lunes, 6 de octubre de 2025

Ay, Noviembre.

 


Comentario radial y escrito.

 

 


 

La mentira, columna vertebral, y, alimento vital de los medios de comunicación del riquerio; no calzan en una sociedad que busca incansable ser demócrata, feminista y soberana, no, no calzan.

 

“Y nunca te´i de olvidar, en la arena me escribías” …

 

Recuerdo esta zamba, de Jaime Davalos y Eduardo Falú; y, se me asoma, como el traer de niño, el periódico El Siglo. 

Y, hoy, con más trajín que la pobreza, siento que me estrujan, me arrinconan y me esperanzan los caminos recorridos. 

No logro germinar tanta generosidad, tan compromiso con la humanidad, el saber que países poderosos como Italia y España, custodian la Flotilla Sumud, en su acerque a Gaza. 

Y no me germina; porque esa custodia, esa protección, ese derroche de entendimiento, de humanidad, no es para proteger con personalidad intransigente, resoluta, responsable y poderosa, a esas esperanzas que navegan. 

No, no germina, esas maniobras navales, con recursos públicos, son para proteger a los sobrevivientes, o, a los restos que queden, de una sangrienta agresión infernal, del sionismo internacional.

 

¡Chemimare! 

¡Con tales amigos, que importa el poder de la infamia!

 

Escribo esto un primero de octubre, mes de la Revolución Rusa y del nacimiento de Violeta.

 

“En la arena me escribías”. Agarrar un piñizco de arena en Gaza, con esa marea fría de odios, con hambre de todo, en dos segundos, tu puño, estará vacío, casi hueco, triste, todo será una encachada, para evitar y desinformar lo que sucede en Ucrania, en el mundo entero.

 

Qué cinismo más re grande.

Y, no lo grito solamente por España o Italia; Pá ná. 

Todos juntos, unos más, otros menos, hemos contribuido a este insulto aberrante al intelecto.

 

Hoy jueves, 2 de octubre, de atardecida, me entero del asalto israelí a la flotilla. 

Detenidos, maltratados. 

Lo que se esperaba. 

Lorena Delgado Varas, Marita Rodríguez, nuestra diáspora mujer, están “detenidas/raptadas” por las fuerzas militares del Gobierno Sionista de Israel.

 

Grito, que, los barcos que componen la flota Sumud, no llevan solo pan o medicinas; más bien, son denuncias, enrostres, a la barbarie que visten los poderosos.

 

¡Todos los poderosos! 

Y estos balbuceos míos, no hablan solo del masacrado pueblo palestino, gritan por África entera, hablan por mi Cuba hermosa, por Venezuela, por Vietnam, por Nicaragua, por mi largueza de patria, y, de sus olvidos; de su memoria corta, que olvida ese cuerpo tirado en la Moneda; que mira esperpento la presencia del fascismo en sus parlamentos, y, la amenaza de injuriar, mancillar, una vez más, presidencial, 215 años de historia. Que se olvida de la infancia en Colonia Dignidad, del crimen alevoso allá por Paine, del olor a Merkén de Julia Chuñil.

 

Los barquitos del Sumud hablan de la Negra Haití, se atragante con el Perú prisionero, con la Bolivia desojada y deshilada, habla de la casa de Lorca, tan lejos de Lorca. 

Tantos olvidos, Dios mío de los coloraos.

 

Sin embargo, como dijese Manuel el guerrillero, “Aún tenemos patria...” el pueblo italiano, ese que hace las cosas; no su gobierno fascista, sale a las calles y declara huelga general. 

Madrid, Barcelona, y, muchas otras comunidades, denuncian a la Unión Europea, de ser cómplices del genocidio que se agarra en Gaza.

 

Francia, su pueblo, es silenciado y se la sacan con reconocer a Palestina como Estado. 

Un Estado imaginario, Quien cresta quiere un Estado, muerto de hambre y arrinconado, un Estado, que sangra y llora, y, la Marsellesa, por el cadalso rueda. 

El Reino Unido, país colonialista, el que incendio la mecha en el conflicto antiguo, su policía trata de impedir las manifestaciones callejeras.

 

En mi paisito de agua y nieve, Harald Edelstam, aunque fuera remando un falucho, rumbo a Gaza se encontraría. 

Y, mi flaco querido, tiene gran preocupación.

Me invento que, si todos los asalariados del mundo, esa clase obrera, dejara caer sus herramientas e intelecto, el sionismo en Israel, la barbarie en el mundo, lo pensaría mil veces, antes de soltar a sus perros de presa.

 

Un saludo, pueblo italiano sindicalizado. 

Ando complicado pegándole a la perra.

 

Un arrecife de angustia me atora, me deja como adivinando, me hace ser más observante y me flagelo intelectualmente, me complico, me insolenta el riquerio.

Viajaba en el metro de Estocolmo, el sentir y observar a los viajantes, las diversidades, los teléfonos en combate, cada uno en lo suyo; es como, estar, libro en mano en una biblioteca.

 

Un inmigrante, teléfono en mano, “a grito pelao” y en su propio idioma y cultura, traía a medio vagón choreado. 

Que habrán pensado de nosotros, los dueños de casa, 50 años atrás. 

Menos mal, que, por esos tiempos, no había teléfonos inteligentes.

 

La inmigración en mi paisito es otra cosa, al menos, se entiende lo que dicen. 

Para bajarme el perfil y reír pá dentro, mire la propaganda ubicada estratégicamente en el vagón. Incitaba a ser consumidor empedernido. Una de ella, como paloma de cartón, tamaño, oficio, me llamo la atención.

 

Una imagen mostraba piedras sobre piedras, minerales, bonitamente colocados. 

El texto era como un poema, me gusta la poesía, decía algo así:

 

“CADA PERSONA EN ESTE VAGÓN, LLEVA EN SU INTERIOR, HUELLAS DE UNA MINA” 

Yo fui concebido, al igual que  miles y miles más, gracias al cobre; mi ADN, tiene minerales de la precordillera. 

Me gusto el contenido, lo entendía. 

Más abajo, explicaba, lo que significaba para el futuro de la humanidad, la forma de la explotación de la minería.

Me traje a Potrerillos, al Salado, a Inca de Oro, me abrigué con Pueblo Hundido, corrí por mi mismito Barquito, por Chañaral.

 

Hasta las salitreras se amontonaron. 

Seguí leyendo; al final de la palomita de cartón, tamaño oficio, salían las Empresas que configuraban la minería en mi paisito de agua y nieve. 

Hasta ahí, llego mis ansias de lectura y poesía. 

Se asomó Boliden. 

Un humo candente, arraso mi entendimiento, me “almorronó” y me enrostro salvaje.

 

Boliden, empresa minera multinacional sueca, en los años 80, en plena dictadura fascista, pago 10 Millones de Coronas a una empresa importadora chilena, Promel, para hacerse cargo de 21.000 toneladas de residuos tóxicos extraídos del suelo escandinavo.

 

Arsénico, plomo y mercurio y otras menudencias, acompañaron a la diabólica creencia, que, en esos residuos, en sus entrañas, el oro gritaba:

 

¡Aquí estoy! 

¡Anda mundo y piérdete! 

Los residuos contaminantes, fueron almacenados donde cayeran, más tarde, esparcidos por terrenos baldíos por Arica. 

En esos terrenos, más tarde, muy sueltos de cuerpo y espíritu, construyeron viviendas, y de esas casitas pá los de abajo, con el tiempo justo, salieron habitantes con cánceres diversos, patologías extrañas, como la violencia de un Chernóbil o de un Nagasaki. 

Ese vertedero habitacional está enconado en mi Chile actual. 

En la Empresa Privada sueca, Boliden, hay inversionistas como BlackRock, Empresa Buitre que pretende reconstruir Gaza. 

La canallada de Boliden y a los recepcionistas chilenos Promel, no les salió “ni por curao”. 

Tengo conocimiento, que algo se está haciendo por los damnificados provocados por el neoliberalismo de la época dictatorial y de la actual también.

Y como ando “pegándole a la perra”, y, a 30 días de las elecciones presidenciales y parlamentarias, se me asoman bestiales los haceres de la dictadura fascista de Pinochet, corrompiendo instituciones, al crear vínculos con redes trasnacionales, contrabandeando infancias, con fines políticos y bellacos. 

Recuerdo esto, gracias a la venida a Suecia, de una comitiva chilena, que llevaba en su carpeta, actualizar este atropello criminal contra la identidad del ciudadano. 

En esta delegación se encontraba Boris Barrera, diputado comunista por el distrito número 9 del sector metropolitano. Va firme a la reelección. 

Volviendo a Promel, los contaminadores del medio ambiente, Marcos Beovic, David Fux Glickman, Blas Martino Muñoz, se declararon en quiebra y desaparecieron. 

Se asoman hoy en día, formando parte del directorio de Quiborax; Empresa productora de ácido bórico, medio tan estratégico como el litio que maneja SOQUIMICH. 

El diablo perdió la cola; y, la encontró el riquerio fascista chileno. 

Este andamiaje de “encomiendas” tienen a mi pueblo minero prisionero. 

Escribo salitre, fichas, pulperías, huelga, caminar, caliche y la escuela Santa María de Iquique, con justa razón, me hace un desprecio. 

Cuento estos recuerdos como si fueran regadíos, con la única esperanza de mantener fresca la memoria. 

Me inclino ante el “dios de los coloraos”, que no es otra cosa que la conciencia de clase de los asalariados nos empuje en noviembre de amaranto.

Alejandro Fischer Alquinta

 

Estocolmo 20251003