lunes, 6 de mayo de 2013

VIGENCIA DE LA POLITICA








Tema expuesto por el Arquitecto Miguel Lawner en el Foro Panel del CEILER "Recabarren y las Elecciones" realizado los dias 25 y 26 de Abril recién pasado, en el Salón de Acto de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.





VIGENCIA DE LA POLITICA




El 11 de Abril del presente año, tuvieron lugar  manifestaciones  multitudinarias en muchas ciudades del país, convocadas por el movimiento estudiantil y  por varias organizaciones sociales, confirmando que la demanda por poner fin al lucro en la educación continúa vigente  para la inmensa mayoría de los chilenos.

El movimiento social ha extendido su plataforma de lucha a otras demandas tan fundamentales como la aprobación de una nueva Constitución, por vía  de una Asamblea Constituyente. También crece la exigencia por  renacionalizar el cobre y por aprobar una reforma tributaria de verdad, que permita incrementar substancialmente los recursos destinados a Salud y Educación.

Es evidente que la magnitud alcanzada por las manifestaciones ha fortalecido la aspiración por concordar un programa común de la oposición con vistas a las próximas elecciones presidenciales y también ha obligado a los precandidatos de la oposición a  priorizar estas demandas en sus plataformas programáticas.

Las masivas movilizaciones han empujado al gobierno de Piñera a impulsar iniciativas legales en materias tributarias  y de educación, que jamás figuraron en su programa electoral. Por supuesto que el contenido de tales iniciativas está lejos de las aspiraciones mayoritarias de la población, pero son una señal positiva y fueron posibles sólo como consecuencia de la fuerza y unidad del movimiento popular.

Las últimas manifestaciones estudiantiles aparecen bajo la conducción de agrupaciones juveniles progresistas, que  luchan resueltamente por acabar con el lucro en todos los niveles educacionales, pero que manifiestan su rechazo, o al menos desconfían de todas las instancias políticas.

Además, en los desfiles se han  infiltrado sectores anarquistas o  de ultraizquierda con su tradicional verborrea y sus actos de una violencia inusitada, monopolizando la atención y las cámaras  de los medios de comunicación, en una astuta estrategia de la derecha, destinada a  desprestigiar el contenido de las demandas sociales.

El discurso de la ultraizquierda ha contribuido a aumentar  la  atmósfera adversa a la política y al parlamento, Es cierto que la incapacidad para modificar el vergonzoso sistema político vigente en Chile durante los 23 años trascurridos desde el fin de la dictadura, justifica este sentimiento. Pero este es un juego peligroso que puede desembocar en cualquier aventura.

Me resultó del todo contraproducente e irresponsable escuchar a una dirigenta del movimiento estudiantil secundario convocando a funar las últimas elecciones municipales. 

¿Es que acaso suponía que existían  condiciones para cambiar las cosas por alguna vía no institucional?

¿Qué cambios han logrado los millones de indignados en España, en Grecia o en Portugal,  marginándose del sistema político?

Lenin escribió en 1920 la obra llamada La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, saliendo al paso de las tendencias sectarias y dogmáticas que buscaban aislar de las masas a las vanguardias proletarias.
Afirmó categóricamente que ”mientras no tengáis fuerzas para disolver el parlamente burgués y cualquier otra institución reaccionaria, estáis obligados a actuar en el seno de dichas instituciones. “. ([1]).

Aquí en Chile, Luis Emilio Recabarren, con una clarividencia ejemplar  declaró lo siguiente cien años atrás:

“Nosotros los socialistas tampoco juzgamos bueno el actual régimen; trabajamos como los anarquistas por su transformación. Los anarquistas emplean métodos distintos a los nuestros, aunque en lo tocante a la transformación estamos de acuerdo.
Ellos son antipolíticos por convicción, mientras nosotros hacemos política.” ([2])

Otra contribución a este cuadro descalificador de la política, es el frecuente uso de la expresión clase política.

Como es sabido, las clases sociales corresponden a las relaciones que se establecen en el proceso de producción, entre los propietarios de los medios de producción y los trabajadores.

La clase política como tal es inexistente, además que es injusto meter a todos los políticos en un mismo saco.  El uso de la expresión clase política es un disparate desde el punto de vista sociológico, y aviva la hoguera de quienes  desprecian la acción política, desconociendo los enormes avances sociales logrados  por esta vía en la historia de Chile, como lo veremos a continuación.

Ya en 1921, Recabarren tenía clara la importancia de no dejarle  libre la cancha del Parlamento a la burguesía, cuando postuló y fue electo diputado ese año, junto con Víctor Cruz, otro digno representante del proletariado chileno.

Más tarde -en 1938- fue electo presidente Pedro Aguirre Cerda, gracias a la amplia coalición de izquierda agrupada en el Frente Popular. Su gobierno barrió con el predominio ejercido en nuestra historia republicana por las oligarquías criollas. El Frente Popular dio un salto en el desarrollo social, cultural y económico.  Amplió la cobertura de los servicios educacionales y de salud  e impulsó la industrialización del país al crear  la CORFO, institución que dio origen a empresas fundamentales en nuestro desarrollo económico, como han sido la Endesa, Enap, IANSA y el complejo siderúrgico de Huachipato.

En 1958, al término del segundo mandato presidencial de Carlos Ibáñez del Canto, se creó el Bloque de Saneamiento Democrático, alianza política que logró aprobar en el parlamento la derogación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, llamada por el pueblo Ley Maldita, que había borrado de los registros electorales a 20.000 personas.

Además, en esta misma Ley, se aprobó  la creación de la Cédula Única Electoral, iniciativa que permitió acabar con la escandalosa práctica del cohecho y que amplió el derecho a voto a los mayores de 18 años, que hasta entonces estaba restringido a los mayores de 21 años. La derecha impugnó con desesperación estos cambios, tal como hoy impide modificar el sistema binominal, u otorgar derecho a voto a los chilenos residentes en el extranjero, reiterando su oposición histórica a cualquier fórmula consistente en una mayor democratización del universo electoral.

En 1964 fue electo presidente de la República Eduardo Frei Montalva, tras una escandalosa campaña del terror financiada por la CIA, amedrentando a las familias chilenas con la presunta  llegada de tanques soviéticos o con el  envío a Moscú de nuestros niños para su adoctrinamiento político en caso de triunfar Salvador Allende.

El secretario general del Partido Socialista de la época, senador Aniceto Rodríguez, declaró tras el resultado electoral,  que su partido le negaría a Frei Montalva la sal y el agua. 

El Partido Comunista en cambio, afirmó que la Revolución en Libertad proclamada por la Democracia Cristiana, era la estrategia de la Alianza para el Progreso propiciada por los Estados Unidos a partir del triunfo de la revolución cubana, como fórmula para defender los intereses de los grandes monopolios imperialistas instalados en América Latina. Pero que el gobierno de Frei Montalva contaría con el respaldo del PC, en la medida que impulsara algunas de las reformas democráticas y antioligárquicas exigidas por las grandes mayorías nacionales.

Así fue como en 1967, el Parlamento aprobó la Ley 16.640 de la Reforma Agraria, que consultó una importante reforma constitucional sobre el derecho de propiedad. Esta Ley permitió la expropiación de unos 1000 latifundios en el transcurso de la administración Frei Montalva. Además se legisló en materia de sindicalización campesina y se creó el INDAP, Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario en apoyo de los asentamientos campesinos.

Fue esta misma disposición legal, la  que permitió al gobierno de Allende acabar en definitiva con el medieval sistema del latifundio vigente en Chile, al expropiar 4.400 fundos que comprendían una superficie de  6,4 millones de hectáreas. El actual auge experimentado por el sector agrícola habría sido imposible de subsistir el dominio del latifundio, que mantenía ociosa gran parte de las mejores tierras agrícolas del país.

Todos estos avances fueron promovidos tras grandes movilizaciones de masas que lograron imponer en el Parlamento la aprobación de legislaciones tan trascendentales.

¡Qué decir del triunfo electoral de la Unidad Popular!, coalición política  que llevó a Salvador Allende al sillón de O’Higgins el 4 de Septiembre de 1970,  materializando en sus 3 años de gobierno un gigantesco programa en beneficio popular.

La tesis de conquistar el gobierno por vía electoral tuvo una larga y meditada elaboración por parte del Parido Comunista. Fue formulada por primera vez en un Congreso celebrado el año 1956 en Cartagena, cuando aun el Partido vivía  en una semiclandestinidad. Luis Corvalán escribió que “ese Congreso tuvo una gran importancia en la vida del Partido. Aprobó un programa, que la práctica demostró que era justo en sus líneas generales, trazó la perspectiva de la conquista del poder por una vía no armada y condujo al Partido a una nueva etapa de desarrollo”. (3)

Esta tesis fue reafirmada en el XII Congreso del Parido celebrado el año 1962 bajo la consigna  ¡A la Conquista de un Gobierno Popular!. Es particularmente interesante subrayar que esta estrategia se manifestó en un momento en el cual muchos partidos políticos de izquierda latinoamericanos se sentían identificados por el éxito de la revolución cubana y promovían indiscriminadamente  organizaciones de carácter guerrillero: Montoneros en Argentina, Tupamaros en Uruguay, el MIR en Chile, todos los cuales desestimaban la factibilidad de alcanzar el poder por una vía que no fuera la vía armada.

Finalmente, en su XIV Congreso celebrado el año 1969, el Partido Comunista alzó la consigna “Unidad Popular para  conquistar un Gobierno Popular”

La victoria de Salvador Allende en las elecciones presidenciales celebradas el 4 de Septiembre de 1970, confirmó la consistencia de las tesis elaboradas por el Partido Comunista durante los veinte años precedentes, abriendo paso al establecimiento del gobierno más realizador en la historia de Chile, no obstante sus efímeros mil días de existencia.

Las tesis que guiaron al movimiento popular en Chile hasta  alcanzar la victoria en las elecciones presidenciales de 1970, fueron el resultado de un análisis profundo, creativo, desprovisto de  prejuicios respecto a la realidad económico-social que vivía nuestro país en la segunda mitad del Siglo XX y del camino que debía transitar el movimiento revolucionario  para alcanzar sus objetivos,

Estas tesis enaltecen la actividad política y para quienes las compartimos y las practicamos son un enorme motivo de orgullo.

Dejemos en claro, sin embargo, que este planteamiento  no desahucia, de ninguna manera,  la posibilidad de acceder al poder por la vía insurreccional, cuando las condiciones objetivas cierren cualquier otra opción y cuando el ánimo de las masas indique que están dispuestas a la batalla. Estoy seguro que en el futuro, más de algún pueblo logrará su liberación por esta vía. .

Poner en práctica una línea política unitaria en el pasado  no estuvo exento de dificultades. Debió abrirse paso entre el escepticismo de muchos sectores aliados y la oposición de las fuerzas reaccionarias, hábiles para introducir la cuña entre los partidos de Izquierda. .Unir a los distintos conglomerados políticos que dieron vida primero al FRAP y más tarde a la Unidad Popular, exigió muchísima paciencia y habilidad para saber cuando hacer concesiones que no vulneren la esencia de un programa, y cuando es necesario insistir en un punto intransable.

Hoy nos toca vivir un cuadro semejante. Ante la sola perspectiva de unir a toda la oposición, la derecha y los grandes empresarios se juegan a fondo para hacer imposible una coalición que por fin pudiera imponer cambios de verdad en el sistema político y en el modelo económico neoliberal. Todos los días los medios de comunicación arrancan alguna declaración a algún demócrata cristiano crítico de la posible alianza con el PC.  Tal como ayer, la prensa y los sectores reaccionarios, amenazan con el infierno en la eventualidad que el futuro gabinete pudiera contar con ministros comunistas.

El reciente triunfo de la oposición unida en los últimos comicios municipales, que permitió expulsar a la derecha de importantes centros de poder detentados hasta ahora,  muestra el camino a seguir y ha fortalecido la posibilidad de consolidar un amplio bloque democrático. Mayor contribución a este propósito ha sido la magnitud alcanzada por la última manifestación estudiantil.

Desprestigiar la política es una herramienta esgrimida por mentes febriles que piensan constantemente que la revolución está a la vuelta de la esquina. También es un recurso astuto utilizado por las minorías, para perpetuarse en el poder mediante la división de las fuerzas democráticas.

No puede prescindirse de la política y de los políticos a menos que estén dadas las condiciones objetivas y subjetivas para un cambio revolucionario.

Miguel Lawner
20.04.2013.





[1] Lenin:”La enfermedad Infantil del izquierdismo en el comunismo”
   Ediciones Progreso. Moscú.  pg,45
2 El Despertar de los trabajadores. Iquique. 23.1.1912.
3 Luis Corvalán: De lo vivido y lo peleado. Pg. 60. Lom Ediciones 1997.