Fuente: crònica digital
El Partido Comunista de Chile es
un árbol de tronco grueso y de hojas siempre verdes.
El rojo recorre su cuerpo
vivo, y la savia alimenta su completa arquitectura.
Más que centenario, su puñado de
fundadoras y fundadores surgieron de una matriz obrera; intelectual; vinculada
al teatro y a las artes; a la artesanía temprana.
Luis Emilio Recabarren, su líder
fundacional, ordenó su convulsionada vida en torno a la construcción de
sindicatos; de grupos de teatro y, especialmente, de prensa obrera y popular.
En ese entramado dibujó y tejió el llamado “trabajo partidario” y “trabajo de
masas”.
Es una práctica y una construcción
teórica que trascendió con creces los primeros años de vida del partido obrero, que se abrió paso
en medio de oligarquías y élites represivas que no tenían en sus diseños
clasistas la construcción de un estado nacional.
Y también se abrió paso en medio
de intentos anarquistas que despreciaban una lucha por el poder estatal y no
consideraban nítidamente el sentido y la incidencia de una clase en el proceso
de acumulación y correlación de fuerzas, en donde las alianzas fueron
consideradas, desde un comienzo, como históricamente necesarias.
Teresa Flores es una protagonista
de este mismo proceso, junto a destacadas personalidades que emergieron en los
tiempos tempranos de construcción partidaria.
Belén de Zárraga, mujer española
que luchaba por el derecho a voto de la mujer, visitó Chile en los tiempos
iniciales. Recabarren y sus compañeras y compañeros de ruta, comprenden la
importancia ética y valórica de tal empeño, y la acompañan en un recorrido que
ella realiza en diversas ciudades de Chile, y le abren muchas asambleas obreras
formadas mayoritariamente por hombres, de ese entonces.
Periódicos obreros de la época, y
también periódicos clasistas de las oligarquías, registran esos trascendentes
hechos.
En la historia del estado nacional
chileno, está inserta y metida la historia del Partido Comunista de Chile. Es
parte sustantiva de esa historia. Tal vez sea ésta una de las causas más
profundas que explican por qué los embates represivos, de franco exterminio
hacia la cultura comunista, no hayan logrado su objetivo atroz.
El Partido Comunista de Chile ha
logrado ser sujeto de identidad obrera, popular y nacional, con un
internacionalismo grueso, que se ha expresado en múltiples gestos históricos y
concretos. Esa idiosincrasia es parte también de la cultura nacional y popular
de Chile.
Hoy, el PC de Chile está metido en
un camino complejo.
Lo acompaña su historia, de eso no
hay duda. Quienes tratan en forma casi absurda de pontificar, en el sentido de
que los comunistas de hoy, “traicionaron” su legado y sus pasados compromisos
revolucionarios, francamente no tienen idea de la historia del PC de Chile.
Por ahí no va la cosa.
Los desafíos del PC se ubican en
otra dirección.
El primero: Mantener, sostener e incrementar una correlación de
fuerzas que estabilice las transformaciones iniciadas en este nuevo ciclo
histórico que recién despunta. En este proceso, son claves, en forma
simultánea, las alianzas y la fortaleza del sujeto principal: trabajadoras y
trabajadores.
Ambos
factores, alianzas y sujeto principal, hoy están tensionados. Y ese es el desafío
para los y las comunistas del actual Partido Comunista.
El segundo: El diseño de un amplio bloque socio-político de
centro-izquierda que no sólo diseñe, sino que también implemente la realización
práctica de un nuevo modelo de desarrollo nacional. Esto no es sólo materia
económica, es mucho más amplio que eso. El debate de ideas; el quehacer
propositivo; el empujar la lucha ideológica en este código es una necesidad histórica
y de primer orden.
El tercero: Una acción dialéctica que permita empujar las diversas
expresiones de la política, especialmente el protagonismo popular y ciudadano,
en los territorios y en los movimientos sociales. Las instituciones políticas
del estado, en donde se delega representación de poder, son importantes, sin
ninguna duda. Pero no pueden ser nunca construcciones excluyentes y exclusivas,
menos en un estado cuyas instituciones políticas todavía son parte de un
andamiaje autoritario diseñado para contener al Pueblo.
El cuarto: La aportación a una nueva ética y estética popular,
ciudadana y nacional. Todo movimiento real de cambios siempre requiere en forma
sustantiva de expresiones en este amplio campo de la construcción de identidad.
El quinto: Empujar con mayor fuerza construcciones nacionales que
permitan abrir paso hacia un nuevo contrato social con los Pueblos originarios,
especialmente el Pueblo Mapuche; y lograr un nuevo acuerdo nacional por Verdad
y Justicia, especialmente respecto de esa herida que permanece abierta y duele:
Las y los detenidos-desaparecidos.
El Partido Comunista de Chile,
cuando celebra 105 años, se dispone a cumplir lealmente
su participación y apoyo coherente con el gobierno de la Presidenta Michelle
Bachelet. La batalla por un Estado Democrático y por igualdad en todos los
planos ha dado grandes pasos.
Antes lo hizo en el gobierno de
Salvador Allende.
Hacia el futuro, concentra sus
esfuerzos para conquistar un nuevo gobierno de mayorías para la transformación
social, encabezado por Alejandro Guillier. Un camino lleno de desafíos y cuya
primera tarea (nada de fácil) es conquistar el nuevo gobierno.
Sin pausa; intensamente; paso a
paso, el Partido Comunista de hoy, continúa aportando sus esfuerzos hacia la
emancipación en todos los aspectos.
Por Juan Adrés Lagos E.
Periodista
Santiago de Chile, 3 de mayo 2017
Crónica Digital