Se cumplen 38 años de la masacre de Corpus Christi. Entregamos a nuestras lectoras y lectores del Boletín Rojo, un escrito del Historiador Iván Ljubetic y lo haremos con pálabras del propio compañero Ljubetic:
“Recordemos a los doce héroes masacrados por
luchar contra la tiranía y por la democracia.
Y, en su homenaje, continuemos sin claudicar la lucha de clases,
castiguemos a la derecha que tiene una historia manchada con sangre patriota”.
Hace 38 años:
LA MASACRE DE CORPUS CHRISTI
(“LA OPERACIÓN ALBANIA”)
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
La capacidad operativa mostrada
por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en el intento de tiranicidio llevado a cabo el 8 de septiembre de 1986,
preocupó seriamente a los aparatos represivos de la dictadura. Conocedores que
la plana mayor del FPMR se reuniría a comienzos de junio de 1987 en Santiago,
los agentes de la tiranía vieron en ese evento la posibilidad de exterminar a
los principales dirigentes del FPMR.
IDENTIFICACIÓN DE FRENTISTAS
Datos acumulados gracias a las
torturas y la labor de algunos infiltrados, la CNI logró identificar a algunos
de ellos.
A comienzos de 1987 iniciaron una
tenaz labor de seguimientos y de colocar puntos fijos sobre dirigentes del
FPMR Así preparaban los esbirros de
Pinochet lo que llamaron “Operación Albania”, masacre que perpetrarían el 15 y
16 de junio de 1987.
ASESINATO DE JOSÉ JOAQUÍN VALENZUELA
Uno de los logros más importantes de los servicios
represivos fue la identificación de José Joaquín Valenzuela Levi, quien había
comandado el intento de tiranicidio con el nombre de “Ernesto”. En los
registros de la CNI aparecía con el nombre de “Rapa Nui”, pues fue visto por
primera vez saliendo de una vivienda en una calle con ese nombre.
El día de su muerte, el
“comandante Ernesto” fue detenido alrededor de las 16 horas cuando abandonaba
una casa de seguridad en el paradero 21 de Vicuña Mackenna, desde donde había
salido en compañía de Ricardo Rivera Silva, quien también fue detenido.
Valenzuela y su compañero solo levantaron sus manos y no opusieron resistencia
al arresto. Posteriormente fueron trasladados al cuartel Borgoño, donde ya
había otros 5 frentistas. A las 5 de la madrugada del día 16 de junio todos
fueron conducidos a una casa abandonada de calle Pedro Donoso, en Recoleta,
donde fueron ejecutados.
EL ASESINATO DE IGNACIO VALENZUELA
Por su parte, Ignacio Recaredo
Valenzuela era conocido como "Chaqueta de cuero", por la vestimenta
que usaba al momento de su primera detección.
Ignacio Recaredo Valenzuela
Pohorecky era seguido desde marzo de 1987. Destacado ingeniero y académico en
la vida pública; en la privada, era uno de los seis más altos oficiales del
Frente. De gran valentía había participado en el asalto a una armería y se
había enfrentado a funcionarios de seguridad en varias ocasiones.
El 15 de junio de 1987, desde las 6 de la mañana, agentes de la CNI
lo esperaban afuera de su domicilio, en la remodelación San Borja. Abandonó su
casa. Fue seguido durante horas. Alrededor del mediodía, agentes le dispararon
en la calle Alhué, en Las Condes, desde un furgón a unos
La CNI informó que Valenzuela
portaba una pistola y una granada. Pero
testigos presenciales afirmaron que no iba armado y que sólo atinó a
darse vuelta, por lo cual le dispararon en un glúteo y en un pie. Los testigos
señalaron que minutos antes de los hechos fueron advertidos de que iban a
producirse disparos y que debían alejarse del lugar.
Ignacio Recaredo Valenzuela fue
asesinado fríamente por los verdugos de la dictadura.
EL ASESINATO DE PATRICIO ACOSTA
Ese mismo 15 de junio de 1987,
seis horas más tarde, otro numeroso grupo de agentes estaba apostado en calle
Varas Mena, en San Joaquín. Acechaban a Patricio Acosta Castro, un importante
oficial del FPMR. Desde hacía una semana los agentes se desplazaban en
automóviles.
Esa tarde, Patricio Acosta salió
de su casa cerca de las 18 horas. Era estrechamente vigilado. Se dirigió hacia
Santa Rosa. A llegar a esa calle, se
devolvió hacia su casa. Le salieron al paso unos agentes, encabezados por el
capitán Zúñiga, quien le disparó, de improviso, a unos siete metros de
distancia. Patricio Acosta cayó al suelo.
Según testimonios de testigos, la
víctima cayó arrodillada. Entonces lo rodearon alrededor de ocho sujetos, entre
ellos Zuñiga. Ya reducido, en vez de ser llevado a un centro asistencial,
Acosta fue acribillado. El propio Zuñiga le disparó en la cabeza, mientras otro
lo remató con una ráfaga de metralleta. Una vez muerto, un agente de la CNI le
puso en sus manos un revólver y un gorro pasamontañas. En esa posición lo
filmaron y le sacaron varias fotografías.
EL ENFRENTAMIENTO DE CALLE VARAS MENA
Esa misma noche del 15 de junio de
1986, agentes de la policía civil llegaron hasta el inmueble de calle Varas
Mena 417. Era una de las casas, que la
CNI decidió allanar, a las 23 horas de esa noche. Allí se produjo el primer y
único enfrentamiento real.
La de Varas Mena 417 era utilizada como casa de seguridad y centro
de instrucción del FPMR. Allí se encontraba
cerca de una docena de combatientes del
Frente. Hacía las veces de dueña de casa
Cecilia Valdés, que estaba acompañada de su hijo, de dos años. La
supuesta pareja de Cecilia era el oficial del Frente Juan Waldemar Henríquez.
Los que estaba en la casa ya sabían de la muerte de Ignacio Recaredo Valenzuela
y también la de Patricio Acosta, a pocas cuadras del lugar.
Cerca de la medianoche la casa fue
asaltada por los agentes. Se produjo un intenso tiroteo entre las fuerzas de
seguridad y dos frentistas que cubrieron la retirada de sus compañeros desde el
interior. Estos fueron Juan Waldemar Henríquez y Wilson Henríquez Gallegos.
Una decena de rodriguistas
lograron escapar en medio de la
balacera. Desde los techos de la casa los dos frentistas encargados de la
defensa del grupo respondían el ataque policial con sus armas. En un momento,
la techumbre cedió y Juan Waldemar Henríquez, ingeniero de 28 años, cayó herido
al interior de una vivienda vecina. Ingresaron los policías al inmueble. Juan
Waldemar estaba tendido en el piso, sin ofrecer resistencia. Fue rematado por
ráfagas de disparos en el mismo lugar. Algunos testigos señalaron que Henríquez
se había rendido y que estaba con los brazos en alto cuando fue ultimado.
Por su parte, Wilson
Henríquez, fue rodeado por los agentes
en el patio de otra casa, donde se había refugiado. En breves momentos fue
apresado, golpeado, y luego fusilado. Su cuerpo, según el protocolo de
autopsia, tenía 21 orificios de bala.
Entre los que escaparon por los
techos de las casas vecinas, para luego ser capturados, se encontraban Cecilia
Valdés, Santiago Montenegro y Héctor Figueroa. Este último era intensamente
buscado por su participación en el
intento de tiranicidio en 1986.
EL ASESINATO DE JULIO GUERRA OLIVARES
Casi simultáneamente a los sucesos
de Varas Mena, otro centenar de agentes y policías rodeó el departamento 213,
del block 33 de la Villa Olímpica, en Ñuñoa.
Allí Julio Guerra Olivares, conocido al interior del Frente como
"Guido", arrendaba una pieza a Sonia Hinojosa. Estaba clandestino
desde su participación como fusilero en el intento de tiranicidio contra
Pinochet en septiembre de 1986.
Alrededor de la medianoche del 15
de junio de 1987, el agente de la CNI Iván Cifuentes forzó la puerta del
departamento de Julio Guerra y lanzó a
su interior una bomba lacrimógena.
Mientras esperaba a que Guerra saliera, llegó otro del equipo represivo.
Entonces el agente Fernando
Burgos, portando una máscara antigás, llegó hasta el baño del segundo piso.
Allí encontró a Julio Guerra, a quien abatió de cuatro balazos. Posteriormente,
el cuerpo fue rematado por otro agente y lo dejaron en el borde de una
escalera.
La autopsia de Julio Guerra
demostró que tenía disparos a corta distancia, siempre de arriba hacia abajo y
de atrás hacia adelante. Dos de ellos en los ojos. Además se comprobó que el
frentista no estaba armado.
ASESINATOS EN CALLE PEDRO DONOSO
El último capítulo de la llamada
“Operación Albania” por la dictadura, se escribió en un abandonado inmueble de
la calle Pedro Donoso Nº 582, en la comuna de Recoleta.
Hasta allí fueron llevados siete
frentistas, detenidos en las horas previas y que estaban en los cuarteles de la
CNI.
Ellos eran: José Joaquín
Valenzuela Levi, el comandante “Ernesto”, Esther Cabrera Hinojoza, Ricardo
Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia Calderón, Elizabeth Escobar
Mondaca y Patricia Quiroz Nilo.
La orden dada por el general Salas
Wenzel fue eliminarlos.
El mayor Álvaro Corbalán le ordenó
al agente Iván Quiroz que eligiera a cinco oficiales para que se hicieran
responsables de juntar a su gente para llevar a cabo la eliminación de los
siete detenidos.
La madrugada del 16 de junio de
1987, los detenidos fueron trasladados en caravana a la casa deshabitada de
calle Pedro Donoso 582.
Según versiones de vecinos de la
casa de calle Pedro Donoso las personas que esa noche llegaron detenidas
estaban descalzas, con los brazos atados atrás de la espalda, amarrados y con
la vista vendada.
Según la CNI, esa noche había
cerca de un centenar de agentes, carabineros y detectives dentro y fuera de la
casa. La orden para que los efectivos asignados a cada víctima percutasen sus
armas se dio lanzando un ladrillo en el techo, mientras el resto de los agentes
disparó al aire y gritó para dar a los vecinos la idea de un enfrentamiento.
Alrededor de las 5.30, los siete frentistas fueron acribillados. Después, entró
en acción el capitán Francisco Zúñiga, quien procedió a rematar a cada una de
las víctimas.
En el primer dormitorio quedaron
los cuerpos de Ricardo Rivera Silva, con cinco impactos recibidos a mediana
distancia, y de José Joaquín Valenzuela Levi, con 16, efectuados a corta
distancia.
En el primer pasillo fue muerto
Manuel Valencia Calderón, con 14 disparos hechos desde unos tres metros, en
ráfaga. Del informe balístico y de la autopsia se concluye que fue colocado al
final de este pasillo, donde había una puerta abierta, y fusilado.
El cuerpo de Ester Cabrera
Hinojosa, con cinco impactos de bala, fue encontrado en el interior de la
cocina. En ese lugar no hay huellas de disparos. Del análisis de los peritajes
se concluye que la víctima fue fusilada en un pasillo lateral y que,
posteriormente, su cuerpo fue dejado en la cocina.
El cuerpo de Ricardo Silva Soto
presentaba 10 impactos de bala. De acuerdo con los informes periciales, fue
baleado dentro del segundo dormitorio y rematado en el suelo, según revelan
varios impactos en el piso de la pieza. Un detalle significativo de que no hubo
enfrentamientos es el hecho de que Ricardo Silva presentaba heridas de bala en
las palmas de sus dos manos, en un intento instintivo de protegerse, desde el
suelo, de las balas con que finalmente lo mataron.
Muy cerca del cuerpo de Ricardo
Silva fue encontrado el de Elizabeth Escobar Mondaca, con 13 impactos de bala,
10 de los cuales fueron efectuados a muy corta distancia, según la autopsia. La
joven, igual que Ricardo Silva, fue baleada primero dentro del segundo
dormitorio y, posteriormente, rematada a menos de un metro de distancia, con
varias ráfagas, contra un muro de una habitación deshabitada. El cuerpo de
Patricia Quiroz Nilo apareció al fondo del extenso pasillo interior de la casa
de Pedro Donoso y presentaba 11 impactos de bala.
Un policía que estuvo en todos los
lugares donde murieron las personas en la Operación Albania, declaró en el
proceso que todos los sitios del suceso estaban profundamente alterados y que
al llegar a ellos los impactos de bala en los muros habían sido removidos.
También declaró que "todas las armas de las víctimas estaban colocadas en
la mano izquierda".
EL PROCESO N.º 39. 122-87
Estos hechos fueron investigados
en el proceso judicial rol N.º 39.122-87.
El 28 de enero de 2005 el ministro
en visita Hugo Dolmestch condenó en primera instancia a cadena perpetua al ex
director de la CNI Hugo Salas Wenzel, por los asesinatos cometidos en el marco
de la llamada Operación Albania. Asimismo, sentenció a quince años de prisión
al ex jefe operativo de ese disuelto organismo Álvaro Corbalán, y a diez años
al ex oficial de Carabineros Iván Quiroz, quien fue pieza clave de esta
operación. Este último permaneció prófugo de la justicia desde el momento de
conocerse el fallo de última instancia, en septiembre de 2007, siendo apresado
por la policía el día 23 de enero de 2008 en Concepción, e ingresado al día
siguiente en la Cárcel de Punta Peuco.
En el fallo dictado por el
ministro en visita se señaló que Salas Wenzel fue condenado a la pena de
presidio perpetuo como coautor de los delitos de homicidio simple de los doce
frentistas asesinados en junio de 1987.
NO AL OLVIDO
La dictadura fascista fue un
régimen en que junto a los militares, estuvieron muchos civiles. Ocuparon
cargos decisivos en el Gobierno: Ministros, asesores, etc. No pocos de ellos
están ahora en el Gobierno de Piñera y en el Parlamento. Han pasado piola.
Jamás han enfrentado un juicio. Se visten con ropaje democráticos. Son de la
UDI y no sólo de ahí.
Ellos, con todo cinismo se atreven
a hablar contra los comunistas, contra la ejemplar democracia venezolana,
contra la Cuba heroica, se lanzan contra
los exonerados políticos y todas las víctimas de la dictadura.
No podemos olvidar crímenes tan
terribles como los perpetrados en junio de 1987 ni a los asesinos y sus
cómplices
Recordemos a los doce héroes
masacrados por luchar contra la tiranía y por la democracia.
Y, en su homenaje, continuemos sin
claudicar la lucha de clases, castiguemos a la derecha que tiene una historia
manchada con sangre patriota.