jueves, 15 de marzo de 2012

El Cady


Alejandro Fischer

Yo no puedo hablar de política, si no la siento y la veo a través de todos los segundos de vida de un ser humano o de un colectivo. Yo siento que allí nacen las cosas, las actitudes, la semilla de las creencias, del amor, de los estudios y de los libros.

En la acción del mirar, de estar, nace el maravilloso conocimiento de la historia, de la cultura.

Un ciego no podrá mirar, pero podrá ver.

Llevamos casi cien años tratando de resolver la ecuación de igualdad de Marx, Lenin, Engels, Emilio, Elias, Corvalan, Gladys y Julieta, Dimitrov, Volodia, Gramsci y miles y miles de otros.

Yo entiendo las venganzas; y más todavía, cuando se relacionan con el poder popular.

Escribía en una oportunidad acerca de mi envidia con otros niños de Barquito. Barquito es un Puerto chiquitito, en donde los gringos, desde El Salvador, Potrerillos, se robaban el sueldo de Chile, “la sangre de la pampa”, y los poderosos chilenos se hacían los tontos, iban “requeté” mojados.

Barquito queda al lado de Chañaral.

Si miramos en tiempo que yo era cabro chico, desde las alturas de los cerros, en dirección al mar, podriamos ver primero las canchas de golf, repartidas en todo lo ancho del campamento. Las canchas eran círculos enormes con un hoyo en el medio, los círculos estaban emparejados y elevados con una arena especial de color gris. Tenían un cuidador con horario completo.

Luego venia la Escuela. Escuela primaria. De primero a sexto. No recuerdo la cantidad de primeros, de segundos, sé si, que era un quinto y un sexto.

El director de la Escuela vivía en Chañaral y tocaba el violín. La escuela era grande. Dos patios, uno era para las mujeres y una cancha de Baloncesto.

A la izquierda, la cancha de futbol encerrada en calaminas, a la derecha una especie de parada de bus. Alli empezaban los golfistas, la competencia de achuntarles a los hoyos. Se juntaban allí también los “Cadys”, que no eran ni más ni menos, los hijos de los obreros del puerto. Las bolsas eran de cuero y llevaban adentro unos 6 palos de golf. A los Cadys se les veía la pura cabeza y las patas.

Bien pesadita la pega. Pero los gringos pagaban en dólares.

Las tres primeras corridas de casas después de la Escuela, eran de calaminas. Alli vivían los “más” obreros. Los baños eran públicos y había un “pilón” para buscar agua. Quizás eran diecyseis viviendas por corrida. Después de varias corridas, quizás veinte, las casas iban cambiando. Yo vivía en la última corrida. Las casas eran de cemento, tenían baño y agua. Desde mi casa se podía ver a los piratas en sus barcos. Se podían ver Las oficinas, la pulpería, panadería y la parroquia.

A la derecha del campamento, escondidas en los cerros, estaban las casas de los gringos. Había flores, arboles y a sus habitantes les gustaba bastante el “curri”.

En las faldas de los cerros, en los pedregales, andaban manadas de burros.

Yo quería ser Cady y tener calamorros de cuero de burro, como la mayoría de los niños de barquito.

Un día Domingo, temprano, me fui a la “caseta” de los Cady y me apunte.

Llegaron los gringos, dijeron mi nombre, me pasaron una bolsa y tuve que seguirlos como cuatro horas. Cuando los gringos se fueron, yo quede con dólares en la mano, las canillas temblando y los hombros con ampollas.

El lunes mi padre supo y me saco la cresta.

¿Con quién desquitarme? Me fui a los pedregales, agarre mi burro preferido, los otros lo siguieron. Me fui a las canchas de golf y a lo Atila, no deje hoyo hueco ni cancha pareja.

El martes, mi padre fue citado junto a mí, por el director de la Escuela a su oficina, estaban allí el director y un gringo joven. El gringo me miro y sonrió “despacio”. Hablaron del ataque terrorista a las canchas de golf y sus consecuencias. No cache mucho. Me dejaron irme, mi padre quedó con ellos. Me fui solo a casa. Al llegar mi padre en la tarde, apreté los cachetes, me miro, se agachó, y sin decir nada, me dio un beso en la frente.

Fue el primer y último beso.

Mi mundo no era solo Barquito, estaba Chañaral, Pueblo Hundido, El Salvador, Potrerillos; territorios ocupados por el Imperio, con la satisfactoria venia de los poderosos nacionales. Además, tenía lo más hermoso: Las vacaciones en la quinta, en Copiapó. Otro mundo, otra gente, otras palabras, acentos y actitud.

¿Qué tiene que ver el Golf, con la política?

En pleno territorio enemigo, en Acción Directa, quedaron destruidas las bases de diversión del enemigo. Solamente con la alianza cuadrúpeda de Burros y un coscorrón de vergüenza. Cuando fui más joven que cabro, conté la historia; me creía un País, haciendo tiras los prostíbulos, cuarteles de la guardia y casinos de La Habana.

No es fácil ser un colectivo diverso, luchando como chino, para darle a la historia, posibilidades de agarrar otros derroteros. Esas posibilidades son antiguas, vienen desde la voluntad cavernaria del hombre, por subsistir.

Los hombres nacen con esa inquietud de cambiar la vida, de saber, de investigar, de pensar, de amar, de entender que solos, es imposible entender la lluvia. Que nos necesitamos unos de otros.

Frente a esta disyuntiva, todos dicen que sí; han dicho que si, desde la invención de la rueda.

En el momento de la organización, planteada por los más vivarachos, que serian los que visualizan las posibles características del viaje, nacen los problemas…! Puta! entre más se aprende, entre más desarrollo integral, empiezan los mas fortachos a hacer grupitos…Hacen una cola y se ponen de avanzada.

La historia nos enseña, que los mas consientes de la contradicciones de la producción y lo que ella provoca, como un síndrome, como un sentido bactereológico: se separan, hacen un pequeño grupo, que se lleva para la casa todo lo creado, los del otro lado de la fila, no alcanzaron a decir:! Para, para!, que estás haciendo, para, ladrón, hijo de tu madre…

Muy tarde, demasiado tarde. Además la mayoría de los habitantes que estaban en el medio, eran y son tantos que no dejaban ver las “movidas” de los fortachos.

Esa inmensa humanidad que ha estado en toda la existencia humana en el medio, algunos son nacidos para ser manipulados, otros para adornar y lucirse, se conforman con los olores, otros necesitan ser cargados constantemente a travez de los medios de comunicación. Este solo hecho de convencer es una infinita empresa, generadora no solo de una forma de ser y de cultura, de historia, sino también de corrupción, crimen, esclavitud y explotación del hombre por el hombre, los que están penúltimos en la cola, todavía creen que el playboys lo edita el conejo Rabito, a veces están en el medio, les da un ataque de dignidad y se van para la cola.

Al último en la cola, también en diferentes categorías, como en toda la larga cola, esta la gente como tú y yo, que también es un invento o producto de los punteros de la cola.

Y los burros que:-Lo que pasa en mi país y en el mundo, los burros son la “madre del cordero” .

La crisis y sus crímenes, la crueldad que azota el mundo y que amenaza a Europa de cesantía y hambre es producto de la avaricia del capital y de la escencia del Imperialismo. El capital en su hambre incontrolable, ha producido una sobre producción enorme, que ha provocado una acumulación de productos, que no tiene mercado.

Esa inmensa acumulación, obliga al “riquerio”, a dejar sin empleos a millones de seres humanos. Sin empleo, significa una inhumana crueldad que destruye todo lo que significa los derechos del hombre. Techo, escuela, trabajo, salud y pan.

Y lo que están en el medio de la cola, no perciben nada, y los que perciben se hacen los suecos.

Desgraciadamente los que están en el medio, pueden resolver en el mundo la ecuación. Digo desgraciadamente porque ellos se pasan el día mirando y babiando los éxitos de los guaripolas.

La situación no es fácil, se tiene un enemigo común y no es claro cuantos pueden verlo, lo que está claro, es que todos lo van a sentir y a escuchar…El sonajero de tripas, puede callarse con la muerte…y no por hambre, sino de ira.

El trabajo no es infiltrarse en el medio de la cola, yo siento, que los últimos tienen que aunar entendimientos, si no se logra, la corrupción política y los agentes conscientes y adoradores del sol, los del medio de la cola, han infiltrado la retaguardia.

Yo sé, que trabajamos como loco para hacernos nosotros fuertes, de entender los fenómenos de las clases y de la clase. El neoliberalismo tiene una forma de existir, que provoca en la clase desposeída, trabajadoras y obreras, una forma de morir. Esta situación es una verdad inmensa.

! hasta cuando se va a permitir este crimen legalizado!.

El querer ser nosotros, como partido, gobierno, es uno de nuestros objetivos a largo plazo. Nuestros objetivos inmediatos, tienen que ver con el desarrollo del entendimiento de las luchas sociales, esas luchas sociales son y serán el silabario del habitante medio y serán la guillotina del Imperio, del neoliberalismo y del oportunismo político.

Los burros somos la fuerza inmensa, que La Razón, tiene el deber y el derecho de usarla.

¿Tenemos que seguir muriendo para entender esta ecuación?

Mis burros de Barquito, los que están en el medio de la cola y los de la retaguardia, pueden cambiar el mundo.

Nunca he entendido el Golf.

Muchas gracias.