sábado, 10 de septiembre de 2016

Precisiones a un reportaje sobre el atentado







El Siglo - 08/09/2016

Más allá de teorías especulativas, es claro que la acción del FPMR quedó inscrita como uno de los sucesos relevantes en la resistencia contra la dictadura.

César Bunster. Santiago. El domingo 4 de septiembre, en el suplemento Reportajes del diario La Tercera, se publicó una nota periodística sobre el intento de ajusticiamiento al dictador Augusto Pinochet, hecho ocurrido el 7 de septiembre de 1986. En ese escrito hubo falta de prolijidad y se tergiversaron declaraciones que emití a la periodista autora de ese trabajo.

Por respeto a los lectores de ese medio, así como hacia mis compañeras y compañeros de militancia, considero necesario hacer las precisiones del caso -algunas pueden ser detalles-que, por lo demás, permite dar cuenta más fielmente de aspectos de ese suceso que gravitó en la lucha contra la tiranía y el fin de ese régimen represivo y autoritario.

Aparece entrecomillada, como si yo lo hubiese afirmado, la frase “en el partido me recibieron bien y algunos como un héroe”. No se me pasa por la cabeza tener esa apreciación de una tarea que yo cumplí como otros compañeros y compañeras, sin esperar ese tipo de calificativos.

Las palabras “me daba miedo que me pillaran”, no están referida a mi persona y puede ser un error de transcripción, porque lo que dije a la periodista fue que mi padre -Álvaro Bunster- era quien tenía ese temor y que lo expresó en alguna de las ocasiones en que nos vimos en Chile estando yo clandestino. Es una precisión, lo que no priva reconocer que en esas semanas de planificación y luego de ejecución del plan de tiranicidio, existieron sensaciones de preocupación por los riesgos que ello implicaba.

No es real la afirmación que se hace en el reportaje de que yo era “encargado de logística junto a Cecilia Magni”. Yo era parte del equipo que ella encabezaba y no el encargado. Tuve el privilegio de conocer las capacidades militantes, combativas y humanas de Cecilia, y trabajar bajo sus órdenes. Tampoco es preciso lo que señala la periodista al indicar que Cecilia Magni “fue abatida por Carabineros en el sector de Los Queñes”. Ella, junto a Raúl Pellegrin, fue detenida por carabineros, salvajemente torturada y luego ejecutada a sangre fría en esa zona. Hay uniformados procesados por ese caso.

En la nota periodística se indica que “participé de los entrenamientos físicos que se hacían en el Parque O´Higgins”. Ello no es así. De hecho, los rodriguistas que concurrieron al Parque O’Higgins lo hicieron después del intento de ajusticiamiento y yo no estaba con ellos. Varios de esos militantes fueron detenidos en esas instalaciones.

Considero que, como ha ocurrido en otras ocasiones, el trabajo periodístico tuvo esas desprolijidades y esos errores que, sin entrar a calificarlos, afectan a una labor profesional de calidad, afectan valores del ejercicio del periodismo como es la veracidad, y dañan el derecho a una información real y seria que tienen los lectores, en este caso del diario La Tercera.

En todo caso, es positivo que se efectúen reportajes sobre hechos relevantes como fue el intento de ajusticiamiento de Pinochet en 1986, que demostró las capacidades y voluntad de un numeroso grupo de jóvenes combatientes antidictatoriales, y que constituyó un punto de inflexión que puso en jaque a la dictadura, demostró sus fragilidades y contradicciones, y que llevó a distintos sectores políticos, incluido el gobierno de Estados Unidos, a concluir que era imprescindible terminar con ese régimen dictatorial.

Más allá de teorías especulativas y análisis de todo tipo, es claro que la acción del FPMR de aquel 7 de septiembre, quedó inscrito como uno de los sucesos más relevantes en todo el combate y la resistencia contra la dictadura, que se desarrolló de manera multifacética en planos sociales, políticos, sindicales, estudiantiles, culturales, y destacadamente en las luchas por la defensa y respeto de los derechos humanos.

Es conveniente reiterar que el 7 de septiembre de 1986, ese grupo de luchadores consagró el derecho a rebelión contra una tiranía, establecido por la Organización de las Naciones Unidas, y ejercido históricamente en naciones europeas en la resistencia al nazismo, en países africanos en sus luchas de independencia y liberación nacional, en países centroamericanos en combate a feroces dictaduras y también en nuestra propia lucha por la independencia del colonialismo español.

Ese día, como lo indiqué en el reportaje al que hago referencia, murieron escoltas de Pinochet, pero no como víctimas inocentes desarmadas, sino en el ejercicio de sus funciones militares y disparando, tratando de abatir a los atacantes. Ello, por cierto, no es algo deseable que ocurriera, pero formó parte de un dramático proceso ocurrido en el país a raíz de la instalación de la dictadura que, por lo demás, dejó una estela de alrededor de 3 mil compatriotas ejecutados y desaparecidos.

No tengo duda alguna en reivindicar el intento de ajusticiamiento de Pinochet como una acción de resistencia a la dictadura y como un episodio destinado a debilitar y terminar con la tiranía.