Fuente: El Siglo -
07/09/2016
La contradicción del
neoliberalismo y la democracia social puede advertirse cotidianamente.
Camila Vallejo Dowling
Diputada por La Florida.
Integrante del Comité Central del Partido Comunista.
La contradicción del neoliberalismo y la democracia social puede advertirse
cotidianamente. Y, durante el último mes, donde más nítidamente se ha
manifestado esta contradicción es en la consigna “NO+AFP”, que congregó
multitudinarias manifestaciones en todo el país, originando el despliegue
comunicacional de los defensores del actual sistema de pensiones a modo de
respuesta.
Esta resistencia neoliberal no debe extrañarnos, porque el diseño institucional
de la seguridad social en Chile es parte fundamental del proyecto de los
Chicago Boys impuesto en la dictadura cívico-militar.
En efecto, son más de 170 mil millones de dólares provenientes de las
cotizaciones de trabajadoras y trabajadores chilenos que se invierten en
grandes grupos económicos.
Esta importancia estratégica para el sistema neoliberal chileno explica por
sí sola el listado de dirigentes de la transición que fueron o son parte de
directorios de AFP’s, con una evidente intención de cooptación del poder
político.
Asimismo, hemos podido evidenciar la resistencia neoliberal en la
tramitación de las principales reformas comprometidas en el Programa de
Gobierno de la Nueva Mayoría y, no pocas veces, hemos advertido la
sobrerreacción de estos sectores que caen fácilmente en la descalificación
discursiva y en la caricatura de las demandas sociales, mostrando claros signos
de descomposición política.
Es más, las voces más respetadas de los sectores neoliberales en Chile
abusan de argumentos tecnificados, llenos de cifras abstractas y son incapaces
de hacerse cargo de la realidad concreta en que vive la mayoría de las chilenas
y chilenos, profundizando la desafección ciudadana al ejercicio político. En
este escenario, los esfuerzos de los sectores que defienden la conservación del
modelo económico se alinean en un discurso hegemónico del terror (artificial,
por cierto), que es replicado por los medios de comunicación masivos, donde se
instala el conflicto acerca del “rumbo del país”. Mientras, a propósito de la
crisis política que ellos mismos producen, impulsan una agenda de políticas
públicas afines a sus posiciones, perjudicando a las mayorías y favoreciendo a
las minorías que disfrutan la acumulación de la riqueza y el incremento de las
desigualdades.
Los hechos son implacables y muestran que la crisis en Chile emana de la
injusticia del sistema neoliberal.
Con esa certeza, los comunistas nos hemos planteado la necesidad de
construir un nuevo modelo de desarrollo y, para eso, es un imperativo
reformular el tipo de Estado que tenemos, modificando instituciones que
obstaculizan la realización de un Estado social de derechos.
Tal como lo señaló Gladys Marín en 2002, “los comunistas asumimos nuestra
responsabilidad histórica contra la globalización capitalista y el
neoliberalismo”. Y, para responder adecuadamente a nuestro compromiso, el
trabajo en la base social es indispensable para fortalecer la mancomunión con
el pueblo e intensificar nuestro vínculo político con las masas.
El neoliberalismo no se superará espontáneamente, sino con la voluntad y la
acción organizada del pueblo, dispuesta únicamente en principios de justicia social.
La crisis neoliberal es la oportunidad para “el nuevo sujeto político y social
de masas que se confronta con el sistema”.