jueves, 4 de septiembre de 2014

Trabajadores, voz de mayoría




Editorial de El Siglo, edición 1730 del 29 de agosto de 2014

Trabajadores, voz de mayoría

Estaríamos divididos en quintiles, habría una “clase media”, sectores “aspiracionales”, “emprendedores”… Pero lo cierto es que la división esencial –o, si se quiere, la “clasificación”- seguirá radicando en lo que ya en el siglo XV Jorge Manrique establecía entre “los que viven de sus manos y los ricos”.

Y “los que viven de sus manos”, de su inteligencia y su esfuerzo, siguen siendo los mayoritarios.  Y “los ricos”, minoría han sido y minoría lo serán hasta que un nuevo aviso de la historia los consigne a los lugares donde sólo yace el olvido.

Pero también es bueno intentar algunas precisiones, porque en la categoría de “los ricos” no sería lícito ni riguroso encerrar a todos aquellos que han logrado, por su esfuerzo y muchas veces a través de generaciones, “armarse” de un mejor estar. Es decir, que puedan ser propietarios, y no de una mediagua. Que hayan prosperado en su oficio o actividades.

No, no son ellos “los ricos” a que aludía en su poema inmortal el gran poeta español.

Más bien se trataría de los llamados “grandes de este mundo”: reyezuelos y jeques, potentados industriales, exitosos acaparadores, “caballeros de industria”, especuladores, fabricantes de armas de destrucción masiva, envenedadores de subsuelos y superficies. Y el que se pueda predicar que a la hora de la muerte “allegados son iguales…”, no es más que un leve consuelo que en nada modifica las dramáticas cifras de postergados de la Tierra.

Por estos días marchan en esta exigua porción del planeta que nos ha sido dado compartir, centenares y miles de “los que viven de sus manos”. Los acompañan generaciones más recientes, hijas e hijos suyos, sedientos también de justicia y que comparten la indignación ante sistemas, modelos e instituciones que los postergan en sus más que fundadas aspiraciones.
Los trabajadores demandan un “nuevo trato laboral”.

Exigen  reglas al menos pares de tratamiento de sus condiciones de trabajo. No aceptan las imposiciones que, manu militari, se les impusiera aplastando sus históricas conquistas, destruyendo sus organizaciones, intentando –vanamente, a pesar del poder de fuego desplegado- interrumpir la continuidad de su conciencia.

Y están en las calles de “su” patria.

“Reformas Laborales”, han llamado al conjunto armonioso de su programa. Saben que lo que puedan avanzar hoy no es suficiente, pero asumen como una conquista preciosa e indispensable los grados de cohesión que alcanzarán en este caminar que han emprendido bajo los estandartes de sus sindicatos y federaciones y de su Central Unitaria.

Marchan… Vienen desde la Santa María de Iquique, desde la vieja FOCH, la CTCH y la primera CUT. Reverdecen sus viejos y honrados estandartes. Recuerdan y veneran a sus pioneros, a los que dedicaron toda su vida a la causa de los “proletarios de todos los países”. Recuperan la dulce tradición de las solidaridades de clase. Se hacen voceros de todas y todos cuantos sufren de las lacras de un sistema injusto y discriminador, porque están conscientes de que en su gestión liberadora su destino es hacerse cargo del conjunto de la sociedad. Su vocación es abrir las puertas de la libertad y la justicia. Son los tribunos de su tierra y de su tiempo. Desechan todo dogma, así como desprecian todo condicionamiento que se pretenda imponerles desde las trincheras adversarias.

Son la voz de los que portan en sus brazos abiertos el contenido profundo de la historia.