Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio
Recabarren, CEILER
Las Juventudes Comunistas
hicieron un aporte muy significativo a la Campaña de la Unidad Popular.
Sus Brigadas Ramona Parra dieron a la propaganda allendista un tono de
ofensiva.
Las BRP introdujeron una nueva
dimensión en la propaganda política callejera. Eran más de cincuenta brigadas, que,
a lo largo del país, pintaban hermosos murales con llamativas consignas.
Formaban esas brigadas,
jóvenes obreros, estudiantes y campesinos – muchos de ellos recién adolescentes
– que burlaban la persecución policial, que cumplían su cometido de noche o de
día, según las circunstancias. Usaban cascos plásticos y overoles. Trazaban con
singular destreza. En sitios estratégicos de calles y caminos, con grandes
caracteres, pintaban las movilizadoras consignas de la candidatura de Allende.
Considerando el éxito
alcanzado por la industria del miedo en 1964, los sectores reaccionarios la
reeditaron en 1970. Dos organizaciones aparecían conduciéndola esta vez:
"Chile joven" y "Acción Mujeres de Chile". Eran sólo
fachadas. Todas las cuentas las pagaba la Agencia de Publicidad Andalién, encabezada por un
tal Salvador Fernández.
Chile fue inundado por una
propaganda mentirosa. En la prensa aparecían grandes avisos con un arreglo
fotográfico, que mostraban tanques soviéticos en la puerta de La Moneda , con la hoz y el
martillo y las siglas URSS.
Se confeccionaron y
distribuyeron por muchos miles estampas con la Virgen del Carmen, que
llevaban una lectura: "¡Santa Virgen del Carmen, reina y protectora de
Chile, sálvanos de los ateos comunistas!".
Se repartía casa por casa un
formulario con el membrete "Reforma Urbana. Formulario de Empadronamiento
Popular de Bienes y Viviendas". En él se preguntaba si la familia tenía
refrigerador, radio, televisor, teléfono, auto, etc. Se preguntaba si era
posible que en la casa se pudiera recibir a otros moradores permanentes; si la
respuesta era negativa, se exigía dar las razones. Se advertía que este
documento sería retirado por una Comisión de la Unidad Popular.
Naturalmente este formulario,
como todas las afirmaciones de esa sucia propaganda, eran sólo falsedad.
A diferencia de 1964, ahora
los partidarios de la candidatura popular pasaron también a la ofensiva en el
terreno de la lucha ideológica. Por lo demás, las cosas habían cambiado en el
país en estos seis años. Se comenzaban las protestas en amplios sectores contra
este método de intentar ganar elecciones sembrando terror. Por ejemplo, los
sicólogos levantaron su voz para denunciar los daños que causaba a las personas
y, en especial, a los niños. La Iglesia Católica , en una actitud muy diferente a
la del 64, reprobaba la utilización de la Virgen del Carmen para sembrar miedo. El Ejército
no aceptó que se usaran símbolos militares o los héroes patrios en esas oscuras
acciones.
Pero el golpe de muerte a la
campaña del terror sicológico lo asestó la "Operación Andalién". Fue
una audaz acción de comando llevada a cabo por veinte jóvenes comunistas en
junio de 1970. Su objetivo era, precisamente, la Empresa Andalién ,
a cuya cabeza aparecía Salvador Fernández.
El operativo fue muy bien
planificado y eficazmente realizado. Unos jóvenes tomaron el control de los
accesos del edificio de departamentos, en pleno centro de Santiago, donde
funcionaba la empresa.
Cinco muchachos irrumpieron en
las oficinas. Pusieron manos arriba a los funcionarios que allí trabajaban.
Cortaron los cables telefónicos y se dedicaron a reunir todo documento que
pudiera servir para demostrar el verdadero carácter de la agencia publicitaria.
No fue mucho lo que
encontraron. Se retiraban algo desalentados. Al salir, uno de ellos tuvo una
corazonada y cogió un maletín, que estaba en un rincón. Abandonaron el lugar
sin que nadie advirtiera la operación realizada.
En un sitio seguro hicieron un
balance de la acción. Al abrir el maletín saltaron de alegría. Sin imaginarlo,
habían dado con toda la documentación de la fábrica de mentiras. El negro bolso
era un verdadero cárdex. Decenas y decenas de papeles altamente reveladores.
Recibos de fabulosas sumas entregadas por empresas estadounidenses: la Anaconda Cooper
Company, el Bank of America, el First National City Bank. Pruebas de las
estrechas conexiones de Fernández con Sergio Onofre Jarpa, Julio Durán y otros
dirigentes del Comando de Alessandri. Aparecía el aporte de 600 mil escudos,
entregados por un tal Charlie, agente de la CIA. Y
otros documentos. Por ejemplo, comprobantes de pago a varios
"objetivos" e "imparciales" periodistas. También los
proyectos de los infundios que se montarían contra la candidatura popular.
Todos estos antecedentes
fueron entregados, por periodistas del diario "Puro Chile", a una
Comisión Investigadora designada por la Cámara de Diputados y presidida por Bernardo
Leighton, para esclarecer todo lo relacionado con la campaña del terror
sicológico.
A partir de ese
acontecimiento, gracias a la audaz acción de veinte jóvenes comunistas, la
sucia propaganda del miedo se batió en retirada.
(Continúa)