viernes, 16 de noviembre de 2012

LA CÉLULA ALBERTO MOLINA






Los comunistas chilenos, apenas llegados al destierro se organizaron para contribuir a la solidaridad con quienes luchaban en el interior de Chile.

El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos entrega un breve relato de un grupo de comunistas exiliados en Alemania Federal.

Carlota Espina

Editora

 

 

LA CÉLULA ALBERTO MOLINA


                                          

Iván Ljubetic Vargas

Desde  que llegamos al destierro, los comunistas chilenos nos organizamos y trabajamos en la solidaridad con nuestro pueblo.

Apenas nos instalamos en Marburg, donde éramos los únicos comunistas chilenos, viajamos a la vecina ciudad de Giessen, donde vivían camaradas  que conocíamos desde Chile o que encontramos en nuestro asilo en Santiago. Con ellos constituimos la célula Alberto Molina, nombre que acordamos por unanimidad en recuerdo y homenaje al compañero que fue Secretario del Comité Regional de  Cautín  del Partido, miembro del Comité Central, alevosamente asesinado en el Regimiento Tucapel en la noche del 10 de noviembre de 1973.

OCHO MILITANTES

En nuestra célula  militábamos Pedro Cabezas, ex Alcalde de la Granja; su compañera, Margarita Parra; Max Eytel, su compañera Ana María Standen; Marcia Ortiz y yo (nuestro hijo Ivo había logrado una beca para estudiar en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú); Mario Torres y Rosaura Mendoza. Estos dos últimos se trasladaron a la República Democrática Alemana. Posteriormente se incorporaron a nuestra célula los compañeros Mario Neculman y la doctora Ruth Kries.

En la República Federal Alemana los comunistas chilenos estábamos dirigidos por un Coordinador, con sede en Francfort.

UNA INCANSABLE LABOR

La Alberto Molina, como todas las células en el exilio, realizaba un enorme y sacrificado trabajo en  apoyo a la lucha de los compañeros del interior.

Éste tenía dos aspectos. Uno era dar a conocer  lo que fue el Gobierno de Salvador Allende, el golpe del 11 de septiembre, la situación de Chile bajo el fascismo, la importancia de la solidaridad internacional. Ello a través de la prensa alemana, de charlas, de participación en seminarios, incluso en la televisión, estando presentes en todas las actividades de masas con volantes, periódicos; marcando presencia, enarbolando  banderas chilenas.

Un rol muy importante lo jugó la edición alemana de la revista “Don Reca”, que editábamos los comunistas chilenos en Alemania Federal.

El otro aspecto, era reunir grandes sumas de dinero para enviar a los compañeros que luchaban en Chile contra la dictadura (sobre ello hablaremos en otra crónica).

JULIETA CAMPUSANO VISITA MARBURG

En agosto de 1976 tuvimos la gran alegría  que la compañera Julieta Campusano, que realizaba una gira por  Alemania Federal, invitada por el Partido Comunista alemán,  visitara Marburg. Una mañana de ese mes, recibí un llamado del Encargado del Partido Comunista  Alemán en Marburg, Uli Stang, quien junto con darme la buena noticia de la visita de la compañera Julieta, me pidió que lo acompañara mientras permaneciera ella en la ciudad. Acepté de inmediato.

Mi encuentro con la compañera Julieta, a la que no veía desde hacía varios años, estuvo pleno de fraternidad y emoción. Le acompañaba una compañera española que le servía de intérprete,

UNA BELLA CIUDAD

Las compañeras Julieta y la intérprete, Uli y yo salimos a recorrer el hermoso sector del alto Marburg,  con sus  callejuelas estrechas, edificios muy antiguos, del medievo. Subimos al castillo, que es el símbolo de la ciudad. No podíamos perdernos la tradicional Plaza del Mercado, donde visitamos la Municipalidad y,  delante de ella, nos quedamos esperando  el mediodía. Con puntualidad, apareció el gallo en el frontis del edificio municipal y cantó doce veces. Como ocurría corrientemente, eran muchas las personas, especialmente turistas, que iban allí al cumplirse la hora para ver y escuchar al gallo de la Plaza del Mercado de Marburg.

UNA VELADA INTERNACIONAL

En la tarde, la compañera Julieta participó en una amplia reunión a la que concurrió un buen número de alemanes. También estuvimos varios chilenos.

Por la noche, invitamos a nuestro departamento a los dirigentes del PC alemán, miembros del Chile Komitee y militantes de la célula Alberto Molina. El departamento estuvo lleno. Hubo empanadas, vino, alegría y enorme fraternidad. Fue una sencilla pero significativa velada en que homenajeamos a la gran dirigente comunista chilena y, al mismo tiempo, festejamos a quienes entregaban sus esfuerzos a la solidaridad con nuestro pueblo.