En su 139º natalicio:
Iván Ljubetic
Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
“Fue recto, fue grande, fue
claro,
fue puro como una
vertiente:
del pueblo y de su
desamparo
salió su fuerza
combatiente.
Así la lucha fue su gloria
y entregó al pueblo su
conquista.
Su epitafio será su
historia:
‘Aquí descansa un
comunista’.
Porque esta lucha no
termina
con una vida ni una muerte,
esta bandera no se inclina.
Y tu corazón que germina
no tiene fin, Elías Lafertte.”
(Pablo Neruda: “Corona para
mi Maestro”)
Elías Lafertte Gaviño fue uno de los grandes de Chile.
Un líder, un combatiente y un gran compañero.
Lo conocí hace 71 años, cuando yo era militante de las
Juventudes Comunistas. Recuerdo que en
una primaveral mañana de octubre de
1950, llegué desde el Pedagógico donde
estudiaba Historia y Geografía, al viejo
edificio donde estaba nuestra pensión en Santiago. Encontré a Jaraquemada, uno
de los cuatro estudiantes de Llo-Lleo que allí vivíamos. Me dijo que en “Democracia”,
periódico que había reemplazado al clausurado “El Siglo”, se informaba que ese día, daba una charla el compañero
Elías Lafertte. Era a las 19,30 en el
teatro Sicchel.
Decidimos concurrir. Eran las 7 y 10 de la tarde
cuando llegamos al Teatro del Sindicato de la Compañía Chilena de Electricidad,
ubicado en Catedral esquina Sotomayor.
Ninguno de los dos conocíamos físicamente al
camarada Lafertte.
Había gente esperando.
La mayoría formaba un grupo, que conversaba animadamente. Nos acercamos.
Un compañero, ya de edad, comentó:
- Ahora con el famoso aceite adulterado, andamos todos
como aviones a chorro...
Risas.
El camarada que habló, seguramente un obrero, se
refería al escándalo que había estallado por esos días. Los empresarios
distribuidores del aceite comestible, en complicidad con las autoridades, lo habían adulterado para obtener mayores ganancias. Esto produjo serios trastornos digestivos a
buena parte de la población...
Miré el reloj.
Eran casi las 19,30 y el conferencista- pensé- aún no llega. En ese momento
alguien levantó la voz:
- Compañeros,
propongo que pasemos a la sala y
comencemos. Compañero Elías, dijo
dirigiéndose al que había estado hablando del aceite, pase usted, por favor.
Nos miramos con Jaraquemada. Habíamos imaginado que el presidente del Partido
Comunista llegaría cuando todo estuviera
listo, para entrar en medio de los aplausos. Pero el camarada Lafertte rompió
nuestros prejuicios. El presidente
y uno de los fundadores del Partido, senador de la República, ex dirigente de la
FOCH, una de las grandes personalidades del país, había llegado de los primeros, con la modestia de un obrero.
Su charla fue sencilla, amena, plena de sabiduría.
Aprendimos mucho.
Esa noche de octubre de 1950, Elías Lafertte nos dio
una clase magistral de cómo debe ser un
dirigente comunista: tener profundos conocimientos, ser modesto, fraternal,
alegre, optimista.
EL AMANECER
DE UN LÍDER
Por entonces, Elías Lafertte tenía 64 años de edad,
pues había nacido en Salamanca, un 19 de diciembre de 1886.
Pudo estudiar sólo dos cursos en una escuela. Desde los 11 años debió
trabajar. Fue monaguillo y obrero del salitre.
En 1911 conoció a Luis Emilio Recabarren: El 4 de
junio de 1912 participó en Iquique en la fundación del Partido Comunista de
Chile.
Fue candidato a la Presidencia de la República en tres
ocasiones: en 1927, 1931 y 1932.
En 1937, estando desterrado en México, resultó elegido
senador por las provincias de Tarapacá y
Antofagasta. Siendo reelegido en 1945.
Participó activamente en la campaña presidencial de 1952.
EN EL PUERTO
ROJO
Lo vi y escuché
por segunda vez en San Antonio. Fue en una tarde de febrero de 1952.
Después de desfilar por calle Centenario, con cantos y
consignas, con rojas banderas agitadas por la brisa marina, llegamos a la plaza
del puerto. Allí proclamaríamos al candidato del Frente del Pueblo, al compañero Salvador Allende Gossens.
Abrió el mitin el presidente del Comando Comunal
Allendista. Luego se anunció al Presidente del Partido Comunista.
La mayoría de los asistentes cantamos La
Internacional, levantando el puño derecho. Era nuestro saludo y homenaje al
dirigente obrero; pero también un
desafío al traidor.
Habló el camarada Lafertte, arrancando aplausos cuando
se lanzó contra el “Judas de La Moneda”,
Gabriel González Videla que, luego de llegar a La Moneda en brazos del
pueblo, traicionó el Programa que había prometido e inició, en octubre de 1947, la persecución
contra los comunistas, los que más trabajaron por su candidatura.
La emoción nos embargó cuando Lafertte afirmó:
Parafraseando al escritor español, podemos decirle al traidor: ¡los muertos que
vos matasteis gozan de buena salud!
Entonces la plaza de San Antonio estalló con la consigna tantas veces repetida:
¡Y que fue... y que fue, aquí estamos otra vez!
Cerró el acto,
el compañero Salvador Allende, un
verdadero educador de masas. Teniendo como música de fondo el eterno
murmurar del océano, dio una clase
magistral sobre Chile, sus problemas y las soluciones. Se refirió a la
nacionalización del cobre, a una profunda reforma agraria…
EN LA QUINTA
CONFERENCIA DE LAS JJ CC DE CHILE
Entre el 26 y 29 de marzo de 1959 tuvo lugar la Quinta
Conferencia Nacional de las Juventudes Comunistas. Se realizó en la sede del
Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos 416.
Se inició con el Informe leído por Manuel Cantero,
dirigente máximo de los jóvenes
comunistas.
Al día siguiente, y con la presencia del compañero
Elías Lafertte, se entregaron los informes de los Secretarios de los Comités
Regionales. Me intervine en segundo lugar. Relaté el trabajo de los jóvenes
comunistas de la provincia de Cautín. Le di a mi informe un tono ligeramente
poético.
En octavo lugar intervino la secretaria del Comité
Regional de Atacama. Habló, entre otras cosas, del excelente trabajo que
realizan hacia los jóvenes del mineral de Huantemé.
En la tarde de ese viernes 27 de marzo, me
correspondió presidir la sesión plenaria. Ofrecí la palabra al camarada
Lafertte.
En su intervención valoró los avances de los jóvenes
comunistas. Puso varios ejemplos. Se refirió en especial al trabajo hacia los
jóvenes mineros de Huantemé. De improviso se volvió hacia mí y me dijo:
-Compañero Iván, usted que nos habló tan bellamente de
su provincia y que es profesor de Historia y Geografía, ¿nos puede decir dónde
está Huantemé?
Me tomó de sorpresa.
No alcancé a responder, cuando surgieron de la sala los gritos de:
-No sabe... no sabe ... no sabe... (Comenzaron los de
Valparaíso “picados” con nosotros los de Cautín. Luego los siguieron otros).
Estallaron las risas. Yo muerto de vergüenza, deseaba
enterrarme ahí mismo. Pero, debía seguir presidiendo.
ME TIENDE SU
MANO PROLETARIA
El domingo 29 de marzo de 1959 se clausuró la Quinta
Conferencia con un almuerzo en el Parque Rosedal. En un momento se acercó a mí
el camarada Lafertte:
-Compañero Iván, me dijo, he observado que usted no se
siente bien. ¿Qué le pasa? Si son mis palabras del viernes la causa de su
problema, le ruego que me disculpe. No tuve la menor intención de herirlo. Todo
lo contrario. Me tendió su mano
proletaria. La estreché emocionado y con respeto, agradeciéndole su gesto, sus palabras.
Así era el camarada Lafertte. Con una natural picardía
y un especial sentido del humor. Firme en sus principios. Sensible. Muy humano.
Super tierno, como decimos ahora.
En esa Quinta Conferencia recibí una nueva lección de
este comunista ejemplar.
EN EL CUARTO CONGRESO DE LAS JJ CC
Entre el 20 y el 23 de febrero de 1960 tuvo lugar el
Cuarto Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de Chile.
En una de sus sesiones asistió el compañero Elías Lafertte. Intervino con el
entusiasmo y pasión de siempre. Nos habló de la importancia de los métodos
juveniles, que los jóvenes deben
cantar.
- A propósito de esto- dijo- estoy seguro que en esta
sala hay jóvenes comunistas con inquietudes artísticas, músicos y poetas. A ver, camaradas, les ruego ponerse de pie
los que cultivan estas artes.
Algunos compañeros se miraron sorprendidos, indecisos.
Les hicimos señas, animándolos, con cierta picardía. Luego de titubear
brevemente, unos diez compañeros se pusieron
de pie. Estaban algo cohibidos, pero no
podían disimular un poquitín de orgullo.
Artistas, al fin y al cabo...
Lafertte enfatizó lo importante que es para las
Juventudes Comunistas y el Partido contar con esos valiosos militantes. Luego
disparó: ¡Cómo es posible que, habiendo
tantos creadores entre nosotros, no se compongan nuevas creaciones y se sigan
cantando las viejas canciones de la Guerra
Civil española!
Los “artistas” se sentaron un tanto acholados. Algunos
no pudimos contener una sonrisa, incluso la risa.
COMO
CONOCIMOS LA TRISTE NOTICIA
Era viernes 17 de febrero de 1961. Estábamos en plena campaña parlamentaria.
Conociendo la crítica salud del
compañero Lafertte, estábamos reunidos en Temuco, en la sede de la Dirección
Regional Cautín del Partido Comunista, ubicada en la esquina de las calles
Bulnes y Miraflores Escuchábamos radio. El informativo de las 21 horas trajo el
comunicado que tanto temíamos:
-Ha muerto
Elías Lafertte Gaviño, presidente del Partido Comunista de Chile.
Un compañero apaga la radio. Se hace un silencio
impresionante. Por muchas mejillas corren lágrimas. De pronto una voz
enronquecida rompe el silencio:
- Compañero
Elías Lafertte...
- ¡Presente,
ahora y siempre!,
respondemos.
A SANTIAGO
Esa aciaga noche del 17 de febrero de 1961 nos
reunimos como Directiva Regional del
Partido, a la cual yo pertenecía por ser Secretario Político de las Juventudes
Comunistas de Cautín. Se designó una
delegación para asistir a los funerales.
Viajamos en el tren nocturno del día siguiente, para
llegar a la capital el 19 de febrero de 1961. Nos dirigimos a la sede del
Comité Central del Partido, ubicada en
Teatinos casi esquina Compañía.
En el salón principal está la capilla ardiente. A
pesar de ser muy temprano, había mucha
gente.
HOMENAJE AL CAMARADA ELÍAS
Junto a la urna, que contenía los restos mortales del compañero Lafertte, vimos hacer solemne guardia de honor a ocho dirigentes
sindicales. Y se sucedieron las guardias. Cientos de hombres, mujeres y jóvenes
militantes, amigos, de otras colectividades políticas y organizaciones
sociales, independientes, rindieron homenaje al hijo del salitre. Los
comunistas de Cautín, también tuvimos ese honor.
En la tarde, partió desde la sede del Comité Central
una multitudinaria, triste, pero combativa columna hacia el Cementerio General.
Éramos miles.
Caminamos, con banderas del Partido y de las
Juventudes Comunistas, cantando, gritando sin cesar:
- Compañero
Elías Lafertte...
- ¡Presente,
ahora y siempre!
LO DESPEDIMOS
CON LA INTERNACIONAL Y EL CANTO A LA PAMPA
En la Plazoleta del Cementerio General, en avenida La
Paz, un mitin de despedida, en la que intervinieron varios oradores.
Luego, una delegación de 100 militantes, designados por
el Comité Central, -entre los cuales tuve el honor de estar, por entonces era
miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas- acompañamos los restos del camarada Elías
Lafertte, al interior del cementerio, hasta su tumba. Ahí le dimos el último
adiós al inolvidable y querido
compañero.
Entonamos La Internacional. También el Canto a la
Pampa, canción en recuerdo de la masacre perpetrada por soldados del ejército y
de la marina, en la Escuela Santa María de Iquique, el sábado 21 de diciembre de
1907. Allí, donde 54 años atrás, el
entonces joven Elías había recibido su
bautizo de fuego.




