jueves, 6 de diciembre de 2012

100 años del Partido Comunista: ¡Al Estadio, al Estadio!







Editorial de El Siglo, edición 1640 del  7 de diciembre de 2012

100 años del Partido Comunista: ¡Al Estadio, al Estadio!

Culminan este sábado 8 de diciembre las celebraciones por los 100 años del Partido Comunista de Chile.
No se trata, sin embargo de lo que pudiera suponerse por “el peso de los años”, de una conmemoración puramente nostálgica.
Y sin embargo de ello y del legítimo privilegio del presente, es indispensable pensar a esta organización política por su aporte a un siglo de la vida nacional.
Aunque pueda sonar a reprochable auto referencia y sin perjuicio, también, de los necesarios resguardos autocríticos, no es posible separar la trayectoria de este partido fundado en 1912 por Luis Emilio Recabarren de la completa historia del país.
No es, por cierto, este partido el único que pueda invocar sus servicios a la identidad nacional y a los valores fundamentales de la democracia. Tampoco significa ello que se pueda omitir en un recuento riguroso de estos 100 años los significativos aportes de otras instituciones republicanas, de muy variada índole.
En alguna medida no exenta de reservas, de ello no caben dudas, es posible datar el comienzo del siglo XX de aquel 7 de diciembre de 1907 que vio la horrible matanza de la Escuela Santa María de Iquique. Y tal vez, por qué no, su final se date en aquel trágico 11 de septiembre de 1973. Allí, en ambos luctuosos episodios, se quebró el mito de una “unidad nacional” que siempre estará entre los paréntesis de la aguda lucha de clases que protagonizan -al margen incluso de sus visiones- los adversarios clásicos del ciclo capitalista: propietarios de los medios fundamentales de producción, patrones y oligarquía de un lado; pueblo y asalariados, del otro.
Ciertamente, la historia no se reduce a esquematismos y simplificaciones. Ella es más rica que su propio reflejo en la conciencia de los antagonistas.
Y es allí en donde la prédica constante de quienes desde el mundo popular han hecho cuanto les ha sido posible por ilustrar al “soberano”, adquiere una importancia fundamental.
Bien podría sostenerse, y nos atrevemos a postularlo aunque ello parezca en extremo simplificador, que el gran identificador de los 100 años del Partido Comunista de Chile ha sido su esfuerzo por dotar a los explotados -de todo “pelaje” y condición- de los instrumentos que les permitan dar el paso desde su condición de “clase en sí” -existente en tanto víctima de las explotaciones e injusticias de todas las opresiones- a aquella condición de “clase para sí” que los habilita para plantearse desde su condición irreductible y postularse desde esa adquirida lucidez y autoconciencia como protagonista central de la historia y garante, por ello mismo, de la continuidad y el “progreso” de la especie humana hasta alcanzar los umbrales de un orden social superior: el socialismo.
Páginas y páginas, hasta hacerlas incontables, podrían llenarse con los episodios y los nombres de quienes las protagonizaron, y cuyo presencia se verifica desde las filas de este partido. Ello, tanto en el campo de las luchas reivindicativas de todos los explotados, marginados y “represionados”, como en las filas de quienes desde las alturas tanto de las ciencias como del arte popular y “culto” han hecho aportes que nadie podría negar.
Y llega este imperecible contingente a las costas de su centenario. Y lo celebra con orgullo. Y ante las evidencias de la crueldad de clase que ha sufrido junto a su pueblo, no exhibe ni apetitos de venganza ni estériles resentimientos, sino la simple y dura sentencia que proclama la extendida urgencia de “verdad y justicia”, en su más rigurosa acepción.
Podrá parecer un extremo de soberbia, como tal vez una discutible “resignación” ante las descalificaciones y crímenes recibidos, pero lo cierto es que por la concepción de la sociedad y de la historia que forma parte de su ideario siempre ha prevalecido en el destacamento comunista la inteligencia que permite comprender, por encima de las motivaciones de orden personal, las limitaciones que manifiestan en su conducta y sus idearios aquellos que por su conciencia de clase -clase privilegiada y explotadora- sufren la insalvable contradicción que interpone entre la verdad y la ciencia sus intereses estrechos y la íntima convicción –por mucho que hagan recurso al profeta Fukuyama- de que su predominio está afectado insalvablemente por la dinámica de la historia y la evidente condición provisoria del carácter de clase de las sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre.
Estos 100 años que cumple el Partido Comunista de Chile son, a la vez, una alerta poderosa que a todos nos incita a mirarnos en el espejo de la historia y encontrar, en una fuente pura de toda contaminación, el sendero que unitariamente nos conduzca tanto al umbral de “las espléndidas ciudades” que citando a Rimbaud nos convidara Pablo Neruda, como “a las anchas alamedas” que recogemos en el valioso legado de Salvador Allende.
EL DIRECTOR