lunes, 12 de noviembre de 2018

JOSÉ IGNACIO CIENFUEGOS



A 173 años de su muerte:


     



                                                           Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                           Centro de Extensión e Investigación
                                                           Luis Emilio Recabarren,  CEILER

                      

La Iglesia Católica fue enemiga jurada de la Independencia de las colonias españolas de América.  Lanzó dos encíclicas condenando a los patriotas. Aprovechó su influencia, para intervenir una vez más en política y a favor de la causa de los enemigos de los pueblos.

En una de esas encíclicas, suscrita por el Papa Pío VII y de fecha 30 de septiembre de 1816, llama al clero de América a “no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países... Fácilmente –agrega- lograréis tan santo objeto, si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas, con todo el celo que puedan, los terribles y gravísimos perjuicios de la rebelión, si presentan las singulares virtudes de nuestro carísimo en Jesucristo, Fernando, vuestro rey católico.”

La otra encíclica es del 24 de septiembre de 1824 y está  firmada por el papa León XII. Se refiere a los gobiernos patriotas como “Juntas que se veían salir, a la manera de langostas devastadoras de un tenebroso pozo, que se concentraban en ellas, como en una inmunda sentina, cuanto hay y ha habido de más sacrílego y blasfemo en todas las sectas heréticas”.

EN CHILE, MÁS DEL 80% DEL CLERO CONTRA LA INDEPENDENCIA

En Chile, de los 500 miembros del clero secular, los sacerdotes  patriotas no pasaban de 70. O sea, más del 80% del clero estuvo contra la Independencia y muchos curas reaccionarios empuñaron las armas al lado de las tropas realistas. Pero en esa minoría que tomó la bandera libertaria hubo patriotas ilustres como Camilo Henríquez,  José Ignacio Cienfuegos, Juan Javier de Guzmán, Antonio Orihuela, Fray Rosauro Acuña.

¿QUIÉN ERA JOSÉ IGNACIO CIENFUEGOS?

Nació en Santiago, Chile, el 1° de octubre de 1762; hijo de Francisco Cienfuegos y Josefa Arteaga y Martínez.

Se graduó de Bachiller en Teología en la Universidad de San Felipe y recibió el presbiteriado en 1785. En 1813  el obispo Andreu Guerrero, vicario capitular de Santiago, lo nombró su representante ante la Junta de Educación nombrada por el poder civil para tratar de la fundación del Instituto Nacional, suprimiendo el Seminario de Santiago y otros colegios coloniales.

En este año 1813 también, fue nombrado miembro de la Junta Gubernativa de Chile, que en marzo de 1814   fue disuelta y sustituida por un director supremo, que fue el general Francisco de la Lastra.

Después del desastre de Rancagua, fue relegado con muchos otros patriotas a la isla de Juan Fernández, donde ejerció su ministerio consolando a los proscritos.

Repatriado después de la victoria de Chacabuco, se le nombró en abril de 1817 canónigo doctoral de la iglesia catedral de Santiago y,  el 7 de junio de ese año,  gobernador del obispado de Santiago.

En octubre de 1818 el Director Supremo Bernardo O´Higgins, lo designó senador propietario.

En agosto de 1821 O´Higgins le encomendó la misión de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de la República de Chile ante la Santa Sede. Emprendió viaje a Roma. Obtuvo que el Papa nombrara vicario apostólico ante el gobierno de Chile a monseñor Juan Muzi, con el cual regresó en marzo de 1824.

Entretanto la oligarquía y la Iglesia, utilizando como tantas otras veces al Ejército, había derrocado el 28 de enero de 1823 a Bernardo O’Higgins.

En 1825 Cienfuegos fue obligado a renunciar al cargo de gobernador del obispado. En esos años también había sido diputado.

El 3 de octubre de 1830 el gobierno de Chile presentó a Cienfuegos para obispo de Concepción y un mes después el cabildo de esta diócesis lo eligió vicario capitular. Poco tiempo gobernó esta diócesis, pues presentó la renuncia de ella en 1837 y se retiró a vivir a Talca. Allí se dedicó exclusivamente a obras de beneficencia. Se hizo nombrar director-ecónomo para la reconstrucción de la iglesia matriz de Talca, que quedó muy maltratada por los terremotos de 1822 y 1835.

Entre otras obras, escribió el "Catecismo de la doctrina cristiana", que imprimió en Génova en 1829 y se reimprimió en Valparaíso en 1847.

Falleció en Talca, Chile, el 8 de noviembre de 1845.