130
años desde el natalicio de nuestra Gabriela Mistral, quien fuera una de las
poetas más notables de la literatura chilena e hispanoamericana. Se le
considera una de las principales referentes de la poesía femenina universal y
por su obra obtuvo en 1945 el primer Premio Nobel de Literatura para un autor
latinoamericano. Nació el 7 de abril de 1889 en Vicuña,
Orígenes de Gabriela Mistral.
Por Escritor Luis E. Aguilera González, Concejal, Presidente de la Comisión de Cultura de la Ilustre Municipalidad
de La Serena.
Juan Jerónimo
Los escritores chilenos tenemos una gigantesca deuda de honor y gratitud
hacia el padre de Gabriela Mistral o Lucila Godoy Alcayaga, Don Juan Jerónimo
Godoy Villanueva, profesor rural, investigador, traductor, poeta, payador,
bohemio y errabundo.
Nuestra Gabriela Mistral nos dice en uno de sus textos iniciales: “Mis
recuerdos pudieron ser amargos por la ausencia, pero están llenos de admiración
por muchas cosas suyas y de su ternura filial, que es profunda”.
Lo que indica que el
rencor jamás tuvo cabida en su alma. Ella siempre lo recordó en la lejanía.
La joven Lucila no le
reclama las cosas materiales que Don Jerónimo Godoy no le pudo dar, pero le
reconoce una heredad profunda: “Revolviendo papeles encontré unos versos suyos
muy bonitos, que impresionan de manera muy viva mi alma infantil. Esos versos
de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética”.
El poema se titula
“Corazón” y está dedicado a don Antonio Thénoux B., con motivo de su
cumpleaños. Escrito en La Serena ,
el 13 de junio de 1889.
¿Qué nubes de topacio cruzaron por los cielos/ que llenaron de encanto este
feliz hogar?/ ¿Qué ninfa misteriosa, envuelta en púberes velos/ derramando mil
flores acaba de pasar?
¿Por qué tiembla de dicha tanta graciosa niña,/ modulando palabras de dicha
y de placer?/ ¿Por qué siente mi triste y abandonada lira/ arrancar de sus
notas un cántico también?
¿Es que hay un tierno
móvil, que nos impulsa tanto/ y al que sin ser poesía le da inspiración,/ ese
móvil lo siento que empieza con tierno canto/ ¿Sabéis como lo llamo? Lo llamo
corazón…
Perdona que te ofrezca en
tu feliz cumpleaños/ un corazón marchito, sin esperanza ya./ Corazón donde
anidan pasados desengaños/ y que hoy también se atreve venirte a saludar.
En tu jardín posees
Ercilias y Matildes,/ Teresas y Adelaidas y otra graciosa flor/ pero mi pobre
lira te ofrece aquella humilde/ descolorida y seca, que llamo corazón.
Que vivas muchos años, mil siglos si es posible/ pero la dicha más y de tu
fiel hogar,/ que en escuadrones vengan ilusiones felices/ a prodigarte dicha,
placer y bienestar.
Así es la pluma de don Jerónimo que impresiona a Lucila.
En un día de festividades patrias, de mucho calor Huascoaltino, de ese
calor que hace endulzar las uvas aún más, para transformarlo en ese exquisito
“Pajarete”, vino dulce, en el norte de chile; en esa creciente primavera nace
Juan Jerónimo Godoy Villanueva, en San Félix un 21 de septiembre de 1856. Provenía
de una familia pequeña, modesta, muy religiosa. Sus padres Gregorio Godoy,
agricultor de los valles del Huasco, -fallece a los pocos años de haber nacido
Jerónimo- y su madre Isabel Villanueva -dueña de casa-, viven humildemente en
el villorrio de San Félix, al interior de Vallenar, pueblito imperceptible en
los mapas del país, aún hoy.
Doña Isabel Villanueva, de
ascendencia Argentina, al fallecer su esposo se traslada a la ciudad de La Serena , con la íntima
esperanza de guiar a sus hijos “por el buen camino del Señor”; se radicará
definitivamente allí hasta sus últimos días. Esta permanencia en La Serena le permitirá a doña
Isabel tener una estrecha relación con Lucila Godoy, su nieta.
Los “Godoy-Villanueva”
eran una familia humilde, de sólidos principios cristianos. Isabel alza los
ojos al cielo prometiéndole a Dios consagrar a todos sus hijos al culto de Él.
Terminado el estudio básico de los niños se fueron a La Serena. Pronto
Carmen se convirtió en monja del buen Pastor. Zoila se hizo hermana de la Caridad. Jerónimo
estudiaba en el seminario, con la íntima finalidad de transformarse en
sacerdote. Al correr de los años se da cuenta que no era su vocación y se lo
comenta a la familia y a su madre; le atraía de sobre manera el apostolado de
la enseñanza, misión tan piadosa como el sacerdocio; así los sueños de su
madre, doña Isabel, se trizan cuando Jerónimo renuncia a sus objetivos
eclesiásticos y solamente recibe las Órdenes Menores. Doña Isabel se desespera
y no le perdona la falta que cometió su hijo, quien abandona el hogar.
Después de varios meses de
vagabundeos por la ciudad logra un puesto de profesor rural en la escuela Nº
10, en La Unión ,
hoy Pisco Elquí; Llega a ser muy querido por la gente que lo rodeaba gracias a
sus dotes artísticas. Juan Jerónimo amaba la enseñanza rural, era su pasión,
este anhelo provenía quizás de su origen, entusiasmo por el campo, los pueblos
pequeños de su Valle inolvidable del Huasco. Esta pasión no lo abandonó durante
toda su existencia.
En el año 1887 conoce a
Petronila Alcayaga, mujer de gran atractivo físico. Sus padres eran Lucila Roja
y Francisco Alcayaga, llegados directamente de España con el Título del Rey que
les concedía el Valle de Peralillos. Familia de abundante descendencia en todo
el valle de Elqui. Petronila era viuda y con una hija de 14 años, (Emelina),
bastante conocida en el pueblo de La
Unión (hoy Pisco Elqui), por lo cual Jerónimo no tuvo
dificultad para saber sobre ella. La voz de ella enloquecía a Jerónimo por lo
que hicieron un dúo.
Al conocerla, Jerónimo
Godoy tenía treinta y un años; ella trasponía el umbral de los cuarenta y dos;
era una mujer con excelentes cualidades artesanales; tejía, cosía, bordaba. Con
la intención de conocerla más, Jerónimo le pide que le teja un chaleco de lana,
solicitud a la cual ella accede (esta prenda de vestir la llevará, conservará
durante muchos años), de vez en cuando Jerónimo llegará a casa de Petronila con
la intención de saborear la exquisita repostería: dulces de membrillos, tortas
de higos, frutas confitadas. Estas cualidades de Petronila llaman profundamente
la atención al joven profesor. En estas circunstancias se va conformando una
relación íntima, que se acrecienta aún más con el correr del tiempo, las circunstancia.
Finalmente, en 1888
contraen matrimonio civil y religioso en la ciudad de Vicuña; pero la felicidad
inicial del matrimonio Godoy Alcayaga duró hasta finales de 1888. Jerónimo, fue
suspendido de sus labores educacionales por acusaciones de poca eficiencia en
sus labores. Debido al desempeño
irregular –se comentaba-, es separado de su cargo y sometido a sumario.
En esa época Petronila ya
estaba embarazada, por lo cual se comentaba la posible dificultad de su parto
(44 años). Esos pronósticos coincidían con malestares de la madre, así que se
trasladaron a Vicuña; porque en caso de emergencia tendrían asistencia médica. Se instalaron en la
calle Maipú, que sería la casa natal. La conciencia de Jerónimo hizo que se
convirtiera en un hombre hogareño.
Nacimiento
Llegó la hora del parto; a
las 4:00 de la mañana del 7 de abril de 1889, nació Lucila de María del
Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga. Con algunos inconvenientes, Jerónimo y
Petronila la bautizaron en la Iglesia Parroquial de Vicuña. Su padre muy emocionado
escribió unos versos como regalo:
“Oh dulce Lucila/ que en
días amargos/ piadosos los cielos/ te hicieron nacer/ Quizás te deparó/ para
ti, hija mía,/ el bien que a tus padres/ no quiso ceder”.
Poco tiempo después Don
Ramón Herrera, Gobernador de Elqui, llama al profesor exonerado para
comunicarle que se levantaban los cargos y se le restituían sus derechos y
puesto de profesor; Sin embargo, en 1891 comienza la sangrienta Guerra Civil,
los rencores alteraron la paz hasta llegar a los rincones más apartados del
Valle de Elqui, el Gobernador es removido de su cargo por no colaborar con el
Gobierno del Presidente Balmaceda. Esto tuvo repercusión en el profesor rural
Jerónimo Godoy recién reintegrado, lo que implica ser enviado al mineral Cerrillos
de Tamaya en la ciudad de Ovalle y después viajaría a Santiago.
En 1892 se produce la
separación definitiva entre Lucila y su padre, ella tiene tres años. Su padre,
bohemio escritor profesor, se aleja de la familia por las nuevas
responsabilidades asumidas en el ámbito de la educación. Su media hermana,
Emelina, es designada directora de la escuela de Monte Grande, donde vive junto
a su madre y su hermana menor, Lucila.
Gabriela Mistral, a través
de su vida, declaró su inmenso amor a la Maestra Rural ,
encarnada en su hermana Emelina.
“La Maestra era pura. «Los
suaves hortelanos», decía,/ «de este predio, que es predio de Jesús,/ han de
conservar puros los ojos y las manos,/ guardar claros sus óleos, para dar clara
luz»./ La Maestra
era pobre. Su reino no es humano./ (Así en el doloroso sembrador de Israel.)/
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano/ ¡y era todo su espíritu un inmenso
joyel!/ La Maestra
era alegre. ¡Pobre mujer herida!/ Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad./
Por sobre la sandalia rota y enrojecida,/ tal sonrisa, la insigne flor de su
santidad…”.
Pero también cantó a su
valle de Elqui, añorando perennemente esos tiempos:
“Tengo de llegar al Valle/ que su flor guarda el almendro/ y cría los
higuerales/ que azulan higos extremos,/ para ambular a la tarde/ con mis vivos
y mis muertos./ Pende sobre el Valle,
que arde,/una laguna de ensueño/ que lo bautiza y refresca/ de un eterno
refrigerio/ cuando el río de Elqui merma/ blanqueando el ijar sediento…”.
La ladrona
Se entera que su padre, Jerónimo Godoy Villanueva hace clases en la Escuela Normal de
profesores de Copiapó y que luego se instalaría en Vallenar hasta 1887.
La hija mayor de Petronila,
Emelina asume el sustento de la familia. Primero encontró trabajo como profesora ayudante
en Paihuano, y en 1892 la asignan directora de la Escuela de Niñas de
Montegrande. En esa escuela Lucila
aprende a leer, en solo un mes. Recordando este tiempo dirá “mi Montegrande,
donde me crie de 4 a
10 años, que es el único recuerdo dulce de esa infancia”.
En 1899 llega con su madre
a la ciudad de Vicuña para estudiar. El único establecimiento en que podía cursar sus
estudios era la “Escuela de Mujeres de Vicuña”. Se destacó por su participación en distintas actividades. Sería su
última escuela y su primer sinsabor. Fundada en 1851, desde 1884 la dirige una
profesora ciega venida desde La
Serena , se llama Adelaida Olivares, quien la acusa de
ladrona. No obstante, muchas veces más sería humillada por su timidez ante sus
compañeras.
“Yo no puedo llevar otros
ojos que los que me rasgó la luz del valle del Elqui”.
En un parque, medio botánico y zoológico, del hacendado y naturalista
elquino Adolfo Iribarren, en Montegrande, aprende el nombre de las plantas y
las flores, se instruye en la historia de los animales y adquiere elementales
conocimientos de astronomía: “Echa atrás la cara, hijo/ y recibe las
estrellas./ A la primera mirada,/ todas te punzan y hielan,/ y después el cielo
mece/ como cuna que balancean,/ y tú te das perdidamente/ como cosa que llevan
y llevan”.
Gabriela Mistral, que siempre se lamentó de los cielos brumosos o
borroneados en otras latitudes y espacios del mundo, encontró su patria real en
los cielos de su valle, “que tuve en mis niñeces y que no quiero olvidar”. Nunca olvidará, tampoco, la fiesta de lectura que
encontraría, años después, en la biblioteca del periodista serenense don
Bernardo Ossandón.
Comienzos literarios
No pasaba todavía quince
años y Lucila colabora en el periódico El Coquimbo, La Voz de Elqui de La Serena ; a los dieciséis es
designada ayudante de la maestra en la Escuela de La Compañía Baja ,
enseñando a muchachones analfabetos que le sobrepasaban en edad. En sus tardes
libres se iba a la grande y óptima biblioteca del viejo periodista. Nunca fue
buena para los números.
Las poesías de su padre la
motivaron a ser poeta. Lucila se transformó en una niña silenciosa y retraída.
Sus recuerdos son muy vagos y dirá: “Ese tiempo y el de maestra rural en la Cantera me hicieron el
alma”.
Postula con grandes esfuerzos
económicos a la Escuela
Normal de La
Serena. Una vez más sería rechazada, esta vez por el Capellán
Munizaga, por sus escritos que al sacerdote le parecieron muy “disolventes” y
“Algo paganos”, que son los argumentos para no permitir su ingreso. (Esto ocurrió
en 1905).
A los diecisiete recibe el
nombramiento como profesora en la
Escuela La Cantera. El 10 de junio de 1908 aparece su primer
poema firmado como Gabriela Mistral “Rimas”, en el Periódico La Constitución de
Ovalle.
En 1910 realiza un examen en la Escuela Normal N°1 de niñas de Santiago,
obteniendo el título de profesora.
Un telegrama le llega
sorpresivamente comunicándole el fallecimiento de su padre, a la edad de
cincuenta y cinco años, hecho acaecido a las siete de la mañana del 29 de
agosto de 1911 en Copiapó, lo que le causa una gran pena por el padre ausente,
a quien ella quería mucho: “Mis recuerdos pudieron ser amargos por la ausencia,
pero están llenos de admiración por muchas cosas suyas y de su ternura filial,
que es profunda”
Gabriela Mistral o la
joven Lucila, no le reclama las cosas materiales que Don Jerónimo Godoy, su
padre, no le pudo dar; pero le reconoce una heredad profunda “Revolviendo
papeles encontré unos versos suyos muy bonitos, que impresionan de manera muy
viva mi alma infantil. Esos versos de mi padre, los primeros que leí,
despertaron mi pasión poética”.
Los Sonetos de la Muerte :
Se fue a los Andes donde pasó largo tiempo de vida. Allí conoció a Pedro Aguirre Cerda quien era profesor,
abogado y a la postre llegaría a la más alta magistratura del país, como
presidente de Chile. Entre sus amigas tuvo a Laura Rodig, reconocida escultora.
Los primeros Juegos
Florales de Santiago, en 1914, se convirtieron, con el paso del tiempo, en el
concurso más importante de nuestra literatura. Postularon 96 poetas. Nadie
pensó que una profesora del colegio de los Andes ganaría el primer lugar con
los “Sonetos de la Muerte ”.
Obtiene la más alta distinción. Otro gran poeta, Julio Munizaga Ossandón gana
el segundo lugar. La gala se realizó el 22 de diciembre, a teatro lleno.
Asistieron muchas autoridades. Todos esperan sentados su aparición, pero se
llevaron una sorpresa al saber que Isauro Santelices fue el que representó a
Gabriela Mistral. Orgulloso recibió el Diploma y la medalla de oro.
Ya listo para regresar, en
la Estación ,
Isauro se encontró con Gabriela Mistral, quién emocionada le contó que había
estado en la galería, escuchando sus versos ganadores y aplaudió junto a la
gente.
Pero en los poemas ella
expresaba la muerte de un ser querido. Su nombre era Romelio Ureta. Lo conoció
cuando ella era profesora y él trabajaba en los Ferrocarriles. Él era muy
tímido y callado. Un día Lucila le propuso una "cita de amor" para ver
qué ocurriría con ellos. Tiempo después Romelio se suicidó.
¿Esto fue la que la
inspiró para escribir los Sonetos de la Muerte ? Nunca quedo del todo claro, pero allí
están esos bellos poemas para la historia y un nicho descuidado en el
Cementerio católico de Coquimbo.
Punta arenas, Temuco,
Santiago.
Pedro Aguirre Cerda habló
con el Presidente, diciéndole que la persona indicada para hacerse cargo de la Dirección del Liceo de
Punta Arenas era Gabriela Mistral. Él aceptó y firmó el contrato designándole
el puesto. Gabriela hizo sus maletas y partió de nuevo.
El primero de junio de
1918 le ofrecen una recepción en el Hotel “Kosmos
Muy emocionada, le dedica
una poesía a Punta Arenas, describiéndola. Lucila junto a su secretaria, Laura
Rodig, comenzaron a plantar árboles en la Plaza y en la Avenida Colón. Más
tarde le dedicaría el poema: “Tres árboles”: “Tres árboles caídos/ quedaron a
la orilla del sendero./ El leñador los olvidó, y conversan,/ apretados de amor,
como tres ciegos./ El sol de ocaso pone/ su sangre viva en los hendidos leños/
¡y se llevan los vientos la fragancia/de su costado abierto!.../
Y luego otro “Árbol
Muerto”, dedicado a Alberto Guillén: “En el medio del llano,/ un árbol seco su
blasfemia alarga;/ un árbol blanco, roto/ y mordido de llagas,/ en el que el
viento, vuelto/ mi desesperación, aúlla y pasa./ De su bosque, el que ardió,
sólo dejaron/ de escarnio, su fantasma./ Una
llama alcanzó hasta su costado/ y lo lamió, como el amor mi alma./ ¡Y sube de
la herida un purpurino/ musgo, como una estrofa ensangrentada!...”.
Gabriela también escribió
sobre la educación y el niño, donde su inspiración se elevó aún más en esa
ciudad. Luchó para que en el diario se publicara una página donde contaran
Crónicas de los colegios. Entre otros cambios que se propuso fue lograr vacaciones
de invierno para los niños. Gabriela siempre realizaba visitas a cárceles,
hospitales y poblaciones, aconsejando y ayudando. Con el invierno de Magallanes
logró el título de su primer libro: “Desolación”.
Su secretaria Laura Rodig cuenta que el 7 de abril de 1919, el día en que
Gabriela Mistral cumplía treinta años, le obsequió algo muy curioso: Cuarenta
libretas de tapas firmes y flexibles, donde Gabriela le fue dando a cada una un
destino. Escribió sobre Los ríos de Chile, Los pájaros de Chile, Yerbas
Medicinales, etc.
A Gabriela le gustaba todo
en Punta Arenas, menos el frío. Pero tuvo que partir de nuevo. El 30 de marzo de 1920
hizo entrega de su cargo, y el 5 de abril se embarcó en el vapor Orcoma, a
hacerse cargo del Liceo de Hombres de Temuco.
En el otoño de 1920 el
recuerdo pertenece a un adolescente llamado Ricardo Eliezer Neftali Reyes
Basoalto, que sería conocido como Pablo Neruda. Él le presenta tímidamente sus
versos y ella inclina reiteradamente la cabeza diciendo: Están bien, están bien.
Se frecuentaban muy poco pero fueron buenos amigos.
También fue acusada por un
senador de la zona por “meterse en la política”. Muchas veces Gabriela salía
junto a su secretaria a recorrer la ciudad, donde fueron espectadoras de
grandes incendios forestales. Entre otros amigos tenían a Augusto Winter, poeta
ecológico.
Gabriela al escuchar un
día en la calle una grosería a una mujer embarazada, se le ocurrió dedicarles
poemas a las madres;
“Madre, madre, tú me
besas,/ pero yo te beso más./ Como el agua en los cristales,/ caen mis besos en tu
faz.../ Te he besado tanto, tanto/ que de mí cubierta estás/ y el enjambre de
mis besos/ no te deja ni mirar.../ Si
la abeja se entra al lirio,/ no se siente su aletear:/ Cuando tú, a tu hijito
escondes/ no se le oye el respirar.../ Yo te miro, yo te miro/ sin cansarme de mirar,/ y
que lindo niño veo/ a tus ojos asomar...”/
Gabriela ya no quiere
permanecer en Temuco. En Santiago se ha implantado un Liceo de Niñas. Pero se
ha formado una polémica, porque se le acusa de no tener título profesional.
-Sabemos que fue fundadora del Liceo Nº6 el 14 de mayo de 1921-. Ella no
sintiéndose cómoda ahí se retira. Pero sigue dedicándoles cartas a sus alumnas.
No lo hace como una profesora, sino como una madre chilena, porque en la
distancia, todas llevan el apellido de la patria.
De Chile a México
Más tarde, José
Vasconcelos, Ministro de Educación de México, la invita a colaborar a la gran
reforma educacional de su país. El 22 de junio de 1922 se embarca en Valparaíso
junto a su secretaria. Las reciben muy gratamente. Le asignan como secretaria a
Palma Guillén. Con el tiempo fue fundada una escuela en México con su nombre. También con el nombre
de Gabriela Mistral hay calles, estatuas, bibliotecas, etc. Con el cambio provocado en México, Gabriela diría
que en este país tuvo tiempo de descanso.
Ganó una popularidad,
tanto que asistió al Congreso de Campesinos, en el anfiteatro de la Universidad como
incógnita. Pero en medio de la asamblea alguien la descubre y la hace pasar al
escenario. Entre los campesinos, una voz grita pidiendo darle un abrazo a
Mistral. Ella muy contenta hace el gesto de las manos cruzadas.
Desolación
En 1921 el prestigioso
profesor español Federico de Onís había dado una conferencia sobre la poesía de
Mistral en el Instituto de las Españas de Nueva York. Su nombre no era
conocido, pero al escuchar sus versos, preguntan por el libro que los contenía.
Constatan
que no existía, así que le piden que les permita hacerlo. Gabriela no estaba muy convencida, pero el poderoso
paisaje magallánico había sembrado en la naturaleza la desolación de su alma.
El libro apareció en Nueva
York en 1922. También habían variado las ediciones: Vida, La Escuela , Infantiles,
Dolor, Naturaleza, Prosa escolar-cuentos. Casi todos los libros que publicó, lo
hizo en el extranjero, donde empezó a ser conocida en todo el mundo.
En 1923 la Editorial Nacimiento
publica el libro Desolación en su primera edición chilena. Este libro aparece
en mayo. En junio se publica Crepusculario, de su amigo y poeta Pablo Neruda.
Ya que en Chile fueron
difundidos sus poemas y escritos, el rector de la Universidad de Chile,
Don Gregorio Amunátegui, del consejo de Instrucción Pública le otorga el título
de profesora de castellano.
De México al mundo
En mayo, en 1924, Gabriela se embarca en el vapor Patric desde México. Fue
una despedida muy triste para ella. Los niños desfilan en el parque cantando
las canciones de ronda de Gabriela Mistral. Ella agradece al país por haberla dejado hacer lo que quiera.
Gracias a Gabriela ahora
los escritores chilenos reciben becas para sus estudios. Ya en 1924 ha pasado por Estados
Unidos y desde allí se embarca a Europa. Más tarde Gabriela escribiría: “Todo
lo que yo sé, poco pero muy fértil, en mi vida, ella, Europa, me lo ha dado”.
Hace un mes ha dejado América, diciendo: “La diferencia del Mediterráneo con
ellos es la del vino en la copa”. En 1924 pública su segundo libro Ternura, por
la Editorial
Saturnino Calleja.
En 1925 regresa a América.
Después de un largo viaje, arriba a Montevideo. Ya acercándose a las orillas,
Gabriela observa que la gente comienza a agitar pañuelos. Ella pensaba que iba
alguien importante en el barco. Pero para su sorpresa ese recibimiento iba para
ella. Muy emocionada, se encierra en su camarote.
El crítico Hernán Díaz
Arrieta cuenta que Gabriela lo único que quería era ir a La Serena a ver a su madre.
Más tarde parte hacia Valle de Elqui. El 15 de septiembre Vicuña la declara
“Hija Predilecta”, otorgándole la jubilación como profesora.
En 1927 se traslada a vivir a Fontainebleau, Francia. Asiste, en
representación de la
Asociación de Profesores de Chile, al Congreso de Educadores,
celebrado en Suiza. Funda la colección de Clásicos Iberoamericanos traducidos
al francés.
Su activa labor en ese Instituto, le permitió a Gabriela Mistral compartir
un intercambio amistoso con importantes intelectuales del mundo: Henri Bergson,
Marie Curie, Paul Valéry, Georges Duhamel, Francois Mauriac y George Bernanos.
En el año 1929, recibe la noticia más triste de su vida: muere su madre el
siete de julio, doña Petronila Alcayaga a la edad de ochenta y cuatro años, en
la ciudad de La Serena. Es
sepultada en la misma ciudad, Cementerio General en un pequeño Mausoleo de la Familia.
Profundamente conmovida por la situación de desamparo de los niños
españoles víctimas de la
Guerra Civil , Gabriela Mistral decidió en 1938 publicar su
tercer poemario, titulado Tala, en Buenos Aires por la editorial Sur. Gabriela
Mistral cedió íntegramente todos los derechos de este libro en ayuda de
aquellos niños.
Tala es un nombre alegórico que evoca la cosecha que la poetisa realiza en
su afán por reunir un conjunto de poemas publicados en revistas y periódicos
dispersos en América y Europa. Por
ejemplo, rescata poemas como “Saudade” escrito durante su estadía en Lisboa.
Gabriela Mistral dedicó la obra a su amiga Palma Guillén y a través de ella
consagró su libro a la piedad de la mujer mexicana.
Fiel a su compromiso por
los niños, como motivo poético y de lucha personal, en Tala Gabriela Mistral
demuestra un profundo sentido de identidad y preocupación por la tierra
americana, dando paso a un nuevo caudal poético.
En su nuevo viaje a Chile,
entra por Buenos Aires, donde había sido publicado su libro por Victoria
Ocampo. Visitó Puerto Montt y Osorno. Invitada a Chillán, se desvía a Valdivia,
donde descansa algunos días. Ya que siempre recibía homenajes en todas partes, ella
pidió que la dejaran pasar tranquila en cada ciudad.
El acto oficial se
desarrolló el 12 de mayo, donde había salido a leer el joven profesor de
matemáticas del Liceo: Nicanor Parra, donde Gabriela Mistral lo reconoce como
un verdadero poeta ya formado.
Yin-Yin y el Nobel
En 1943 ocurre uno de los
episodios más enigmáticos y controversiales de la vida de la poeta, hecho
particular para Gabriela Mistral, aparece en su vida Carlos Miguel Godoy y le
dice a Gabriela Mistral que es hijo de Jerónimo Godoy Villanueva. Ella lo acoge.
Este pronto se casará con una muchacha llamada Marta Mendoza, con quien
tuvieron un hijo: Juan Miguel Godoy Mendoza. Al poco tiempo muere su madre y
Carlos Miguel -el hermano aparecido- nuevamente hace presencia en la casa y le
pide que lo cuide. Gabriela Mistral se lo lleva de Italia, arrancando de la
guerra y llega finalmente a Petrópolis en Brasil. El catorce de agosto después
de una fiesta de compañeros de colegio, muere por una dosis de arsénico. La
policía dijo que fue un suicidio. Tenía 18 años.
En 1945, hallándose
Gabriela Mistral en la ciudad de Petrópolis, recibe la noticia de que le ha
sido concedido el Premio Nobel de Literatura. Esta noticia no fue recibida con
tanta alegría ya que se encontraba afectada por el gran dolor de haber perdido
a Yin-Yin. Es 15 de noviembre de 1945, tiene 56 años de edad. El 18 de
noviembre se embarca para Estocolmo en el vapor sueco Ecuador. El 10 de
Diciembre recibirá el premio de manos del Rey Gustavo. Allí frente al rey y el
príncipe, se cumplían, una vez más, los versos de esta vate, es decir, vidente,
de Montegrande:
“Y Lucila, que hablaba al río,/ a montaña y a cañaveral,/ en las lunas de
la locura/ recibió reino de verdad.”/
Una Chilena Universal
En 1946 le ofrecen otros homenajes: en París se le otorga el grado
correspondiente a la Legión
de Honor. En Italia es Doctor Honoris Causa de la Universidad de
Florencia. El mismo grado le otorga en 1947, en Mills College, de Oackland,
California, y New Orleans la declara “Hija ilustre de la ciudad”. Entre 1948 y
1949 regresa a México, como Cónsul en Veracruz. También recibe el premio Tierra
de las Américas, en 1950.
En 1951 se le concede el Premio Nacional de Literatura en Chile. Reside en
Rapallo, Italia. En 1953 es nombrada Cónsul de Chile en Nueva York. Participa
en la Asamblea
de las Naciones Unidas, representando a su país en la Comisión “La condición
jurídica y social de la mujer”.
En 1954, finalmente viene
a Chile y se le ofrece un homenaje oficial. Lagar es editado en Santiago por la Editorial del Pacífico.
En 1955 regresa a los Estados Unidos y participa nuevamente en la Asamblea de las Naciones
Unidas que celebra el Séptimo año de la promulgación de la Declaración de los
Derechos Humanos. Su salud está muy debilitada.
En 1956 participa en su último acto público en Washington, en el encuentro
de la Unión
Panamericana. Se le diagnostica cáncer al páncreas.
Murió el 10 de enero de 1957,
a las 4.10 horas, en el Hospital General de Hempstead,
en Nueva York. Desde Estados Unidos su cadáver fue transportado en un avión de la Fuerza Aérea a Perú.
Allí pasó a un avión de Chile donde regresaría a su Patria. La
Universidad de Chile
la acogió en su Salón de Honor para el velatorio. Todo su pueblo fue a rendirle
honores. Era una cola interminable de gente, que lo único que querían era verla
una vez.
El 21 de enero sus restos
fueron trasladados al Cementerio General, en espera de su morada definitiva en
Montegrande. En marzo de 1960 se cumplió su sueño. En el libro Poema de Chile,
después de muerta, dice:
“Este mi segundo cuerpo/
en el punto en que comienza/ Patria y Madre que me dieron”.
En un vehículo en caravana
va su segundo cuerpo, enterrado en un lomaje que vigila, “El punto en que
comienza” su historia:
“Porque todo lo que he
olvidado/ menos un valle y un pueblo./ El valle lo menta Elqui/ y Montegrande,
mi dueño.”