sábado, 14 de enero de 2012

ACLARACION A LA ALIANZA DEMOCRATICA

DEL PAIS

ACLARACION A LA ALIANZA DEMOCRATICA

Compañero

Ricardo Lagos

Presente

Estimado compañero:

Hemos leido con mucho interés las declaraciones que ud. ha formulado en varias entrevistas de prensa desde que asumió la presidencia de la Alianza Democrática, por un determinado periodo. Queremos expresarle, en primer lugar el apoyo de los comunistas a los incisivos y certeros juicios que en ellas ha formulado respecto de las desastrosa política del régimen y de sus tropelías y violaciones de los derechos humanos. Del mismo modo le manifestamos el pleno respaldo del Partido Comunista a sus pronunciamientos en favor de la unidad de las fuerzas opositoras y del enjuicianiento y proscripción de los criminales fascistas.

En todas las entrevistas que ha concedido, y junto a palabras de reconocimiento a la trayectoria y a la significación del Partido Comunista de Chile, ud. ha expresado la idea que éste tiene una posición poco clara "porque está planteando distintas" vías" y que, por lo tanto, debiera definirse. (Revista "Análisis” N°. 70). En la misma ocasión, ha dicho que nuestro Partido "tiene que clarificar si se refiere al derecho de rebelión invocada por santo Tomás o si la solución última para Chile es "a la Nicaragua" o "a la Argentina". Más o menos en estos términos se ha expresado en las demás publicaciones.

Nosotros consideramos que el derecho del pueblo a rebelarse contra la tiranía es uno solo, no importa si lo consagre Santo Tomás de Aquino en el siglo XII o lo proclama la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos en el siglo XVII o la encíclica "Populorum Progressio" en el siglo XX. Lo que cambia, lo que no es igual sino variado, es la forma práctica que reviste la rebelión del pueblo. Así ha sido hasta hoy y será el futuro.

En relación a las vías, los comunistas chilenos hemos hablado, en las dos ultimas décadas, de dos tipos: la pacifica o no armada y la violenta o armada. Estas denominaciones carácterizan lo esencial o lo predominante de una via pues, en rigor, no hay ningún proceso social exclusivamente pacifico y, como todo el mundo ya lo reconoce, la violencia existe en diversos grados hasta en la institucionalidad y la conducta del más democrático de los Estados. Pues bien, en la lucha contra el fascismo, los comunistas no propiciamos hoy distintas vías sino una sola: la vía de la creciente y abierta rebelión del pueblo, la del combate resuelto de las masas contra la tiranía, aplicando -de acuerdo con las circunstancias- las más variadas formas de lucha, pacificas o violentas, que ayuden al más pronto retorno a la democracia.

En definitiva, las vías, las formas de lucha y los grados de violencia que éste alcance, no son invención del Partido Comunista ni de ningún Partido. Están determinados por un conjunto de elementos objetivos y subjetivos, entre otros, por el desarrollo histórico del país, por lo que ha ocurrido en Chile en los últimos diez años, por la dolorosa experiencia vivida por el pueblo, por las conclusiones que han sacado distintos sectores sociales y políticos y la gravitación de cada uno de ellos, por la influencia -positiva o negativa- que ejercen los factores internacionales de la época que se vive, por los estados de ánimo de las masas en determinado momento, por la decisión combativa que éstas ya han tomado en el sentido de terminar cuanto antes con el régimen imperante y, obviamente, por la fuerza que hayan acumulado y por los medios de que se .disponga.

Es un hecho incontestable que el fascismo no entiende de razones y que recurre, una y otra vez, al uso de la fuerza bruta. Sólo en este terreno sabe moverse. El país entero conoce la represión, la superexplotación y la cesantía a que ha sido sometida la clase obrera y la forma siniestra en que actúa el aparato represivo del régimen en contra de la gente más modesta que vive, en medio del hambre y la miseria, en las poblaciones de Santiago y otras ciudades. Conoce, asimismo, la decisión inhumana que, en vísperas de Pascua y Año Nuevo, ha tomado el Intendente de Santiago en contra de los trabajadores del PEM y el POJH. Casi todas las familias chilenas cuentan entre los suyos a alguién que ha sufrido detenciones arbitrarias y torturas o que vive en el exilio. Son miles y miles las que todavía lloran a sus muertos y a sus desaparecidos. El terrorismo y el vandalismo son consustanciales al régimen fascista. A éste no le ha bastado la Dina o la CNI, cuya disolución exige todo Chile. Está transformando o ha transformado ya, al cuerpo de Carabineros en una aborrecida guardia pretoriana que se parece cada vez más a las tropas de asalto o a las fuerzas de ocupación de Hitler por la forma abusiva y brutal, en que actúan. En consecuencia, es claro como la luz del dia de donde parte la violencia.

Tal es la realidad que enfrentamos. ¿Qué hacer ante ella? Algunos prefieren sólo las formas pacificas de lucha, pelear con una sola mano, o con las dos, como en los cuadriláteros boxeriles. Otros, sobre todo los pobladores, los estudiantes, los que diariamente son agredidos por las fuerzas represivas del régimen, se ven obligados a defenderse, a defender su derecho a la vida, peleando con todo lo que tienen a su alcance y organizando su propia autodefensa de masas. Se ven, pues, en la necesidad vital de recurrir a un cierto grado de violencia, cuya legitimidad no admite discusión, no puede negarse en Chile por nadie, ni por los revolucionarios ni menos por aquellos otros que apoyaron o justificaron en 1973 la violencia contra el pueblo, que es la peor de todas las violencias.

Nosotros creemos, compañero Ricardo Lagos, que sería más útil para la causa de la democracia chilena dejar de lado la bizantina discusión entre adversarios o partidarios del uso de la violencia y, por lo tanto, la infundada y estéril critica que suele hacerse a quienes apoyamos al pueblo en su acción multiforme y en todas las circunstancias de su duro combate. Se podrá decir que hay actos de violencia que constituyen un error y que, por lo tanto, merecen la reprobación o la critica. Es verdad. Pero también es cierto que hay acciones y conductas que son tanto o más reprobables por el daño que han causado. Tal es, por ejemplo, el caso del famoso “diálogo" entre la Alianza Democrática y Jarpa. Lo mejor, pues, sería que avanzáramos en el entendimiento de todas las fuerzas opositoras, respetando los estilos de cada cual y apreciando debidamente todo aquello que contribuye al desarrollo de la lucha de las masas, a la desestabilización de la tiranía y a su más pronto fin.

En noviembre de 1980, en Estocolmo, nuestro Secretario General, Luis Corvalán, definió la posición de los comunistas chilenos en los siguientes términos:

“Cada pueblo forja su propio camino redentor, lo descubre y crea a través de la lucha. Las tiranías son pasajeras. El fin de todas ellas tiene elementos comunes y elementos diferentes. Lo mismo ocurre con las revoluciones. Batista cayó de una manera, Somoza de otra; el Negus de Etiopia de un modo, el Sha de Irán de otro. No está claro aún la forma concreta que revestirá el derrumbe de la dictadura fascista de Pinochet. Lo cierto es que no se desplomará por si sola. Es el pueblo el que tendrá que echarla abajo y llevar adelante los cambios sociales".

De consiguiente, nuestra política está definida desde hace tiempo. No es unilateral, ni rígida, ni dogmática. Tiene en cuenta la realidad y las situaciones cambiantes. Estimula lo original, lo que surge de la propia lucha de las masas. Estamos convencidos que el pueblo de Chile ya ha logrado desbrozar una buena parte de su propio camino. 1983 ha sido un año de grandes combates que han demostrado que sólo luchando se puede alcanzar la victoria. Las jornadas de protesta y la variedad de formas de acción que se pusiera en práctica, constituyen toda una forma de creación del pueblo. Otro tanto puede decirse de las organizaciones que ha venido forjando y de los pasos que ha dado en el terreno de la unidad de las amplias masas.

Creemos que de todo lo dicho fluye en forma clara que no corresponde optar por la salida de Nicaragua o por la de Argéntina, pues no se trata de emprender tal o cual camino en virtud de lo que uno pueda desear ni se trata, tampoco, de aprobar uno y descalificar el otro. El pueblo nicaragüense batió con las armas en la mano la abyecta dictadura de Somoza y unió a tal victoria una profunda revolución antiimperialista. Por eso el imperialismo norteamericano amenaza con invadir Nicaragua para ahogar en sangre la justa lucha de su heroico pueblo. En esta emergencia, lo que deberíamos hacer hoy es desarrollar una vigorosa solidaridad con los hijos de Sandino, concertando, en su apoyo, acciones comunes de todas las fuerzas antifascistas. De otro lado, lo sucedido en Argentina lo estimamos muy importante. Es, ante todo, una lección para los militares. Las Fuerzas Armadas del país vecino dejan el gobierno en medio del repudio de la nación entera. En esto ha influido, es cierto, su derrota en las Malvinas. Pero eso no es todo y, acaso ni siquiera lo fundamental. Es elocuente, al respecto, el hecho de que el Presidente Alfonsin haya separado de las filas a buena parte de la plana mayor de las fuerzas castrenses, haya dispuesto que los integrantes de las tres primeras juntas que formaron sean enjuiciados por los delitos de homicidio, privación ilegitima de la libertad y aplicación de tormentos a los detenidos y, simultáneamente, haya enviado al Congreso un proyecto para derogar la ley de amnistía que pretendía dejar en la impunidad los desaparecimientos y otros crimenes cometidos bajo los gobiernos militares.

La causa profunda que ha llevado a las FF.AA. a esta situación está en el hecho de que, como las de nuestro país, hicieron suya la doctrina de la Seguridad Nacional y con ello se embarcaron en la guerra sucia contra su propio pueblo, sirvieron desde el poder los intereses de los potentados, aplicaron una política económica tan nefasta como la de los "Chicago boys" y sus altos mandos cayeron en la corrupción.

No será ni podrá ser muy diferente lo que se haga en Chile cuando llegue la hora de hacer justicia. En todo caso, las diferencias que pueda haber dependerán en buena parte, no sólo de la conducta que las Fuerzas Armadas tuvieron ayer, sino también de la que tengan o adopten hoy. El tiempo no jugará en favor de los que tratan de prolongar un desenlace que es inevitable.

Volviendo a sus declaraciones, queremos decirle, estimado compañero Lagos, que hay varios otros asuntos frente a los cuales tenemos algunas opiniones diferentes, en particular en lo que atañe al socialismo y a los países socialistas. Pero, lo que motiva esta carta es sólo darle una respuesta concreta a lo fundamental de sus incomprensiones y desacuerdos respecto a la posición de núestro Partido.

Reconocemos, una vez más, el valor de sus declaraciones unitarias y combativas. Del mismo modo apreciamos ampliamente la decidida defensa que ha hecho del Gobierno de la Unidad Popular y del legado del Presidente Allende.

Fraternalmente, por la Dirección del Partido Comunista.

Manuel Chacón.

Santiago, 16 de diciembre de 1983.

PUBLICADO EN:

BOLETIN DEL EXTERIOR N°64

MARZO – ABRIL 1984

PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

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