Tirado sobre su cama, al lado su mujer durmiendo sin niguna preocupación. Los niños, cinco, descansaban después de haber comido,
él pensaba en el juego que viene.
Lo que
preocupa a Mikhaïl, (nombre dado por su padre, en honor a un campeón mundial
ruso) es la competencia que éstaba por llegar. No puede conciliar el
sueño: lleva dos semanas durmiendo a
saltos.
La partida
era el sueño de toda su vida. Ganar y
mostrar a sus hijos éste logro, sería lo más importante de su existencia
terrenal.
Mikhaïl, se
sabía un hombre abrumado por la vida cotidiana. Con un escuálido sueldo tenía
que sostener su casa. Qué casa... si eran dos piezas arrendadas en el barrio Franklin, con
baño compartido con otros arrendatarios. El olor a cocina y a suciedad,
predominaba en el ambiente . El correr de los niños por entremedio de las pocas cosas que ocupaban el
lugar, se le hacía insoportable, sobre todo porque el estudio y la
concentración de los juegos le ocupaba
gran parte de su existencia. Su mujer
todos los día le enrostraba lo precario de su ingreso, acusándolo de flojo.
El gusto
por la bebida alcohólica, era su único escape
personal.
A pesar de
todo esto, estaba dispuesto a dar su vida, por ganar la final del campeonato .
Por mi, por mis hijos, “seré truinfador”, se repetía.
Había aprendido a jugar a la sombra de su
padre, profesor primario, quien le
enseñó los primeros movimientos. Para
jugar, tienes que revestirte con una máscara de impasibilidad, le repetía una y
otra vez, hasta el cansancio. Colocando el tablero sobre la mesa del comedor,
raída por el tiempo, su padre le decía: el cuadro blanco a tu derecha y tras
eso un coscorron en su cabeza, hecho
habitual en los juegos entre padre e hijo.
Sus sueños
lo transportaban por caminos internacionales, queriendo emular a
Bobby Fischer, ganar dinero, salir con mujeres, tener autos, casas y vivir una
vida plena, anhelada por muchos.
¿Cómo
abriré? La apertura del peón rey 1.e4 le había proporcionado algunos
sinsabores, por lo conocida que era éste inicio de partida. Para poder ir
derrotando competidores echó manos a infinidades de partidas , la de Ruy López, la apertura Bird y usando la defensa India, la defensa Pirc, etc.
sacaba adelante sus partidas. Los peones, alfiles, torres, caballos, tenían que
tomar vida en las manos sufridas de éste soñador ajedrecista. Para usar su
inteligencia a fondo en la final del campeonato, tenía que estar sobrio, por lo
tanto dejó de beber una semana.
El día
de la final llegó, tenía que ser algo original, algo recordado por mucho
tiempo.
Con el
recuerdo de su padre ya fellecido, se levantó con su mejor atuendo, zapatos brillantes y luciendo su mejor
corbata. Tomó su desayuno sólo , sin
nadie de su familia acompañándolo; su señora e hijos no tenían ningún
interés en sus sueños de ajedrecista.
Con el
corazón latiendo a viente mil por hora, salió de su casa rumbo al encuentro
soñado. El calendario marcaba 11 de septiembre de 1973. Le llamó la antención
el poco movimiento en las calles. Me levanté muy temprano; pensó.
¡Alto y al suelo!, le ordenó un militar, un
muchacho joven que hacía el servicio en
esa época... Estás arrestado por desobedecer el Bando número 1. Sin saber lo que pasaba y aguantando culatazos
por su espalda, recibiendo groserías y pensando en su campeonato, como pudo se arrastró, se arrinconó en un
lugar donde habían otras personas padeciendo lo mismo que él. Entre llantos y dolores sentía que el camión
que los conducía, se alejaba raudamente por las calles de Santiago.
De Mikhaïl
nunca más se supo, se escuchó alguna vez, que un prisionero enloquecido por los “cariños” de sus torturadores, que se creía
campeón mundial de ajedrez, había muerto a causa de las torturas, abandonado y sin el cariño de su familia, que
nunca supieron donde lo habían llevado.
HERNAN
ALCAYAGA
FIN