jueves, 18 de octubre de 2012

LA VICTORIA Y LOS DESAFIOS DE UNA AUTENTICA REVOLUCION











LA VICTORIA Y LOS DESAFIOS DE UNA AUTENTICA REVOLUCION



(Por Juan Andrés Lagos)


En Venezuela votaron más de 17 millones de personas, de un universo electoral de casi 19 millones con derecho a sufragar.

Record histórico e inédito, en un país en donde el voto es voluntario.

En ese contexto, y con un apoyo político-electoral de más de ocho millones de votos, a muy pocas horas de conocido el resultado, el Presidente Hugo Chávez  anunció “un nuevo ciclo para  Venezuela”.

En dos líneas simultáneas, luego que el Consejo Nacional Electoral (CNE) diera oficialmente el resultado, el mandatario fijó sus objetivos estratégicos para el nuevo período:

1) Mantener y profundizar la independencia nacional.

2) Avanzar hacia el “socialismo democrático y bolivariano del siglo veintiuno”.

El líder indiscutido de Venezuela, de 58 años, mejorado de un fuerte cáncer que lo afectó por meses, una vez más, ha salido victorioso de la contienda electoral “más decisiva” de las que ha enfrentado hasta ahora. Tomando en cuenta que, de las catorce elecciones en las que ha participado, sólo una vez fue derrotado en una consulta para modificar la constitución política.

No son muchos los años, es muy corto el tiempo histórico, en que Venezuela fue sacudida por grandes explosiones sociales y populares, en medio de una crisis económico-social que desplomó a la cuarta república administrada sin contrapeso por el bipartidismo de dos fuerzas neoliberales que, por décadas, ejercieron el poder del estado.

Tampoco es mucho el tiempo para dimensionar, en profundidad, el inédito surgimiento en Venezuela del liderazgo de Hugo Chávez, un Teniente Coronel formado en el rigor de las fuerzas especiales del Ejército de su país, y que se levantó en armas junto a otros cuarteles militares, para exigir “justicia social y nuevos tiempos para mi pueblo”.

Muy pocos entendían lo que ocurría. Chávez no atacó los símbolos del poder político. No ordenó disparar a los civiles. En rigor, en jerga militar, lo que hizo fue un acuartelamiento de presión.

Pero, Chávez se quedó muy sólo en cuanto a apoyo político nacional e internacional. Las izquierdas lo consideraron un golpe militar, y por la dramática historia de Venezuela y América, el dispositivo de compresión política se orientó en esa dirección.

El centro y las derechas, que comenzaban su proceso de simulación y aggornamiento, después de haber impulsado golpes y dictaduras en todo el continente, también descalificaron la acción de Chávez y de los militares venezolanos.

Washington observó con atención.

En esos dramáticos momentos, Chávez levantó su voz para exigir dignidad para un pueblo aplastado en un sesenta por ciento de pobreza dura, extrema, sin futuro.

Y ese pueblo, mayoritariamente, conectó con el movimiento militar que surgía, y con su líder. Volvió a creer, luego de haber perdido toda certeza en el bipartidismo político, en la institucionalidad política de una corrupta “democracia representativa”, y en caudillos de diferentes tonos y colores.

En pocos años, todo cambió en forma vertiginosa. Las fuerzas de izquierda respaldaron el proceso emergente; el pueblo tomó la iniciativa, Chávez fue elegido Presidente de Venezuela y, desde el gobierno, convocó a una Asamblea Constituyente para formar una nueva institucionalidad política y participativa, y una nueva carta magna.

Las Fuerzas Armadas no solo respaldaron el proceso, en verdad, se hicieron parte de él.

Y, salvo un proceso electoral, todos Chávez los ganó con porcentajes sobre el 50%.

Las reformas sociales han calado profundo en el país. Venezuela disminuyó su pobreza, del sesenta por ciento a una cifra que es la más baja de toda su historia social. Es la nación con la mayor cantidad de universidades y universitarios en el continente. Posee una plataforma tecnológica relevante. La vivienda puede ser completada en los próximos quince años. Sobre la base de una reserva petrolera para los próximos doscientos años, PEDEVESA se ha diversificado y abrió mercados y contratos comerciales con Rusia, la india, Brasil y China. Su peso específico la hace influir en forma determinante en el precio internacional del petróleo.

El gobierno bolivariano ha sido determinante en la integración continental, y es activo patrocinante del ALBA, UNASUR, CELAC, MERCOSUR, y en la idea matriz y gruesa de ir a la formación de un bloque de naciones integradas sobre la base de incluir las asimetrías de cada una.

Pero los fenómenos de corrupción no han terminado. La delincuencia sigue siendo un problema serio y profundo. El proceso demoró en avanzar en la construcción de un instrumento político, y finalmente emergió el nuevo Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, el cual, junto a otras fuerzas históricas, como es el Partido Comunista de Venezuela, forman la matriz política del proceso.

Las fuerzas políticas de centro y derecha, desplomadas por la crisis y los estallidos sociales, demoraron en recomponerse.

Pero su mayor debilidad, radicó en desconocer, rechazar y descalificar todo el proceso político y electoral que emergió y llevó a la presidencia a Chávez.

Apostaron por años a la desestabilización; no participaron en varias y sucesivas elecciones; intentaron un golpe militar apoyados por los Estados Unidos.

Nada les resultó.

Entonces, muy recientemente, giraron, y lo hicieron con convicción.

Participaron en las elecciones; se involucraron en la institucionalidad política de la nueva Venezuela; se aprestaron a realizar una campaña electoral para estas presidenciales, en la cual su ley motiv fue: “mejorar lo que hay, con propuestas”.

Aún así, un sector de esa derecha mantiene su postura y sostiene una alianza con el peligroso sector narco-paramilitar que tiene sus bases en Colombia y, su líder, el ex Presidente de ese país, Álvaro Uribe.

Ese peligro es latente.

Sin embargo, en el proceso electoral reciente, esta derecha se decidió por un camino, y lo adoptó.

Fue entonces una confrontación política, ideológica, cultural tensionada al máximo. Los dos modelos se enfrentaron, por primera vez, en la cancha que el proceso revolucionario encabezado por Chávez ha construido.

Y el resultado electoral para esta derecha no es malo: Poco más de seis millones e votos, poco más del 44% de la votación nacional, en la cancha del chavismo.

Venezuela es un complejo, intenso y apasionante laboratorio de una revolución auténtica, genuina, sin moldes posibles.

Su principal fortaleza, es una parte del pueblo, mayoritaria, que sigue firme construyendo su destino. El desafío es incidir en esos seis millones de venezolanos que sufragaron por la derecha y su candidato.

Ciertamente, el proceso debe ahora mirar su futuro, y un factor de extrema relevancia es el liderazgo de Hugo Chávez.  En sí representa una inmensa fortaleza, porque Chávez es un militar con gran capacidad táctica; con una definición estratégica sólida; con un liderazgo en las Fuerzas Armadas indiscutido. Es un conductor político.

Y el proceso requiere de esa conducción, y abrir camino a nuevos y futuros liderazgos.

Capriles, el líder de la derecha, tiene poco más de 40 años. Su capital político es haber sacado a la derecha de la postración; del violentismo atávico y golpista, para entrar en el juego electoral que les ha dado un buen resultado. Y mira hacia el futuro.

Pero es una derecha que, en el sentido programático, no ofrece nada más que lo mismo que postulan los neoliberales de todo el continente. Y eso, en Venezuela, es su principal debilidad.

Como es su naturaleza, el Presidente Chávez ha tomado la iniciativa, y junto con impulsar cambios en la propia conducción del estado y del gobierno, ha formulado llamados al diálogo nacional.

Capriles y la derecha, formalmente, lo han aceptado.

Pero las correlaciones electorales y políticas determinarán en buena medida el tono, la forma y los contenidos de ese diálogo, porque en Venezuela, en Diciembre, habrá elecciones de gobernadores en todo el país, y a comienzos del próximo año, elecciones municipales.

Habrá que estar atentos.