Editorial
de El Siglo, edición 1695 del 3 de enero 2014
“Cuba y la democracia”.
A
partir de ciertos cánones, Cuba no sería una sociedad democrática sino una
“dictadura” y, por lo tanto bien sancionada estaría y aun debería estarlo más.
Suprema
hipocresía que se esconde tras formulaciones que niegan así la realidad como la
historia.
Veamos
algunos datos. ¿Ha sido Cuba sancionada como nación, y su gobierno, por algún
organismo internacional digno de crédito así por su neutralidad como por su
prestigio e idoneidad?
O,
¿no son más bien los Estados Unidos de Norteamérica los que año tras año ven
condenado su bloqueo político y económico por la más amplia mayoría posible de la Asamblea General
de Naciones Unidas?
Agencias
del sistema de la ONU ,
año tras año reconocen los avances de Cuba en materias como educación y salud
de su población.
Caballito
de batalla es lo que llaman “atropellos a los derechos humanos” y atentados a
las libertades públicas, derechos de expresión y manifestación, entre otras
recurridas “denuncias”. ¿Quiénes las formulan y quiénes obesamente las
reproducen a lo largo y alto de sus páginas y estaciones de televisión?
Respuesta: los mismos que a lo más callan y con frecuencia justifican y apoyan
a regímenes corruptos y dictatoriales, surgidos de asonadas militares y fieles
sirvientes de los grandes poderes financieros, económicos y militares a lo
largo del mundo.
¿Qué
es ser “patriota” cuando se vive en un territorio asediado por la potencia
mayor de la historia, con invasiones militares, atentados terroristas, agresión
permanente; bloqueo financiero, comercial de alcance incluso extra territorial,
lo que implica cierre de mercados financieros, tecnológicos y aun humanitarios?
Miremos
nuestra propia historia, y juzguemos en conciencia.
¿Puede
ser la misma la “institucionalidad democrática” de una nación que vive en paz con
sus vecinos, con fronteras protegidas, integrada a un mundo que se precia de
“globalizado”, que la de una nación permanentemente en la mira intervencionista
y que ve cómo se financia con total desprecio de la legalidad internacional las
actividades abiertamente subversivas de una minoría que ha optado por
convertirse en enemiga de su propia patria?
¿En
qué difieren los sistemas bipartidistas, expresiones de una misma clase social,
que imperan en gran parte del mundo, comenzando por el ejemplo más emblemático
que proporcionan los propios Estados Unidos de Norteamérica, de un sistema
unipartidista que surge tanto de su propia tradición -remontémonos a la lucha
independentista den José Martí y su Partido Revolucionario Cubano- como de la
realidad de la lucha anti dictatorial que lleva a patriotas como Fidel y Raúl
Castro, entre otros muchos, a conformar una fuerza política y militar que
derrota al régimen batistiano, una más de las dictaduras instaladas y
protegidas por EEUU?
¿Les
han molestado alguna vez al imperio y a sus lacayos y servidores en su
periferia, los regímenes de partido y “mando único” que han poblado decenios de
la historia del proclamado “patio trasero”?
¿Dónde
estuvo y dónde está la indignada protesta y la solidaridad que debieron haber despertado
en la conciencia democrática de los que hoy se alinean en la conjura contra
Cuba, las brutales intervenciones, incluso directas con desembarco de marines o
al menos con apoyo de la logística armada, diplomática y financiera del
Departamento de Estado, contra los pueblos de la República Dominicana ,
de Haití, de Venezuela, de Paraguay, de Uruguay, de Brasil, de Argentina, de
Bolivia, de Perú, de Colombia, de Ecuador y, por cierto, de nuestro propio
país, Chile?
En
estos días, la conciencia democrática y progresista de la humanidad conmemora
los primeros 55 años del triunfo de la Revolución Cubana ,
ejemplo de internacionalismo humanitario y, por lo mismo, desinteresado.
Nos
plegamos con admiración y gratitud a esta gran fiesta de la humanidad.
¡Libertad
para los 5 héroes perseguidos por el imperialismo! ¡Fin al bloqueo!
¡Larga
vida en paz, soberanía y prosperidad al hermano pueblo de Martí y de Fidel!