por Ivan Muñoz Rojas
Vivimos otro aniversario del golpe fascista mientras el imperialismo y la derecha entronizan
el desparpajo ,en 1973 Nixon
hacia “aullar la economía”, hoy Trump aplica despiadadamente la receta contra el pueblo venezolano; la derecha terrorista coautora de millares de crímenes y torturas
hoy con impudicia absoluta
cabalgando en el arsenal
mediático idiotizante atiza la amnesia colectiva. Reivindican con Bolsonaro la dictadura pinochetista,
propagan el negacionismo y acrecientan
la impunidad siguiendo la ruta de la
transición pactada entre el
Departamento de Estado , la derecha ,
sectores de la DC
y socialdemócratas, así reponen la política de los consensos para desmontar los escasos avances logrados. Renace el peligro fascista y
cuando afloran denuncias de
los crímenes de lesa humanidad los tartufos intentan sortear responsabilidades apelando a la manida invocación de Corea, Cuba o Venezuela.
Muchos conocimos en carne viva lo que fue la prisión, tortura,
cesantía, persecución, las
vejaciones, el exilio o más grave
sufrimos el asesinato de un ser querido, un compañero de trabajo una camarada. Hoy
debemos romper el mutismo proyectando
la memoria para combatir la
reivindicación de la dictadura
promovida por los Kast y demás gestores
del fascismo, es necesario socializar
las experiencias represivas vividas no para lamentarnos sino para construir futuro
aportando a la derrota de la amnesia histórica que fragua la derecha
cada día.
«Lebú», barco mercante, al 11 de septiembre de 1973
propiedad de la empresa Sudamericana de Vapores (Ricardo Claro) hoy propiedad
de Luksic
Iniciado el golpe fascista los esbirros
percibieron que las cárceles disponibles eran insuficientes para encerrar
a millares de patriotas, transformaron Chile en una cárcel gigantesca,
así en Valparaíso habilitaron
barcos/prisiones, la
Esmeralda , Andalíen, Maipo, Lebu, allí se cometieron
bárbaras atrocidades las que la Armada de Chile y civiles derechistas como
Ricardo Claro-, quien facilito las naves-,
han negado sistemáticamente por falta de coraje y
dignidad siendo ejecutores del
terrorismo de estado.
El 21 de septiembre
del 73 una patrulla naval irrumpió en un despliegue inusitado mi hogar
conmocionando a mi familia y al
barrio tras mi “prontuario”, haber sido
encargado político del Comunal del PC
del puerto, presidente de la Federación Nacional de Empleados Portuarios y en
esos días Sub Director de la
Empresa Portuaria de Chile. Fui trasladado al molo de abrigo de Valparaíso, arrojado el piso del muelle junto a decenas
de hombres y mujeres, cacheados al
tiempo que los infantes de marina
robaban las pocas pertenencias
que portábamos. Al subir al barco recibíamos una golpiza y bajo improperios
nos enviaban al fondo de una de las
bodegas descolgándonos por una
escalerilla metálica. Allí decenas de
prisioneros sucios y desarrapados
iniciábamos nuestra estadía,
recinto de piso metálico y madera, sucia, mal oliente con
residuos de carbón de su última
carga. En las primeras semanas solo
bebíamos agua de un balde que se bajaba a la bodega mediante una cuerda,
dormíamos en el piso metálico y con los residuos de carboncillo improvisábamos
una suerte de almohadas, la llegada de presos incrementaba el hacinamiento,
iniciaron la provisión de un plato de porotos con gorgojos y piedrecillas, en
la mañana en cubierta ingeríamos velozmente de un tarro metálico café, lo que causaba continua quemazón de
labios .
Cuatro tambores de
200 litros cortados por la mitad fueron
provistos como tazas de baño,
apoyábamos las nalgas en trozos
de madera atravesados en el tambor, maderos que en las noches eran disputados como complementos de
almohadas.
Prohibido afeitarse, un día se coló a la celda flotante a
un espejo que circulo entre los presos,
nos sorprendía el volver a contemplarnos, luego de semanas barbas a lo Robinson Crusoe.
A las 7.00 horas de cada mañana luego de una intensa
sesión de gimnasia subíamos a cubierta en grupos de 10, desnudos debíamos
ducharnos bajo un descomunal chorro de agua fría proveniente de una manguera de
incendio. Tratábamos de evitar el turno en
que mientras recibías el agua te sorprendiera la ceremonia de “honores
de pito” que se realizaban en los barcos de la marina, “honores” que debíamos imitar,
lo mortificante era que el ritual
consideraba la entonación del himno nacional el que debíamos cantar
marcialmente, cuadrados y “ en pelota”… bajo el chorro de agua, frente a los
cerros de Valparaíso. En más de una
oportunidad osamos entonar con
más fuerza la estrofa del “asilo contra la opresión”, hasta que ello nos
acarreó la sanción entonar decenas de veces la estrofa con su tono normal.
Los tarros que fungían de tazas de baño se rebalsaban, el bamboleo de la nave derramaba el contenido al piso de la bodega
haciendo insoportable la fetidez. Se nos concedió vaciar al mar los tachos debiendo improvisar
la maniobra para elevarlos, nos
proporcionaron una cuerda, se ató el
primer un barril, abrimos un
circulo mientras izaban la carga, un portuario me alerto: “compañero esa güea, se
va a caer” y… la “güea” se vino abajo como lluvia de mierda sobre nosotros mientras
intentábamos esquivar el tacho. Un
cuadro kafkiano entre las burlas de los
guardias. Nos permitieron subir a cubierta, atar la única ropa que vestíamos a
un cabo, enjuagarla en el mar y mojadas
volver a vestirnos.
Aprendimos la maniobra de izar y cada mañana con un
compañero de prisión, Sergio Morris, realizábamos la operación limpieza que nos
permitía además salir del fondo de la bodega mirar el mar, el cielo, avistar a
lo lejos nuestros hogares. Sometidos a tratos degradantes valorábamos las cosas
simples y entendíamos que el objetivo del fascismo es anularte como ser humano
y si reaccionas con la fuerza del pensamiento no lo logran y permaneces de pie.
Cada noche se
efectuaban los interrogatorios, reclamados
subíamos a cubierta, un guardia nos trasladaba con la vista vendada a un camarote, torso descubierto, descalzos y manos atadas a la espalda, se iniciaba el
ablandamiento: “esta gesta libertaria es
contra el comunismo, todo es por la patria y como buenos ciudadanos
deben colaborar”. Me pidieron reflexionar sobre el impacto que tendría en mis hijas
si en ese momento las dejaran verme en el penoso estado en que me
encontraba. Me instan a colaborar e
inician una batería de preguntas por el paradero de: Guastavino, Cantero,
Gaspar Díaz, Vuscovic; o ¿dónde están las armas descargadas en
Talcahuano?, etc.,… ¿No vas a colaborar…? , de
improviso el interrogador grita:
¡profesor…! y de una puerta vecina irrumpe el “profesor” iniciando una golpiza violenta centrándose en mi
abdomen, caigo al piso, me levanta del cabello, continua golpeando, luego un sonido sordo y siento descargas
eléctricas en los muslos, los parpados,
los testículos, etc., más golpes y amenazas, pierdo la noción del tiempo
mientras me exigen que no grite.
No supe cuánto tiempo sufrí el tratamiento, con vista vendada me alzaron, no logre ponerme
los zapatos, la nave se bamboleaba en noche de mar agitado, al borde de la
nave amenazan lanzarme al mar, me llevan a la boca de la bodega, mis restos
de racionalidad me alertan el riesgo de bajar la escalerilla vertical descalzo,
puedo resbalar y caer, me agarro como un simio descendiendo hasta el fondo en
donde compañeros solícitos me reciben y
fraternalmente me conceden el
privilegio esa noche de dormir sobre
un trozo de madera que fungía de
colchón, como se hacía con cada víctima de los interrogatorios.
En octubre la Cruz Roja Internacional
visito la cárcel flotante, la
Armada proveyó de camas metálicas con colchones y frazadas a
la bodega del Lebu, esto duro una noche, al día siguiente de la visita se
retiraron. Un integrante de la misión de nacionalidad belga escogió a tres
prisioneros para entrevistarnos, con el francés que se nos enseñaba en el
liceo,- educación estatal gratuita-, relate la situación que vivíamos
mostrándole las secuelas de la tortura en mi cuerpo mientras nos presionaba la
presencia de un oficial de la armada que se aproximaba cuando hablábamos,
solicite al funcionario alejara al marino el que retornando una y otra vez,
pero logramos que la Cruz
Roja conociera la situación lo que se plasmó en informe sobre
atropello de derechos humanos que
sufríamos. Esa noche me trasladaron junto a
Aníbal Vivaceta López, director
del Liceo Eduardo de la Barra
y Sergio Morris hermano de Mario fusilado en Pisagua, a la Academia de Guerra en donde volvieron a
interrogarme.
Junto a un regidor socialista fuimos los últimos presos
en la bodega 2 del Lebu, los detenidos
eran evacuados a otros recintos,
finalmente quede solo en un extremo de la celda flotante, vi
bajar a un infante de marina con
la cara pintada y con su fusil terciado,
se aproximó,- pensé que era mi final-, me observo detenidamente y volvió a subir, luego me trasladaron a la
bodega 3 del barco que me sorprende por estar llena de presos de y solidaridad, al bajar Sergio Morris acercándose me dice,” debes
tener hambre”, saco un pañuelo de su camisa, desenvuelve y me brinda un banquete, un trocito de
chocolate y un mendrugo pan privándose asimismo.
En el Lebu a más de las vejaciones y torturas se llegó al
crimen, a 46 años logro recordar
que un dirigente comunista junto a
cuatro campesinos fueron sacados de la bodega, en días posteriores en el diario
La Estrella ,
ejemplares atrasados que nos lanzaban a la bodega, figuraban como “muertos en enfrentamiento”.
Son millares
las víctimas asesinadas en el país, a
muchos conocimos o sabemos de su temple y señeros ejemplos, en esta reflexión
puedo citar a algunos portuarios, los compañeros Mario Calderón T.
, José Córdova C. , Alberto Lizardi L. , los dirigentes marítimos Héctor Rojo A., Armando Jiménez M., Guillermo
Álvarez C., Samuel Núñez G. , vaya para todas las heroínas y héroes caídos,
para los que sufrieron el terror del fascismo, nuestra expresión de respeto y
reconocimiento, fueron capaces de vencer
el propósito de exterminar sus ideas y la significación de su entrega. Hoy
más que nunca frente al fascismo
emergente, al olvido, al negacionismo,
es necesario reforzar nuestras
luchas y a los 50 años de la UP avanzar al futuro con las vivencias, dolores
y éxitos del pasado.
Ivan Muñoz Rojas
Integrante Comisión relaciones Internacionales del PCCH
Santiago 21 Septiembre 2019