Los comunistas chilenos, apenas llegados al destierro se organizaron para contribuir a la solidaridad con quienes luchaban en el interior de Chile.
El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos entrega un breve relato de un grupo de comunistas exiliados en Alemania Federal.
Carlota Espina
Editora
LA CÉLULA ALBERTO MOLINA
Iván Ljubetic Vargas
Desde que llegamos al destierro,
los comunistas chilenos nos organizamos y trabajamos en la solidaridad con nuestro
pueblo.
Apenas nos instalamos en Marburg, donde éramos los únicos comunistas
chilenos, viajamos a la vecina ciudad de Giessen, donde vivían camaradas que conocíamos desde Chile o que encontramos
en nuestro asilo en Santiago. Con ellos constituimos la célula Alberto Molina,
nombre que acordamos por unanimidad en recuerdo y homenaje al compañero que fue
Secretario del Comité Regional de
Cautín del Partido, miembro del
Comité Central, alevosamente asesinado en el Regimiento Tucapel en la noche del
10 de noviembre de 1973.
OCHO MILITANTES
En nuestra célula militábamos
Pedro Cabezas, ex Alcalde de la Granja; su compañera, Margarita Parra; Max
Eytel, su compañera Ana María Standen; Marcia Ortiz y yo (nuestro hijo Ivo
había logrado una beca para estudiar en la Universidad Patricio Lumumba de
Moscú); Mario Torres y Rosaura Mendoza. Estos dos últimos se trasladaron a la
República Democrática Alemana. Posteriormente se incorporaron a nuestra célula
los compañeros Mario Neculman y la doctora Ruth Kries.
En la República Federal Alemana los comunistas chilenos estábamos
dirigidos por un Coordinador, con sede en Francfort.
UNA INCANSABLE LABOR
La Alberto Molina, como todas las células en el exilio, realizaba un
enorme y sacrificado trabajo en apoyo a
la lucha de los compañeros del interior.
Éste tenía dos aspectos. Uno era dar a conocer lo que fue el Gobierno de Salvador Allende,
el golpe del 11 de septiembre, la situación de Chile bajo el fascismo, la
importancia de la solidaridad internacional. Ello a través de la prensa
alemana, de charlas, de participación en seminarios, incluso en la televisión,
estando presentes en todas las actividades de masas con volantes, periódicos;
marcando presencia, enarbolando banderas
chilenas.
Un rol muy importante lo jugó la edición alemana de la revista “Don
Reca”, que editábamos los comunistas chilenos en Alemania Federal.
El otro aspecto, era reunir grandes sumas de
dinero para enviar a los compañeros que luchaban en Chile contra la dictadura
(sobre ello hablaremos en otra crónica).
JULIETA CAMPUSANO VISITA MARBURG
En agosto de 1976 tuvimos la gran alegría que la compañera Julieta Campusano, que
realizaba una gira por Alemania Federal,
invitada por el Partido Comunista alemán,
visitara Marburg. Una mañana de ese mes, recibí un llamado del Encargado
del Partido Comunista Alemán en Marburg,
Uli Stang, quien junto con darme la buena noticia de la visita de la compañera
Julieta, me pidió que lo acompañara mientras permaneciera ella en la ciudad.
Acepté de inmediato.
Mi encuentro con la compañera Julieta, a la que no veía desde hacía
varios años, estuvo pleno de fraternidad y emoción. Le acompañaba una compañera
española que le servía de intérprete,
UNA BELLA CIUDAD
Las compañeras Julieta y la intérprete, Uli y yo salimos a recorrer el
hermoso sector del alto Marburg, con
sus callejuelas estrechas, edificios muy
antiguos, del medievo. Subimos al castillo, que es el símbolo de la ciudad. No
podíamos perdernos la tradicional Plaza del Mercado, donde visitamos la Municipalidad
y, delante de ella, nos quedamos
esperando el mediodía. Con puntualidad, apareció el gallo en el frontis del
edificio municipal y cantó doce veces. Como ocurría corrientemente, eran muchas
las personas, especialmente turistas, que iban allí al cumplirse la hora para
ver y escuchar al gallo de la Plaza del Mercado de Marburg.
UNA VELADA INTERNACIONAL
En la tarde, la compañera Julieta participó en una amplia reunión a la
que concurrió un buen número de alemanes. También estuvimos varios chilenos.
Por la noche, invitamos a nuestro departamento a los dirigentes del PC
alemán, miembros del Chile Komitee y militantes de la célula Alberto Molina. El
departamento estuvo lleno. Hubo empanadas, vino, alegría y enorme fraternidad.
Fue una sencilla pero significativa velada en que homenajeamos a la gran
dirigente comunista chilena y, al mismo tiempo, festejamos a quienes entregaban sus esfuerzos a la solidaridad con
nuestro pueblo.