberanía falsa. 

Y en esa “vola” se van los patriotas, los nacionalistas, los liberales, con bayoneta empotrada, a enfrentar protones del uranio que van y vienen. 

El conflicto entre Ucrania y Rusia, el calvario del piojo, no tienen al mundo asalariado dolido, complicado, muerto y salpicado. 

Las oligarquías muy sueltas de posaderas deforman y utilizan “la lucha de clases” para darle a la muerte legalidad. 

Es una mentira colectiva que se va detonando en cadena, es un síndrome de Cotard, de Hubris, de Munchausen; la guerra imperialista es una confrontación de ideas añejas, fuera de todo juicio y razón; traicionando así, todos los conocimientos alcanzados y escondidos. 

Estos caminares de funerales y amenazas de exterminio, no tienen nada que ver con el comunismo. 

Sin embargo, el anticomunismo es el prólogo para explicar, justificar, cualquier genocidio. 

Ser comunista es difícil, es como nacer todos los días y entender que para vivir hay que caminar… 

Ahora que te vean comunista, es fácil…Los insultos y las mentiras están a la orden del día de cualquier imbécil. 

El entender que en un día laboral cualquiera, el 70 % de las ganancias se las lleva el patrón, saber, que más del 90% de los recursos del planeta están en manos privadas; algo, algún sentimiento, alguna opinión, alguna reacción tiene que “pegarle a la perra”. 

De escuchar que siempre ha sido así, que existe una relación entre la pobreza y el ser flojo, dios mío de los coloraos, es una actitud reaccionaria e ignorante propia del pobrerío. 

Duele el alma. 

Como que los 800 millones de hambrientos poblando ciudades como Nueva York, Londres, Juárez, Santiago, Haití y miles más de otras ciudades son por una flojera enfermiza y contaminante… 

No es la cascarria abandonada por la aplicación del sistema neoliberal. 

Su intelecto podrá susurrarle quizás, lo que significa que en china la pobreza extrema no existe, que más de 1.410.080.000 habitantes puedan tomar desayuno. 

Quizás el sentido común, por último, la cachativa, nos tiene que explicar la democracia, la soberanía, los derechos. 

Se tiene que educar la conciencia social al pueblo. 

Si no lo hacemos, nos vamos ante de tiempo, al reino de la ceniza. 

Y educar una conciencia de clase no es tarea fácil, menos a corto plazo. 

Si miramos para mi paisito, Chile, que podría ser cualquiera otra geografía del sur, su desarrollo de rebeldía, de exigencias del pueblo trabajador, tendremos que retroceder 133 años y gritar juntos en la primera huelga obrera; y al volver en calendario, buscar violentos y abrigar la clase en la Escuela Santa María de Iquique. 

116 años van de entonces. 

Me atoro si no escribo que el Partido Comunista de Chile es la continuación del Partido Obrero Socialista, él cual fue asomado por obreros y trabajadores en 1912. 

Ciento onces calendarios van desde entonces. 

Calendarios impregnados de vida, de esperanzas, de idealismos, de ideas y de historia. 

Siempre buscando caminos constitucionales para existir, su actitud del derecho a la rebelión en tiempo del fascismo fue y será un mandato de la misma constitucionalidad. 

Esa actitud constitucional, buscando, protegiendo, conquistando la soberanía de su propio pueblo comenzó en 1922 con la elección de dos diputados. Luis Víctor Cruz y Luis Emilio Recabarren. 

En agosto de 1973, 25 fueron los diputados comunistas que luchaban por y para la dignidad de los trabajadores, los acompañaban 9 senadores. 

Han pasado 50 años, hoy, el partido de Marta Ugarte tiene 12 militantes en la Cámara de diputados/diputadas y dos senadores, Claudia y Luis. 

Se sigue levantado paredes para arropar soberanías.

 

Alejandro Fischer Alquinta. 

Estocolmo 20230123.